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Era justo media noche y reinaba el silencio en aquella fábrica en deterioro cuando tres chicos se arrastraban por el suelo verde y húmedo del lugar.

Habían dado por iniciada la misión y ya no había retroceso.

Jungkook, como siempre, iba a la cabeza del grupo mientras que Jimin y Hoseok, uno a cada lado del pelinegro, se encontraban un poco detrás cuidando los flancos y la espalda de su jefe.

Habían destinado tiempo, un poco antes de comenzar, para adentrarse en el pequeño bosque y buscar algo que les sirviera de camuflaje. La búsqueda no duró mucho y les fue fácil encontrar hojas muy semejantes al suelo por el que iban a atravesar.

Aprovechaban el giro de las cámaras en dirección contraria a ellos para avanzar. No era un proceso nada fácil. Debían tener paciencia porque cualquier paso en falso estropearía la poca ventaja que llevaban.

—No estoy muy seguro de que esto funcione— susurró Hoseok a su jefe.

—Callate si no quieres que nos descubran.

—Perdón señor pero sigo creyendo que la otra opción era la mejor.

—Si era la indicada o no, no lo podemos saber. He decidido esta porque me parecía menos arriesgada, en breve comprobaremos su efectividad. Por ahora procura no hablar mucho.

Siguieron arrastrando sus cuerpos por el duro suelo mientras podían.

Arriba, la luna les proporcionaba la claridad que necesitaban para distinguir los alrededores cercanos. La brisa fría secaba sus gargantas al respirar. Y todo aquello mezclado con los nervios no jugaba a su favor.

Cuando llegaron a la pared más cercana y cuidando de no ser centro de atención para las cámaras se pusieron de pie. Caminaron con la espalda pegada al hormigón justo como habían planeado.

El silencio acompañado del ensordecedor cantar de los grillos ponían cada vez más nervioso a Jimin. Quien, ayudado por su respirar y confianza de que todo saldría perfecto, intentaba calmarse.

Confesaba que en ninguna de sus misiones anteriores había estado tan intranquilo como ahora. Seguramente se debía a que tenía mucha seguridad en su trabajo más no en lo que iba a hacer.

Cuando llegaron al sitio por el que iban a subir no podían decidirse quién iba a tomar las riendas e ir primero.

—No es momento para pensar. Hoseok vas a ir delante, Jimin en el centro y yo seré el último.

—Pero señor, es más conveniente, por su seguridad que valla al centro.

—No hables más y has lo que te digo.

—Como diga señor.

Y así lo hicieron. Jimin no entendía el afán de Jungkook de tomar el último puesto. Todo lo que decía Hoseok tenía mucha razón. Él estaría en peligro en ese lugar si fueran descubiertos. Muy en el fondo quiso pensar que era para protegerlo a él pero desechó esa idea tan absurda de su cabeza.

Subieron cuidadosamente sujetos por el metal incrustado, perfectamente, en el hormigón hasta el piso más alto y se arrastraron nuevamente hasta la escalera que conectaba con el interior de la fábrica.

No habían tenido ningún contratiempo. Todo estaba saliendo muy bien, solo esperaban que continuara de ese modo.

Bajaron las escaleras cuidándose las espaldas entre ellos.

El interior del lugar no tenía nada que ver con el exterior. Este estaba en perfectas condiciones. Parecía que había tenido una remodelación hace poco. Se habían esmerado en la decoración y sin mediar gastos.

—Lastima que todo esto les dure tan poco— susurró fríamente al oído de Jimin el cual se sobresaltó un poco al sentir aquel aliento cálido que ya había probado.

Pero sabía que era para recordarle lo que tenía que hacer. Que tenía que matar a una persona para demostrar su lealtad. Por un momento, en aquella especie de juego encubierto, se le había olvidado su cometido, pero, para eso precisamente estaba el pelinegro para recordarle todo lo que por instinto quería olvidar.

Al llegar al segundo piso se escondieron debajo de las escaleras y revisaron el plano. Según el mapa la parte más importante del lugar se encontraba en el primer piso. Jungkook supuso que allí sería el lugar más estratégico porque se encontraba cerca de los túneles. Por lo tanto debían seguir el rumbo de la entrada de los mismos. Lo más probable es que allí se hayara la persona que estaban buscando.

—Tenemos que seguir— susurró Hoseok mientras salía de primero.

Luego le siguió Jimin y por Último Jungkook. Todo el sitio estaba aparentemente despejado. No habían cámaras en el interior, seguramente por motivos de seguridad y de que nadie que se infiltrara pudiera encontrar el torcido.

Pegaron sus espaldas a la pared y caminaron hasta donde terminaba el pasillo y se hacía necesario girar.

Recordando el mapa doblaron a la izquierda pero retrocedieron rápidamente. Jungkook había tenido razón desde un principio e iban por el camino correcto. Solo que ahora tenían un problema, deshacerse de dos matones que custodiaban la puerta del jefe.

—¿Le pusiste el silenciador a tu arma?— le preguntó Jungkook a Hoseok.

—Si, jefe. Solo tiene que decir que hacer y nosotros lo hacemos.

—Vamos a salir de golpe y les disparamos al instante. Los tomaremos desprevenidos por lo que no les dará tiempo a reaccionar— ordenó Jungkook mientras peinaba su cabello con sus dedos.

—Luego puedes ponerte el uniforme de uno de ellos y haces todo según lo planeado— intervino Jimin quien recibió una mirada de alerta por parte de Hoseok.

—Exactamente. Cuento con tu destreza Hoseok. Sabes que confío en ti— lo incentivó el pelinegro.

—De acuerdo, así lo haré. ¿En dónde nos vemos?

—En el sitio donde dejamos el coche en veinte minutos.

—Muy bien.

—A la cuenta de tres salimos y disparamos— dijo Jungkook sujetando fuerte el arma en su mano.

Hoseok asintió.

—Uno...

Jimin sentía mucho miedo por primera vez en su vida. Esperaba el éxito de toda aquella locura en la que estaba jugando y solo lo obtendría haciendo lo que le habían ordenado.

—Dos...

La presión del aire lo estaba asfixiando. Desajustó el cuello de su camisa y soltó un botón. La adrenalina corría por su cuerpo y la aprovecharía al máximo.

El Jungkook pasivo de casa había desaparecido para dar lugar al hombre sexy y cruel que todos temían.

—¡Tres!

Salieron al descubierto y con ágiles movimientos dispararon a quemarropa a los dos hombres que murieron sin saber lo que ocurría.

—¡Rápido Hoseok!, has lo que hemos planeado. Estamos en tus manos. Nos vemos afuera— lo apuró Mr Gold mientras tomaba a Jimin de la mano— si en veinte minutos no salimos ya sabes a quien recurrir para los refuerzos.

—Así será— afirmó Hoseok mientras desvestía a toda prisa a una de las víctimas.

—Es nuestro turno, detective— lo miró a los ojos cuando pronunció aquellas palabras, palabras a las que Jimin solo le quedaba asentir.

Y aún tomados de la mano, Jungkook pateó fuertemente la puerta y está calló de bruces dejando perplejo al hombre de corbata que se encontraba detrás de un escritorio.

—Buenas noches lamento interrumpir, pero la muerte me ha hecho un encargo que tengo que cumplir. ¿No es así cariño?— dirigió su negra mirada hacia el rubio.

¿Cariño?

Si, esa palabra había salido de los labios de aquel hombre tan perverso. Y Jimin no supo porque pero aquello le dio la fuerza que necesitaba para despertar una parte de él que no conocía.

—Así es, amor.

Se miraron y sonrieron como nunca, pero no una sonrisa amigable sino todo lo contrario. Una sonrisa de complicidad suicida acababa de abrazar al rostro de Jimin para siempre.

¿Qué sucederá en ese lugar? Lo sabrán en el próximo capítulo...las quiero.

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