eighteen. under the light of the stars
O18 | UNDER THE LIGHT OF THE STARS
A la mañana siguiente, Audrey se levantó a primera hora para poder darle comida a su nueva mascota. Ella y Alex habían ido durante la noche a comprarle todo lo necesario, ahora solo faltaba obtener el permiso de George para que la chica pudiera quedárselo.
Audrey se sentó en el suelo de piernas cruzadas, acariciando a su gato mientras este comía sin prisa alguna. Tenía que pensar en un nombre para el.
— ¿Qué es eso? —habló Jackie a penas se despertó, mirando con atención al felino.
— Un gato —respondió la contraria con duda.
— Si, puedo verlo. ¿Pero que hace en nuestra habitación?
— Oh... Lo adopte ayer, así que ahora es mío —Audrey murmuró, esperando que su amiga no se molestara por su acción.
Al contrario de lo que ella pensó, Jackie sonrió, quitándose el cubrecama de encima para caminar hasta su amiga.
— ¿Cómo se llama? —preguntó, mirando con cariño al animal.
— Tenía pensado en ponerle Silver, por su color de pelo.
En ese momento, el felino dejo de comer y se comenzó a restregar en la pierna de Audrey, maullando levemente. La chica sonrió con ternura, llevando su mano hasta el para comenzar a acariciarlo.
— Me gusta, suena bien —aseguró la morena.
— Creo que a el también le gusta —rió la castaña. — De todas formas, tengo que preguntarle a Alex su opinión.
— ¿Es de ambos?
— Si. Cuando termino el torneo tuvimos una cita en un café de gatos —Audrey explicó, tratando de resumir todo lo que había pasado. — Y ahí fue en donde vimos a este pequeño.
Jackie río, asintiendo ante la información que su amiga le había brindado.
— Olivia no mentía cuando dijo que ustedes dos estaban destinados a estar juntos —murmuró, logrando que el calor se subiera a las mejillas de la contraria.
— No exageres.
— ¡Lo digo de verdad!
— ¿Cómo tú y Cole? —Audrey atacó. De inmediato, la sonrisa divertida que Jackie tenía en sus labios se borró.
— Cole es un idiota.
— Eso no te lo puedo negar, pero hay que ser tonto para no saber que él te gusta.
— No se de que hablas.
— Jackie, solo admítelo.
La aludida soltó un suspiro lleno de frustración.
— ¿Tan obvia soy? —preguntó, evitando la mirada de su amiga.
— Bastante —Audrey respondió con honestidad, ganándose una mala mirada de la morena. — Pero si te hace sentir mejor, Cole es bastante idiota en esas cosas. Estoy segura de que no se ha dado cuenta.
Jackie negó con su cabeza, tirándose sin cuidado alguno al suelo, logrando asustar al animal, el cual salto a los brazos de Audrey, quien rió con diversión al presenciar la escena.
— ¿Por qué ser adolescente es tan complicado?
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Audrey entró de golpe en la habitación que Cole y Danny compartían, ya que Kiley le había dejado un par de mensajes a la castaña para que se asegurara de que Cole estuviera bien, debido a que la noche anterior el rubio había estado ingiriendo ciertas sustancias ilícitas.
— Levanta tu trasero de la cama —exclamó la chica, mientras abría las cortinas para que el sol pudiera ingresar en la habitación.
— Oye, es sábado —Cole se quejó, rodando sobre la cama. — Y anoche no llegue a dormir hasta... Muy tarde.
— Si, me enteré.
— Por favor, déjame tranquilo.
— ¿Por qué mejor no tomas un café, comes tocino como una persona normal, y te preparas para el premio de Katherine esta noche?
— Ah, si —el rubio dijo con desinterés. Audrey rodó los ojos con frustración. — Su premio de hoy. Claro.
La chica soltó un suspiro de cansancio, para luego caminar hasta la cama de Cole y quitarle el cubrecama de encima, dejándolo solamente con un par de shorts.
— ¡Oye! —se quejó.
— Sabes que no lo diré dos veces —advirtió Audrey. El contrario hizo una mueca, mientras que a la vez se sentaba sobre su cama.
— ¿Contenta?
— Cuando te vea arreglado y listo para ir a la gala lo estaré —murmuró, para luego comenzar a caminar fuera de su habitación.
— ¿Por qué lo haces? —la voz de Cole la detuvo.
— ¿Qué cosa? —Audrey preguntó con confusión, dándose la vuelta para observarlo.
— Preocuparte tanto por mí. No lo merezco.
— Eres mi amigo, Cole. Así que no importa cuántas veces la cagues, yo siempre voy a estar para ti —la chica respondió con una mueca. No había mentido. — Ahora levántate o te voy a tirar agua encima.
El rubio rió, pero se colocó de pie con lentitud.
— ¿Ahora si estas feliz?
— Algo.
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Alex y Audrey les habían pedido a los padres del chico si se podían reunir en la sala de estar después de la hora de almuerzo para poder hablar. En la mente de los adultos pasaron demasiados escenarios, algunos más exagerados que otros, por lo que no dudaron ni un solo segundo en aceptar la propuesta.
— ¿Qué nos quieren decir? —George preguntó, no aguantando el suspenso.
La pareja de adolescentes compartió una mirada, y los adultos imitaron su acción.
— No me digas que Audrey esta emba...
— ¡No! —ambos gritaron a la vez, interrumpiendo las palabras de Katherine.
— No es nada de eso —la chica les aseguró, por lo que los padres del contrario se permitieron soltar un suspiro de alivio.
— ¿Entonces que sucede?
En ese momento, Audrey sacó al transportador de mascotas que había escondido detrás de la pared. Silver estaba dentro de esta misma.
— ¿Qué es eso? —George cuestionó, no entendiendo del todo.
La chica Chadwick abrió con cuidado la puerta de la caja, para luego sacar al pequeño animal que estaba dentro, el cual se restregó en sus brazos con cariño. Una sonrisa se formó en los labios de Katherine al ver al felino.
— Sorpresa —la pareja murmuró a la vez.
— ¿Es un gato?
— Si, George —respondió su mujer, acercándose a los adolescentes para acariciar al animal. — ¿Cómo se llama?
— Silver —dijo Alex.
— Hola, Silver —Katherine susurró, logrando que el gato maullara por lo bajo. La mujer sonrió, para luego girarse a ver a su esposo. — Se lo van a quedar, ¿no es así, cariño?
George los miro con una mueca. Amaba a los animales, pero no estaba seguro de si se podían permitir tener a otro en su casa. Sin embargo, al ver la mirada emocionada de los contrarios, no podía negarse.
— Esta bien... —finalmente respondió, soltando un suspiro. Audrey sonrió en grande, mientras se acercaba al hombre para darle un abrazo. Este se lo correspondió con una sonrisa.
— Te prometo que limpiare su arenero todos los días.
— Yo también —añadió Alex.
George asintió, llevando su mano hasta el felino para poder acariciarlo. Cuando hizo esto, Silver se recargo sobre su mano, pidiendo más.
— Creo que le agradas.
— O solo me está manipulando para que lo deje quedarse.
— Si, puede ser.
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Luego de un par de horas, Audrey y Jackie se encontraban preparándose en la habitación de ambas para la gala en donde le darían el premio a Katherine por ser la mejor veterinaria del año.
Audrey se encontraba dándole los últimos retoques a su maquillaje, mientras que Jackie le hacía un par de rizos a su amiga en su largo cabello.
Al poco tiempo, la morena terminó su trabajo.
— Listo —exclamó, dejando la rizadora a un lado para peinar un poco el cabello de Audrey.
La castaña le sonrío a través del espejo en forma de agradecimiento, para luego colocarse de pie y comenzar a caminar en dirección a su cama, en donde se encontraba su vestido estirándose.
— ¿Estás segura de que debería de usar el vestido de tu hermana? —preguntó con algo de duda. No se sentía del todo cómoda al usarlo.
— Si, sé que a Lucy le hubiera gustado que tú lo usaras —Jackie murmuró en respuesta, dándole una sonrisa. — Además, yo nunca me pondría algo así.
— Tienes razón —rió la castaña. — Gracias, Jackie. Lo cuidare mucho.
— No es nada.
Y sin decir nada más, las chicas comenzaron a quitarse las batas que estaban usando para poder colocarse la ropa que iban a usar durante la gala.
El vestido de Lucy era extremadamente hermoso; empezaba siendo pegado al cuerpo, pero cuando llegaba a la cintura se abría. El vestido tenía un color morado metálico que nunca antes había visto. Sin duda era digno de la hija de una diseñadora de modas.
Al poco tiempo después, unos golpes en la puerta de la habitación llamaron la atención de ambas.
— ¿Quién es? —la morena preguntó.
— Alex —el pecoso respondió desde el otro lado. — ¿Sabes si Audrey ya está lista?
— Aún no. Bajare en un momento —la aludida respondió, sonriendo aun cuando sabía que él no podía verla.
— Esta bien. Te esperaré abajo.
Segundos después, sus pasos se escucharon cada vez más lejos. Audrey y Jackie compartieron una rápida mirada. Ambas sabían que tenían que darse prisa.
Cuando Audrey finalmente estuvo lista, se apresuró a ponerse de su perfume favorito para luego bajar las escaleras. Al final de estas logró ver a Alex, quien al escuchar como alguien se acercaba a él, se dio la vuelta. El rostro del pecoso se ilumino casi al instante en cuanto vio a Audrey.
— Te ves... —incapaz de terminar su frase, el chico suspiró. No podía creer como es que alguien podía ser tan hermosa.
— ¿No me veo bien? —la chica preguntó, sonriendo levemente.
— ¡No es nada como eso! De hecho, es todo lo contrario. Te ves preciosa, Audrey —murmuró, sintiendo como el calor subía a su rostro. — Más que preciosa.
La aludida sintió como su sonrisa se ensanchaba aún más gracias a su comentario. Ni siquiera dudo en acercarse a él y entrelazar sus manos.
— ¿Vamos?
— Vamos.
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Los chicos habían llegado a la gala en honor a Katherine hace ya un par de horas. Al igual que todos los demás, Audrey había tenido la esperanza de que Cole iba a aparecer a último momento en el lugar, pero aparentemente no iba a ser así.
Alex pareció notar la angustia de Audrey, por lo que colocó suavemente una de sus manos sobre su pierna. La chica se volteó a verlo con una sonrisa. Siempre lograba hacerla sentir mejor sin siquiera intentarlo.
— ¿Estás bien?
— Si, es solo que...
Antes de que la chica pudiese terminar su frase, la puerta del establecimiento se abrió de par en par, haciendo que todos los presentes dirigieran su vista hacia ella, logrando ver a Cole.
— Quien lo diría. Al final decidió si venir —Audrey murmuró, frunciendo el ceño al notar el estado en el que se encontraba. Claramente no estaba bien.
— Y esta usando corbata —Alex continuó.
— Uy. Me encantaría una copa, si no es molestia —el rubio se dirigió hacia una camarera que estaba a su lado, tendiéndole una copa.
La mujer había tenido la intención de hacer lo que le habia pedido, sin embargo, Audrey intervino antes de que pudiera hacerlo.
— Es menor de edad —exclamó, llevándose una mala mirada por parte de Cole. La chica solo elevó los hombros con desinterés. — No puede tomar.
— No lo sabía... Lo siento.
Al ver como la camarera se iba del lugar casi corriendo, el rubio tomó asiento, soltando un suspiro de frustración.
— Tal vez deberías tomar un poco de agua, Cole —Alex sugirió, llevándose una cucharada de su helado a la boca.
— Tal vez deberías guardarte tus opiniones, Alex —el aludido dijo de la misma forma.
Audrey rodó los ojos ante su actitud. No podía creer que estaba actuando de esa forma nuevamente. Pensó que todo había mejorado, pero al parecer estaba equivocada.
Al poco tiempo, una pequeña discusión se formó entre los hermanos García, ya que Isaac quería comer del helado de Lee pero este no lo dejaba. La pelea no llego a mucho más, ya que Cole le dio su postre al mayor.
En ese momento, la música que estaba ambientando el lugar terminó, mientras que, a su vez, un hombre se posicionaba frente al micrófono.
— Doctora Katherine Walter —habló, haciendo que todos se voltearan para prestarle atención.
Audrey busco la mirada de la mujer entre la multitud, y cuando la encontró, le sonrió suavemente. La adulta se la devolvió casi al instante. Se sentía realmente nerviosa, pero aquella acción había logrado que se calmara levemente.
— La doctora Walter dirige su clínica veterinaria hace más de quince años con incansable dedicación, para garantizar que los animales y sus dueños reciban la mejor atención posible —el hombre dirigió su mirada hacia la mujer. — Ahora sin más preámbulos... ¡La doctora Katherine Walter!
Rápidamente, el lugar se llenó de aplausos y vítores, siendo la mesa de los Walter la que más destacaba. Estaban orgullosos de la mujer.
— Esto es muy inesperado, y significa mucho para mí, así que gracias. Muchas gracias —Katherine comenzó, sonriendo en grande. — Cuando apenas era estudiante, creí que mi futuro seria atender a gatos mimados, perritos falderos y uno que otro cocodrilo en Manhattan.
El público rió ante su broma, haciendo sentir más cómoda a la mujer.
— Pero luego conocí a mi esposo, George...
Audrey dejo de prestarle atención al discurso de Katherine en cuanto notó como Cole sacaba una petaca de su traje.
— Ya es suficiente —Will espetó con molestia, evitando que se sirviera mas alcohol.
— Oye, relájate, ¿sí? —Cole dijo con desinterés, arrebatando el vaso de su mano para poder servirse un poco de la bebida. — Esto es una fiesta.
— De verdad, me considero muy afortunada de tener una vocación, de tener una comunidad y una familia —Katherine continuó, completamente ajena a lo que estaba sucediendo a tan solo un par de metros de ella.
— Mamá suena muy bien.
— Cole, ¿puedes comportarte de una vez? —Audrey exclamó en un susurro, perdiendo la paciencia. El rubio la miró con una mueca.
— ¿Qué? No hice nada —se quejó, comenzando a colocarse de pie. Sin embargo, no pudo llegar muy lejos, ya que Jackie lo volvió a empujar a su asiento.
— Siéntate —ordenó.
— Jackie tengo que ir al baño —dijo Cole en un tono juguetón. — Cuéntame lo que me pierda cuando vuelva, a menos que quieras ayudarme.
Will tomo la muñeca de su hermano al notar como este tenía la intención de caminar lejos de ellos, pero el rubio se dio la vuelta para poder soltarse de su agarre con fuerza.
— Déjame en paz, Will —espetó con molestia, continuando su caminata.
Al no ver hacia donde estaba dirigiéndose, Cole chocó contra uno de los camareros, haciendo que los vasos que estaba sosteniendo se cayeran al suelo. Ante la sorpresa, el público dejo salir un jadeo. Katherine sonrió con incomodidad.
— ¿Por qué estas caminando a la mitad del discurso?
Audrey se puso de pie lo más rápido que pudo, ignorando por completo las palabras de Alex. Una vez que se encontró frente al rubio, llevó sus manos hasta sus hombros.
— ¿Qué te sucede? —la chica cuestionó, observando con detalle su rostro. Estaba más que claro que algo no estaba bien con él, se podía notar en sus ojos.
— Nada. Estoy perfecto —dijo con diversión.
— Necesitas un poco de aire fresco. Vamos afuera —Audrey pidió, empujándolo levemente para que comenzara a caminar. Cole soltó un suspiro, dejándose guiar por la menor.
Jackie, quien estaba observando la situación desde la mesa, decidió colocarse de pie para poder acercarse a su mejor amiga.
— Yo me encargo —murmuró.
Audrey lo dudo por unos segundos, pero finalmente dejo que Jackie se llevara al rubio. Sentía que ella podía ayudar a hacerlo entrar en razón.
Luego de unos segundos,Will y Audrey volvieron a sentarse en la mesa que les habían asignado, esta ultima con una mueca de incomodidad en el rostro. Alex frunció su ceño, no pudiendo evitar sobrepensar su acción. Sin embargo, decidió no decir nada y guardarse todo para sí mismo. Como siempre solía hacer.
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El camino a la casa de los Walter había sido realmente incómodo. Alex ni siquiera le habia dirigido la mirada a Audrey, y eso la había hecho sentir realmente mal. No entendía que habia hecho para que reaccionara de esa forma.
Los chicos habían felicitado a Katherine por su premio, pero pudieron notar fácilmente que ella no se encontraba del todo satisfecha, principalmente gracias a la actitud que Cole había tomado.
Cuando llegaron al pórtico, todos se apresuraron a entrar por la puerta, dirigiéndose rápidamente a sus respectivas habitaciones. A excepción de Audrey, quien decidió quedarse con los adultos por un par de minutos.
— ¿Están bien? —la chica preguntó, mirando a los mayores con algo duda.
— Estoy preocupado por Cole. No logro descifrar que sucede con el —George suspiró, tomando asiento en uno de los sofás.
— Yo tampoco —Katherine concordó. Audrey hizo una mueca al notar lo afectados que se sentían al respecto.
— Estoy segura de que pronto volverá a ser como antes. Después de todo, no es la primera vez que hace algo así.
Los adultos se quedaron en silencio por unos segundos, pensando en las palabras que la menor había dicho. Realmente esperaban que tuviera razón.
— Audrey, cariño —la mujer la llamó, haciendo que la aludida dirigiera su mirada hacia ella. — ¿Puedes ser honesta conmigo?
— Siempre.
— ¿Crees que somos unos buenos padres? —cuestionó, compartiendo una breve mirada con su esposo.
— Claro que si, Kathe. Ustedes aman a sus hijos e hicieron un trabajo genial al criarlos —Audrey respondió sin dudar. No podía creer que dudaran de eso. — Estamos en plena adolescencia, así que es normal que los chicos cometan errores a esta edad. Pero lo importante es que ustedes nunca los dejan solos... La verdad, a mi me hubiese encantado que mis padres fueran como ustedes.
— Eres como una hija para nosotros, Audrey —George aseguró, golpeando suavemente el espacio que había en el sillón, indicándole que se sentara entre ambos adultos. La chica lo hizo.
— A nosotros nos hubiese encantado tener a una niña tan linda como tú —Katherine continuó, haciendo que la castaña sonriera levemente. — No miento cuando digo que los días son mejores desde que estás viviendo con nosotros.
— Eres parte de nuestra familia. Nunca dudes de eso —el hombre finalizó, rodeando a la menor en un abrazo, al cual se les unió su esposa.
Audrey cerró los ojos, disfrutando del cariño que ambos le brindaban. A pesar de que no tenían ningún tipo de conexión sanguínea que los uniera, ellos eran su verdadera familia. Los Walter se habían encargado de criarla y quererla como si fuese su propia hija, y siempre iba a estar agradecida por aquello.
En ese momento, Silver apareció en el lugar, maullando con fuerza. La chica se separó lentamente de los adultos, para luego acercarse al felino y tomarlo entre sus brazos.
— Yo también te extrañe —murmuró, acariciándolo suavemente. Los contrarios observaron la situación con una sonrisa.
— Creo que ya me agrada —habló George, logrando que su esposa dejara salir una carcajada.
— Debe de tener hambre —supuso Katherine. El gato maulló al oírla, por lo que Audrey pensó que tenía razón.
— Iré a darle comida —dijo en voz baja. — Buenas noches.
— Buenas noches, cariño —dijeron ambos adultos a la vez.
Audrey se dio la vuelta, dándoles una pequeña sonrisa para después subir lo más rápido que sus pies se lo permitían hasta el segundo piso. Una vez ahí, le sirvió un poco de agua y comida al felino. Probablemente se hubiese quedado observarlo comer, pero recordó que necesitaba hablar con Jackie, así que se dirigió hacia su habitación.
— ¿Jackie? —Audrey murmuró, golpeando su puerta con delicadeza. La chica no había vuelto a la ceremonia después de hablar con Cole, por lo que estaba preocupada. Sabía lo idiota que el rubio se ponía cuando estaba ebrio.
A los pocos segundos, la morena apareció en su campo de visión.
— ¿Qué te dijo? —preguntó, envolviéndola en sus brazos. Jackie había intentado de ocultarlo, pero Audrey notó que había estado llorando.
— No es nada importante.
— Jackie...
— Dios. Él es horrible —Jackie se quejó, caminando hasta su cama, en donde tomó asiento.
— Los ebrios dicen cosas horribles. En especial el idiota de Cole.
— Los ebrios dicen cosas honestas —la morena negó. Audrey suspiró, sentándose junto a ella. — Y Cole dijo que quisiera que nunca hubiera venido aquí.
— Estoy segura de que no quiso decirlo —la castaña murmuró, recibiendo una mirada incrédula por parte de su amiga.
— No quiero hablar de eso, me pone de mal humor.
— Entiendo. ¿De qué quieres hablar? —cuestionó Audrey, aunque se arrepintió rápidamente al ver la sonrisa que Jackie le estaba dando. — No.
— ¿Qué? Ni siquiera sabes lo que voy a decir.
— No es necesario, tu sonrisa ya me está advirtiendo que es un tema peligroso.
La morena rió, recostándose sobre su cama.
— ¿Ya formalizaste las cosas con Alex?
— Aún no.
— ¿No? —exclamó. Audrey sonrió con diversión al notar la indignación en su voz. — No entiendo por qué se están tardando tanto. Es bastante obvio que ninguno dirá que no.
— Tú no sabes eso...
— ¿Le dirías que no a Alex?
— No.
— ¡Lo ves!
— Que yo no le vaya a decir que no, no significa que él sienta lo mismo —la castaña negó. Jackie dejó salir un bufido de frustración.
— ¿Eres ciega? —espetó, tomando por sorpresa a su amiga. — Porque hay que ser ciego para no darse cuenta de que Alex está loco por ti.
— Podria decir lo mismo respecto a ti y a Cole —Audrey atacó.
La morena entreabrio los labios, dándole una mala mirada.
— Te odio.
— No, no es verdad.
— Claro que no.
— Lo sabia —Audrey ironizó, sacandole una sonrisa a su amiga. — ¿Quieres ver Spiderman?
— ¿Cual?
— Far From Home —respondió. Jackie lo dudo por unos segundos, pero finalmente asintió.
Al poco tiempo, ambas chicas ya se habían colocado su pijama, para luego recostarse sobre sus camas y encender el portátil de la morena para poder colocar la película.
Había que admitir que Jackie no era una gran fan de la saga, pero las vería mil veces si eso significaba ver feliz a Audrey.
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La noche habia caido y la casa de los Walter estaba en completo silencio, siendo el sonido de los grillos lo unico que se podia escuchar. Audrey se encontraba recostada sobre su cama, acariciando a Silver, quien ronroneaba cada cierto tiempo.
La chica estaba a punto de quedarse dormida, cuando unos golpes en su puerta llamaron su atención. Audrey hizo una mueca mientras se colocaba de pie para poder abrirla. Una vez ahí, logró ver a Alex caminando de un lado a otro con inseguridad.
Audrey se recargo contra el marco de la puerta, esperando a que el chico se diera cuenta de su presencia. Tan solo unos segundos después, Alex se dio la vuelta, quedando frente a la castaña.
— ¿Podemos hablar en un lugar más privado? —habló el pecoso.
— Claro —la chica murmuró en forma de respuesta, cerrando la puerta de su habitacion con cuidado, evitando despertar a Jackie. — ¿Sucedio algo?
— Prefiero decírtelo una vez que estemos solos —dijo, mirando de reojo a la morena, quien dormía tranquilamente sobre su cama. Audrey asintió, dudosa.
Alex no perdió el tiempo y tomó una de las manos de la chica entre las suyas, para luego comenzar a caminar con dirección al jardín, cuidando sus pasos para así evitar despertar a los demás.
Una vez que se encontraron afuera de la casa de los Walter, con la luz de la luna siendo lo único que iluminaba el rostro del otro, Alex se dio la vuelta.
— Me esta asustando tanto misterio —Audrey habló, observandolo con una mueca. No entendía nada de lo que estaba pasando.
— Lo siento —el pecoso dijo rápidamente.
— ¿Por qué?
— Por ignorarte —respondió, desviando su mirada hasta sus pies. — Se que fui un completo idiota, pero me molestó que te preocuparas tanto por Cole después de todo lo que te hizo. Supongo que si estoy celoso de él después de todo...
Audrey sonrió con ternura, acercándose a él. Una vez que estuvo frente a Alex, tomó su rostro entre sus manos. El chico cerró sus ojos ante su tacto.
— ¿Crees que aún tengo sentimientos por Cole?
— No, no es eso —Alex se apresuró a negar. — Pero él siempre consigue lo que quiere, y me aterra pensar que puede hacer lo mismo contigo.
— Alex...
— Ya lo hizo una vez, Audrey —el chico exclamó, interrumpiendola. — Y honestamente, no se si podria soportar que lo hiciera otra vez.
— No me gusta Cole. Me gustas tú.
Alex se quedó en silencio ante sus palabras, analizando cada detalle de su rostro. Se le hacia subrealista que la chica de la que él estuvo enamorado toda su vida correspondiera sus sentimientos.
— Me gustas, Alex —la castaña repitió. — Pensé que había sido bastante obvia.
— Genial —murmuró, sintiendo como las comisuras de sus labios se elevaban en una sonrisa. — Entonces, siento que es justo que sepas que, para mí, siempre has sido tú. No puedo imaginar cómo sería mi vida sin ti en ella.
— Probablemente sería horrible —Audrey bromeó.
— Si, lo seria...
Ambos adolescentes se quedaron en silencio. Sabían que sus sentimientos eran correspondidos, pero por alguna razón, ninguno se atrevía a dar el siguiente paso.
— Entonces, ¿me lo vas a preguntar tú? —la chica preguntó, acercándose al contrario. — ¿O tendré que hacerlo yo?
Alex trago en seco gracias a la poca distancia que había entre ellos. Ambos podían sentir la respiración del otro. El pecoso carraspeo su garganta, sintiendo como el calor subía a su rostro.
— Audrey Chadwick, ¿puedo ser tu novio?
El corazón de Audrey dio un brinco al escucharlo. Había estado esperando aquella pregunta por demasiado tiempo. Más del que le gustaría.
— No lo sé. Déjame pensar —bromeó la chica, riendo levemente al notar como una mueca se apoderaba del rostro de Alex. — Claro que sí, tonto.
— ¿En serio?
— En serio —aseguró.
Alex sonrió, colocando sus manos en la cintura de Audrey. La chica tuvo la intención de decir algo al respecto, pero se vio interrumpida cuando los labios del pecoso tocaron los de ella, fundiéndolos en un suave beso.
Ya se habían besado miles de veces antes, pero esta vez se sentía distinto. Se sentía real.
Cuando se separaron gracias a la falta de aire, ambos sonrieron, compartiendo una mirada cómplice. Sin embargo, en lugar de separarse, sus labios se volvieron a unir. Esta vez, Alex bajo lentamente su mano hasta el cuello de la chica, mientras que esta enredaba sus dedos en su cabello, jalando algunos mechones cada cierto tiempo.
— Tranquilo, vaquero —Audrey murmuró, rompiendo el beso al ver como subía de intensidad. Alex dejo salir un bufido. — Estamos al aire libre.
— Esto se siente como un sueño —habló el pecoso, rodeando a la chica con sus brazos.
— ¿Por qué? —preguntó la contraria, sonriendo ante la calidez que su cuerpo emanaba.
— No, de hecho no. Ni en mis más grandes sueños pensé que estaríamos juntos algún día.
JES'S NOTE !
HOLAAA <3 FINALMENTE ACTUALICE DESPUÉS DE MESES 🥳💪🏻lamento mucho mi inactividad con esta historia, pero la verdad es que tenía un bloqueo escritor gigante. intentaba sentarme frente a mí computador para poder escribir, pero simplemente no me salía :c
no prometo actualizar seguido, ya que estos días voy a estar bastante ocupada y dentro de una semana entro a clases 🫠 pero si les puedo asegurar que voy a hacerme un tiempito libre para poder continuar con gold rush
PD: este capítulo está lejos de ser uno de mis favoritos, así que cuando tenga tiempo voy a editarlo ;)
cambiando de tema, ALEX FINALMENTE SE DIGNO A HACER LA PREGUNTA QUE TODOS ESTABAMOS ESPERANDOOOO, yo fui esta 🥳
gracias a todas esas personas que continuaron leyendo este fic a pesar de todo <3 lov u
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