Gobierno
Ya habían transcurrido varios meses desde que Tsuna empezó a vivir en ese mundo, aun no se acostumbraba a su nuevo estilo de vida y mucho menos a ser rey. Aun creía que Reborn se había equivocado, en especial cuando era duertemente regañado por el kirin negro, a veces por no acatar completamente las costumbres del palacio otras por saltearse deliberadamente algunas de sus clases, en especial las de etiqueta. Pero se esforzaba por cumplir con las expectativas del azabache, no solo por el bienestar de su pueblo sino también porque quería contar con la completa aprobación del mayor, pues aunque dudaba de su capacidad nunca dejo de alentarlo y apoyarlo. Siempre lo habían considerado ingenuo y despistado, tanto en Japón como allí en el palacio, pero eso solo era en apariencia, Tsuna siempre fue muy consciente de su entorno y comprendía bastante bien las circunstancias que lo rodeaban, en especial tenía muy claro lo que sucedía en su interior. Por eso es que ahora se había alejado de todos, necesitaba tomar aire y pensar en soledad, pues lo que lo estaba preocupando ahora podría tener consecuencias catastróficas para el reino, debía analizar cada acción y sus consecuencias antes de tomar una decisión.
A pesar de las quejas, de los regaños un cariño especial hacia el azabache había nacido y poco a poco fue creciendo hasta ser un amor incondicional. Tsuna era consciente que no debía albergar esa clase de sentimientos hacia su sirviente pero no pudo evitarlo. más allá de la belleza de la criatura también estaban esos pequeños detalles que le decían que también le apreciaba y se preocupaba por él, por eso debía tener cuidado de no desviarse del mandato del cielo o eso causaría la muerte del mayor, y no estaba dispuesto a perderlo, aunque tampoco quería renunciar a sus sentimientos.
Para todo el mundo Reborn aun tenia enormes dudas sobre la capacidad de Tsuna para dirigir el reino , pero la verdad es que estaba más que satisfecho con su amo, pues desde el momento en el que con mirada decidida acepto asumir el trono se había esforzado en aprender sus obligaciones. Estudiaba todos los días sobre la historia del reino las costumbre y procedimientos, atendía a las reuniones y trataba de encontrar la mejor manera de resolver algunos conflictos políticos. Por su apariencia su Tsunayoshi daba la impresión de ser débil, indeciso, ingenuo y hasta manipulable, pero nada de eso era real y lo dejo muy en claro en un par de enfrentamientos verbales con algunos gobernantes locales, los cuales se negaban a ser regidos por un extranjero.
Allí el kirin entendió que el cielo jamás se equivocaba y quedo encantado con la fuerza que su rey demostró ese día, además de que un aprecio diferente al que había sentido por su anterior reina lo empezaba a invadir, sabía que clases de sentimientos le despertaba el castaño, pero debía enterrarlos en lo más profundo de su ser. Su deber, así como el de su rey era velar por el bienestar del pueblo.
Pero en este preciso momento solo traía una creciente molestia, estaba harto de ser llamado para buscar a su encantador amo, el cual se había saltado las clases de etiqueta, otra vez. Lo había buscado por todos lados. Revisó cada habitación del palacio incluso lo busco en las bodegas de alimentos, ya estaba algo cansado. Cuando fue hacia una de las torres desde las que se podía observar claramente el mar de nubes. Allí lo encontró apoyado en el muro con la mirada clavaba en la marea, perdido en sus pensamientos.
Reborn -mi rey, sé que disfruta de hacerme perseguirlo por todos lados, pero debe regresar a sus clases-
Tsuna - lo siento Reborn no quería distraerte de tus obligaciones, pero hoy se me hacía difícil concéntrame. -
Reborn – ¿acaso surgió algún problema que lo esté perturbando?
Con mirada llena de determinación y con un suspiro resignado Tsuna libero sus sentimientos
-se trata solo del hecho de que me gustas demasiado, de que me encantaría que fuéramos pareja, pero sé que eso no es adecuado pues podría hacerte demasiado daño a ti y al pueblo, pero no sé si podre resignarme a mantener nuestra actual relación- y unas pequeñas lagrimas empezaron a recorrer el rostro del menor.
Reborn estaba sorprendido y preocupado, sorprendido de ser correspondido a pesar de ser tan estricto y hasta frio con el trato que le daba a Tsuna y preocupado por lo que el mismo estaba por hacer.
Conocía los riesgos de ese tipo de sentimientos, ya los había sufrido con su anterior ama, pero esta vez era diferente ya que él no había correspondido a los sentimientos de Bianchi (además ella dejo de ver por el reino y solo buscaba monopolizar al kirin).
Se acercó al castaño y lo envolvió con sus brazos, y con un suave murmullo le dijo al oído
-no tienes que preocuparte porque yo también te quiero Tsuna y me haría muy feliz ser tu pareja. Sé que puede llegar a ser difícil, pero me encantaría intentarlo, estoy seguro de que, si los dos ponemos de nuestra parte y cumplimos con nuestro deber para con el reino, podremos disfrutar de una larga y agradable vida juntos. –
- te lo juro Reborn, hare todo lo que este a mi alcance para cuidar de nuestro reino y tenerte a mi lado por una eternidad. –
Y con un beso sello su juramento.
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