six. time to return to your reality
OO6 | TIME TO RETURN TO YOUR REALITY
A la mañana siguiente, Audrey se había despertado de mal humor debido a la jaqueca y a los recuerdos de la noche anterior. Ella solo quería divertirse con sus amigos, pero al final terminó teniendo una pelea con una de sus compañeras de la escuela.
Cuando Audrey abrió los ojos, no vio a su Alex a su lado, por lo que se decepcionó un poco. Aunque su tristeza fue rápidamente reemplazada por una sonrisa cuando se giró hacia la mesa de noche y logró ver un vaso de agua junto a una pastilla y una pequeña nota, la cual decía lo siguiente;
Lamento como terminaron las cosas ayer. Espero que no te hayas levantado con mucha resaca, pero si es así, tomate la pastilla que deje junto a esta nota.
PD: A pesar de todo lo que sucedió anoche, me gusto pasar tiempo contigo, fue divertido.
Alex.
Sonriendo con ternura, Audrey no dudo en tomarse la pastilla para la resaca. Sin duda, Alex era demasiado atento con ella, y lo amaba por eso.
Después de unos minutos más de estar en cama, la castaña se colocó de pie para dirigirse al baño y darse una rápida ducha con agua fría. Quería y necesitaba despejarse.
Cuando terminó, Audrey se cambió por unos vaqueros celestes, un top de mangas azul y sus tan queridas converse blancas. Una vez lista, se apresuró a bajar las escaleras para llegar a la cocina y tomar desayuno. Tenía muchísima hambre.
Cuando llegó al primer piso se sorprendió al no ver la familia Walter en esta, sabía que Parker y Katherine irían juntas al doctor, pero había supuesto que para esa hora ya estarían en casa. Aunque ahora que prestaba atención, tampoco estaban los demás. Decidió no ponerle mucha atención y encaminarse hacia su destino principal, la cocina. Cuando llego, se llevó la sorpresa de que Sydney, su mejor amiga, también estaba ahí, leyendo uno de sus comics preferidos mientras tomaba desayuno.
—¿Sydney? —preguntó, confundida—. ¿Qué haces aquí?
—¿Dormiste bien anoche? —la rubia ignoró su pregunta, dándole una sonrisa juguetona. Audrey sintió como su rostro se colocaba rojo con rapidez al saber a lo que se refería.
—Si... —respondió, carraspeando su garganta—. ¿Cómo sabes que dormí con Alex?
—Bueno —murmuró, buscando las palabras adecuadas para lo que estaba apunto de decir—. Digamos que iba a dormir con Isaac, pero al verlos a ti y a Alex dormir tan abrazados, decidimos dormir en la sala de estar.
—No estábamos durmiendo abrazados —negó. Luego de unos segundos, abrió los ojos en grande al darse cuenta de un detalle—. ¿Ibas a dormir con Isaac? —exclamó, haciendo reír a la contraria.
—Tu ya sabias que él me gustaba —dijo, tomando un sorbo de su jugo—. Pero no me habías dicho que ese sentimiento era mutuo, tramposa.
—Porque Isaac me mataría si se enteraba de que dije algo —se excusó, tomando asiento junto a ella—. ¿Ya se confesó?
—Algo así —al ver el rostro de confusión de su amiga, volvió a hablar—. Solo nos besamos... Mejor dicho, él me beso.
—Acabo de perder una apuesta con Danny —Audrey se quejó por lo bajo.
—¿Apostaste por nosotros?
—Aposte a que tú lo besarías primero —corrigió, dándole un codazo en su costado derecho—. Me decepciona saber que él dio el primer paso. Perdí quince dólares.
—¿Quince? —preguntó con sorpresa.
—¡Tenia toda mi fe puesta en ti!
—Esta bien, lo siento —habló entre risas, para luego desviar su mirada hacia su amiga—. ¿Tu y Alex han avanzado?
—No realmente.
—Ayer me dijeron que tuviste una pelea con Paige —Sydney comentó, haciendo que Audrey rodara los ojos al escuchar el nombre de aquella chica—. Dios, ojalá hubiera estado ahí para verlo.
—No fue la gran cosa —trató de estar en desacuerdo la castaña.
—Le hiciste una escena de celos a Alex —Sydney dijo con una sonrisa—. Así que si fue la gran cosa.
—Esta bien —suspiró Audrey, recostándose sobre la isla de la cocina—. Me enojó ver cómo le hablaba a Alex como si nada después de todo lo que hizo.
—¿Solo por eso?
—Bueno... Puede que tal vez me haya puesto celosa al ver como Paige le coqueteaba a Alex en mi cara.
—Dios —Sydney chilló, abrazando a su amiga por el costado—. Ustedes son como mi novela romántica.
—No es para tanto —murmuró con una mueca—. No sé cómo avanzar con él, y eso me frustra.
—Solo bésalo —recomendó la rubia, ganándose una mala mirada por parte de Audrey.
—No es tan fácil.
—¿Por qué? ¿Acaso no quieres besarlo?
—Si, si quiero —admitió. Inmediatamente, Sydney sonrió—. Pero me da miedo arruinar nuestra amistad.
—Audrey...
En ese momento el sonido de un objeto caer resonó por todo el lugar.
—¡Audrey quiere besar a Alex! —gritó Benny con todas sus fuerzas. A la aludida se le paró el corazón cuando lo vio. ¿Cuánto tiempo llevaba escuchando?
Audrey se colocó de pie a toda prisa, alarmada.
—Eso no es verdad, Benny —se apresuró a negar—. ¿Por qué iba a querer que un chico me pegara un montón de gérmenes asquerosos?
—¡Audrey y Alex están sentados en el árbol de los enamorados! —cantó en un tono cada vez más alto.
—¡Benny Walter! —la castaña exclamó—. Como no pares ahora mismo... —en ese momento, la chica se quedó en blanco al ver lo que llevaba puesto sobre la cabeza—. ¿Es mi sujetador?
Audrey intentó arrebatárselo, pero Benny se escabulló como un pececillo. Se subió en el primer escalón de las escaleras y empezó a saltar.
—¡Tengo tu sujetatetas! —se burló el menor.
Sydney, quien estaba intentando leer su comic, lo fulmino con la mirada.
—Benny, estoy intentando leer mi cómic.
De inmediato, Benny dejó de saltar y miró el libro con los ojos abiertos.
—¿Es el último del Doctor Cyrus Cyclops? —preguntó con ilusión, a la vez que pegaba su cara a la suya para ver mejor.
—El mismo —respondió la rubia.
Mientras Benny estaba distraído, Audrey aprovechó para arrancarle su sujetador de la cabeza.
—¿Puedo leer contigo? —le suplicó Benny, haciendo ojos de cachorro para luego añadir—: Por favor.
—A ver qué te parece esto —le propuso Sydney—. Si prometes dejarnos solas y no contar nada de lo que has oído, te lo regalo.
—¿Para mí para siempre? —preguntó con una sonrisa. La rubia asintió con un gesto de la cabeza—. ¡Lo prometo! —dijo al instante. El pequeño alargó la mano, pero Sydney no se lo dio enseguida. Lo miró fijamente, como si estuviera advirtiéndole que más le valía no estar mintiendo.
Cuando finalmente le entregó el comic, Benny tomó asiento en la isla junto a las chicas por un momento, mirando el libro con asombro. Luego salió disparado del lugar como si temiera que Sydney se lo arrebatara otra vez.
—Muchísimas gracias —Audrey murmuró, suspirando por primera vez desde la aparición de Benny—. Has evitado una catástrofe.
Ambas amigas se observaron por unos momentos en completo silencio, para luego estallar en carcajadas.
🪵🍂👢
Audrey se había quedado el resto de la tarde en casa de los Walter, principalmente porque Katherine la había invitado a cenar con la familia.
Ahora, Audrey se encontraba observando como Katherine sacaba una bandeja de galletas del horno. Suponía que había estado así por ya un rato, ya que cuatro bandejas más de esas delicias se encontraban enfriándose sobre unas rejillas.
—Hola, Audrey —saludó a la mujer, mientras que a su vez recogía unas cuantas galletas con la espátula.
—Hola —respondio automáticamente—. Eso huele de maravilla. ¿Qué estamos celebrando?
—Gracias, cariño —agradeció con una sonrisa, mientras depositaba media docena de galletas en un plato—. Mañana le toca a Benny llevar la merienda al partido. Y hablando de ese pequeño diablito, ¿puedes mirar por dónde anda? Hace horas que no lo veo.
—Claro —dijo, comenzando a encaminarse hacia las escaleras. Antes de poder llegar, Katherine la detuvo.
—¡Ah! —exclamó la mujer—. Toma, llévales esto.
Audrey cogió el plato que Katherine le estaba entregando y luego emprendió el camino hacia la habitación del menor de los Walter. En cuanto llegó al final de la escalera, Benny asomó la cabeza.
—¿Llevan pepitas de chocolate?
—Sí —respondió con una sonrisa, levantando el plato para ponerlo fuera de su alcance—. Antes de darte una galleta, tienes que ir con Katherine, no te vio en todo el día y quiere saber si estas bien.
—Esta bien —el pequeño murmuró, corriendo escaleras abajo.
—¡Chicos, traje galletas!
En pocos segundos Jordan y Parker comenzaron a corretear a su alrededor pidiendo galletas.
—¡Vale, vale! —dijo, soltando una risa.
Después de sacar un par de galletas para asegurarse de tener algo para comer, depósito el plato en el escritorio, para luego retroceder con cuidado.
Los niños se devoraron todo en un par de minutos, y eso le sorprendía ya que solamente eran dos. No quería ni imaginar cómo hubiera sido si los demás hermanos también se encontraran ahí. Hubiera sido una guerra.
—Oye, Audrey —llamó Parker, lamiéndose los dedos—. ¿Aun recuerdas como jugar Mario Kart o ya te oxidaste?
—Me las apañaré —la castaña asintió, desplomándose en uno de los sillones.
Mientras la carrera se preparaba, Parker le fue recordando a la mayor como era que se jugaba el juego y señalando para qué servía cada botón. Más tarde, cuando Bowser cruzó la línea de meta por delante de la Princesa Peach, Parker hizo un gesto triunfal.
—¡Sí! —exclamó, saltando de la emoción—. ¡He vuelto a ganar!
—¡Eres demasiado buena! —le dijo Audrey mientras contenía una sonrisa.
—En realidad no —respondió Parker con una mueca—. Lo que pasa es que no conduzco como una chica.
—¿Parker? —preguntó Alex asomando la cabeza. Cuando vio a su hermana en la habitación, dijo—: Ah, estás aquí. Mamá dice que bajes.
—Vale —contestó ella, tirando el mando al suelo—. Ya estaba harta de arrasar de todas formas.
Ambos adolescentes miraron a la rubia mientras salía y, cuando cerró de un portazo, Alex se volteó a mirar a Audrey.
—Eh, Audrey —habló el pecoso—. ¿Qué haces aquí?
—Jugando videojuegos con Parker —dijo, suspirando por lo bajo.
Alex tomó asiento junto a la castaña, mientras que a la vez recogía el mando que su hermana había tirado al suelo.
—Pensé que estarías molesto conmigo —murmuró, evitando la mirada del chico, quien la observaba con una mueca.
—¿Por qué lo estaría?
—Por lo de ayer —dijo como si fuera obvio. Alex soltó una carcajada, haciendo que Audrey lo mirara con ambas cejas alzadas.
—No estoy molesto contigo, estoy molesto con Paige por la forma en la que te hablo —aclaró.
—¿No estas molesto conmigo? —preguntó nuevamente, como si no se lo creyera. El pecoso rió nuevamente.
—No, de hecho, fue gracioso ver como Paige se quedaba sin palabras.
—Lo fue —asintió, dándole una sonrisa.
—¿Qué te parece si hacemos una carrera rápida y me enseñas de qué estás hecha?
—Vale —aceptó rápidamente, al tiempo que se incorporaba sobre el sofá—. Pero no me lo pongas fácil.
—Jamás se me ocurriría —contestó, ya toqueteando los botones del mando—. Te voy a ganar limpiamente.
—Buena suerte —exclamó mientras los dos escogían sus respectivos personajes.
—No la necesito.
Alex frunció su entrecejo casi inmediatamente cuando se concentró en la pantalla. El juego volvió a empezar una vez más, haciendo que el sonido de las piruetas y las explosiones resonara por la habitación. A diferencia de la última vez, el coche de Audrey fue el primero en cruzar la linea de meta.
Alex se recostó sobre el sofá con frustración.
—¡No puede ser!
—Ya te he dicho que te haría falta suerte —Audrey se burló, dándole un guiño.
—¿Otra?
—Si quieres perder por segunda vez...
—Ya lo veremos —replicó con una expresión decidida.
Por desgracia para Alex, Audrey se había coronado como la gran campeona de Mario Kart. Durante los siguientes treinta minutos, le gano usando todos y cada uno de los personajes.
—He dejado ganar a Parker por ser amable —la castaña confesó cuando Alex finalmente se rindió.
—Ya lo veo —respondió. Había herido su orgullo—. Oye, no se lo puedes contar a nadie.
—¿Quién lo dice?
—Yo. Es información confidencial.
—¿Tanto te importa?
—Tú no lo entiendes —intentó justificarse, haciendo que la castaña lo mirara con una sonrisa divertida—. Soy el rey de los videojuegos en esta casa. Nadie me gana, nunca.
—Te he destronado —Audrey se burló por tercera vez, logrando que Alex rodara los ojos—. Y lo he hecho con la princesa Peach.
Como si estuviera aturdido, se despabiló y levantó los ojos para mirar a la chica junto a él. Durante un momento Audrey pensó que el chico la retaría a otra carrera, pero entonces dijo:
—Sabes que eres adorable, ¿verdad?
Al momento se tapó la boca con la mano al caer en la cuenta de lo que había dicho. La castaña sonrió con ternura.
—Tú tampoco estás nada mal.
Alex se estaba poniendo rojo como un tomate y desvió la vista con los labios apretados, como si estuviera enfadado consigo mismo
—Yo...
Sin embargo, antes de que Alex pudiera defenderse, la puerta de la habitación se abrió, mostrando a Katherine.
—Niños, es hora de cenar.
Audrey se colocó de pie con rapidez, no sin antes darle una sonrisa a Alex, quien suspiró con frustración una vez que la castaña abandono la habitación.
—¿Interrumpí algo? —Katherine preguntó con confusión al ver el estado de su hijo—. Por favor dime que no arruine tu confesión.
—¿Qué? ¿De qué hablas?
—De que te gusta Audrey —habló la mujer, haciendo que Alex se atragantara con su propia saliva. ¿Cómo es que su madre sabia eso?
—No sé de qué hablas.
Y sin decir nada más, Alex abandonó la habitación, dejando a su madre atrás.
A este punto ya todos parecían saber sobre sus sentimientos hacia Audrey, menos ella.
🪵🍂👢
Después de la cena, George se había encargado de llevar a la Audrey a su casa. Una vez que el vehículo se detuvo frente a la casa de las Chadwick, Audrey se giró hacia el hombre con una sonrisa.
—Muchas gracias por traerme, George —agradeció la chica, desabrochándose el cinturón.
—No es nada —dijo el hombre, viendo como la adolescente se bajaba de su auto—. Descansa.
—Igualmente —exclamó desde la puerta de su casa.
George le sonrió por una última vez para luego encender nuevamente su vehículo y emprender camino hacia su granja. Cuando Audrey lo vio desaparecer, metió las llaves dentro de la cerradura y abrió la puerta de su hogar.
Se encontraba sola en casa, así que no esperaba a nadie. Sin embargo, cuando vio a su madre sentada en uno de los sillones de la sala de estar, no pudo evitar pegar un grito de sorpresa.
—Mamá, llegaste antes —dijo, dejando su bolso sobre el perchero.
—¿Se puede saber a dónde estabas a estas horas de la noche?
—Estaba en casa de los Walter...
—¿Con permiso de quién? —cuestionó la mujer, colocándose de pie para caminar hacia donde su hija se encontraba.
—No estabas en casa, así que no pensé que fuera necesario preguntarte —murmuró, sintiéndose nerviosa al ver el estado de su madre.
—Tendrías que haberlo hecho.
—Lo siento, no volverá a ocurrir —aseguró, desviando su mirada hacia el suelo cuando Valentina se colocó frente a ella.
—Pasas demasiado tiempo en casa de esos pobres granjeros —espetó la mujer con asco, juzgando a su hija con la mirada—. No quiero que te conviertas en lo que ellos son. Espero más para tu futuro.
—¿A qué te refieres? —preguntó Audrey, reuniéndose de valor cuando escucho como su madre hablaba de la familia que la había ayudado en sus peores momentos—. Amaría tener una vida como la que ellos tienen.
—¿Quieres no tener donde caerte muerta? Eso no es para lo que yo te crie.
—Eso me da exactamente igual, al menos tendría una familia que me quiera y que de verdad se preocupe por mí —exclamó—. Tu nunca estas en casa, y cuando lo estas ni siquiera me diriges la mirada, ¡es como si yo no existiera para ti!
Valentina se enfureció cuando aquellas palabras salieron de los labios de su hija, por lo que levantó su mano izquierda, para luego estamparla con brusquedad en la mejilla de Audrey. Cuando el golpe llego, la menor se llevó una de sus manos hacia el lugar con sorpresa, sintiendo como las lágrimas caían de sus ojos.
—Entonces vete a vivir con ellos —finalizó, observando a su hija con asco—. No te necesito aquí. Nunca quise tenerte en primer lugar. Eres un error.
Aquellas palabras fueron como cuchillos para Audrey. Estaba acostumbrada a que su madre la tratara mal, sin embargo, nunca espero oír esas palabras salir de su boca. Inevitablemente, las lágrimas se habían acumulado en sus ojos mientras sentía como su corazón latía con fuerza contra su pecho.
—No sé porque te elegí sobre papá —exclamo, limpiándose las lágrimas con brusquedad para encarar a la mujer que decía ser su madre—. Te odio.
Y sin decir ni una sola palabra más, Audrey corrió escaleras arriba, encerándose en su cuarto de un portazo.
—¡No quiero verte la cara mañana! —gritó la mujer desde el primer piso. La menor se llevó las rodillas al pecho, sollozando con fuerza sobre estas.
No entendía que había hecho para que su madre la odiara tanto. Nunca hizo nada más que quererla.
Después de llorar por un par de minutos, Audrey cogió su celular para marcar el número de su padre. No estaba segura de si debería de llamarlo, pero lo hizo de todas formas. Necesitaba hablar con alguien.
Luego de esperar durante unos segundos, la llamada fue enviada al buzón de voz. La castaña lo intentó nuevamente, aunque la respuesta fue la misma. Su padre no contestaba las llamadas.
Resignada, Audrey arrojó su celular hasta el otro lado de la habitación, acurrucándose entre uno de los peluches que Katherine le había regalado para uno de sus cumpleaños.
Se estaba carcomiendo la cabeza, y odiaba eso. Pero después de todo, sus pensamientos no estaban del todo equivocados.
Estaba completamente sola, no le importaba a nadie, ni siquiera a su familia.
JES'S NOTE !
yo soy la hater numero uno de la mamá de audrey, de verdad odio escribir sobre esa vieja 🙄 pero bueno, siempre mis personajes tienen algún trauma, y el de audrey es su relacion con su mamá :)
POR CIERTO, ya pronto alex y audrey van a confesar sus sentimientos por él otro 🥰 paciencia
tal vez, SOLO TAL VEZ, cole aparezca muchísimo en el próximo capítulo, así que si les cae mal les recomiendo que se preparen mentalmente 🧘🏻♀️
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