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Una acogedora casa de proporción mediana se extendía frente a sus visibles orbes azul océano.

Había llegado por fin a su esperado destino final, ese que impulsaría su carrera un peldaño más arriba y en el que estaba seguro de que encontraría los últimos e ínfimos detalles abstractos y concretos que necesitaba para armar ese rompecabezas de quinientas piezas. Al menos estaba casi convencido de que el caso no se quedaría sin resolver. Su meta era completarlo en cuanto saliera de allí.

Se dirigió pisando firme y seguro hasta la puerta de color blanco mate de la casa y tocó el botón negro y redondo a un costado de la misma llenando sus oídos con una tenue melodía de aves.

Nada se escuchó. Ni un ruido... nada.

Aquello comenzó a insultarlo sobremanera.

Pero no dispuesto a rendirse, insistió. A los pocos segundos una mujer aparentemente joven asomó su pequeña cabeza por la casi inexistente abertura que dejaba entrever la puerta al abrirse levemente.

—¿Quién es usted?— preguntó recelosa y con un mirada seria que provocaba la formación de arrugas en su frente.

—Soy el detective Park Jimin. Estoy encargado del caso Kim Seo Gi en el cual el primer sospechoso es el esposo de su hermana— se detuvo por un breve lapso, aquella mujer no le inspiraba seguridad alguna; pero no podía irse con las manos vacías después de haber viajado solo para tomar esa imprescindible declaración— necesito hacerle unas preguntas que son de mucha importancia para resolver el caso.

—Lo siento detective, pero no puedo ayudarlo— sacó un poco más su cabeza, la giró a ambos lados observando ambos flancos.

Jimin la miró cauteloso, ¿qué escondía? Porque sin dudas alguna cosa ocultaba.

—Si está asustada por algo solo dígalo, puedo designar personal de vigilancia para usted.

—¿Es que no entiende? El que corre peligro es usted, es mejor que se valla antes de que se den cuenta y las cosas vallan a peores— el miedo siempre había tenido rostro para Jimin y lo divisó en la mujer frente a él.

—¿Quiénes se van a dar cuenta?— preguntó. No le temía a la muerte o al peligro por lo que no movería un solo pie de allí sin encontrar una explicación del porqué de su reacción.

—Por favor señor detective— rogó con voz baja y temblorosa— tiene que irse cuanto antes, yo no puedo hablar. Investigue por otros medios pero no regrese de nuevo, es lo mejor.

Y dicho esto cerró la puerta dejando a Jimin descolocado y desconcertado a la vez.

No sabía que hacer ni como actuar ante esa situación. Ella podría estar amenazada y era entendible en esas circunstancias que no quisiera hablar, pero el pelirubio estaba dispuesto a ayudarla. Aunque no le había querido dar detalles de lo que estaba pasando, le extrañaba y preocupaba lo que le había dicho ¿temía por su vida? No entendía lo que había querido decir con 《el que corre peligro es usted》.

Y no dispuesto a rendirse ni dar su brazo a torcer volvió a insistir, pero antes observó los alrededores. Era un lugar un poco apartado de la ciudad, pero solo un poco. Un campo pincelado con distintas tonalidades de verde se hallaba a un costado de la casa y pocos árboles lo poblaban, los podía contar con una sola mano.

—Señora, por favor, necesito hablar con usted— dijo golpeando la puerta con los nudillos de una mano— su declaración es muy importante para resolver el caso.

Pero la puerta no se abrió...

Pasó las manos por su cabello frustrado y cuando se disponía a aporrear la puerta nuevamente algo duro impactó contra su hombro izquierdo.

El shock se apoderó de su sistema mientras el dolor recorría la parte superior de su espalda y brazo.

Su vista se tornó nublada y desorbitada pero abrió y cerró los ojos varias veces buscando cobertura que le permitiera ver. Se sostuvo como pudo de la manija de la puerta frente a él mientras el dolor caminaba y se alojaba en su pecho.

La zona del impacto latía como si tuviera un corazón en ese lugar y luchó por reprimir los gritos, él era fuerte, siempre lo había sido, por ese percance no se iba a desplomar.

Con su mano libre tocó el área que había recibido el impacto, hizo un mueca cuando sus dedos rozaron la tela rota de su chaqueta y camisa. Algo húmedo llenó su tacto, y al posar sus ojos en ese miembro que había tenido contacto con la parte afectada abrió mucho los ojos al ver la sangre corriendo por sus dedos.

Le habían disparado...

Nunca le había pasado eso en el corto tiempo que llevaba ejerciendo su profesión. Se había enfrentado a criminales y asaltos a mano armada pero siempre corrió con suerte y ninguna bala había tocado su cuerpo, hasta ahora.

En ese instante supo que estaba en problemas. Estaba solo, y con el arma que llevaba consigo cuando salía del trabajo no podía hacer mucho, la misma no tenía prácticamente balas.

Intentó sacarla con mucha dificultad mientras se giraba para caminar hacia su auto.

Pero lo que vio lo hizo palidecer. Dos hombres vestidos completamente de negro con pasamontañas cubriendo sus cabezas se encontraban a unos seis o siete metros de distancia apuntando directamente hacia él.

—No debiste meterte con el jefe, este es tú merecido— escupió con sorna visible uno de ellos.

Seguido a esa frase le llegó otro disparo mucho más doloroso, esta vez impactando contra su pierna derecha haciéndolo caer al suelo.

Jimin desgarró su garganta con un grito ahogado cuando se desplomó sobre el pequeño espacio empolvado y pavimentado de la entrada.

Se acusó a sí mismo por encontrarse impotente y no poder hacer nada para salvar su vida. Había sido muy iluso de su parte pensar que todas sus investigaciones serían tan fáciles y que saldría bien librado, como en las pocas que había llevado a cabo.

Aquella mujer estaba muy asustada. Sabía que la tenían vigilada y no saldría a ver lo que había ocurrido porque era consiente de que su vida correría riesgo si lo hacía. No tenía aliados consigo y estaba a merced de dos asesinos dispuestos a matarlo.

La respiración le faltaba, sentía que se ahogaba. Su pecho estaba apretado y le dolía mucho el cuerpo. Sus ojos amenazaban con cerrarse y no abrirse nunca más, luchó contra ese deseo de caer profunda e irreversiblemente en los brazos de Morfeo; pero le fue imposible y perdió en el intento... lo último que vieron sus opacos ojos azules fue un hermoso destello dorado danzando por los aires.


Un destello dorado vino al rescate😉

Está cortico😥. Mañana subo otro...😘

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