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La desesperación había comenzado a apoderarse de su raciocinio. Ya no hacía nada más que dar vueltas de un lado al otro de la habitación. Misma que poco a poco comenzaba a encogerse y a asfixiarlo dentro de sus cuatro murallas.
Habían pasado dos días desde la última conversación que había tenido con Jungkook y la situación no había acabado nada bien.
No lo había vuelto a ver, solo mandaba a aquel hombre para que le diera su comida, nada más.
Pero si había algo bueno de todo aquello era que el tiempo le sobró y pudo pensar en que hacer y como hacerle frente al problema en el que se había metido.
No vinculó sus escasos sentimientos, si es que en ese transcurso de tiempo llegó a sentir algo. Se dijo a sí mismo que todo saldría mejor si pensaba las cosas con la cabeza y así decidió hacerlo.
Justo aquel día estaba decidido a hablar. Ya no aguantaba más el encierro y lo que estaba por hacer le salvaría la vida y su trabajo.
Respiró hondo, humedeció sus labios y se puso de pie. Pegó varios saltitos en el lugar tratando de disipar el nerviosismo y cualquier rastro de angustia de su rostro. Quería borrar las señales de mentira que su semblante pudiera mostrar.
Caminó hasta la puerta y tocó varias veces pero nadie respondió.
—¿Podrían abrir la maldita puerta de una vez?— gritó desde dentro mientras golpeaba una y otra vez la dura madera con sus nudillos.
—¿Y ahora que quieres?— se escuchó la voz de aquel hombre desde el otro lado— no sirve de nada que hagas este tipo de escena, nadie te va a escuchar. Cuando el jefe toma una decisión nada puede hacerlo cambiar de opinión, así que te aconsejo que te mantengas calladito.
—Me importan una mierda tus consejos, dile a tu jefe que quiero hablar con él, ¡ahora!.
Escuchó una risa tímida y luego todo quedó en silencio.
Esperó por largas horas y Jungkook no apareció. No entendía que estaba pasando, puede que ese hombre no le dijera nada, pero descartó esa idea porque el pelinegro era su jefe y tenían que darle las ordenes. Optó por pensar que Mr Gold se estaba haciendo el duro. Sonrió, si el contrario se estaba haciendo de rogar, pues él también lo haría, total, no tenía nada que perder en aquel momento.
El día siguió su curso normal y Jungkook no apareció. Jimin se cansó de escarbar la habitación con su caminar y se dejó caer en la cama, exhausto, se quedó dormido. Sin embargo su mente no lograba descansar y en ese estado de letargo su subconsciente reproducía imágenes de lo sucedido una y otra vez pero con un tono más rojo de lo que en realidad era.
Casi en la inconsciencia sintió un frío roce en su rostro y su alarma protectora se activó haciéndolo sentar de un salto. El corazón golpeaba su pecho como nuestra mano aporrea una puerta pero sintió un poco de alivio al ver que se trataba de Jungkook.
—Me asustaste, pensé que no ibas a venir— quitó la sábana de su cuerpo, se puso de pie y prendió la luz.
—Tenía mucho trabajo, por eso no pude venir antes— sonrió mientras se levantaba de la cama en la que antes se había apoyado.
—Yo creo que más bien no tenías ningún interés en escuchar lo que tenía que decirte o querías que esperara todo el día como idiota.
—¿Cómo crees?— se hizo el ofendido poniendo una de sus manos en su pecho— aunque, esperar era tu único remedio porque aquí no puedes hacer otra cosa— miro a los alrededores y luego posó sus ojos en el seño fruncido de Jimin.
El rubio tuvo que respirar hondo para calmar su carácter y no cagar todo lo que tenía planeado.
—Si, tienes razón, como estoy encerrado no tengo nada más que hacer— presionó fuertemente sus labios.
—Y bien— se plantó frente a él— ¿qué tenías que decirme tan urgente para que Hoseok mencionara la palabra "ahora"?
Jimin sonrió cínico.
—Esa palabra la utilicé yo, pero ya veo que no surtió ningún efecto.
—Deja que te aclare algo para que me conozcas un poquito mejor— cruzó sus brazos sobre su pecho y luego de mirar fijamente el rostro de Jimin, dijo:— conmigo un si es un no y un no es un si.
—Descuida, ya me ha quedado bastante claro— caminó hasta el pequeño sofá que había junto a la ventana y se sentó en él.
—¿Vas a hablar o no?, tengo muchas cosas que hacer y estoy perdiendo el tiempo.
—Muy bien, solo...— meditó dos segundos y tomó fuerzas para seguir— quería decirte que no voy a ir a ningún lado. Por fin comprendí que esta alianza me traerá muchos beneficios, y aunque también sé que tiene sus consecuencias, estoy dispuesto a afrontar todo.
Esas eran las palabras exactas que quería escuchar el pelinegro, por eso Jimin se había pasado horas escogiandolas con sumo cuidado. Al parecer había funcionado debido a la gran sonrisa que mostraba el rostro del Jungkook.
Aquella conversación que habían tenido en días pasados lo había dejado pensando. No tenía ni idea de porqué había salido a flote su padre y estaba dispuesto a averiguar todo así pusiera en peligro su vida y se jugara su trabajo.
—Veo que has escogido el camino correcto, pero aún así, no creo ni media palabra de lo que ha salido de tu boca— entrecerró sus ojos mientras estudiaba los gestos del detective.
Jimin tenía que admitir que el pelinegro tenía otro sentido que estaba alerta siempre, pero ahora no podía echarse para atrás. Tenía que convencerlo.
—Se que para ti es muy difícil creerme porque no nos conocemos del todo. Pero he estado pensando mucho estos días acerca de esa alianza y estoy de acuerdo en que me traería muchas ventajas en cuanto a mi vida profesional. Por eso no voy a dejar pasar esta oportunidad.
El contrario levantó una deja inquisitivo.
—Que rápido cambias de parecer. Hace unos días me llamabas psicópata por proponerte semejante barbaridad, según tú. Así que ahora no se que creer. Pero ¿sabes qué?— se acercó y se sentó frente a él, justo en el espacio libre que había en el sofá— tengo una manera para que me pruebes tu lealtad.
En ese instante y al escuchar esas palabras, sintió miedo, pero tenía que tragarse todo y escuchar.
—¿De que estamos hablando? ¿Se trata del caso de Jin Hyun?
—De eso ya se está encargando la policía, parece que fue de mucha ayuda el informe que les enviaste, no falta mucho para que termine la investigación. Esto es otro asunto.
—Muy bien, te escucho.
—Me llegó un rumor de que hay una organización del otro lado de la ciudad que se dedica a la prostitución infantil. ¿Y sabes que?, ese tipo de ratas no me las tragó. Mañana por la noche saldremos a investigar en donde está el agujero en que se menten.
—¿Y que quieres que haga yo?
—Demostraras la verdad de tus palabras con esto— sacó de la cinturilla de su pantalón una de sus armas y la colocó delante de Jimin— quiero que mates al jefe de la organización con esto— la acercó más a él— y lo harás conmigo presente.
Las piernas se le aflojaron. El corazón galopaba desbocado mientras su garganta se apretaba. Ahora sabía precisamente en dónde estaba metido y que no iba a salir muy fácil.
Aquel asesino lo miraba con inquisición esperando como un halcón, a que cometiera un error y así tener la escusa perfecta para meterle una bala en la frente.
Ya estaba embarrado hasta las orejas y no podía limpiarse. Tenía que hacer lo que aquel hombre le pedía solo para conseguir las respuestas que tanto buscaba, porque eso sí, las incógnitas de su padre que habían salido a flote tenían que tener un porqué.
Y quien sabe, puede que llegara a descubrir cosas que nunca en su vida se hubiera imaginado.
¿Por qué?, simplemente porque la familia a veces no son lo que parecen. Hoy pueden demostrarte todo su amor o aprecio y mañana, cuando estan en apuros o necesitan salvarse te hunden a ti sin ningún remordimiento.
¿Qué pasará cuando Jimin descubra todo y se entere de que lo que pensaba que era ya no es?: pues una verdad que no sabía lo alegrará, aunque esa verdad estará cargada de mentiras que nunca pensó escuchar de esa persona.
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