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Creía haber entendido mal. Definitivamente tenía que ser así a no ser que al contrario le divirtieran las bromas de mal gusto.

No se permitía jugar con algo así y mucho menos aceptaba que utilizaran sus sentimientos como fuente de diversión.

No se callaría aún sabiendo que la persona frente a él no era alguien para tomar a la ligera.

—No te permito que metas a mi familia en esto— se le enfrentó sin ningún miedo. Aquel desaparecía cuando mencionaban a sus seres queridos.

Jungkook se levantó frenético de su silla. Sus manos apretadas en puños sobre la madera del escritorio amenazaban con romper el fuerte material.

—Tú, a mí, no me prohibes, nada— escupió las palabras con ira e imponencia.

Pero Jimin no sintió miedo, todo lo contrario, el valor se apoderó de su cuerpo y tuvo que aprovecharlo, tenía que aprovecharlo. No iba a permitir que nadie pasara por encima de él y mucho menos un asesino por los cuales sentía odio.

Aún se cuestionaba si había tomado la decisión correcta, trabajar con él tenía sus ventajas pero eran muchas más las pérdidas que las ganancias.

—Muy bien, tienes razón, yo no soy nadie para decirte que hacer y que no. Así que es mejor que yo me valla, no tengo nada que hacer aquí— giró sobre sus talones dispuesto a irse pero algo lo detuvo del brazo.

Miró hacia atrás y estaba el pelinegro sosteniéndolo. Intentó safarse pero el agarre era muy fuerte y utilizar sus habilidades de combate no sería nada favorable.

—¡Sueltame! Acabamos de romper el pacto, déjame ir— frunció gravemente su seño para denotar cierta intimidación pero con Mr Gold nada parecía funcionar.

—Estás en mi casa, bajo mi techo y eso incluye también mis reglas. Te vas de aquí cuando yo lo decide no cuando a ti te de la reverenda gana.

Esas palabras hicieron a Jimin estremecerse por dentro. Nadie le había hablado con tanta autoridad, ni su madre y mucho menos su padre.

Las palabras antes dichas volvieron a ocupar su cabeza y no pudo pensar en nada más.

—¿A qué te referías con lo de mi padre?— preguntó. El Fuerte agarre se mantenía aprisionado todavía en su brazo.

—A su debido tiempo lo sabrás.

—Quiero saber ahora— demandó.

—Mi casa, mis reglas, ¿lo olvidas?

—Muy bien, entonces me voy— agitó fuertemente su brazo atrapado y logró quitarse de encima a aquel hombre.

Pero cuando bajó la manecilla de la puerta que lo haría salir de ese sitio dos grandes manos lo tomaron por los hombros y lo estamparon contra la pared. Su espalda estalló en dolor por el impacto pero cuando abrió los ojos su alma calló al cálido suelo y se derritió en él.

Lo último que se imaginó fue lo que ocurrió.

El frío y áspero carácter del hombre que tenía frente a él desapareció en cuanto la máscara que cubría su rostro fue retirada.

Si, se había quitado la máscara permitiendo a Jimin ver su rostro.

El pelirubio quedó impactado con lo que veían sus orbes. Y toda la maldad que salía de la boca de Mr Gold quedó opacada por el rostro aniñado de una persona a la que veía totalmente diferente.

—¿Qué haces? ¿Porqué lo hiciste?— preguntó refiriéndose a el cambio tan repentino que había experimentado su humor.

—Mostrarte lo que tanto querías ver.

Le extrañó pero lo comenzaba a ver diferente ahora que conocía su rostro.

—¿Cómo sabes que era tú físico lo que quería ver?— la cercanía entre ambos era evidente y el corazón de Jimin comenzó a dar los primeros síntomas de nerviosismo.

Continuaban muy pegados. Jungkook lo había inmovilizado primero con las manos pero ahora lo hacía con su cuerpo y le gustaba, si que le gustaba.

—Porque tu mirada me lo pedía a gritos. Sabía que querías un voto de confianza y aquí lo tienes, te he mostrado mi rostro, solo Hoseok y tú lo han visto.

—Está bien, pero, lo que no entiendo es porque a mi. Sabes que soy policía, puedo ofrecer un retrato hablado y movilizar todos para que te capturen.

—Lo se. Aún así de nada te serviría. Nadie a visto mi rostro así que sería imposible localizarme.

Sus alientos se mezclaban y la tensión y el deseo se hacían cada vez más fuertes.

—Tienes razón pero la máscara si la han visto y yo la tengo memorizada— su corazón latía fuerte dentro de su pecho mientras observaba al contrario devorar sus labios con la mirada.

—¿Piensas que voy a sitios públicos con la máscara?— se caracjeo por lo bajo— yo simplemente no voy a sitios públicos ni a ningún otro lugar. Tengo el dinero suficiente para cumplir todos mis caprichos desde la comodidad de mi casa.

—¿Porqué me estás contando todo eso? ¿Acaso admites que has matado a todas esas personas?

—Yo no he dicho eso, tampoco tengo que admitir algo que no he hecho.

—No mientas— su enfado comenzaba a resurgir.

¿Cómo tenía el descaro de engañarlo y jugar con él en su propia cara?

—No lo hago, esa es toda la verdad. Digamos que la persona que tienes delante es una que pocos conocen. Incluso las puedo contar con esta mano— levantó su brazo derecho y le mostró— y me sobrarían dedos— colocó la misma en la mejilla del rubio y acarició la piel suave de esa zona.

La respiración de Jimin se cortó ante ese acto tan íntimo y tragó saliva.

—También se que no me vas a denunciar, tú no quieres que me capturen— sus caricias subieron por la pequeña nariz de Jimin hasta sus cejas las cuales peinó con delicadeza.

—¿Porqué?— su voz era inestable. Los latidos frenéticos de su corazón le impedían pronunciar palabras.

—Porque te convengo. Nos convenimos.

Jimin sabía a que se refería pero por primera vez en su vida quiso pensar la otra variante. Sin embargo, quiso aprovechar el momento y ver que otra información privada podía obtener.

—¿Cómo te llamas?

El pelinegro sonrió. La misma cegó a Jimin. Se preguntaba como era que un hombre podía ser tan perfecto. Ojos negros y profundos. Cabello color azabache. Nariz y boca pequeñas bien perfiladas. Sonrisa encantadora. Un hombre de cuentos de hadas.

—Jeon Jungkook, ese es mi nombre.

Jimin no pudo evitar sonreír. No sabía que le estaba haciendo aquel hombre pero sin dudas lo asustaba porque era algo que nunca había sentido antes.

—Encantado de conocerte Jungkook.

Decidieron que aquel sería el comienzo de una nueva relación, pero...¿amistad o amor?.

Cuando los caminos de dos personas se entrelazan pueden pueden surgir cosas lindas pero también desgracias y ahora que sus vidas se juntaron un camino con muchas piedras está a la vuelta de la esquina.

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