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Dedicación especial a una amiga muy querida @vilu2223 que en días pasados estuvo de cumpleaños. Muchas felicidades. Te deseo lo mejor de este mundo.
Mientras corría sus torpes pies se enredaban con las ramas sobresalientes de los robustos y mohosos árboles de aquel inmenso bosque en el que se encontraba y al que no sabía como había ido a parar. Aún así se levantaba una y otra vez. Tenía miedo, mucho miedo, nunca se había sentido así, solo sabía que lo estaban persiguiendo y que tenía que huir.
El sonido de una bala se escuchó y su corazón dio un martillazo en su pecho pero pasados dos segundos sintió alivio inmediato porque la misma no se había impactado contra su cuerpo.
Siguió su feroz carrera en medio de la penumbra de los alrededores hasta que un fuerte impacto lo hizo caer de bruces y estampar un lado de su rostro sobre la tierra empedrada.
El pánico lo azotó y trató de girarse pero le fue imposible.
Alzó su cabeza y apoyó sus codos tratando de levantarse pero alguien un poco familiar con una particular máscara dorada se hallaba a pocos pasos y le apuntaba con un arma.
Abrió mucho los ojos cuando observó que el asesino comenzaba a retirar su máscara. Los nervios lo poseyeron en ese instante. Estaba a punto de descubrir quién se escondía detrás de esa personalidad fría y aterradora pero una luz cegadora lo dejó sin visión cuando abrió los ojos de golpe.
Estaba soñando...
Maldijo internamente, ¿porqué siempre se tenía que despertar en los momentos más cruciales?
—Que bueno que despiertas— una voz gruesa e imponente llenó sus odios y se sentó con un poco de pisa en la cama, lamentando la acción de inmediato, ya que una fuerte punzada le recorrió la espalda. Hizo una mueca de dolor.
Ese hombre estaba frente a él.
Era el mismo con el que había hablado hacía varios días atrás y con el que había acabado de soñar.
—¿En donde estoy y porque estás aquí?— preguntó renuente tratando de sentarse en el borde de la cama con ayuda de sus brazos pero el dolor era insoportable en su pierna y hombro.
—Estás en mi casa— su voz fría no mostraba ni un ápice de amabilidad. Cruzó sus piernas y colocó sus dedos índice y pulgar en la barbilla de la mascara.
—¿¡Qué!? ¿Cómo que en tú casa? ¿Qué hago yo aquí?
—¿No recuerdas nada?
Frunció el seño y bajó su azulada mirada a su regazo. No recordaba nada.
—No, ¿qué pasó?— volvió a fijar sus orbes a los oscuros del artefacto dorado.
—Te dispararon dos veces mientras hacías tú trabajo, yo te encontré y te traje a mi departamento.
El shock lo golpeó fuerte hasta dejarlo sin habla, ¿le habían disparado? No, eso no podía ser cierto. La verdad era que todos los recuerdos se habían esfumado de su cerebro y nada estaba claro para él.
—¿Desde cuando estoy aquí?— quería esclarecer todas las dudas de su atrofiada mente.
—Ayer ocurrió todo.
Su preocupación tomó partida de su cuerpo, seguramente Namjoon estaba buscándolo, estaría muy preocupado.
—Tengo que irme— afirmó poniéndose de pie. Con uno de sus brazos se sostuvo firme de la pared, estaba muy débil pero no quería mostrarlo.
—No vas a ningún lado— sentenció imitando la acción de Jimin— estamos en Seúl y no estás en condiciones de viajar, tienes que recuperarte.
¿En Seúl? ¿Había viajado a Seúl?
Capturó su labio inferior. Todo lo ocurrido era muy confuso y borroso para él. Se sentó nuevamente en la cama y restregó con ambas manos su rostro en señal de frustración.
—Te voy a contar lo que ocurrió, tal vez así recuerdes algo— expresó el hombre frente a él.
Jimin levantó su cabeza y volvió a fijar su atención en la máscara.
Jungkook comenzó a narrar todo desde el inicio y el pelirubio escuchaba con atención.
No podía creer que aquel hombre al que consideraba un asesino lo había estado vigilando, lo llenó de rabia saber aquello pero calló. Lo que menos quería era desatar una discusión cuando en realidad esa acción le había salvado la vida.
Mientras escuchaba cada palabra su visión despertó su curiosidad. Quería saber cómo era su rostro. Si tenía ojos grandes o muy rasgados y pequeños o de que color eran. Su nariz no parecía ser grande por los rasgos definidos de la mascara. Y su boca, ¿cómo sería su boca?.
Estaba soñando de más, de eso no habían dudas.
—Y bien, ¿recuerdas algo ahora?— preguntó al terminar su corto relato.
—Solo que aquella señora quería que me fuera de allí, dijo que corría peligro— apretó sus labios y miró al piso. La posición fija del contrario lo intimidaba.
—La tienen vigilada por eso actuó así, estaba protegiendo a sus hijos y también a ti.
—¿Porqué la tienen vigilada? No comprendo.
—Ella sabe muchas cosas que el mayor involucrado no quiere que salgan a la luz— cambió su posición y colocó un brazo sobre el costado del sillón negro en el que reposaba.
—Yo creo que tú sabes más que ella.
Jungkook sonrió misma que Jimin no pudo ver pero que si sintió en su voz.
—Tienes razón, sé más de lo que digo— se inclinó hacia adelante y apoyó sus antebrazos sobre sus rodillas— por eso nuestra alianza te conviene mucho más a ti.
—Que sepas mucho no quiere decir que te hayas enterado por una fuente legal— alzó una de sus semipobladas cejas marrón.
El pelinegro no se pudo contener y soltó una carcajada que retumbó en todo el pequeño espacio de la habitación.
—Eres muy creativo con las palabras, ¿te lo habían dicho?— recostó su espalda en la parte trasera.
—Si, me lo acaban de decir.
El silencio reinó en la habitación acompañado de un pesado ambiente. Ambos se miraban y ninguno quería apartar los ojos del otro.
—Necesito llamar a Namjoon, tiene que saber que estoy bien— rompió la nube de electricidad que los envolvía cuando aclaró su garganta.
—De acuerdo— del bolsillo interno de su chaqueta sacó un pequeño móvil blanco— se breve, yo iré a buscar al médico para que revise tus heridas— le entregó el artefacto y salió por la puerta cerrándola detrás de él.
Jimin marcó rápidamente el número de su amigo y a los dos toques respondió.
—Aquí Nam.
—Soy Jimin.
—¡Por el amor de Dios! ¿Se puede saber en dónde te has metido? Llevó horas llamándote y no me contestas— el tono molesto en su voz se podía percibir a través de la línea telefónica.
—Me dispararon, pero ya estoy bien, no te preocupes— se levantó y observó por la ventana la tarde caer.
—¿¡Cómo que te dispararon!? ¡dime ahora mismo donde estás y voy por ti!— se escuchó el sonido de unas llaves al moverse.
—No se donde estoy.
—¡Maldita sea! ¿¡te secuestraron!? ¿Es eso?
—Claro que no ¿si así fuera no estaría hablando contigo?
—¡Me puedes explicar de una maldita vez que pasó! No me hables con acertijos.
—Cuando fui a tomar la declaración a Seúl tenían vigilada a esa mujer y al interponerme me llevé dos tiros— humedeció sus labios.
—Pero, ¿estás bien?
—Si, no te preocupes por mi, me encontraron y me estoy recuperando.
—¿Quién te encontró?
¿Porqué tenía que ser tan preguntón?, pensó. No tenía otra opción más que la verdad.
—El mismo del acuerdo— dijo de mala gana, sabía que le esperaba un sermón.
—¿El de la mascara dorada? ¿Ese asesino? ¿Pero cómo es posible? No se supone que habías denegado esa petición. ¿Qué hacía el allí para que te encontrara?
—Ahora no puedo hablar. Nos vemos dentro de unos días, entonces así sí te contaré todo.
—¡No cuelgues Jimin! No se te ocurra ¡dime dónde estás y ahora mismo voy a buscarte.
—Lo siento Namjoon, adiós— y sin más colgó.
Tenía muchas cosas que resolver con el pelinegro y no se presentaría otra oportunidad como aquella.
Quería descubrir en qué oscuro mundo se hallaba sumergido y que clase de negocios sucios llevaba, porque eso estaba más que claro.
Mientras tanto, del otro lado de la puerta un Jungkook sonriente festejaba internamente esas palabras que tanto había querido escuchar.
Pasaría unos días con su koneko, quien sabe si se convertían en más que eso...en más que días.
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