Contrarreloj
Antes de subir al helicóptero sintió la imperiosa necesidad de darse la vuelta y decirle a Seth que estaba enamorado de él, más se contuvo porque la relación que tenían hasta ahora no le habían puesto nombre, el sexo lo disfrutaban pero...
¿Qué había de los sentimientos?
¿Seth no pensó que tanto tiempo compartido uno de los dos comenzaría a desarrollar sentimientos amorosos ó es que sólo lo veía como una simple diversión y luego lo desecharía como si fuese un trapo?
Horus no tenía previsto enamorarse ó tal vez sí, desde el primer momento que lo vio frente a él y le sonreía arrogante, su corazón dio un vuelco, aquellos ojos granate habían atrapado su noble corazón, adoraba cada una de sus facetas, lo volátil que podía ser de un momento a otro.
Las horas que duró el viaje se la pasó distraído, su mente hecha un lío, de vez en cuando miraba a los costados el paisaje que cambiaba notablemente, de árboles frondosos y altos edificios a un desierto extenso, sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Geb que a través de los auriculares indicaba que habían llegado a la base militar de Afganistán.
Fueron recibidos por el general de brigada Saquim, un hombre alto de duras facciones, cabello negro y una barba recortada que lo hacían ver imponente, fueron dirigidos a la zona oeste donde tenían su sala de operaciones y tácticas, por medio de un mapa se les explicó el terreno, las zonas donde eran atacados por rebeldes, Geb acordó con el general que harían un recorrido de reconocimiento al siguiente día en cuanto el sol hiciera su aparición en el horizonte, por ahora sólo les quedaba descansar.
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Su mente se ocupaba en entrenar y luego acatar las órdenes de sus superiores, pero en la noche, cuando descansaba tras un extenuante día sus pensamientos y suspiros iban dirigidos a Seth, se preguntaba si también lo extrañaba y pensaba en él.
La duda seguía latente, como una molesta espinita clavandose más profundo, sabía que sólo había una forma de aclarar las cosas y costara lo que costara la tendría en cuanto volviera a Estados Unidos, si la relación que hasta ahora tienen era formal ó sólo un juego que debía terminar en ese instante.
Suficiente tenía con el rechazo de sus padres y ahora uno donde estaba de por medio sus sentimientos lo llevaría a una profunda decepción, porque quedaría como el tonto que se enamoró y se ilusionó cuando sólo era una follada más del montón.
Nada relevante había sucedido en los siguientes días, es como si se hubieran frenado los ataques de los rebeldes, al parecer su semana en la base militar sería tranquila, sólo tres días más y podría volver, pero justamente aquella mañana se levantó con un malestar, una desesperación que no tenía explicación, creyó que se le pasaría con el pasar de las horas más aquella sensación sólo aumentó cuando hicieron su recorrido de rutina.
Habían avanzado 20 kilómetros cuando desde diferentes direcciones se vieron rodeados por rebeldes en camionetas todo terreno que iban a la par suyo queriendo embestirlos y hacerlos volcar pero los conductores atentos en todo momento supieron maniobrar para evitarlo, de inmediato los disparos al aire comenzaron, el contraataque por parte de ambos bandos.
Horus tiraba del gatillo sin titubear mientras el Jeep seguía avanzando a máxima velocidad, hasta ahora ellos llevaban ventaja, entre maniobras suicidas, lluvia de balas y granadas se habían desecho del enemigo, sólo dos vehículos más y....
Su suerte había cambiado drásticamente.
Frente a ellos había más camionetas, formados en una línea recta abarcando gran parte del ancho camino, el panorama no era alentador, poseían artillería pesada, mucho mejor que sus rifles M-4 y las pistolas automáticas que hace mucho se le acabaron las balas, lo peor es que había una bazooka que estaba posicionada para disparar a su objetivo que eran ellos.
Geb por medio del radio pidió que se dividieran, una medida extrema como peligrosa, cada Jeep tomó una dirección diferente siendo perseguidos muy de cerca, las municiones se estaban agotando, si seguían así no podrían aguantar más tiempo el ataque y morirían por falta de armamento, pero no creyeron necesario ir más equipados si nada había sucedido en días anteriores.
Al parecer los subestimaron ya que estudiaron meticulosamente todo sus movimientos y esperaron el momento indicado para emboscarlos, exterminarían a cada uno de ellos, ningún soldado debía quedar con vida, su advertencia era clara, sólo así Estados Unidos retiraría su base militar de Afganistán.
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Sólo le quedaban tres balas y una granada, pidió a Amón que todo terminara de una buena vez, de seguir así estarían en desventaja, su plegaria se vio interrumpida por una explosión que llegó en la parte trasera del Jeep que los hizo volcar y dar vueltas varios metros adelante, los sentidos de Horus se agudizaron, escuchó como un hueso se rompía en alguna parte de su cuerpo, un dolor que penetró la carne de su muslo izquierdo sintiendo una tibieza envolver su extremidad, un gemido de dolor que no era el suyo y que rápidamente se extinguió con el fuerte olor a quemado.
Salió a duras penas de entre los fierros retorcidos, aún aturdido y con los oídos zumbando, ayudó a sacar a su compañero que estaba herido en su costado derecho, por el chofer no se pudo hacer nada ya que su pecho había sido atravesado por el volante.
Escucharon el motor rugiendo tras sus espaldas, esperanzados de que fueran sus compañeros se giraron con una leve sonrisa en el rostro, todo se esfumó cuando divisaron que era el enemigo, sólo tenía tres balas y ellos eran cuatro, pero aún tenía un as bajo la manga.
Esperó que estuvieran lo suficientemente cerca para lanzar la granada que cayó directamente entre los asientos y dos de los afganos saltaron antes que explotara el vehículo en movimiento. Los otros dos murieron. Si conseguía ser preciso en los tiros podía acabarlos de uno sólo, la desventaja era pequeña pero no podía confiarse, ésto era real y no parte de un entrenamiento.
Certero había dado a uno que atacó directamente pero el último que le quedaba aún tenía municiones y le respondía con ráfagas de balas por segundo, no podía gastar las dos últimas que le quedaban, debía buscar una forma de exterminarlo, sacarlo de la duna que usaba cómo barrera protectora. Un movimiento en falso y su ojo de halcón detectó una pequeña brecha que sólo hirió del hombro a su enemigo.
Había fallado por primera vez.
Miró a su compañero que negaba, estaban en desventaja, lo sabían, una nueva lluvia de balas llegó, incesante hasta que se detuvo y lo escucharon maldecir, al parecer ya se había quedado sin municiones, esa era su oportunidad de atacar.
Entre pequeñas indicaciones quedaron de acorralarlo rodeando la duna, así no tendría oportunidad de escapar, cada quien tomó un extremo diferente, Horus por el lado derecho, mientras a la izquierda se movía sin hacer ruido su compañero.
El afgano se incorporó repentinamente y tiró del gatillo dando directo en la frente de Jepri. La última bala la usó pero se desvió directo a la arena ya que su pulso había temblado al disparar porque no estaba preparado para ver con crudeza la muerte de su camarada. En su mente sólo recreaba el momento exacto de la bala traspasar el cráneo y salir en la parte trasera, el cuerpo sin vida desplomarse tiñendo la arena de carmesí.
Apretó el mango de su rifle con fuerza, la rabia se apoderó de Horus, no hizo nada para salvarlo, tal vez no pudo evitar lo sucedido pero haría que la muerte de Jepri no haya sido en vano, tiró su inservible arma a la ardiente arena del desierto y sacó su cuchillo, atacó con todas sus fuerzas, haciendo cortadas en puntos claves, la adrenalina recorriendo todo su cuerpo bloqueaba todo tipo de dolor.
La sangre salpicaba su ropa, parecía un dios que de noble bondad pasó a uno sanguinario y sediento de venganza, el filo se incrustó sin piedad directo en el corazón, aún insatisfecho volvió a clavarle profundamente una vez más y sacarlo para cortar el cuello de forma vertical, sonrió con sadismo y satisfacción, una patada directo en las piernas y el moribundo hombre cayó de rodillas, no conforme con eso volvió a patearlo en su pecho haciendo que éste rodara hacia abajo. Soltó el cuchillo y apoyó sus manos en sus rodillas respirando agitadamente, su cuerpo lo sentía pesado, cada músculo estaba tenso ahora que la adrenalina se había ido, sin más se dejó caer de espalda a la arena, el sol se encontraba en su punto más alto y los rayos solares lo obligaron a cerrar sus ojos momentáneamente.
¿Ahora que debía hacer?
Buscar a sus compañeros era la respuesta más obvia, pero...
¿Por dónde comenzar?
No sabía cuál era su posición, cada escuadrón había tomado una dirección diferente, ahora mismo se sentía perdido y desorientado, la única referencia que tenía era el sol, de ella se guiará de ahora en adelante, su instinto también le ayudaría. Seth así había dicho en las clases de supervivencia, debía aplicar lo aprendido, su misión era seguir con vida y llegar al cuartel militar cuanto antes, aunque estaba la posiblidad de que a estas alturas se supiera del ataque de los rebeldes y los estuvieran buscando.
Sintió un dolor agudo que se extendió por toda su pierna izquierda, en su pelea se había olvidado que estaba herido, se incorporó para revisar cuál era su situación y el panorama no era nada alentador por lo que observaba a simple vista, su pantalón tenía una enorme mancha roja que seguía aún fresca, no supo qué objeto se lo hizo en cuanto volcaron, pero lo que sí sabía es que la sangre seguía saliendo copiosamente de su muslo y debía hacer que parara.
Con el cuchillo rasgó una parte de su uniforme y el pedazo de tela lo enrolló cerca de la herida, sólo así evitaría perder más sangre de la que hasta ahora había perdido, un sudor frío recorrió su frente pero soportó el agudo dolor una vez se aseguró de ejercer suficiente presión y hacer el nudo con la tela restante.
Se incorporó con extremo cuidado y observó el horizonte, el sol se había movido un poco de posición, aún tenía dudas sobre qué dirección tomar, tras meditarlo por varios minutos guardó su cuchillo y caminó hacia el este.
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Arena.
Todo a su alrededor era arena, a pesar de ir a pasos lentos había avanzado un largo trayecto, faltaba poco para anochecer y su estómago hacía horas pedía algo de comida pero en ese desértico lugar pocos animales se adaptaban al intenso calor por lo que era improbable encontrar un ser vivo a miles de metros a la redonda.
Las primeras estrellas aparecieron en el firmamento, el sol se había ocultado y al final del día no había podido encontrar un refugio, dormiría a la intemperie y sabía que en el desierto por las noches hacía frío, no podía hacer una pequeña fogata para tener algo de calor sin los elementos necesarios para ello.
Era una prueba grande la que estaba pasando, debía sobrevivir ante los obstáculos que se le presentaban, se acostó en la arena y observó el cielo nocturno, el frío calaba en sus huesos pero podía soportarlo, no deseaba morir, aún no y menos de hipotermia, tenía muchos pendientes, incluido una charla con Seth.
Se abrazó a sí mismo para darse calor, se volteó de costado e intentó dormir, esperaba que le fuera mejor en cuanto el sol saliera de nuevo, con la esperanza de que sería rescatado y todo quedaría como una experiencia más en su vida de soldado raso.
Pero...
Su vida había empezado a correr contrarreloj.
Llevaba tres días vagando por el desierto, soportando los repentinos cambios de clima, de un ardiente sol pasaba a una intensa tormenta de arena que con su chamarra se cubría sólo su cabeza, hasta ahora nadie trataba de dar con su paradero, no se escuchaba el inconfundible ruido de un helicóptero ó el rugido del motor de un vehículo todo terreno, se preguntó entonces ¿Seth lo sabrá? ¿Estará buscándolo como un loco? Si así fuera desde hace tiempo estaría en el cuartel, entre los brazos de su amado pelirrojo.
El sol en su máximo punto hacía arder la arena bajo sus pies, la falta de agua y comida hacían que su mente no funcionase correctamente y diera lugar a pensamientos negativos. El poco sudor que producía lo secaba con un pequeño pedazo de tela y lo llevaba a sus labios para exprimir la agua salada y así humedecer su reseca garganta, pero aquello no apaciguaba su sed de beber más.
La pérdida de sangre lo había debilitado mucho más, sus labios lucían partidos y la piel antes morena había perdido color luciendo pálida, debía llegar al cuartel militar para que fuese atendido lo más rápido posible, pero hasta ahora todo el paisaje seguía siendo arena, su herida picaba y el color de su piel en esa zona no auguraba nada bueno, al no tener con qué desinfectarla era probable que contrajera una infección teniendola expuesta.
Una sola lágrima escapó de su ojo derecho, se arrodilló y alzó las manos al cielo, rogando a Amón que lo ayudara a encontrar el camino, le mandara una señal, cualquiera que sea y por muy pequeña que fuera. Sabía que su vida disponía de poco tiempo, podía sentir en cada amanecer como sus fuerzas iban mermando, pero el peso de la promesa que le hizo a su amado dios de la guerra lo hacía aferrarse y no rendirse.
Se incorporó y siguió avanzando hacia el sur, en su campo de visión había logrado divisar un escorpión que con cuchillo en mano lo atrapó. Usando el filo retiró la cola donde sabe contiene el veneno y así crudo se lo llevó a la boca para empezar a masticar, el sabor no era nada delicioso más su estómago pareció satisfecho de digerir algo comestible luego de tres días sin probar bocado.
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Había perdido la cuenta de cuántos días se encontraba vagando por el desierto, parecía una eternidad el estar expuesto al ardiente sol y luego a las frías noches sin nada que lo protegiera, padeciendo intensas fiebres que lo debilitaban cada vez más, su cuerpo dejó de producir sudor, el hambre lo estaba matando lentamente, la única ocasión que pudo comer fue un escorpión que se cruzó en su camino hace mucho tiempo atrás, sus fuerzas se habían agotado, sus pies dolían y sus extremidades ya no le respondían.
Su cuerpo débil cayó a la caliente arena, escuchó claramente el chillido de un halcón ó ¿Era el aullido de un chacal que anunciaba su muerte?
Si iba a morir sólo pedía a los dioses un deseo antes de cerrar sus ojos para siempre y es volver a verlo, aunque sea por última vez, su garganta reseca proclamó el nombre de Seth, con las pocas fuerzas que pudo reunir volvió a llamarlo una vez más pero nada sucedió. Se rindió a no ser auxiliado y la oscuridad lo fue envolviendo, cerrando sus ojos lentamente se dejó seducir por ella empezando a caer en ese sueño profundo que se llama muerte, su alma iba a ser reclamada y juzgada por la pluma de Ma'at.
Cuando dejó de sentir dolor y su cuerpo comenzaba a sentirse liviano, experimentando una paz nunca antes sentida, resonaron en su mente las palabras de su amado, todo lo que harían en la habitación una vez volviera. Tal vez ya lo estaba esperando. Tenía que volver por él. Por ese amor que no le pudo confesar por miedo al rechazo.
Sus oídos volvieron a captar el chillido del halcón que se escuchaba muy lejano, luchaba contra las enredaderas con espinas que lo arrastraban a las profundidades del Duat, otro chillido fuerte y claro lo incentivó abrir sus ojos, sacudió su cabeza para alejar aquel estado de letargo y se incorporó tambaleante.
A lo lejos observó el cuartel militar ó ¿Era sólo una ilusión creada por el desierto para confundirlo? No importaba si todo era una mala jugarreta, tenía que continuar, ya faltaba poco para volver al lugar que considera su hogar y cumplir su promesa.
- Seth, sólo espera un poco más. Pronto nos volveremos a ver.
Susurró al viento y retomó su caminata con las pocas fuerzas que le quedaban hacia su destino final.
08-10-22
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