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Cabello rubio como el más brillante oro, ojos azules como el inmenso cielo infinito, labios rosados y pronunciados. Pudo haber sido modelo de talla mundial, actor de Hollywood o presentador de televisión pero su interés profesional se giró en torno a la defensa de su país. Quería desalojar a su pedazo de tierra de todos los criminales que intentaban perturbar el bienestar y la tranquilidad de las personas que formaban parte de la población que tenía que proteger.

Con un singular epíteto dado y conocido por todos los que lo rodeaban y habían sido testigos de su perfeccionista y detallado trabajo, como el detective estrella. Su incomparable e inigualable destreza con los temas investigativos y sobre todo con las armas- tanto de fuego como armas blancas- lo llevó a ganar mucha fama y popularidad en todo el país a pesar de su corta edad laboral.

Los casos más complejos e inusuales le eran entregados y poniendo todo su empeño y conocimientos expertos desarrollaba su labor perfectamente. Hasta que el día que más había temido comenzó a llamar incesantemente a su puerta...

Sus pulidas y brillantes botas negras descansaban sobre la silla de hierro de color gris, contigua. Su cabeza apoyada en el espaldar del asiento tapizado que acompañaba a su escritorio mientras que con sus esponjosos labios aprisionaba el borde de una taza de porcelana rellena con café caliente y dos cubos de azúcar.

El sabor explotó en su boca transmitiendo ese exquisito dulzor hacia todo su organismo relajando a su paso cada uno de los músculos tensos de su cuerpo. Su trabajo no era nada fácil. La mayoría de las veces tenía que permanecer hasta tarde en la oficina revisando papeles, lo cual no era de su agrado. Si le daban a escoger entre la acción y los documentos sin chistar escogería la primera opción.

Cuando le correspondía hacer guardia en las noches, no regresaba a su hogar hasta el próximo amanecer en el que dormía todo el día solo para reparar las fuerzas que una noche sin sueño le quitaba.

Aquella tarde noche permanecía muy tranquila y calurosa en el ambiente exterior de la ciudad. El cielo había adquirido ese matiz naranja muy peculiar y distintivo de esa hora de la tarde en la que el sol se iba ocultando en el inacabable horizonte lleno de añoranza. Las personas anhelaban regresar a la calidez interior de sus hogares por lo que las calles notablemente repletas iban quedando despejadas poco a poco. El reloj casi marcaba la hora del toque de queda para los paseantes y trabajadores pero el inicio de la fiesta para los reyes asesinos de la noche.

Por suerte divina para Jimin cada vez disminuían más los casos de asesinatos a sangre fría y los ajustes de cuentas, aunque los robos y la venta ilegal de drogas y armas no mermaban ni parcial ni totalmente.

El sonido retumbante del teléfono en el escritorio lo hizo pegar un breve salto. Pensar en las musarañas no le ayudaba a estar alerta y en guardia.

Al segundo toque insistente contestó..

—Delegación Dae Jung ¿qué necesita?— expresó con aguda firmeza y claridad en su suave y aterciopelada voz de cantante.

—Jimin, que bueno que contestas— uno de sus mejores amigos y compañero de trabajo se hizo escuchar desde el otro lado de la línea. En su voz era notoria la desesperación y el hundimiento.

—¿Qué pasó Namjoon?— se levantó a regañadientes de su sitio y caminó con notable lentitud hasta la ventana corrediza de cristal.

La gigantesca ciudad completamente iluminada a esa hora de la noche era un gran espectáculo de ver. Se podían observar los autos transitar por las angostas calles casi desiertas. Las escasas personas caminaban de un lado a otro y las enormes y redondas luces que adornaban la autopista se podían divisar desde el último piso de aquel pequeño edificio de siete plantas. Se sentó en el borde del escritorio de madera pulida de su compañero ya que era el que más cerca le quedaba del lugar y aguardó la respuesta de su amigo.

—Las patrullas encontraron algo— informó ya más calmado pero sin disimular la prisa.

—¿De qué se trata?— sus sentidos se agudizaron en ese instante y el sexto de ellos cambió a modo alerta.

—Se encontraban patrullando la zona del Distrito Seo en las áreas abandonadas y encontraron un cuerpo.

—¿¡Qué!?— se levantó rápidamente de su sitio. La consternación cubría su rostro estupefacto— ¿no se suponía que ese lugar estaba siendo custodiado por diez de nuestros agentes?— la manera furiosa con la que se expresó hizo maldecir por lo bajo a Nam. No quería acumular más problemas de los que ya tenían, pero ahí estaba nuevamente, incumpliendo las reglas.

—Disculpa, todo fue por mi causa— apretó su labios y miró a sus compañeros que supervisaban los alrededores.

—¿A que te refieres?— cuestionó; pero en seguida calló en la cuenta— ¿no me digas que les dijiste que se podían ir?

—Lo siento amigo, no pensé que por una noche que este lugar se quedara solo iba a ocurrir un asesinato.

—¡Ese lugar no puede estar descuidado Namjoon!— se encolerizó aún más— sabes la cantidad de muertes que se llevabaron acabo allí cuando estaba solitario. Debido a eso se decidió montar guardia y gracias a nuestros agentes las muertes y asaltos de personas han disminuido; pero creo que no tengo que recordártelo nuevamente porque ya lo sabes. Aunque de nada te sirve, sigues saltando las normas.

—Lo se, no se volverá a repetir— se disculpó en un murmullo. Jimin no podía ver su rostro pero estaba realmente apenado y avergonzado.

—De acuerdo— suspiró para calmar su enojo y se frotó con su dedo índice el entrecejo.

—¿Qué quieres que hagamos?

—Localiza a los peritos y el experto en psicología forense para que estén allí de inmediato. Yo voy ahora para allá— iba a colgar pero se detuvo al recordar algo y llevó nuevamente el teléfono a su oído— ¡ah! Namjoon, que esto no se filtre a los medios o podríamos terminar despedidos por las razones que ya sabes. Nos vemos en unos minutos.

—Está bien— cortó la llamada.

El pelirubio respiró profundo y exhaló todo de una sola vez. Agarró su cuidada chaqueta azul oscuro, misma que le había regalado su padre en el último cumpleaños que habían compartido juntos, tomó las llaves de su auto y se apresuró a salir. No le fue prudente llevar el coche de policía ya que llamaría mucho la atención de personas indeseadas si lo conducía por esas calles.

Llegó al ascensor plateado y pulsó el botón que indicaba el piso uno.

Conforme iba descendiendo más aumentaba el ritmo acelerado de su corazón desbocado. No presagiaba nada bueno y sabía que estaba en lo cierto, su agudo sentido de detective nunca le fallaba

Todo el lugar se encontraba despejado a excepción de los guardias de seguridad que recorrían los pasillos con sus pequeñas linternas recargables para ayudar que su visión. Las guardias que hacía el personal de trabajadores ayudaba mucho a esas personas. Además si dos detectives capacitados se quedaba y atendían los casos o denuncias los demás podían descansar. Pero esa noche precisamente le correspondía a él y a Namjoon. Este último había salido a confirmar el patrullaje de los que comenzaban en ese arduo trabajo pero había tardado más de lo normal, ahora sabía porqué.

Pisó el acelerador hasta que el reloj que marcaba los kilómetros llegó al tope de la velocidad permitida. Avanzó por la poco transitada autopista hasta que se detuvo en su destino final. Dos autos se encontraban en el oscuro y desolado lugar, una patrulla de policía y una camioneta blanca perteneciente al equipo de trabajo de criminalística.

Desabrochó lo más rápido que pudo el cinturón que lo mantenía seguro, se bajó de vehículo y avanzó hasta los cuatro hombres presentes.

La frialdad y humedad del suelo olía a muerte. Arrugó su nariz seguido de su entrecejo y sus ojos se acostumbraron a la poca luminosidad que rodeaba el lugar. El hedor seguramente se impregnaría en sus ropas, era demasiado fuerte. Aquel sitio había sido testigo de numerosas masacres por parte de completos desquiciados que actuaban por dinero. Pero en ello se basaba su labor, en dar fin a tantos asesinatos alevosos.

—¿Cuáles son las causas encontradas hasta ahora?— se detuvo firme e imponente captando inmediatamente las miradas mientras preguntaba al perito encargado de evaluar el parcialmente descompuesto cadáver.

—Bueno, como podrá observar presenta disímiles heridas no tan profundas en el rostro, costillas y torso lo que es señal de que fue golpeado duramente hasta el cansancio— con su brazo derecho extendido iba señalado, sin tocar, los lugares mencionados— la parte trasera de la pierna izquierda fue golpeada para hacerlo caer.

—¿Con el pie?— preguntó pero su observación le hizo saber la respuesta.

—No lo creo, la piel de esa zona presenta marcas notorias— retiró un poco más la tela que cubría esa parte del cuerpo— como esas largas y finas protuberancias que al parecer fueron causadas por algo duro y grueso como un barrote con rayas que destacan.

—La marca en el cuello parece de estrangulamiento— argumentó observando las manchas rojas y púrpuras en esa zona.

—Así es pero no es exactamente el caso. Sospecho que antes de morir le hicieron ese agujero en la frente donde colocaron el botón— apuntó al lugar en el que hacía énfasis y Jimin llevó a ese rincón su mirada inquisitiva— y para evitar que se moviera lo agarraron por el cuello. Los bruscos movimientos por parte de la víctima intentando liberarse seguramente provocaron el signo de estrangulamiento.

—Entiendo, ¿ya has encontrado la causa de muerte?

—Aún no lo se con exactitud— volvió a evaluar superficialmente el cadáver—tendría que terminar el reporte forense porque presenta muchos más daños de los que se pueden observar a simple vista.

—¿Eso que es?— acercó un poco más su rostro al pecho descubierto del hombre.

—Son artefactos giratorios que se utilizan en el perfeccionamiento y tallados de diamantes. Al ser incrustados directo al corazón pudieron ocasionar la muerte instantánea; pero también puede ser una técnica para distraernos y hacernos dudar. Esos punzones pudieron ser incrustados allí después de su muerte.

—Por los disímiles daños hechos en tan poco tiempo me hace pensar que fueron varias personas los asesinos.

—No creo que así sea— apartó su vista del cuerpo inerte y posó los ojos en su supervisor— Todo parece manipulado por una sola persona, eso sí, una muy experimentada; pero pueden haber más involucrados. Sin embargo dudo que más de uno lo haya matado. Si había alguien más presente, que no descarto esa posibilidad, seguramente se tratarían de sus ayudantes o sus hombres velando por su seguridad. No sabemos con qué clase de persona nos estamos enfrentando pero puede ser una organización criminal y el que la dirige pudo ser el asesino. Tengo que investigar más a fondo pero hasta ahora no he encontrado ninguna huella de olor, de calzado o dactilar lo que indica que pudo haber usado guantes, bolsas de plástico en los pies o una máscara en el rostro, todo puede ser posible.

—Muy bien, hágame llegar el informe completo en cuanto esté listo, y por favor, investigue más acerca del botón dorado que tiene en la frente. Necesito saber el material y si fue desprendido de una prenda antes.

—Claro señor.

Una nueva misión ocupaba su estante de carpetas por resolver.

Lo que más llamó su atención fue el botón dorado con dos vástagos que tenía incrustado la víctima en su frente. Perfectamente colocado, lo que lo hacían afirmar e imaginar al detalle con la clase de persona que estaba tratando. Aunque no podía adelantarse a los acontecimientos, esa persona podía cometer un error tarde o temprano y con ello firmaría su sentencia de muerte.

A pesar de todo no podía ocultar su asombro. Nunca había visto nunca algo igual o parecido a eso en toda su carrera, que no era larga, pero si lo suficientemente cargada de casos inusitados como para conocer y empaparse más de los métodos sanguinarios que se llevan a cabo en ese mundo.

Siempre había tratado con asesinos que solo se preocupaban por matar lo más rápido posible y que no fueran atrapados en medio del acto lo que los llevaba a olvidarse de los pequeños detalles como las huellas; pero este parecía ser un especialista. Podría haberse tomado su tiempo en golpearlo, sacarle información sobre algo y hacer el perfecto trabajo de la incrustación, pero no, por sus cálculos el lugar solo había quedado abandonado por diez minutos, alguien de este mundo no le hubiera alcanzado el tiempo.

Sin dudas aquella sería una larga noche para todos pero principalmente para ambos chicos encargados de la investigación.

Luego de revisar en cada intrincado rincón de la oscura escena del crimen y comprobar que no hubieran más cadáveres, Jimin y Namjoon regresaron a la delegación y allí permanecieron toda la noche revisando documentos de casos que estaban en proceso mientras bebían café negro para lograr mantenerse despiertos.

El ambiente no se percibía para nada relajado. La cabeza de Jimin daba vueltas como un carrusel alrededor del tema que lo ocupaba completamente, ese misterioso asesinato.

Toda la noche dándole vueltas al mismo asunto una y otra vez. Él sabía que tenía que haber algo que esclareciera los hechos junto a la identidad del misterioso asesino y sin dudas lo iba a descubrir, por algo era apodado el detective estrella.

Los primeros rayos de luz solar se filtraron por la única ventana con la que contaba la minúscula oficina compartida. Bostezó y se estiró en su asiento. Lo que más deseaba en ese momento era llegar a su casa y dormir por diez horas seguidas.

Cuatro toques en la puerta lo hicieron levantar de mala gana su vista.

—Adelante— se acomodó mejor en su sillón y estrujó sus ojos para despojarlos de todo rastro de sueño.

—Buenos días señor, aquí está el informe forense— le extendió un sobre de papel oscuro, el típico material en el que ocultaban los papeles de oficina.

Su nerviosismo aumentó en cuanto sus mullidas manos sostuvieron los resultados. Esperaba que la exhaustivas pruebas arrojaran algo satisfactorio que mermara su preocupación. Adentró una de sus manos y saco su contenido. Muy pausada y detenidamente comenzó a leer línea por línea.

—¿Esto es todo?— levantó su mirada hacia el hombre de baja estatura que permanecía de pie frente a él mientras fruncía su entrecejo como señal de molestia.

—Lo siento señor, eso fue lo único que pudimos encontrar— suspiró cansado y frotó su rostro con ambas manos— las herramientas en su pecho no fueron incrustadas con fuerza humana, alguien las disparó desde dos metros de distancia con un cañón a presión y no fue lo que ocasiono su muerte. Esa parte de la investigación es confusa; pero había ingerido un dulce antes de morir. Para ser más exacto un pastel de chocolate de cinco centímetros. Analizamos la comida y no tenía ninguna sustancia tóxica o veneno por lo que si murió de ello tiene que ser un producto imposible de detectar en un laboratorio.

—¿Y las huellas?— agitó el papel frente a su rostro.

—No pudimos encontrar ninguna. Todo fue detalladamente preparado. Lo que sí sabemos es que todo se realizó por una sola persona, sin embargo, se protegió bien y no fue hayada ningun tipo de muestra que nos revelara su identidad— hizo una pausa al recordar el dato que le había pedido investigar el detective— el extraño botón incrustado en su frente era de un metal conocido como titanio sin embargo, todo el exterior estaba cubierto por una capa de oro de un milímetro de grosor.

Los ojos de Jimin se abrieron un poco al escuchar tal información. Ahora más que nunca pensaba que ese botón era la clave fundamental de todo.

—La pieza dorada no fue desprendida de ninguna prenda de ropa, fue fabricada especialmente para esa persona. No dudo que si vuelve a ocurrir otro acontecimiento como este el material no sea el mismo, puede ser de otro color también. Puede que el asesino nos esté dando una pista.

—De acuerdo, puedes irte— la frustración y la impotencia le estaban pasando factura. Golpeó fuertemente la mesa con el puño y echando su cabello hacia atrás se levantó de su sitio. Como animal enjaulado comenzó a caminar de un lado al otro de la oficina.

—¿Qué te ocurre? ¿Porqué estás así?— cuestionó Namjoon al ingresar al lugar con un montón de carpetas en sus manos, mismas que dejó en perfecto orden sobre su escritorio.

—¿¡Qué me ocurre!? ¿En serio estás preguntando eso?— dejó de caminar y se detuvo frente al contrario— esto se me está saliendo de las manos. Vamos a tener que hacerlo público y prepararnos para recibir la sanción correspondiente.

—¿Porqué dices eso?.

—No se encontró ningún tipo de huella ni en el cadáver y mucho menos en la escena del crimen. Estamos ante un profesional y solo me queda buscar alguna pista mediante sus familiares y amigos, esto no se puede quedar así.

—Bien, ¿qué quieres que haga?

—Primero necesito que me traigas todos los datos de la víctima, y con todo me refiero a todo, donde vive, si tiene esposa, hijos. Luego visita la dirección y cuéntale todo lo ocurrido a nuestro jefe, el sabrá que hacer, eso es todo por ahora.

—¿No vas a ir a descansar?.

—No puedo pensar en eso ahora que no sabemos quien está detrás de este asesinato y si va a representar un peligro potencial para la tranquilidad ciudadana.

—De acuerdo, me pongo en ello.

El Moreno abandonó el lugar de inmediato y Jimin volvió a retomar su actividad anterior, recorrer toda la oficina y abrir un surco en el suelo de esta.

Su cerebro maquinaba algo con lo que pudiera atrapar al culpable. Sabía que era muy difícil ya que no había dejado rastro alguno.

Pero en ese instante una idea brillante titiló en su mente. Él no había revisado la ropa de la víctima, allí tendría que haber algo que relajará sus dudas.

Agarró las llaves del coche patrulla y se dirigió al hospital forense que se había encargado del peritaje y buscó al doctor con el que había hablado tiempo atrás.

—Doctor necesito que me muestre la ropa y las pertenencias de la víctima— demandó justo al estar frente a él.

El rostro exaltado de Jimin hicieron frenar al médico todas las preguntas que tenía para hacerles. A ellos no se les tenía permitido mostrar las evidencias físicas sin una orden, esas eran las reglas pero él por ayudar las rompería.

—Está bien, sígame— caminaron por un estrecho pasillo cubierto de puertas grises a ambos lados. Doblaron a la izquierda y entraron a una de las instalaciones donde guardaban las pruebas.

El doctor tomó una bolsa de plástico con el número ochenta en ella y se la entregó a Jimin, luego de esto el de bata blanca abandonó el lugar.

El pelirubio se colocó guantes de goma en sus manos y sobre una mesa esparció todas las pertenencias del asesinado.

Pero nuevamente su atención cayó sobre el botón dorado que había estado incrustado en la frente del hombre y que ahora yacía frente a él.

Lo tomó con sus flácidos dedos y lo examinó cuidadosamente con una lupa.

Sus ojos se abrieron a tope en cuanto divisó un minúsculo rollo de papel en uno de los vástagos del botón.

Ayudándose con una pinza sacó el pequeño pergamino.

¿Cómo era posible que en algo tan pequeño pudieran ocultar algo?

La extendió con sus dedos cuidando de no romperla y un código o un mensaje escrito con letras y números adornaban el papel.

N0 73 M3745 D0ND3 N0 73 LL4M4N P0R9U3 PU3D35 53R 7U L4 PR0X1M4 V1C71M4.





Hola mis amores. ¿Cómo están?. Mil disculpas por la tardanza pero como la mayoría de ustedes conocen ya comencé con la universidad de forma presencial y no me iba a imaginar que me llenarían de tareas con vista a prepararnos para los exámenes. Aquí les dejo un nuevo capítulo, espero que les guste. Para los que también están leyendo Mutación, pienso subir un capítulo el sábado. Hasta luego y cuídense mucho. 😘😘😘😘😘😘😘💜💜💜💜💜💜💜

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