five. she' easier, not better
OO5 | SHE'S EASIER, NOT BETTER
El día anterior, Will, el mayor de los hermanos Walter había llamado a Audrey para pedirle si podía acompañarlo en la mañana. Al parecer quería mostrarle a Jackie su famoso barril de sidra. No había entendido del todo porque la necesitaba a ella, pero había decidido ir de todas formas.
—Wow —murmuró Jackie con algo de ironía—. ¿Qué dijiste que era?
—Abigail Walter vendió sidra a los exploradores cansados con este mismo carrito durante la fiebre de oro —explicó Will con ilusión.
—Y su nieto, Bernard Walter, la uso para el contrabando —dijo Audrey. Se sabía la historia de memoria.
—Eso dicen —habló Alex, quien apenas y había llegado—. Aunque debo admitirlo, dicen que le llamaban "Bernie el borracho"
—Ahora solo lo sacamos en ocasiones especiales —continuó el mayor, ignorando lo que su hermano había dicho.
—¿Y eso incluye... Partidos de futbol? —Jackie cuestionó. Rápidamente los dos hombres presentes la miraron con una mueca, mientras que Audrey suspiraba.
—Este no es cualquier partido de futbol. Es el primer partido del año. Cimarrones contra Halcones. Una rivalidad futbolística de más de cien años —respondió. Ambas chicas compartieron una mirada, aun no lograban entender cuál era la diferencia—. ¿No ibas al primer juego en New York?
—Mi escuela no tenía equipo de futbol. Ni... Varones.
—Es diversión de pueblerinos —dijo Audrey.
—Atender el carrito es la antesala del partido, es como un rito de paso de los Walter —murmuró Will, mirando a Jackie—. Y es para la caridad. Lo hacemos cada año.
—Sigo confundida, ¿por qué nosotros necesitamos un niñero para vender sidra de manzana?
—Les va a gustar tenerme ahí cuando ocurra una fuga, o ruede por la calle, o algo así —enumeró escenarios que probablemente no ocurrirían, haciendo que los adolescentes rodaran los ojos con diversión—. A ver, Butch Cassidy, ayúdame con esto.
Sin duda iban a tener una larga tarde.
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—Bueno —Audrey habló lentamente, llamando la atención de Jackie—. ¿Te estás... Adaptando bien?
—Solo llevo una semana —respondió, aunque eso no contestaba a su pregunta. Luego añadió con voz tranquila—: Aquí todo es desconcertante.
—¿En qué sentido?
—Viviendo con los Walter... Tengo la sensación de que nunca sé lo que va a pasar. La vida aquí es tan... —antes de poder continuar, se interrumpió a si misma, incapaz de encontrar la palabra que buscaba.
—Impredecible —continuó Audrey.
—Exacto.
—¿Y eso qué tiene de malo?
—No lo sé —murmuró, dudando de sus palabras—. Es como si tuviera que estar en guardia a todas horas, cada día de la semana.
Jackie dirigió su mirada hacia su amiga para comprobar si entendía lo que estaba tratando de decir, pero su expresión sugería lo contrario.
—¿Por qué tienes que estar en guardia?
—Para estar preparada.
—¿Para qué? ¿Para un apocalipsis zombie? —Audrey bromeó, haciendo que la contraria la mirara con los ojos entrecerrados.
—No, para lo que venga. Para todo.
—Vaya —dijo Audrey arrugando la frente—. Eso es mucho trabajo.
—¿El qué?
—Estar preparada para todo.
—No quiero decir literalmente —aclaró—. Pero la vida es mucho más sencilla cuando las cosas discurren según lo previsto.
—Claro —asintió Audrey, estando de acuerdo con aquello—. Pero si no hay sorpresas no es tan divertido. La vida es más interesante cuando aparece algún que otro imprevisto.
—Pero si no sabes lo que va a pasar —Jackie continúo defendiendo su punto de vista, levantando las manos con gesto exasperado—. No puedes prepararte y entonces cometes errores.
—Ya, pero los errores pueden ser buenos.
La morena se limitó a mirarla con una mueca. No entendía como es que eso podía ser algo bueno.
—Vale, pongámonos de ejemplo a mí —Audrey empezó—. Yo no estaba preparada, como tú dices, para mi primer novio. Cole era mayor que yo y tenía más experiencia. Salimos cuatro meses y luego me rompió el corazón al engañarme con otra chica.
—No sé qué tiene eso de bueno —murmuró, mirando con algo de pena a la chica frente a ella.
—Vale, bueno, puede que no fuera el mejor ejemplo —dijo, riendo levemente—. Pero a lo que voy es que, si pudiera retroceder en el tiempo, volvería a hacerlo.
—¿Por qué?
—Porque fue mi primer amor. Durante esos cuatro meses, aunque pasaron volando, viví en una nube. A veces tienes que guiarte por el corazón.
—Pero si estás preparada... —Jackie continúo, siendo rápidamente interrumpida por la castaña,
—No te puedes preparar para el amor —Audrey negó—. No es como presentarte al examen de conducir o a la selectividad. Es algocompletamente inesperado. Y puede aparecer en cualquier momento.
—¿Y cómo hemos acabado hablando de esto, si se puede saber? —preguntó con una sonrisa—. Pensaba que estábamos hablando de mi llegada.
—Estamos hablando de esto porque te da miedo correr riesgos.
—¿Con relación a qué?
—A lo que venga —replicó, usando sus propias palabras—. Las cosas de la vida.
En ese momento, Jackie se dio cuenta de que Audrey podría estarse refiriendo a un tema en específico; Cole.
Audrey no era tonta, y se había dado cuenta de cómo la morena observaba a Cole cuando creía que nadie le estaba prestando atención.
—Audrey...
—¿Qué? —la castaña se encogió de hombros fingiendo inocencia—. Yo solo digo que te preocupas demasiado por el futuro. A veces hay que dejarse llevar por los sentimientos.
Y sin querer, aquellas palabras dejaron pensando a Jackie durante todo el día.
Tal vez, solo tal vez, su amiga tenía razón.
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Durante la tarde, Audrey y Alex habían quedado en estudiar juntos para el examen de anatomía que sería dentro de una semana. Aunque no les había ido muy bien con aquello.
Cada pocos minutos el correo del pecoso emitía un aviso y él miraba de reojo el ordenador.
—Míralo —Audrey sugirió con un suspiro cuando otro mensaje más lo distrajo.
O bien Alex no paraba de recibir correos basura o alguien estaba empeñado en que respondiese; y al parecer quien quiera que fuese no sabía usar el móvil. Era el décimo email que entraba en los últimos cinco minutos.
—¿Que mire qué? —preguntó con inocencia, devolviendo la vista al párrafo que supuestamente estaba leyendo.
—El correo. Te mueres por echar un vistazo.
—Perdona —dijo, colocándose rápidamente de pie para revisar la bandeja de entrada. Hizo doble clic en el primer sobre azul y leyó el mensaje lo más rápido que pudo—. Mi cofradía se ha apuntado a un raid de ZG.
Audrey lo miró con una mueca de confusión, parecía haberle hablado en otro idioma. Se había perdido en la primera palabra.
—¿Cofradía? ¿Raid? —preguntó—. ¿Qué es eso?
—Es argot de gamer —respondió Alex mientras revisaba los demás correos—. Ya sabes, de Reunión de dioses.
—Ah, vale. He oído hablar de ese juego —respondió algo distraída—. Aunque en realidad no sé de qué trata.
Al parecer eso había sido lo peor que le podría haber dicho a Alex. Cuando se volvió a mirarla, una sonrisa inquietante se extendía por su rostro.
—Guarda los apuntes, joven padawan. Tienes mucho que aprender.
Alex era tan fanático de Reunión de dioses que no podía limitarse a explicárselo. Tenía que enseñárselo. Y cuando digo «enseñárselo» me refiero a que prácticamente la obligó a jugar. Aunque seamos honestos, Audrey no estaba interesada en estudiar desde un inició, solo lo habia usado como excusa porque quería pasar más tiempo con el pecoso.
Después de explicarle que el juego consistía principalmente en participar en peligrosas misiones, la ayudó a crear un personaje, lo que los entretuvo un buen rato.
—¿Qué importa el color de mi pelo? —se quejó, mientras él le enseñaba cuarenta opciones distintas. Estaba decidida a colocarse el cabello de color rosa, no le importaba todo lo que el contrario le dijera.
—Importa —murmuró Alex, mirándola de reojo—. Porque no podrás cambiarlo. Tienes que escoger cosas que sean geniales.
—El rosa es un color genial para el cabello.
Cuando llegó el momento de elegir la raza del personaje de la chica, su desesperación fue aún mayor, si es que eso era posible. Podías escoger entre humanos, enanos, demonios y feéricos, pero Audrey no quería decidirse por ninguno hasta saber cuál tenía más probabilidades de ganar.
—Es una pregunta totalmente lógica, Alex —insistió—. ¿Cuál es el mejor?
—No hay uno mejor que otro —trató de explicar—. A mí, personalmente, me gustan los demonios porque me parecen geniales, pero mucha gente elige las hadas.
—Entonces ¿mejor que sea un demonio? —preguntó con algo de confusión, moviendo el ratón del computador para situarlo encima de un ser muy feo con cuernos y escamas.
—No, no he dicho eso. —Audrey rió cuando notó como la desesperación empezaba a apoderarse de su voz—. Cada raza tiene una habilidad diferente, así que todo depende de cuál te guste más.
—Pero ¿cómo puedo saber cuál me gusta más si nunca he jugado?
Alex inspiró hondo para no perder la paciencia. La castaña se estaba divirtiendo al verlo así, lo sacaba de quicio apropósito.
—Tú escoge una y ya está, Audrey.
—Al menos dime qué raza me ayudaría a ganar el juego en menos tiempo.
—Esto no funciona así —replicó Alex mientras le arrebataba el ratón. Luego, tomando la decisión por la chica, pinchó la raza humana—. Este es un juego en curso. Nunca termina.
—Un momento. ¿No puedes ganar? —preguntó con una mueca. Alex asintió de inmediato—. Entonces ¿para qué quieres jugar?
—Esto no es el Monopoly ni Candy Crush. El objetivo del juego es que tu personaje evolucione.
—Vale, da igual —exclamó, mientras le quitaba el ratón. Segundos después pincho un hada, un ser etéreo con alas de color pastel—. Pero no quiero ser humana. Qué aburrido.
Luego de un tiempo de estar jugando, Audrey logro darse cuenta de que Reunión de dioses no era algo que se le diese demasiado bien. Todo sucedía a la velocidad del rayo y Alex no paraba de gritarle instrucciones desconcertantes como «¡utiliza ahora el escudo ignífugo!» o «¡no, ese escudo ignífugo no, el otro!».
Sin embargo, después de media hora pasando apuros, el nivel de experiencia de mi personaje aumentó de un punto a tres. Audrey sonrió, estaba muy satisfecha de mis logros, pero Alex no se mostró demasiado optimista.
—Bueno, al menos lo intentaste —dijo mientras cerraba el juego—. Pero de todas formas te convertiré en una auténtica gamer.
—Lo dudo.
La puerta se abrió de par en par antes de que Alex pudiera responder.
—Eh, Alex, tengo que hablar contigo —dijo Cole, que había entrado tranquilamente en la habitación. Cuando vio sentada a Audrey delante del ordenador, frenó en seco—. Ah, no sabía que estabas aquí.
La castaña no respondió, simplemente lo miro con una mueca.
—Pues tendré que volver más tarde —murmuró, soltando un suspiro.
—No es necesario que te vayas —habló Audrey, colocándose de pie—. Yo ya me iba de todas formas.
—Esta bien.
Antes de abandonar la habitación, la castaña se dio la vuelta para poder observar a Alex, quien se encontraba sonriendo levemente en su dirección.
—Me divertí mucho —dijo con honestidad, logrando que la sonrisa del chico creciera aún más—. Gracias.
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Audrey pasó el resto de la tarde en casa de los Walter, esperando tener un momento a solas con Alex para poder invitarlo a una fiesta que Sophie, una de sus mejores amigas, estaba organizando. Sus fiestas solían ser de lo mejor que sucedía en el año, por lo que generalmente todo el pueblo asistía. De todas formas, la chica quería asegurarse de ser ella la que invitara al chico al lugar.
—¡Alex! —exclamó la castaña cuando vio al aludido caminar hacia uno de los establos—. Te he estado buscando todo el día.
—¿Por qué? ¿Sucedió algo?
—Nada malo —se apresuró a responder, mordiéndose el labio levemente, nerviosa. No sabía porque se sentía así, no es como si lo estuviera invitando a una cita, solamente era una salida de amigos.
—¿Entonces?
—¿Tienes planes para esta noche? —preguntó de golpe, fingiendo una sonrisa.
—No realmente, planeaba jugar Reunión de dioses toda la noche —contestó, elevando sus hombros.
—Bueno, ya no lo harás —Audrey habló, haciendo que Alex la mirara con confusión—. Iremos a la fiesta de Sophie juntos.
El corazón del pecoso se detuvo por unos segundos al escucharla hablar. No lo estaba invitando a una cita, ¿o sí?
—¿Dónde? —preguntó con algo de nerviosismo.
Por supuesto que sabía en donde iba a ser la fiesta, todos lo sabían. En su caso, Alex se había enterado porque Kiley lo había invitado el día anterior, aunque él había rechazado su oferta.
—En casa de una de mis amigas —dijo la castaña con una sonrisa—. Podemos ir juntos... Ya sabes, como amigos.
—No lo sé, Audrey —murmuró el contrario con una mueca—. No soy alguien que vaya a muchas fiestas.
—Por favor, Alex —Audrey pidió, acercándose levemente al chico para poder hacerle aquella mirada que siempre hacia cuando quería algo.
—Esta bien —respondió, soltando un suspiro. La castaña sonrió en grande al escuchar su respuesta. Había logrado lo que quería, como siempre.
—¡No te arrepentirás! —exclamó, para luego salir corriendo en dirección a la habitación de Jackie, ahora tendría que convencerla a ella.
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A penas Audrey aparcó en la calle sin salida en la que estaba la casa de Sophie, Alex, Sydney y Isaac se bajaron de inmediato. La música sonaba tan alta que se podía oír a través de las puertas cerradas.
La chica no había logrado convencer a Jackie de ir junto a ellos a la fiesta; cuando le pregunto, la morena negó a su propuesta diciendo que tenía que estudiar. Aunque claro, eso era mentira.
Cuando el grupo de amigos finalmente abrió la puerta, pudieron como el lugar estaba repleto de gente, había gente de su instituto, y había gente que nunca antes habían visto en sus vidas. Cuando comenzaron a abrirse paso entre la multitud de adolescentes, se sorprendieron al ver que los demás Walter ya estaban en el lugar. Aunque no se acercaron a ellos, solamente los saludaron de lejos.
—¿Alex? —una voz habló a lo lejos, haciendo que el aludido y su compañera se voltearan. Isaac y Sydney no lograron notar como gritaban el nombre de su amigo, asi que siguieron caminando.
—Hola, Kiley... —murmuró el chico.
—Hola —dijo de igual forma, para luego desviar su mirada hacia Audrey.
—Es bueno verte, Kiley —exclamó la castaña, dándole una rápida sonrisa. La recién nombrada hizo una mueca.
—Pense que no ibas a venir —le habló a Alex, quien miro de reojo a la chica junto a él.
—No iba a venir, pero Audrey me lo pidió —respondió.
Eso le había dolido a la chica, pero no lo había demostrado.
—¿Cómo lo lograste? Nunca consigo que salga de su habitación —bromeó Kiley.
—Solo tuve que pedir amablemente —dijo con inocencia. La contraria rió con algo de ironía.
Ella le había estado pidiendo hace días que fuera con ella a la fiesta de Sophie, y él había rechazado su invitación en todas esas ocasiones. Pero Audrey solo tenia que pedírselo con amabilidad y él iba a caer rendido.
No sabía porque se molestaba por eso, tendría que estar acostumbrada, no era la primera vez que algo así pasaba. Alex siempre ponía como prioridad a Audrey. Y dolía.
—Esta bien —finalmente Kiley murmuró, carraspeando su garganta—. Los veo al rato.
—Nos vemos —dijo la pareja al unisono.
—¿Quieres algo para beber? —Audrey le preguntó a Alex, quien asintió levemente.
—No hay nada sin alcohol, ¿no es asi?
—Estoy segura de que puedo encontrar algo para ti —respondió con una sonrisa—. Iré a ver, espérame aquí.
Y sin decir nada más, la castaña comenzó a caminar entre la multitud, empujando a más de una persona que no se quería correr de su camino. Después de unos minutos de lucha, finalmente llego a la barra, en donde pudo ver a Sophie.
—¡Audrey! —exclamó la contraria, sonriéndole desde el otro lado de la barra—. Pensé que no ibas a venir.
—¿Bromeas? Nunca me perdería una de tus fiestas.
—Bueno, ¿qué quieres para tomar?
—¿Tienes algo sin alcohol? —cuestionó, haciendo que Sophie frunciera sus cejas mientras entreabría sus labios.
—¿No vas a tomar?
—Yo si, pero la bebida sin alcohol es para Alex —se limitó a decir, elevando sus hombros con desinteres. De inmediato, la mueca que Sophie tenia fue reemplazada por una sonrisa.
—¿Has venido con Alex?
—Si, ¿por qué?
—Solo pregunto —respondió, aunque al ver como su amiga la miraba, volvió a hablar—. Quiero decir, nunca invitas a nadie a estas fiestas. La única vez que te vi hacerlo fue cuando estabas con Cole.
Audrey la miró sin entender. ¿Qué estaba insinuando?
—También invite a Jackie y a Isaac.
—Pero no los invitaste a estar contigo, los invitaste a la fiesta —corrigió. Audrey hizo una mueca al notar que su amiga tenía razón.
—¿Me darás las bebidas o no? —preguntó, cambiando el tema con algo de nerviosismo. No quería que nadie más supiera que tiene un pequeño enamoramiento con Alex Walter.
Sophie rió al notar el estado de su amiga.
—Esta bien —habló entre risas, mientras sacaba un jugo natural de piña y una cerveza del congelador que se encontraba detrás de ella—. Aquí tienes.
—Gracias —murmuró en respuesta, tomando las bebidas—. Nos vemos al rato.
—Si es que no estas besándote con Alex en algún rincón —bromeó.
Audrey solo se limitó a levantarle el dedo de al medio a su amiga, caminando lejos del lugar.
Después de entrar nuevamente a la casa, con ambas bebidas en manos, Audrey comenzó a buscar a Alex entre la multitud, mientras pensaba en lo que Sophie le había dicho. Una vez que lo vio, su sonrisa desapareció de inmediato, para ser remplazada por una mueca de desagrado.
¿Qué hacía Alex hablando con Paige?
Audrey dudo por unos segundos en acercarse a los chicos, Alex no parecía incomodo, al contrario, parecía disfrutar de su compañía.
No le gustaba para nada ver como Paige se acercaba al chico, o como esta le tocaba con sutileza alguna parte de su cuerpo. Le estaba coqueteando y era demasiado obvio. Audrey podía notar cuando alguien demostraba interés en el chico que a ella le gustaba.
Finalmente, cuando Paige acarició el brazo derecho de Alex con una sonrisa juguetona, Audrey decidió acercarse a la pareja. No se había detenido a pensar en que iba a hacer, pero estaba celosa, y cuando esta celosa hace cosas sin pensar.
—Alex, finalmente te encuentro —exclamó Audrey, rodeando la cintura del chico con sus brazos. Alex se sonrojó al sentir su toque—. Te estuve buscando por todos lados.
—Estaba ocupado —respondió Paige por él, con una sonrisa sarcástica en sus labios. Esto hizo que recibiera una mala mirada por parte de la contraria.
—No estoy hablando contigo —la cortó, haciendo que la sonrisa de la rubia decayera.
—¿Encontraste las bebidas? —Alex pregunto, centrando por completo su atención a la castaña, quien aún se encontraba abrazándolo.
—Si —respondió con una sonrisa, soltando lentamente su agarre del chico. Luego le tendió el jugo que Sophie le había dado—. Era lo único que había.
—Esta bien, me gusta el jugo de piña —murmuró—. Gracias.
—No es nada.
—Alex, ¿no quieres seguir afuera con la conversación que estábamos teniendo? —cuestionó Paige, sonriéndole descaradamente.
La castaña sintió como su agarre sobre la botella de cerveza crecía. Le hervía la sangre de tan solo recordar que la rubia que se encontraba frente a ella, se había acostado con su ex novio, dañándola a ella y a Alex en el proceso.
—¿De qué quieres hablar exactamente? —ironizó Audrey, acercándose a ella—. ¿De lo perra que fuiste con el cuándo te besaste a su hermano? ¿O de cómo solo eres "relevante" gracias a que te besaste con un chico con novia?
Paige no respondió, solamente se mordió el labio con angustia, mientras desviaba su mirada hacia Alex, esperando que este dijera algo para defenderla.
—¡Tengo una mejor! —exclamó nuevamente la castaña, dándole un rápido sorbo a su cerveza cuando notó como la gente comenzaba a armar un circulo a su alrededor—. ¿Acaso quieres hablar de como quieres volver a estar con Alex porque te diste cuenta de que era el único chico que de verdad te quería para algo serio? A diferencia de los demás, que solo te buscan porque saben como eres —insinuó.
—¿Y cómo soy? —cuestionó, reuniendo valor. No quería ser humillada delante de los demás, menos si esa persona era Audrey.
—Una perra.
—Lamento que me tengas resentimiento solamente porque Cole me prefirió a mí —habló con sarcasmo. Audrey la miró con ambas cejas levantadas, dejando salir una risa irónica de sus labios.
—Paige... —Alex habló, tratando de detenerla. No le gustaba la forma en la que se estaba dirigiendo hacia Audrey.
—No —lo cortó Audrey, para luego girarse a la rubia—. Cole solo estuvo contigo esa noche porque habíamos peleado y eras la opción mas fácil.
Nuevamente, Paige no dijo nada, simplemente apretó sus puños con rabia.
—Solo quería lastimarme, así que te uso a ti. No te creas tan importante —espetó, acercándose aún más a la chica—. Fue un idiota al pensar que su estúpido plan iba a funcionar conmigo. Porque a diferencia de ti, yo si tengo amor propio y mi vida no gira alrededor de la atención que me dan los chicos.
Al escuchar como las personas a su alrededor estallaban en risas debido al comentario de la castaña, Paige salió corriendo del lugar, esperando que Alex, o cualquier persona la siguiera, para así poder probar que lo que Audrey estaba diciendo era una mentira.
— ¡Eres la mejor, Audrey! —una chica exclamó desde la multitud, haciendo que la aludida le sonriera levemente.
— ¡Demuéstrale a esa maldita perra quien manda!
Alex la miró con una mueca. No sabia que hacer.
—¿Estás bien?
—Si... Solamente me tomo por sorpresa la pelea.
—¿Paige te dijo algo malo? —se apresuró a preguntar la castaña. Estaba dispuesta a ir a buscarla si se enteraba de que había hecho sentir mal al pecoso.
—No, nada de eso —se apresuró a responder.
Inmediatamente después de eso, la pareja se dirigió al jardín del lugar para poder hablar con más comodidad, y si es que el chico se animaba, también iban a bailar.
Después de un par de horas, cuando el reloj apuntó las dos de la mañana, Alex había comenzado a sentir sueño, y Audrey notó esto ya que el pecoso daba pequeños bostezo de vez en cuando.
—¿Quieres ir a casa? —preguntó, recibiendo un torpe asentimiento por parte del contrario—. Esta bien, vamos a casa.
🪵🍂👢
Alex no había dejado a Audrey conducir, a pesar de que no tenía una licencia de conducir, creía firmemente que era mejor que él se encargara, ya que Audrey había tomado bastante y no estaba en condiciones para conducir. La pareja se había ido a solas, ya que Olivia y Isaac había decidido quedarse en la fiesta por un rato más.
Alex debió de pasar por un bache, porque el auto respingó hacia delante, haciendo que la chica soltara un jadeo de sorpresa. Había sentido como su cabeza rozaba el techo.
—Mierda —el pecoso musito detrás del volante—. Lo siento.
—Es como una montaña rusa.
El aire fresco de la noche entraba por las ventanillas bajadas junto con el canto chirriante de un coro de grillos.
La pareja se había quedado en silencio un buen rato. Aunque Alex fue el primero en hablar.
—El castigo va a ser de campeonato —dijo cuando dejó atrás la carretera para internarse en la avenida de entrada.
—Para ti, querrás decir —respondió con un bostezo.
—Bueno, mamá te verá borracha y se molestará mucho con nosotros por no cuidarte.
—Al menos no se molestará conmigo —se burló, haciendo que el pecoso negara con diversión.
—Tenemos que entrar en silencio, ¿vale?
—¡Chist! —susurró con un dedo en los labios del pecoso, los cuales esbozaban una sonrisa adormilada.
—Exacto —asintió Alex—. ¿Qué tal si ahora te ayudo a salir de aquí?
Sin dejarla responder, el chico la rodeó por cintura con sus manos y, mientras llevaba su cuerpo al exterior de la camioneta, rozó con sus dedos la piel desnuda de la chica por debajo del jersey que estaba usando, haciendo que su piel se erizara.
—Noto las piernas raras —Audrey dijo cuándo el chico la dejó en el suelo. Se le doblaban las rodillas cada vez que intentaba dar un paso.
—Eh, cuidado —le advirtió, y de repente el mundo entero se inclinó cuando Alex la tomó entre sus brazos.
A Audrey se le cerraron los ojos mientras él recorría el camino delantero llevándola en brazos como si no pasara nada. Le había costado un poco abrir la puerta sin dejar a la castaña en el suelo, pero por fin consiguió empujar una pizca la manija.
Después de asegurarse que sus padres y hermanos pequeños estaban dormidos, Alex comenzó a subir las escaleras con cuidado. Después de unos segundos, dobló una esquina y se encaminó hacia su habitación.
Abrió la puerta de su dormitorio con el pie y frotó la espalda contra la pared para encender la luz. En cuanto lo consiguió, dejó a Audrey en la cama con suavidad, para luego sacarle las zapatillas.
—¿Necesitas un vaso de agua, Audrey?
—No —respondió, bostezando—. Pero no me vendría mal un beso.
—Duérmete, tonta —murmuró con una sonrisa, dándole un beso en la mejilla.
—No podré dormir tranquila si te vas...
—¿Por qué? —cuestionó él con algo de confusión.
La castaña se quedó en silencio por un par de minutos, insegura de sí debería de decirle lo que le estaba consumiendo el cerebro.
—Te voy a preguntar algo, y quiero que seas honesto conmigo —finalmente habló, arrastrando sus palabras. Alex asintió mientras tomaba asiento junto a ella—. ¿Aún te gusta Paige?
—No Audrey, ya no me gusta Paige —respondió, soltando un suspiro. No entendía como es que no se daba cuenta que ella era la persona que le gustaba—. Me gusta otra persona.
Inmediatamente, la sonrisa que Audrey tenia desapareció al escucharlo decir aquello.
—¿Quién? —preguntó, temiendo de su respuesta.
—La misma chica que me trae loco desde preescolar —murmuró, dejando caricias en el cabello de la castaña.
—¿Angelina Jolie? —dijo con inocencia. Alex soltó una carcajada, para luego colocarse de pie.
—Estas demasiado borracha, mejor te dejare dormir.
—Duerme conmigo —pidió, desviando su mirada hacia el pecoso.
—¿Segura?
—Si, el latido de tu corazón me calma —respondió con una sonrisa, no sabiendo lo que eso había causado en Alex.
—Esta bien...
No mucho después, Alex comenzó a sacarse los zapatos, recostándose suavemente sobre la cama, cuidando el no pasar a llevar a la chica junto a él.
—Buenas noches, Alex —murmuró.
—Buenas noches, Audrey.
JES'S NOTE !
HOLAAA <3 perdón por no actualizar durante estos días, me fui de acampada con mis amigos así que no tenía buen Internet como para publicarles un capítulo ☹️ así que como recompensa, les tengo este capítulo que tiene más de 4500 palabras, ASI QUE LEANLO LENTO pq aún tengo que escribir los demás :)
ok pero cambiando de tema, LO HOT QUE ES AUDREY CUANDO ESTA CELOSA ISJSIWJIDDJD 🥰 yo me morí, ahora quiero que me celen a mi.
PD: alex también es medio ciego, ni cuenta se dio de qué audrey había reaccionado de esa forma en la fiesta porque paige estaba demasiado cerca de él y eso le saba celos 😛 en fin los amo, son mis tontitos favs
GRACIAS POR LEERME <3 luv u
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