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twenty one. new start

O21 |  NEW START

A la mañana siguiente Audrey se había despertado con la gran noticia de que Will se iba a casar. Era todo demasiado repentino, pero eso no evitaba que estuviera saltando de la felicidad por el mayor de los Walter. Además, la chica amaba a Hayley, por lo que no podía evitar estar más que contenta por ambos.

Ahora, Audrey se encontraba caminando en dirección a la cocina del hogar. Una vez ahí, logró ver como George cocinaba unos cupcakes.

—¿Qué tal va todo? —preguntó.

—Pues, creo que es mi mejor tanda hasta la fecha —el hombre respondió—. ¿Quieres probarla? Me vendría bien tu opinión.

La pelinegra asintió con rapidez, dirigiéndose hacia un costado de la isla.

—Claro que quiero probarla. La masa de cupcakes es de las mejores creaciones del ser humano.

Georgerió  levemente mientras le tendía una cuchara a la contraria. Audrey la tomo sin dudarlo, para luego llevárselo a la boca.

—Se sincera.

Audrey se mantuvo en silencio por unos segundos, forzándose a hacer una mueca. Sabía lo autoexigente que George era al momento de cocinar, por lo que amaba sacarlo de sus casillas.

—¿Tiene limón? —finalmente habló. El hombre soltó un suspiro de alivio.

—Sí, ese es el toque fácil. ¿Qué más puedes detectar?

—¿Lavanda? —preguntó, no estando del todo segura de su respuesta. Aunque cuando George sonrió, supo de inmediato que tenía razón.

—Como siempre eres impresionante. Los chicos son horribles en esto.

—Esta delicioso, George —Audrey murmuró.

—Gracias.

—Y no lo digo solo porque quiero que me des un cupcake gratis.

George rodó los ojos con diversión, dándose la vuelta para poder agarrar uno de los pasteles que ya estaban listos. Cuando lo tuvo en su mano, se lo entregó a la joven.

—No le digas a nadie, ¿está bien? —dijo en un susurro. Audrey asintió con rapidez, sonriendo en grande.

—¿Qué no le diga a nadie que cosa? —la voz de Katherine resonó por el lugar.

Los presentes se voltearon en su dirección, logrando ver como la mujer ingresaba por la puerta trasera de la cocina con una gran cantidad de decoraciones entre sus brazos.

—Nada —la castaña respondió, para luego dirigirse hacia la mayor y ayudarla con las cosas.

—No se como vamos a estar listos para la boda de mañana.

—Katherine, todo va a salir bien —Audrey la tranquilizo.

—¿Tu crees?

—Si. Con Jackie a cargo de la organización todo va a estar bajo control.

—De acuerdo, pero entonces, recuérdame por que aceptamos que la hicieran aquí —Katherine suspiró.

—Porque nuestro hijo nos lo pidió —George le recordó.

—Sí, ya me acorde.

—Y porque Jackie dijo que la organizaría —Audrey agregó.

—Sí, y eso es algo por lo que le estaré eternamente agradecida —la mujer murmuró.

—Hablando de Jackie, probablemente debería de ir a ver si necesita ayuda con algo —la castaña habló, dándole una mordida a su cupcake—. Llámenme si necesitan algo.

—Claro, cariño.


































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Audrey decidió que era el momento de hablar con los Walter sobre lo que había hablado con su padre el día anterior. Eran como una segunda familia para ella, y merecían saber lo que había decidido. La chica se armó de valor y pidió a todos que se reunieran en el comedor.

Los Walter se acomodaron en los sofás y sillas, mirándola con curiosidad y preocupación. George y Katherine estaban sentados en medio de la mesa, mientras que sus hijos y sobrinos los rodeaban, todos con expresiones expectantes.

Alex era el único que sabía sobre lo que iban a hablar, por lo que no estaba tan ansioso como los demás.

—Quiero decirles algo importante.

El silencio llenó la habitación mientras todos esperaban que ella continuara.

—He decidido que me voy a ir de su casa. Me voy a vivir con mi papá.

Las expresiones de sorpresa y preocupación se mezclaron en los rostros de los Walter. Todos sabían que ellos no tenían una buena relación, así que estaban confundidos por su decisión. Katherine fue la primera en hablar.

—Audrey, ¿estás segura de esto? Sabes que siempre eres bienvenida aquí.

—Sí, estoy segura —la chica respondió con una sonrisa. Los ojos de Benny se llenaron de lágrimas al escucharla—. Mi papá y yo hemos hablado, y creo que es lo mejor para mí ahora.

—¡No quiero que te vayas! —el menor exclamó, acercándose a Audrey con rapidez. La chica se tambaleo ante su fuerza.

—Benny —George lo llamó.

—¡Ese hombre nos quiere robar a Audrey! —continuó.

Danny hizo una mueca mientras se colocaba de pie para poder tomar a su hermano entre sus brazos, alejandolo de la menor.

—Ese hombre es su padre, Benny. No se la está robando.

—Mi vida va a ser horrible sin ti aquí —Parker se quejó—. No se cómo voy a soportar a estos tontos sin ti.

—Gracias —Nathan ironizó.

—La casa va a estar mucho más tranquila sin ti. Ahora voy a poder estar tranquilo —Isaac agregó, recostándose sobre su silla.

—Todos sabemos que vas a llorar cuando se vaya —Lee negó lo dicho por su hermano, burlándose de él. Todos los presentes rieron.

—No puedes vivir sin ella —Cole continuó.

Los demás asintieron con rapidez, haciendo que Isaac rodara los ojos. Tenían razón, pero él no lo iba a admitir.

—Quiero agradecerles por todo el apoyo y amor que me han dado —habló Audrey luego de unos segundos, sonriendo con sinceridad. Amaba a todas las personas que estaban en ese lugar—. Nunca podré agradecerles lo suficiente por haberme acogido en su hogar.

George se levantó con lentitud y se acercó a Audrey, poniendo una mano en su hombro.

—Siempre serás parte de esta familia, Audrey. No importa dónde vivas. Estamos orgullosos de ti por tomar esta decisión y por ser tan valiente.

Alex, quien estaba observando la situación desde su asiento, se colocó de pie para luego acercarse a su novia con una sonrisa. Una vez que estuvo a su lado, le rodeó el cuello con sus brazos, uniéndolos en un abrazo.

Audrey suspiró ante la calidez que aquella acción le había provocado, rodeando la cintura del pecoso con sus brazos.

—Te voy a extrañar demasiado, pero sé que esto es lo mejor para ti

Cuando la pareja se separó, Jordan, quien era un poco más reservado, también se acercó y le dio un abrazo rápido pero sincero.

—Buena suerte, Audrey.

Audrey sonrió, sintiéndose abrumada por el amor y el apoyo que recibía de los Walter. Sabía que esta familia siempre tendría un lugar especial en su corazón.

—Ustedes han sido como una segunda familia para mí.

—Me gustaría haber aprovechado más mi tiempo contigo, cariño —Katherine murmuró, mirando a la joven con dulzura.

—La nueva casa de papá está a menos de una hora del campo, así que seguiré viniendo bastante seguido. No se van a librar de mi tan fácil —bromeó.

—Ya me había ilusionado.

—¡Cole! —los demás lo regañaron, haciendo que el aludido se hundiera de hombros con inocencia. 




































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Hace un par de minutos, Audrey había recibido un mensaje de Alex, en el cual le pedía que se reunieran por el área dela piscina. Era un lugar bastante tranquilo cuando los demás Walter no estaban alrededor.

Cuando Audrey llegó al lugar que habían acordado, logró ver al chico en un rincón apartado bajo un gran roble. La sombra del árbol y la suave brisa creaban el ambiente perfecto.

En cuanto el pecoso la vio, se dirigió hacia ella, tomando las manos de Audrey entre las suyas. La chica frunció el ceño, sabiendo que algo no andaba bien.

—Tengo que contarte algo.

—¿Hice algo mal? —la castaña se apresuró a preguntar. Alex negó con rapidez.

—No, no es nada de eso.

—¿Entonces? ¿Qué pasa?

El chico tomó una gran respiración antes de continuar. No sabía porque estaba tan nervioso.

—Después de la competencia, un reclutador se acercó y me ofreció la oportunidad de asistir a una escuela de verano. Es una gran oportunidad, pero... Tendría que estar fuera todo el verano.

Audrey asintió, escuchando sus palabras con atención. No iba a negar que sintió una mezcla de emociones, pero se mantuvo tranquila y esperó a que Alex continuara.

—No sabía si debía aceptarlo porque no quiero dejarte sola ni estar lejos de ti.

Audrey sonrió suavemente, conmovida por la preocupación de su novio. La chica llevó una de sus manos hasta la mejilla del pecoso, en donde dejo suaves caricias. Alex se recargo en su tacto, sintiéndose relajado.

—Alex, esto es una gran oportunidad para ti —la castaña comenzó—. No importa la distancia, lo que importa es que cumplas tus sueños.

—¿De verdad piensas eso? ¿No te molesta que esté lejos todo el verano?

—Claro que te extrañaré, pero eso no significa que no debas ir. Podemos manejar la distancia —aseguro, sonriendo con ternura—. Lo más importante es que sigas tus sueños y hagas lo que te hace feliz.

Alex asintió, procesando las palabras de su novia.

—Además, ya encontrare algo con que entretenerme... Probablemente sea el sujeto de prueba de las nuevas técnicas de Parker.

Alex carcajeo levemente ante sus palabras. Luego de unos segundos, se inclinó y le dio un suave beso en la frente.

—Voy a aprovechar esta oportunidad, pero prometo que vendré a visitarte cada vez que pueda.

—Y yo estaré esperando por ti —Audrey murmuró —. Aunque no te preocupes demasiado por eso, solo asegúrate de demostrarle a los demás chicos de la escuela que eres el mejor.

—Lo haré solo para que estés orgullosa de mi.

—Ya estoy orgullosa de ti, tontito.







































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Audrey estaba recostada sobre la cama de Danny, con su gato Silver cómodamente instalado sobre sus piernas, observando cómo Danny empacaba sus pertenencias. La habitación estaba llena de cajas abiertas y ropa desordenada, y el chico parecía estar luchando para cerrar una maleta que claramente estaba demasiado llena.

—¿Estás seguro de que necesitas llevarte todo eso? Esa maleta parece que va a explotar.

Danny se detuvo y miró la maleta con una sonrisa resignada.

—Oh, claro, Audrey. Porque dejar atrás mis calcetines de la suerte de sexto grado sería un crimen —dijo con sarcasmo.

La aludida rió y se levantó de la cama, dejando a Silver ronroneando en su lugar. Se acercó a Danny y empezó a ayudarle a cerrar la maleta, empujando con todas sus fuerzas.

—Vamos, Danny. Si metemos todo tu clóset en esta maleta, quizás necesitemos llamar a un cerrajero para cerrarla.

Danny se unió a las risas mientras ambos luchaban con la maleta. Finalmente, con un último empujón, lograron cerrarla.

—Ahora, si la maleta explota en el aeropuerto, al menos será un espectáculo digno de ver.

—Totalmente. Quizás hasta aparezcas en las noticias.

Se sentaron en la cama, recuperando el aliento. Silver, molesto por haber sido desplazado, se trasladó a las piernas de Danny. La castaña entreabrió los labios con indignación, pero no dijo nada al respecto.

—Voy a extrañar estos momentos. Eres la única persona que me ayudaría a empacar una maleta ridículamente llena y luego se reiría de ello.

—Y tú eres el único que llevaría calcetines de la suerte de sexto grado a una nueva ciudad —la contraria musito, sonriendo con nostalgia.

Danny le dio un empujón juguetón.

—Bueno, alguien tiene que mantener viva la tradición —se limitó a responder.

—Te voy a extrañar mucho, Danny. Pero sé que esto es lo mejor para ti.

—Yo también te voy a extrañar, Audrey. Pero esto no es un adiós definitivo. Nos mantendremos en contacto, y volveré a visitarte cada vez que pueda.

—Prométeme que no te olvidarás de mí.

—¿Cómo podría olvidarme de ti? —Danny preguntó, riendo levemente—. Eres mi mejor amiga.

Audrey se incorporó ligeramente y abrazó a Danny con fuerza. No se iría hasta dentro de un par de días, pero aun así no podía evitar sentirse deprimida.

Después de un rato, se separaron del abrazo y Danny volvió a empacar mientras Audrey se recostaba de nuevo en la cama, con Silver ronroneando suavemente. 





























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Audrey se armó de valor y finalmente decidió que era hora de confrontar a su madre. Después de despedirse de los Walter, salió decidida hacia su propia casa. Sabía que ya no podía permitir que las mentiras y el comportamiento agresivo de su madre siguieran afectando su vida.

Al llegar a su casa, abrió la puerta con fuerza, encontrándose cara a cara con su madre, quien al verla, levantó una ceja con desinterés.

—¿Qué haces aquí? Pensé que estabas demasiado ocupada como para venir a casa —musito. La castaña tragó en seco al notar la frialdad en su voz.

Audrey respiró hondo, preparándose para la confrontación.

—Vine porque necesito hablar contigo. Sé la verdad —comenzó. Valentina la miró con una ceja alzada—. Sé que le mentiste a papá y a mí, diciéndole que yo lo odiaba para que dejáramos de vernos.

La madre de Audrey soltó una risa seca, sin siquiera levantar la vista de su revista.

—¿Y qué si lo hice? No es como si a alguien le importara.

—A mí me importaba... Ya no tienes poder sobre mí. Me voy a vivir con papá. Él me quiere y siempre me ha querido, a pesar de tus mentiras.

La madre de Audrey bajó la revista y la miró, sus ojos ahora estaban llenos de furia. Odiaba que de un día para otro su hija se había vuelto más determinada. Estaba más que segura que aquellos pobretones de los Walter tenían algo que ver con su actuar.

—Tu padre ni siquiera esta aquí.

—Si lo está. Volvió a Silver Falls hace un par de días porque lo eligieron como jurado para el rodeo —explicó vagamente.

La mujer entreabrió los labios con sorpresa al escucharla. Ella no sabía nada sobre aquello. Había intentado en varias ocasiones comunicarse con su ex esposo, pero este siempre la ignoraba.

—Cuando hablamos, papá me ofreció irme a vivir con él. Al principio no sabía si aceptar, pero ahora creo que es lo mejor.

—¿Ah, sí? ¿Y qué vas a hacer allí? ¿Seguir siendo la misma inútil que siempre has sido? ¿Crees que tu padre te quiere? —Valentina espetó, colocándose de pie con fuerza—. ¡Solo te tolera porque se siente culpable por dejarte aquí conmigo!

Audrey sintió las lágrimas acumulaban en sus ojos, pero no iba a darle la satisfacción de verla llorar.

—No, mamá. Papá me quiere porque soy su hija —dijo luego de carraspear su garganta—. Y tú solo quieres controlarme. Pero ya no voy a seguir siendo tu chivo expiatorio. Ya estoy harta de tus mentiras y de tu manipulación.

—¡Eres una ingrata! —exclamó la mujer con rabia. A este punto, su cara ya se encontraba roja debido a la molestia que estaba sintiendo—. Todo lo que he hecho por ti y así es como me lo agradeces. Siempre has sido un estorbo, una carga. Desde el día en que naciste, supe que habías arruinado mi vida.

Audrey frunció el ceño al escuchar sus palabras. Por supuesto que le afectaba su actuar, después de todo aún seguía siendo su madre, pero no lograba entender como alguien le podía decir cosas tan hirientes a su propia hija.

—Tal vez fui una carga para ti, pero yo no pedí nacer. Y no voy a seguir viviendo bajo tu sombra, escuchando tus insultos y mentiras.

—Tu no eras así. Pasar demasiado tiempo con los Walter te ha cambiado —Valentina dijo con una mueca, mirando a su hija con asco—. Ahora eres igual de ignorante que ellos.

—Ellos no tienen nada que ver en esto —Audrey la interrumpió. Odiaba que hablara mal de ellos.

—¿Es por el estúpido niño que tienes de novio?

—Alex no es estúpido —la pelinegra espetó, dando un paso hacia su madre—. Simplemente abrí los ojos y me di cuenta de que merezco algo mejor.

—Te vas a arrepentir de esto, Audrey —advirtió.

—No, no me voy a arrepentir. Voy a vivir con papá y voy a ser feliz, algo que tú nunca serás porque te consumes en tu propio odio.

Al escuchar sus palabras, Valentina se dirigió hacia ella con rapidez y elevó su mano en el aire, como si fuera a golpearla. A diferencia de otras veces, Audrey no se movió de su lugar, no mostró miedo.

—Hazlo, si eso te hace sentir mejor. Pero no cambiará nada. Me voy, y no me volverás a ver.

Su madre bajó la mano, su furia convirtiéndose en una amarga frustración.

—¡Lárgate entonces! No vuelvas nunca más.

—No pienso volver.

Sin esperar respuesta, Audrey salió de la casa, cerrando la puerta con fuerza detrás de ella. Cada paso que daba lejos de esa casa la hacía sentir más libre, más ligera.

Sabía que había tomado una decisión importante y que, aunque el camino no sería fácil, estaba lista para empezar una nueva vida al lado de su padre, donde sería amada y valorada por quien realmente era.




































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Audrey volvió a su casa durante la noche, sabiendo que su madre no iba a estar. Abrió la puerta con cautela y rápidamente subió las escaleras hasta su habitación, para luego encender la luz, dejando escapar un suspiro de alivio.

La chica sacó su teléfono y se conectó a una videollamada con Sydney, su mejor amiga. El rostro preocupado de la rubia apareció en la pantalla casi de inmediato.

Audrey, ¿estás bien? ¿Qué pasó? —preguntó con velocidad.

—Sí, Syd, estoy bien. Solo vine a recoger mis cosas. No te preocupes —la castaña trató de tranquilizarla.

Me preocupo porque te quiero, tonta. ¿Qué pasó con tu madre?

Audrey se sentó en su cama, sosteniendo el teléfono con una mano mientras comenzaba a empacar con la otra.

—Bueno, fue una pelea bastante intensa. Le dije que sabía que había mentido sobre lo de papá y yo. Al principio estaba desinteresada, pero cuando se dio cuenta de que estaba hablando enserio, se enfureció. Me dijo que nunca me había querido, que siempre fui un estorbo... Lo de siempre.

Sydney escuchó atentamente lo que su amiga le estaba diciendo, su expresión llena de empatía. No podía evitar sentirse mal por la contraria.

Lo siento mucho, Audrey.

—No tienes porque, Syd.

Tu madre es una idiota —la rubia espetó. Audrey dejo salir una carcajada de sus labios al escucharla.

—Lo es. Pero, ¿sabes qué? Le dije que me iba a vivir con papá y que no volvería. Ahora siento como si una gran carga se hubiera levantado de mis hombros.

Eso es lo más importante. Me alegra que hayas tomado esa decisión —Sydney murmuró, sonriendo levemente—. Ahora vas a estar en un lugar donde te quieren de verdad.

Audrey siguió empacando, guardando ropa, libros y algunos recuerdos especiales. Sydney la observaba a través de la pantalla.

—Bueno, suficiente de cosas tristes —la castaña exclamó luego de unos segundos—. ¿Recuerdas aquella vez que fuimos a la feria y tú insististe en que podías ganar el peluche más grande, pero terminaste tirando todas las pelotas al suelo?

Sydney rió ante el recuerdo.

—¡Oh, no me lo recuerdes! Eso fue demasiado estúpido. Y para peor, tu ganaste uno con un solo intento.

—Sí, y luego tuve que cargar el peluche todo el camino a casa porque era casi más grande que yo.

Las dos se rieron juntas, recordando momentos divertidos mientras Audrey continuaba empacando. Poco a poco, el ambiente en la habitación se llenó de risas, haciendo que el proceso de empacar fuera más llevadero.

Finalmente, Audrey terminó de empacar. Se sentó en su cama, mirando las maletas llenas y sintiendo una mezcla de tristeza y alivio.

—Bueno, creo que ya está todo. Desde mañana viviré con papa.

Estoy segura de que será de lo mejor —la rubia aseguró.

Audrey asintió, agradecida por tener a Sydney en su vida.

Antes de que terminaran de hablar, una bocina sonó afuera de la casa. Audrey levantó la cabeza, los latidos de su corazón aumentaron. ¿Y si su madre había vuelto?

¿Qué fue eso? —Sydney preguntó, mirando la pantalla con curiosidad.

Audrey se levantó y caminó hacia la ventana. Al asomarse, vio a su padre sentado en su coche, sonriéndole y haciéndole una señal con la mano. Una oleada de alivio y emoción la recorrió.

—Es mi papá, Syd. Está aquí para llevarme a casa.

Esta bien. Ve y habla con él. Nos vemos mañana, ¿sí?

—Más te vale no llegar tarde a la boda, porque si no te voy a asesinar.

Jackie ya me lo advirtió —bromeó—. Estaré ahí a primera hora.

—Bien —Audrey rió levemente—. Gracias por todo, Syd. Te quiero.

Yo también te quiero. Cuídate.

Audrey finalmente colgó la llamada y se apresuró a bajar las escaleras. Al abrir la puerta, vio a su padre salir del coche y caminar hacia ella con los brazos abiertos. Sin dudarlo, corrió hacia él y lo abrazó con fuerza.

—Hola, princesa. ¿Lista para irnos?

—Más que lista.




























































































JES'S NOTE !

los walters literalmente pensaban que audrey se iba a vivir a otro continente jsbdjwjdksj 😭 los amo

de a poquito se va a ir viendo como es la relación que audrey y oscar tieneeen. la verdad es que es muy bonita, ella es literalmente su princesa 🫶🏻

gracias por leerme <3

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