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four. are you falling in love?

OO4 | ARE YOU FALLING IN LOVE?

Después de clases, Audrey se había apresurado en salir del instituto para ir a casa de Sydney. La chica se había enfermado, así que quería estar con ella ara asegurarse de que estaba bien, al menos hasta que su madre saliera del trabajo.

El camino a su casa fue largo, ya que vivía en el campo, a las afueras del pueblo. Sin embargo, no había nadie esperándola en su hogar, así que podía llegar a la hora que quisiera, esa era una de las ventajas que tenía el no tener a tu madre en casa por el trabajo. Una vez que estuvo parada frente a la puerta, saco su llave para poder abrirla.

—¿Syd? —exclamó desde el primer piso.

—¡Arriba! —dijo de igual forma. Audrey rápidamente comenzó a subir las escaleras, teniendo cuidado de que las cosas que le había traído no se cayeran.

—Hola —saludó, empujando la puerta con su pierna. En ese momento, sintió como unas pequeñas garras se enterraban en su piel. Cuando miró abajo se encontró con el perro de su amiga—. Hola a ti también, Thor.

—¿Qué traes ahi?

—Sopa helada, helado, mascarillas, chocolate y malteadas —enumeró, mirando con atención cada uno de los objetos.

—Eres la mejor, lo sabias ¿no? —murmuró la rubia con una sonrisa, haciendo el intento de colocarse de pie, aunque fue detenida por la contraria—. No es necesario que me cuides tanto.

—Tu eres igual cuando me enfermo, así que no te quejes —dijo, colocando las cosas sobre su mesa de noche para después sentarse a un lado de Sydney. La rubia aprovechó este momento para darle un abrazo.

—Te quiero.

—Yo también te quiero.

—Ahora quiero que me cuentes todo lo que paso ayer mientras comemos helado —exclamó, separándose de golpe.

—Ya no me acuerdo de lo que te quería decir... —mintió la castaña

—Me enviaste un mensaje a las nueve de la noche diciendo que el corazón casi te explotaba porque habías sentido algo que no debías —recordó—. Si quieres te lo puedo leer para hacer que hagas memoria.

Audrey hizo silencio al escucharla. No es que no confiara en su amiga, de hecho, era todo lo contrario. Temía que, si admitía sus sentimientos en voz alta, todo se volvería más real. Y honestamente, eso le aterraba.

—Déjame adivinar —murmuró Sydney, llevándose una cucharada de helado a la boca—. ¿Alex?

La contraria la observó con una ceja alzada. Lo había dicho como si fuera obvio.

—¿Cómo sabes? —cuestionó en voz baja, arrepintiéndose al instante cuando escucho a su amiga chillar.

—¡Lo sabia!

—Es imposible que supieras eso —trató de negar—. ¡Yo ni siquiera lo sabia!

—Se cómo actúas alrededor de las personas que te gustan —musito—. Y desde pequeña actúas de esa manera con Alex.

—No es verdad.

—Si lo es —aseguró, dándole una suave sonrisa. Sabia que después del incidente con Cole la castaña había perdido la confianza en las relaciones.

—No sé qué hacer, Sydney —bufo, arrojándose con violencia a la cama.

—Mírame a los ojos y dime que no sientes nada por Alex —pidió la rubia. Audrey lo dudo por unos segundos, pero finalmente lo hizo, aunque las palabras que la rubia esperaba escuchar no salieron de sus labios.

No podía negar algo que si sentía.

—Creo que si siento algo por Alex.

—¿Crees?

—Bien, me gusta Alex.

En ese momento la rubia volvió a chillar, esta vez tirándose sobre su amiga.

—¡No sabes cuánto espere por este momento! —exclamó, haciendo reír a Audrey—. Ahora Isaac me debe cinco dólares.

—¿Apostaste de esto con Isaac? —preguntó, llevándose la mano al pecho—. Te odio.

—¿De verdad no te das cuenta?

—¿De qué? —dijo con confusión. Sydney negó levemente con su cabeza. No quería ser ella quien le dijera aquello a la castaña.

—Da igual —le restó importancia—. De todas formas, ¿por qué no le dices cómo te sientes?

—¿Estás loca? —Audrey suspiró.

—No —respondió con algo de duda.

—Tengo miedo de que si le confieso mis sentimientos por él... Las cosas van a cambiar.

—No lo van a hacer —Sydney afirmó.

—No tienes como saber eso.

Las ganas que tenía la rubia de gritarle en la cara que sus sentimientos eran correspondidos y que a Alex también le gustaba ella, eran demasiado grandes. Pero a pesar de todo se contuvo, aunque no sabía por cuánto tiempo más podría ocultárselo a su amiga. Solo esperaba que Alex se confesara lo más antes posible.

—Créeme que si.

—Da igual, no vine a verte para hablar de Alex —carraspeo la castaña cuando sintió como algo se removía dentro de ella de tan solo pensar como seria estar en una relación con Alex.

—¿Vemos Crepúsculo? —cuestionó. Audrey asintió casi de inmediato.

—Eso ni siquiera se pregunta.

—Tienes razón.

Minutos después, Sidney comenzó a sentir como los ojos le pesaban, había pasado una mala noche así que tenía bastante sueño.

—¿Audrey? —murmuró, levantando la mirada para mirar a su amiga.

—¿Qué sucede?

—Se que dijiste que ya no querías hablar del tema, pero de verdad...

Antes de poder finalizar su oración, la chica se quedó en silencio, buscando las palabras adecuadas. Audrey la observó con la cabeza ladeada, esperando que volviera a hablar.

—No dejes ir a Alex... Es perfecto para ti.

































🪵🍂👢

































A la mañana siguiente, Audrey, Sydney y Jackie habían quedado de verse en la casa de la castaña. Su madre había salido de viaje por su trabajo así que tendría casa sola por al menos unas semanas.

Sydney pasaría a recoger a Jackie a casa de los Walter para después irse juntas al hogar de Audrey. La chica era la única del trio que vivía en el pueblo, así que para ahorrase tiempo y gasolina, las chicas acordaron en irse juntas.

Por otro lado, Audrey se encontraba preparando su gran receta de panqueques mientras escuchaba la música de The Weeknd a todo volumen, moviendo su cuerpo al ritmo de la música. Era temprano por la mañana, así que suponía que las chicas iban a llegar con hambre, al menos Sydney.

No mucho tiempo después, finalmente terminó la comida, por lo que se apresuró a colocar la mesa. Jackie le había escrito hace unos minutos para decirle que habían pasado a una cafetería para comprar café y unos muffins para cada una. Estaban cerca, así que no tardarían en llegar.

Mientras Audrey deslizaba por la pantalla de su celular, el timbre de su casa hizo eco por el lugar, indicando que sus amigas habían llegado. Colocándose rápidamente de pie, la castaña se dirigió a la puerta. Una vez que se encontró frente a ella, abrió la puerta con una sonrisa.

—Hola —saludaron al unisono.

—Huele delicioso, ¿estabas preparándonos el desayuno? —Sydney pregunto, dándole un abrazo a su amiga para luego ingresar a su casa.

—Estaba haciendo panqueques —respondió, ayudando a Jackie con las cosas que estaba cargando, mientras le hacia una seña para que entrara.

La morena le agradeció con una sonrisa, para despues caminar con timidez dentro de la casa de su nueva amiga. Apenas y conocía a Audrey hace un par de días y ya la consideraba su amiga, incluso la había invitado a dormir con ella. Era raro, pero agradable.

—Isaac me contó lo que paso —Audrey murmuró, dándole un sorbo a su bebida.

—¿De qué me estoy perdiendo? —Sydney preguntó con confusión.

—Ayer los chicos Walter me jugaron una broma y decoloraron mi cabello —explicó la morena. La rubia entreabrió sus labios, asintiendo levemente con la cabeza—. Y ahora ni siquiera me dirigen la palabra.

—¿Los delataste? —cuestionó, recibiendo un asentimiento de parte de sus dos amigas—. Tiene sentido que no te hablen.

—¿Por qué?

—Tenemos el pacto de no delatarnos unos a otros. Si nos delatáramos cada vez que alguien la hace algo, los Walter estarían castigados todo el tiempo.

—¿Ustedes están incluidas en ese trato?

—Si —asintió Sydney—. Pasamos mucho tiempo juntos así que siempre estamos cuando hacen algo mal.

—¿Y yo cómo iba a saberlo? —se quejó Jackie—. Yo no pretendía romper sus reglas o lo que sea, pero tampoco podía dejar que me pasaran a llevar.

—Es una tontería —Audrey admitió—. Pero es que la mayoría de los Walter son tontos.

—Entonces, Isaac y los demás... ¿Están enfadados conmigo?

—No lo sé, puede.

—No es justo —murmuró—. ¿Y cuánto tiempo crees que seguirán enojados?

—¿Una semana quizá? —Sydney sugirió con inseguridad, mirando a Audrey de reojo.

—Puedo hablar con ellos e intentar que entren en razón —habló la castaña. Jackie sonrió inmediatamente.

—Gracias, Audrey. Te lo agradecería mucho.

—No es nada, para eso están las amigas.


































🪵🍂👢



































Durante la tarde, el trio de amigas se había separado ya que Sydney tendría que ir a trabajar, por lo que Jackie y Audrey decidieron ir hacia la casa de los Walter. Una porque vivía ahí, y la otra porque necesitaba hablar con Isaac y Lee para arreglar el problema... Y muy probablemente porque también quería ver a Alex.

No tardaron mucho en llegar ya que a esas horas las carreteas del pueblo suelen estar casi vacías, así que no tuvieron mayor problema. Una vez que se encontraron frente a la casa de los Walter, Jackie se despidió de la chica, diciéndole que tenía que terminar una tarea, aunque muy en el fondo Audrey sabía que la morena solo quería escapar de la situación que estaba ocurriendo en casa.

Mientras Jackie corría a su habitación, Audrey subió las escaleras que la llevaban al segundo piso. Una vez ahí, entro en la habitación de Isaac sin dudarlo ni un solo segundo, viendo como el chico jugaba algún juego en línea con sus amigos.

—Idiota.

—Buenos tardes a ti también —habló el contrario con ironía, desviando su mirada hacia la chica.

—No estoy de humor para tus bromas —lo interrumpió.

—¿Qué sucede? —preguntó, aunque al ver lo molesta que estaba, se hizo una idea, logrando que una mueca se formara en su rostro—. Jackie me delató contigo también, ¿no es así?

—Solo me dijo que le estaban haciendo la ley del hielo.

—¡Eso es mentira! —exclamó, abriendo sus labios con indignación. Audrey lo miró con una ceja alzada.

—¿Se te olvida que ayer estuve con ustedes durante la mañana? —cuestionó. Al parecer Isaac si había olvidado aquel pequeño detalle, ya que su sonrisa desaprecio de inmediato—. No me sorprende que los haya delatado con Katherine, yo también lo habría hecho si hacían algo así conmigo.

—Ya, ¿por qué te colocas de su lado?

—No estoy del lado de ninguno —aclaró, indicándole al chico que tomara asiento junto a ella. Él lo hizo a regañadientes—. Solo me parece injusto que culpen a Jackie de incumplir una regla que ella ni siquiera sabía que existía.

—La tía Kathy ya me obligo a pedirle perdón, no lo haré de nuevo.

—No te estoy pidiendo que le pidas perdón —dijo Audrey, soltando un suspiro. A veces se le olvidaba lo inmaduros que los chicos podían llegar a ser—. Solamente te pido que seas un poco más considerado con ella.

—Bien, hablaré con los chicos —Isaac finalmente murmuró, haciendo que la chica sonriera con orgullo. Había logrado su cometido—. No sé por qué te agrada, es aburrida.

—¡Jackie no es aburrida! —exclamó la castaña, defendiendo a su amiga—. Tu eres un imbécil.

—Tu también eres aburrida, así que no me sorprende que sean amigas —bromeó, golpeando juguetonamente su brazo. Audrey se llevó una mano al pecho, fingiendo estar dolida.

—Soy tan aburrida que siempre quieres pasar tiempo conmigo.

—Eso no es verdad.

—Si lo es —finalizó, dándole una rápida mirada—. Mañana en la noche había una fiesta en casa de Sophia, pero como soy tan aburrida no te voy a invitar.

—¿A qué hora es? —preguntó, mostrando interés.

—No lo sé, y si lo supiera no te lo diría —la castaña canturreo con diversión.

Antes de que Isaac pudiera seguir insistiendo con el tema, Alex entró en la habitación. Al ver como los chicos mantenían una conversación bastante amigable, no pudo evitar pensar en lo que había hablado la noche anterior con Isaac. Él no le diría sus sentimientos a la chica, ¿o sí?

Decidiendo no arriesgarse, Alex carraspeo su garganta, llamando la atención de los amigos, quienes lo miraron rápidamente.

—Audrey, ¿podemos hablar? —preguntó. La chica dirigió su mirada hacia el chico junto a ella, quien asintió levemente con la cabeza.

—Esta bien —respondió, colocándose de pie con una sonrisa—. Nos vemos luego, Isaac.

—Ojalá no —bromeó, causando que la chica le sacara el dedo de en medio.

—Ambos sabemos que no puedes vivir sin mí —dijo con gracia antes de abandonar por completo su habitación, para luego darle toda su atención a Alex—. ¿Qué sucede?

—Nada, solo quería sacarte de ahí —contestó, no pensando en sus palabras. Audrey lo miro con una ceja alzada.

—¿Y eso por qué? —preguntó mientras reía—. ¿Celos?

—No —negó con torpeza. Aunque estaba claro que estaba mintiendo, la castaña pareció no notarlo—. Es solo que la casa el día de hoy está bastante abrumadora, así que pensé que tal vez quería distraerte.

—Uhm —afirmó—. ¿Qué quieres hacer?

—Llevarte al desván...

—¿Ya lo arreglaron?

—Solo había que armar una nueva escalera, pero todos éramos demasiado perezosos como para hacerla.

—Déjame adivinar, ¿convenciste a Cole?

—Me costó bastante tiempo, pero si, diría que logre convencerlo.

—¡Entonces vamos! —exclamó con una sonrisa, bajando las escaleras de dos en dos. En un principio Alex temió que se cayera de estas, pero al ver como lo hacía sin dificultad alguna, aumentos su velocidad para alcanzarla.

Después de unos minutos de correr por la granja de los Walter, la pareja se dirigió con rapidez hacia los establos de los caballos, ya que ahí se encontraba el desván.

Alex se paró delante de una escalera de mano y Audrey alargó el cuello para ver qué había en el segundo piso. Él apoyó el pie en el primer peldaño y empezó a subir. Cuando iba a la mitad del camino miró a la chica por encima del hombro.

—¿Vienes, Audrey?

Sin perder más tiempo, la aludida comenzó a subir detrás de él. Cuando estaba llegando arriba, Alex le tendió la mano y la arrastró al altillo.

—Hace meses que no vengo a este lugar —murmuró, tirándose de golpe sobre uno de los sillones.

Cuando eran niños solían pasar todas las tardes ahí, incluso había días en donde se quedaban a dormir. Solamente tenía buenos recuerdos en el desván, y amaba eso.

—Somos dos —respondió, rebuscando algo entre sus cajones—. No se sentía igual sin ti.

Audrey sonrió ante aquello. No lograba entender cómo es que todo lo que Alex le decía la colocaba nerviosa.

—Jackie me conto que ayer la defendiste —dijo, haciendo que el chico desviara su atención hacia ella—. Fue un gesto muy tierno.

—No es nada...

—¿Ahora te ignoran a ti tambien?

—Si, ¿qué más da? —habló, restándole importancia. Luego le tendió un libro a Audrey—. Deberías leer esto y así darte cuenta de que crepúsculo no es literatura fantástica.

—De saber que me ibas a insultar de esa manera no hubiera venido contigo —bromeó, haciendo sonreír a Alex.

—Solamente es la verdad.

Audrey no respondió, ya que estaba demasiado ocupada observando el lugar. En una de las columnas que sostenían el techo se podían ver marcas de rotulador a distintas alturas, así como fechas y los nombres de los chicos, que habían ido señalando sus estaturas a medida que crecían.

Cuando Alex descubrió lo que la chica estaba mirando, pasó el dedo por una de sus marcas.

—Recuerdo que ese día lloraste todo hasta quedarte dormida porque Natilla había enfermado —comentó, negando levemente con una sonrisa—. Deberíamos añadir tu marca de nuevo.

Con una sonrisa llena de emoción, Audrey pegó su cuerpo por completo en la columna de madera.

—Elige un color —pidió Alex mientras miraba los rotuladores que estaban atados con un cordón que habían clavado a la columna.

—Rosa —se apresuró a responder, haciendo que el chico riera. Desde que era pequeña, ella había sido la única que usaba ese color, nunca nadie más lo había usado.

Las manos de Alex le rozaron la coronilla cuando dibujó una débil línea en la madera. Para luego escribir su nombre y la fecha junto a la marca.

Cuando el chico terminó su trabajo con orgullo, bajo levemente su mirada, encontrándose con que estaba bastante cerca de Audrey. Podía ver con más detalle las pequeñas pecas que adornaban su rostro, y el brillo que desprendía de sus hermosos ojos, pero en lo que más se enfocó, de forma involuntaria, fue en sus labios; lucían bastante suaves y pomposos. El pensamiento de sus labios chocando con los de él cruzaron por su cabeza, por lo que se alejó de inmediato, sintiendo como su rostro se sonrojaba.

Por otro lado, Alex estaba tan enfocado observando a Audrey que no se dio cuenta que ella lo estaba observando de la misma forma. Había detalles en su rostro de los cuales ella nunca se había percatado, por ejemplo: Tenia más pecas en el lado derecho de su rostro. Había un pequeño lunar debajo de su ojo izquierdo, haciéndolo lucir más lindo de los normal.

Su corazón se había acelerado cuando notó como Alex desviaba la mirada hasta sus labios, haciendo que inconscientemente, esta los relamiera debido a los nervios.

—Ya está —dijo Alex, carraspeando su garganta cuando se alejó de la chica.

—Gracias...

—¿Recuerdas que es lo que hacíamos después de estos? —cuestionó, comenzando a caminar a la esquina del desván. Audrey asintió con una sonrisa.

Alex ni siquiera lo dudo, y después de abrirse camino hacia una vara de madera que había en el centro, pegó un salto hacia adelante, aterrizando en un montón de heno.

—¡Tu turno! —exclamó desde abajo.

Audrey lentamente imitó su acción, teniendo cuidado de no caerse. Lo había hecho muchísimas veces cuando era una niña, pero aun así no dejaba de darle miedo. Después de todo, si erraba probablemente se rompería algo debido a lo alto que estaba.

Una vez que llegó al centro, la castaña arranco la cinta que estaba usando para sujetar su cabello en una desordenada coleta alta. Con su brazo izquierdo sosteniéndose de la barandilla que estaba a su lado, Audrey respiró hondo, para luego saltar hacia adelante y aterrizar de espaldas.

Apenas su cuerpo toco el heno, una felicidad enorme la rodeo.

—¿Y?

—¡Ha sido increíble! —habló, con una sonrisa de oreja a oreja. Para Alex había sido imposible no sonreír. La castaña tenía una sonrisa contagiosa.

—¿Quieres saltar otra vez? —cuestionó, ayudándola a colocarse de pie. Audrey asintió con rapidez, comenzando a caminar nuevamente hacia la escalera.

—Espera —dijo. Avanzó un paso y alargó la mano hacia la chica. Esta retrocedió al no saber lo que iba a hacer, pero Alex siguió acercándose con la mano tendida hacia su cabello. Cuando la retiró, había una brizna de heno entre sus dedos—. Ya está.

Excepto por el suave rumor de los caballos, el silencio reinaba en el establo. Ninguno parecía tener la intención de romperlo, al menos hasta que a lo lejos se escuchó como alguien gritaba:

—¡Ya bésense de una vez!

Y si, Isaac había arruinado el momento de la pareja.






































































































JES'S NOTE !

BUENO CHICAS, vamos progresando porque finalmente audrey admitió sus sentimientos por alex 🥹 son unos lindos, no puedo esperar a escribir como va a ser la relación de estos dos.

por cierto, ¿soy la única que ama la amistad de sydney y audrey? SON UNAS LINDAS, YO LAS AMO 💖

PD: isaac te odio por interrumpir lo que podría haber sido un beso entre alex y audrey

GRACIAS POR LEERME <3 luv u.

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