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seven. the first game of the year

OO7 | THE FIRST GAME OF THE YEAR

El día del primer juego del año había llegado, y a pesar de lo que había pasado la noche anterior, Audrey se despertó de buen humor. No sabía si era porque iba a ver a Alex o si era porque el ambiente del lugar siempre lograba subirle el ánimo.

Audrey se levantó lo más rápido posible de su cama, para luego cambiarse el pijama. Al final se decidió por un vestido lila pegado, junto un abrigo corto del mismo color y unas zapatillas blancas.

Una vez que estuvo lista, se dirigió a su vehículo, no le había preocupado toparse con su madre ya que esta se había ido a trabajar, como siempre. No tardó mucho en llegar al lugar en donde se estaba realizando el evento de caridad. De haber salido más temprano de su casa, muy probablemente se habría quedado atascada en el tráfico, pero como iba tarde no había nadie en las calles, principalmente porque todos ya estaban allí.

Cuando llegó al lugar, Audrey buscó rápidamente con su mirada el puesto de sidra de los Walter. Una vez que los encontró, se acercó a ellos con una sonrisa.

—Hola chicos, lamento la demora —saludó la chica, haciendo una mueca al ver como Alex se encontraba empujando de una palanca.

Está bien, Will tal vez tenia razón.

—Hola —Jackie y el pecoso saludaron a la vez.

—¿Se atascó la palanca?

—Si, y ahora no la podemos arreglar —se quejó Alex desde el tanque de sidra.

—Al parecer estamos teniendo dificultades técnicas —Audrey habló, desviando su mirada hacia el chico frente a ella—. Por favor, vuelva más tarde.

—¿Alguna noticia de Will?

—Le envié un mensaje, pero... —Alex se tomó una pausa para poder sacar su celular y ver si el mensaje había sido abierto—. Aún no me ha respondidos.

—¡Bienvenidos sean todos al primer juego del año en Silver Falls y a la colecta de caridad! —un hombre exclamó desde el escenario, haciendo que el trio de adolescentes desviara su atención hacia él.

—¿Por qué no vamos a ver? —Audrey preguntó—. Después de todo, no podemos hacer nada hasta que Will aparezca.

—No podemos dejar el carrito desatendido —Jackie negó.

—Sobrevivió a cosas peores —continúo Alex, apoyando a la castaña.

Tomando la mano de Jackie y de Alex, Audrey se abrió paso entre la multitud con sus amigos detrás de ella. El show de las porristas estaba a punto de comenzar, y una gran parte de sus amigas se iba a presentar, así que quería asegurarse de tener un buen lugar.

—Ya te habrás dado cuenta de que hay muchas maneras de mostrar el espíritu escolar —Alex bromeó, hablándole a Jackie, cuando un hombre sin camisa paso frente a ellos mientras gritaba algo que no habían logrado comprender.

La morena solo se dedicó a suspirar, sorprendida con el ambiente que había en el lugar.

—Entonces, ¿qué opinas del primer partido? —Audrey le preguntó cuando lograron llegar a primera fila.

—Bueno, es que no se absolutamente nada sobre el futbol —respondió, observando la presentación de las porristas—. Mi papá y yo éramos grandes fans de los Knick. Pero es imposible ignorar la energía que hay en el aire... ¿Qué pasa si los Cimarrones pierden?

Alex y Audrey se miraron mutuamente antes de responder. Ambos creían que era una estupidez.

—Hay una semana entera de luto, y luego el ciclo vuelve a comenzar —explicó rápidamente Alex.

Segundos después, la presentación de las porristas terminó, por lo que el público explotó en gritos y aplausos.

—¿Cómo están Cimarrones? —Erin preguntó, agarrando el micrófono que estaba frente a ella. La gente gritó con fuerza, indicando que estaban felices—. Este día no sería posible sin la Asociación de Exalumnos de Silver Falls. Así que denle la bienvenida al presidente y mariscal de campo de la generación del 92, ¡Mato Sumerhill!

Nuevamente, los vítores y los aplausos del publico llenaron el lugar al ver al hombre caminar en el escenario.

—Guau. Gracias por la cálida bienvenida —agradeció Mato—. Quiero aprovechar el momento para darles mi más profundo agradecimiento a todos los que apoyan al equipo de futbol escolar —exclamó—. Y un recordatorio para todos de que la digna causa de este año es una renovación muy necesaria al auditorio del teatro escolar. Así que, por favor, sean lo más generosos posibles... ¡Cimarrones! ¡Uhh!

Cuando el hombre terminó su discurso, la gente lo despidió con un par de aplausos, para luego comenzar a dispersarse por el lugar. El trio de amigos se había dirigido nuevamente hacia el puesto de sidra de los Walter. Cuando llegaron, se llevaron la sorpresa de que Cole había llegado al lugar y que había arreglado el barril, ya que le estaba sirviendo sidra a unas chicas.

—Oye, no digas que te dije esto, pero nuestra sidra combina muy bien con ron —dijo el rubio con una voz juguetona. La chica que estaba frente a el rió con timidez, para luego tenderle un billete—. Muchas gracias.

—Pensé que no vendrías —Alex habló cuando la pelirroja desaparecio.

—Cambie de opinión.

—Creí que esto no te importaba.

—Oye, con gusto me largo —Cole musito, caminando hacia el frente del carrito.

—Un par de manos extras no le hacen daño a nadie, ¿no es así chicos? —Jackie cuestiono, girándose hacia sus amigos—. Además, reparó el grifo.

—Bueno —Alex aceptó de mala gana.

—¿Qué tenía el grifo? —Audrey preguntó, reclinándose sobre el carrito.

—Sígueme, te lo mostraré —Cole indicó. La castaña lo dudo por unos segundos, pero finalmente decidió ir detrás de él—. Cuando la sidra se asienta mucho tiempo...

—¡Un aplauso para el nuevo mariscal de campo titular, el número 44, Dylan Newsome! —el gritó del entrenador interrumpió la oración del rubio.

Audrey miró al chico junto a ella casi de inmediato, sabía que aquello no le iba a sentar nada bien. Después de su lesión había mantenido contacto con los chicos del equipo, principalmente con Dylan. Y el ver que su mejor amigo había ocupado el lugar que a él le pertenecía, se sentía horrible.

—Y estoy seguro de que con su enorme talento y dedicación, Lockwood no está ni cerca de ganar —el entrenador continuó—. ¡A ganar, Cimarrones!

—¿Estás bien?

La castaña no recibió ninguna respuesta por parte del rubio, sin embargo, si pudo notar como una mueca se apoderaba de su rostro y de cómo sus ojos se tornaban decaídos.

—Si —finalmente respondió. Aunque para su mala suerte, Audrey lo conocía demasiado bien, y por eso sabía que le estaba mintiendo.

—Si sirve de algo, eres muchísimo mejor que el —la chica trató de animarlo.

—Gracias —murmuró, desviando su mirada hacia ella—. ¿Por qué me dices esto?

—No lo sé.

—Quiero decir, fui un idiota contigo —admitió. Audrey asintió, estando de acuerdo con él—. Ni siquiera merezco que me dirigas la palabra.

—Lo sé —dijo con una sonrisa—. Honestamente no se en que momento volví a soportar tu presencia.

—Perdón —dijo finalmente—. Estaba demasiado molesto contigo ese día y no pensé en lo que hacía. Solo quería lastimarte.

—Y lo lograste —Audrey musito.

—Lo sé, y estoy muy arrepentido por eso. En serio —continuó. Audrey dudo si debería de creerle, pero después de todo era Cole, y él nunca pedía perdón por nada, así que supuso que estaba siendo honesto—. Nunca te merecí. Y tu merecías algo mejor que yo.

La castaña se quedó en silencio, observando al rubio frente a ella. Si Sydney estuviera con ella en ese momento, la golpearía por si quiera considerar el echo de perdonarlo.

—¿Alguna vez te guste? —se atrevió a preguntar.

—Si, me gustabas demasiado y ese era el problema —dijo con honestidad. La contraria frunció el ceño—. Fuiste la primera chica que deje entrar en mi corazón, y eso me asustaba. Supongo que en cierta parte me daba miedo perder mi reputación.

—Tu también fuiste mi primera relación, Cole —Audrey habló, manteniendo el contacto visual—. Y no por eso fui una completa imbécil contigo.

—Me lo merezco —suspiró—. De verdad lo siento, Audrey.

—Ya está, Cole.

—Quiero que volvamos a ser mejores amigos, tal y como lo éramos antes —insistió—. ¿Qué puedo hacer para que eso pase?

Audrey lo miró con una mueca mientras pensaba en alguna opción, aunque no se le ocurría nada.

—No lo se —respondió con una pequeña sonrisa adornando sus labios.

—¿Esa sonrisa significa que no me odias?

—Ya lo veremos.

Después de aquello, la chica comenzó a caminar nuevamente hacia el puesto de sidra de los Walter, en donde se encontró con un Alex bastante serio. Parecía molesto.

Claramente Audrey nunca se imaginó que la razón de su enojo había sido causada por la pequeña conversación que había tenido con Cole momentos atrás.
































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—¿Quién tiene sed? —exclamó Cole, mirando a las chicas que pasaban por el lugar, tratando de lograr que se acerquen al puesto—. Como siempre decía la abuela: "Una sidra de manzana al día evita que salgan las canas"

—Nuestra abuela nunca dijo eso —negó Alex, tratando de pasar una botella llena de sidra entre Audrey y Cole, haciendo que estos se separaran gracias a su acción.

—¿A quién le importa?

—A mí, pero no me esperaría que a ti te importe ser sincero —murmuró el pecoso con ironía. Haciendo que el mayor se riera.

—Esta bien, hermano. Muéstranos como se hace.

Alex suspiró con algo de nerviosismo, para luego colocarse más en el medio del carrito.

—¡Disculpe! ¡Disculpe! —exclamó, tratando de llamar la atención de un par de chicas que estaban frente al puesto—. ¿Señorita?

Finalmente, la chica se dio la vuelta.

—¿Puedo interesarla en una refrescante sidra totalmente natural y sin azúcar, que ha estado en la familia durante generaciones? —cuestionó con una sonrisa. Audrey rió por lo bajo. Se veía tierno intentándolo.

—Ehh...

—No, no me refiero a esta sidra, si no a la receta —aclaró, dejando salir una carcajada nerviosa—. La sidra es realmente refrescante.

—No, gracias... —negó la chica, para luego darse vuelta y comenzar a caminar lejos del lugar en compañía de su amiga.

—Eres encantador —se burló Cole, dándole un apretón en el hombro—. Pero mira y aprende, ¿está bien?

Alex suspiró, viendo al mayor alejarse.

—Disculpe, señorita —Cole corrió hacia la chica con la que Alex había estado hablando hace unos segundos—. Lo que mi hermanito olvido mencionar es que este carrito mantuvo a los soldados de la Unión hidratados durante la Guerra Civil —mintió, dándole una sonrisa juguetona—. Así que no solo estaría bebiendo una sidra, estaría bebiendo historia.

—Esta bien, quiero dos —aceptó, sonriendo con ilusión.

—Gracias —dijo Cole, para luego caminar hacia el puesto—. La señorita quiere dos sidras.

Jackie se apresuró a servirle a la chica lo que había pedido cuando notó que Alex no parecía interesado.

—Yo te habría aceptado la sidra a ti —Audrey le murmuró a Alex, dándole un suave toque sobre su brazo.

Ella no se había dado cuenta, pero aquello había significado mucho más de lo que debería para el pecoso.

—Gracias.

—Solo digo la verdad —habló con una sonrisa, para luego acercarse a Cole—. Para que lo sepas, Colorado no participó en la guerra civil.

—¿En serio? —cuestionó.

—En serio.
































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Después de un par de minutos, Audrey se había aburrido de estar sirviéndole sidra a la gente que pasaba por el lugar, así que se dispuso a ir a la mesa de subastas porque sabía que Jackie estaría ahí.

—¿Qué sucede? —preguntó una vez que llego al lugar. La morena no se veía feliz.

—Si la gente no participa, Erin se va a asegurar de que esta sea mi primera y última contribución al comité de recaudación —se quejó. Audrey rió levemente.

—Erin no tiene esa clase de poder, Jackie —negó la chica, cruzándose de brazos—. Y aunque lo tuviera, hay muchísimos otros comités en la escuela.

—Si, pero Princeton busca consistencia y seguimiento —continuó, soltando un suspiro.

—Esta bien, déjame ver qué puedo hacer.

—Gracias.

Rápidamente, Audrey comenzó a buscar cierta cabellera rubia entre la multitud. Se le había ocurrido una gran idea.

—¡Cole! —exclamó cuando finalmente lo vio. El chico se acercó a ella a paso lento.

—¿Qué suecede?

—Se me ocurrió una idea de cómo podrías recuperar mi amistad —comentó, haciendo que el chico prestara atención.

—Soy todo oídos —dijo con una sonrisa.

—Necesito que subas al escenario y llames la atención de las personas para que vayan y colaboren en la mesa de subastas —pidió—. Es por Jackie.

—¿Qué te hace pensar que eso va a funcionar?

—Tienes el efecto Cole —habló con obviedad—. Va a funcionar, créeme.

—Esta bien. Pero si esto no funciona, que quede claro que yo cumplí con mi parte —exclamó, alejándose de la chica para luego caminar hacia el escenario.

En ese momento, Audrey se encaminó nuevamente hacia la mesa de subastas para acompañar a Jackie.

—¡Oiga, señor Sumerhill! —Cole exclamó, llamando la atención del hombre—. ¡Pase largo!

Después de decir aquello, el rubio le arrojó el balón de futbol americano a Mato, quien lo recibió fácilmente, haciendo que la multitud estallara en aplausos y felicitaciones.

—¡Por favor! Sé que pueden hacer más, Cimarrones —habló una vez que agarro el micrófono entre sus manos—. ¡Un aplauso más para el hombre, el mito y leyenda, el Sr. Mato "Brisa de Verano" Sumerhill!

El grupo de personas obedeció lo que Cole les había dicho, celebrando con aún más fuerza al hombre.

—Ahora que tengo su atención, la mesa de subastas ha estado muy tranquila —murmuró, desviando su atención hacia el lugar mencionado—. ¿Qué tal si subimos un poco el volumen? ¿Qué esperan? Todos firmaron cheques cuando la cancha Taylor necesitaba césped. Ahora necesito que respalden sus palabras con dinero y apoyen la renovación del auditorio como apoyaron al atletismo. ¿Está bien?

A penas esas palabras salieron de su boca, las personas comenzaron a acercarse de forma inmediata hacia la mesa de subastas.

—¡Ya lo vimos, Señor Beattie! —Cole exclamó, haciendo que el hombre lo observara desde lejos—. Un cupón para el taller automotriz será muy útil la próxima vez que el Cadillac se averíe. Ya sabe a lo que me refiero.

—Audrey, ¿Qué está pasando? —Jackie cuestionó en su dirección. Estaba segura de que la chica tenía algo que ver detrás de todo eso.

—Te dije que me iba a encargar, ¿no es así? —dijo, haciendo que la contraria sonriera.

—Ahora tenemos un artículo sorpresa en subasta. A mi —añadió. Rápidamente el lugar se llenó de gritos. Eso sí era algo por lo que apostar—. ¿Necesitan que lave su auto? ¿O que corte su césped? ¿Qué le enseñen a su hijo a lanzar una espiral perfecta? —preguntó con una sonrisa—. Bueno, hoy es su día de suerte, porque el mejor postor podrá tenerme durante toda la tarde. 

—Ay, por Dios, al fin soy libre —exclamó Grace, apareciendo en el lugar—. Cuéntenme todo, ¿de qué me perdí?

—Cole se estaba subastando a si mismo por caridad —Audrey respondió con una sonrisa divertida.

—Diez dólares. ¿Quién ofrece veinte? —la voz de Cole se escuchó a través del micrófono.

—¿A dónde vas? —Jackie le preguntó a su amiga cuando esta comenzó a caminar lejos del lugar—. ¡A penas acabas de llegar!

—¡Voy al cajero! —exclamó mientras se alejaba lo más rápido que sus pies se los permitían, haciendo reír a sus amigas.

—Ofrezco 500 dólares por el guapo joven —una mujer mayor se abrió paso entre la multitud hasta llegar al frente. Todos la miraron con sorpresa ante su apuesta.

—Okey, ofrece 500 —informó Cole con una sonrisa—. Se va a las una... A las dos... Y a la tres. ¡Vendido a la hermosa Sra. Edna Mutschnick!

La gente rápidamente comenzó a gritar y a aplaudir cuando la subasta del chico finalmente termino. Audrey, quien observaba todo desde lejos, sonrió al darse cuenta de que tenía razón. Nadie se resistía al "efecto Cole"

Cole comenzó a buscar a la castaña entre la multitud, y cuando la encontró la apunto con uno de sus brazos mientras una gran sonrisa adornaba sus labios. Audrey imitó su acción, tal vez no era imposible recuperar la amistad que ambos tenían y creían haber perdido para siempre.

Por otro lado, Alex observaba la interacción entre la ex pareja con una mueca de desagrado. No entendía como es que siempre se sentía tan inferior cuando Cole intervenía en alguna situación, después de todo, el rubio siempre conseguía lo que quería. Y aunque Alex lo negara, le aterraba la idea de que Audrey volviera a caer bajo los encantos de su hermano.

En ese momento, Will apareció junto a el.

—Hola —saludó, haciendo que el menor lo observara de reojo.

—¿En dónde te metiste?

—¿Quién orino en tu cereal esta mañana? —cuestionó al notar el estado de su hermano. Aunque su pregunta se respondió por si misma cuando miró hacia el lugar que Alex observaba cono tanta intensidad—. Ah, ya entiendo.

—¿Cómo esperan que compita con el "efecto Cole"? —preguntó con ironía, soltando un suspiro.

—Toda tu actitud es por Audrey, ¿no es así? —Will dijo, aún sabiendo cual sería la respuesta.

—¿Tu que crees? —murmuró. El mayor decidió tomar eso como un sí.

—Creo que eres un estúpido —admitió, haciendo que Alex lo observara con una mueca de sorpresa.

—¿Por qué? —dijo, sonando ofendido.

—Deberías decirle a Audrey cómo te sientes en lugar de ver todo desde lejos —respondió con simpleza.

—Estoy enamorado de ella desde primaria —confesó Alex, tratando de justificar su actuar—. Llegó al colegio en segundo y recuerdo que me quedé sin aliento cuando la vi pasar por mi lado en el patio. Vestía un jersey rosa y llevaba dos trenzas colgando a la espalda. Realmente no le importaba que todos los chicos dejaran de jugar con la pelota solo para verla saltar a la cuerda con sus amigas.

Will logró darse cuenta de que Alex se estaba desahogando, así que lo dejó continuar sin interrumpirlo.

—Me parece que me enamoré ese mismo día, no me importa reconocerlo, pero nunca hice nada. Audrey era una de esas chicas que todo el mundo considera inalcanzables y yo sabía que no tenía ninguna posibilidad —habló con honestidad—. Salí con otras mientras tanto, nada serio, supongo que solo quería olvidarla.

—¿Por qué?

—Porque éramos de distintos mundos —respondió como si fuera lo más obvio. Will tuvo que aguantarse las ganas que tenia de golpearlo—. De todas formas, cuando decidí declarar mis sentimientos por ella, Audrey y Cole comenzaron a salir.

El mayor se quedó observándolo en silencio por unos segundos, no muy seguro de que decir.

—Eso suena horrible...

—Lo fue. Lo es —se corrigió inmediatamente—. Por eso prefiero no decirle nada. Me aterra que algo así vuelva a pasar. El irresistible atractivo de Cole Walter es algo con lo que nunca voy a poder competir.

—¿En serio crees que la vida es más sencilla solo por ser el? —cuestionó Will con una mueca—. Tu solo debes de ser Alex.

—Como digas, Will —respondió el pecoso con desinterés—. Voy a ser Alex en otro lugar hasta que esto termine.
































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Cuando la actividad terminó y la gente comenzó a irse, los hermanos Walter, Jackie y Audrey se habían encargado de cerrar su puesto de sidra. Una vez que terminaron de hacerlo, la castaña se dirigió a Alex con una sonrisa.

—Alex —llamó, el chico la observó rápidamente—. Yo y las chicas iremos a comer algo en Monty's. ¿No te quieres unir?

—Eh, no sé, mañana tengo que levantarme temprano —se apresuró a responder con una mueca—. Pero te puedo ayudar a limpiar mañana. No iré a practicar.

—No es necesario que faltes a tu entrenamiento, Alex —Audrey negó—. De todas formas, Cole ya se ofreció a ayudarme... Aunque no nos harían nada mal un par de manos extras.

—¿Cole?

—Si, Cole —dijo, imitando su tono de voz.

—¿Desde cuando ustedes dos son tan amigos?

—Hoy decidimos arreglar todo lo que había pasado entre nosotros —explicó Audrey con una sonrisa, haciendo que Alex rodara los ojos con fastidio—. Así que supongo que ahora somos amigos.

—Ah, suena bien.

—¿Entonces por qué no suenas feliz? —cuestionó, acercándose hacia él. Alex apartó su mirada de la chica.

—Estoy feliz —estuvo en desacuerdo, fingiendo una sonrisa—. ¿Lo ves?

—Alex.

—Bien —el pecoso finalmente suspiró—. Creo que me molesta lo rápido que perdonaste a Cole. Es como si cayeras nuevamente ante sus encantos.

Audrey soltó una carcajada cuando escucho aquellas palabras salir de la boca del contrario. Este la observó con ambas cejas alzadas, no entendiendo que había sido tan gracioso.

—No voy a caer por Cole de nuevo, Alex. No tienes de que preocuparte —murmuró con una sonrisa—. Es solo que no sirve de nada odiarlo, después de todo lo veo casi todos los días.

—¿Eso quiere decir que no volverás con él? —preguntó con ilusión.

—No volveré con el —aseguró—. Además, me gusta alguien más.

— ¿Quién?

Audrey inmediatamente se arrepintió de abrir la boca, a veces de verdad hablaba más de lo que debía. No sabía que decir, era como si se le hubiera olvidado como hablar, no podía simplemente decirle, "Tu, Alex, tu eres la persona que me gusta", porque estaba segura de que el chico la rechazaría y haría todo muchísimo más incómodo.

Como si el mundo estuviera a su favor, Sydney apareció en el lugar.

—¡Audrey, tenemos que irnos! —exclamó, acercándose a la pareja a paso rápido—. Si no llegamos en cinco minutos perderemos la mesa.

—Esta bien —habló con una sonrisa, para luego darse la vuelta y mirar a Alex—. ¿Nos vemos despues?

—Claro, nos vemos después...



































































































JES'S NOTE !

HOLAAA <3 hoy decidí subir dos capítulos seguidos porque mañana no voy a publicar ninguno, ya que voy a estar afuera de mi casa todo el día haciendo compras navideñas (QUE EMOCIÓN TE AMO NAVIDAD ❤️)

PD: ustedes que opinan de los capítulos largos??? de verdad tengo muchísimas ganas de alargar los episodios porque de lo contrario no voy a terminar nunca, pero siento que esto sería una paja para ustedes 😭 así que necesito opiniones honestas okei :)

gracias por leerme <3 luv u.

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