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06.02.22

     Despierta con la respiración acelerada y con sudor escurriendo por su frente. Las lágrimas hacen borrosa su visión y el dolor en su pecho causa que solloce. Quiere borrar las imágenes de su mente, pero no puede y hace que llore con más fuerza.

     Lo que soñó no solo es un mal sueño que lo atormenta desde hace semanas, sino, que es un suceso que lo marcó con dolor.

     Lleva ambas manos a su rostro y trata de quitar esas asquerosas gotas, pero siguen saliendo a borbotones, causando que sienta más dolor en su pecho.

     Llora con dolor y solloza sin poder evitarlo.

     Intenta tranquilizarse, dando largas y lentas respiraciones. Pero todo progreso se va a la mierda cuando su mirada cae sobre aquel estúpido llavero de moomin que está en su mochila -llavero que aún no tiene el valor de tirar a la basura-. Logrando que se rompa un poco más.

     Se toma del pecho y se encoje sobre su cama, rogando con todas sus fuerzas que su amor por Ren Jun se muera o, tan siquiera, que el dolor pare durante esa madrugada.

     —¿Por qué? —Solloza las palabras, mientras arruga su camisa entre sus puños— ¡¿Por qué dejaste de amarme, Ren Jun?!

     No puede evitar gritar lo último, sintiendo como se desahoga un poco del dolor que siente; aunque, aún así, no es suficiente para respirar tranquilo.

     Su cuerpo tiembla y las lágrimas calientes siguen cayendo, sin embargo, los sollozos se van haciendo más bajos y lentos. Se va quedando dormido conforme pasan los minutos y en su mente solo está la imagen de Ren Jun sonriendo; como solía hacerlo, solo para él.

     Tan sólo ha pasado un mes desde que terminaron, pero Jae Hyun sigue llorando como la primera noche que se separaron.

     Y ¿cómo no hacerlo? Cuando Jae Hyun todavía tiene un amor profundo por el menor, que simplemente no se puede morir por más que quiera acabar con él.

.

.

     A la mañana siguiente, despierta con un dolor de cabeza y sus ojos irritados. Además de que su garganta está rasposa y duele. No piensa más en lo que sucedió y solamente se levanta de su cama para ir a la ducha.

     Cuando está bajo el agua y solo se deja mojar por la lluvia artificial, sus pensamientos de nuevo lo traicionan y hacen que piense en Ren Jun, en su bonito Ren Jun.

     Su corazón se parte y sus ojos de nuevo se llenan de lágrimas, pero estas no caen porque pasa rápidamente sus manos por sus ojos para quitarlas. Intenta ignorar el dolor en su pecho y comienza a ducharse.

     Suspira cuando sale de la regadera, completamente desnudo y se queda de pie en frente del pequeño espejo del baño. Observa con asco las ojeras bajo sus ojos y el ligero acné que se formó en su frente. Además de que su color de piel se ve más pálido de lo usual, así como también se da cuenta que se ve más delgado.

     —Te ves del asco, Jae Hyun —Se dice a sí mismo, en un murmullo ahogado.

     Se muerde el labio inferior y aprieta los puños. Odia por completo lo que está viendo, porque ese no es el Jae Hyun feliz y alegre de siempre; ahora es un Jae Hyun roto y deprimido. Que lo poco que come es comida chatarra y la mayor parte del tiempo se la pasa llorando por alguien que le rompió el corazón... Pero que sigue amando con todas sus fuerzas.

     Aparta la mirada del espejo cuando siente lágrimas escurrir por sus mejillas, porque sabe que sí sigue viéndose de esa forma, terminará por romperse por completo. Y él debe ser fuerte; debe de salir de ese fondo que lo ahoga por más que sienta que no pueda salir de él.

     Limpia sus lágrimas y toma la pequeña toalla que cuelga atrás de la puerta, para quitar las gotas que aún resbalan por su cuerpo. Y sólo se coloca su ropa interior antes de salir del baño y estar en su habitación. Suspira, viendo todo a su alrededor. Hay basura por todas partes, además de que todo está fuera de su lugar. Quizá debería limpiar un poco antes de comer, pero primero tomará algo para el dolor de cabeza, que lo está matando.

     Se chupa sus labios resecos al mismo tiempo que camina hacia su clóset y toma algunas prendas sin darle mayor importancia. Una sudadera amarilla y un pantalón de chándal negro. Cuando tiene puesto el pantalón, se sienta en la cama, hasta hora dándose cuenta de aquella sudadera amarilla que está en sus manos.

     Su respiración se hace lenta y pesada, conforme los recuerdos se atraviesan rápidamente por su mente.

     Aquella sudadera es ropa de pareja, la obtuvo cuando la compraron Ren Jun y él por su día 300 de noviazgo. Recuerda perfectamente ese día. Habían ido a un parque de diversiones y en una tienda de recuerdos, vieron ropa de pareja, que, sin dudarlo, compraron aquellas sudaderas amarillas a juego.

     "Vamos, hyung, será muy lindo tener estás sudaderas en nuestras próximas salidas". Recuerda que le dijo aquella vez, con una hermosa sonrisa y ojos brillosos.

     Traga un poco de saliva, cuando siente que va a llorar de nuevo. Pero le duelen tanto los ojos, que mejor pasa sus manos por su rostro y suspira para tranquilizarse. Cuando cree estar mejor, se levanta de la cama y toma aquella sudadera para volverla a meter al clóset y sacar una camiseta.

     Sale de su habitación una vez tiene su camiseta puesta. Camina hacia la cocina, encontrándose la caja de pastillas para la migraña sobre la barra -que divide la cocina del comedor-. La toma y saca dos píldoras, tomándoselas al instante con un poco de agua.

     —Ojalá esta medicina también pueda curar mi corazón roto —Le dice al viento en un susurro, aunque él sabe perfectamente que eso no pasará y suena estúpido.

     Sale de la cocina, dispuesto a limpiar el basurero de su habitación, pero el timbre de su puerta lo detiene por completo. Frunce el ceño y se pregunta quién será. Fugazmente su mente piensa en Ren Jun, pero enseguida niega.

     No, él no lo buscará.

     Suspira cuando camina hacia la puerta y la abre, encontrándose con aquel tonto de 1.85 metros -que tiene por mejor amigo- con una bolsa de pollo frito y atrás de él, a Do Young, quien al parecer tiene en las manos una caja de pastelillos.

     —¡Ey! ¿Por qué tardaste tanto? —exclama Johnny, con un exagerado puchero en sus labios.

     Jae Hyun se hace a un lado, dándoles paso a sus mayores a su departamento y sonríe apenado, no respondiéndole a Johnny.

     —Hola, Jae —En cambio, Do Young le regala una linda sonrisa a su menor, dándose cuando al instante de sus ojos rojos—. ¿Cómo ha ido tu día?

     Jae Hyun voltea a Kim, pensando por un instante su respuesta, pero al final utiliza la tan famosa frase de siempre:

     —Bien, hyung... —Pero Do Young lo ve fijamente, deseando saber la verdadera respuesta, por lo que Jae Hyun cede— Creo que voy mejorando... Hasta ahora solo he llorado una vez...

     Admite en voz baja, con su mirada en el piso y con su mano rascándose la nuca. Do Young asiente y solo puede dejar la caja de pastelillos en la mesa del comedor, para darle un fuerte abrazo a su menor. Jae Hyun no se sorprende, porque es muy común que Do Young le dé abrazos para hacerlo sentir mejor.

     Corresponde el gesto y agradece silenciosamente que ese hyung siempre le dé apoyo cuando más lo necesita.

     —Lamento mucho que tu corazón aún duela, Hyunnie —susurra en su oído Do Young, dándole ligeras caricias en su espalda—. Pero así sea en una semana o seis meses, sanará. Y podrás ser de nuevo aquel Jae Hyun brillante y alegre de siempre. Te lo prometo.

     Jae Hyun tiembla y siente en su garganta un gran nudo, pero aun así se esfuerza por responderle:

     —Gracias, hyung.

     —¡Oigan! Si no vienen, me comeré el pollo yo solo —dice Johnny, saliendo de la cocina con un vaso de agua y caminando hacia la mesa, donde se encuentra la bolsa de pollo y la caja de pastelillos. Ignorando intencionalmente como su amigo y su novio se abrazan.

     Enseguida Do Young y Jae Hyun rompen el abrazo y se miran fugazmente, para después sentarse junto al mayor, quien ya comenzó a comer.

.

.


     —Jae Hyun, si no comes, tomaré ese pollo frito y te lo meteré a la garganta por las malas —Amenaza Johnny, al pasar unos minutos desde que comenzaron a comer y darse cuenta de que el menor no ha comido nada.

     —¿Acaso no tienes hambre, Jae? —Ahora pregunta Do Young.

     Jae Hyun intenta sonreír, pero falla y termina con una mueca en los labios, aun mirando el pollo en su plato.

     —No mucha, hyung.

     Johnny suspira y mira fijamente al menor, doliéndole ver a su mejor amigo así de deprimido.

     —Jae Hyun, sabes que siempre estaremos para ti. Así sea que quieras hablar, nosotros te escucharemos y nunca te juzgaremos. O solo quieras compañía. Pero, por favor, no sufras en silencio —finaliza Johnny, siendo lo más comprensible.

     Jae Hyun siente un nudo en su garganta y con sus ojos cristalizados solo puede asentir.

     —G-gracias, hyung —Intenta hablar Jae Hyun, viendo a ambos mayores—. Por todo, a ambos.

     Johnny y Do Young le sonríen.

     —Ya, tonto. Mejor come algo —Johnny le pone una pieza de pollo sobre sus labios, invitándolo a que le dé una gran mordida.

     Y Jae Hyun no tiene más remedio que morderlo, obteniendo una sonrisa del americano. Y toma un poco de agua cuando traga, pensando que no sabría qué hacer si no los tuviera en su vida. Lo cual, podría resumirse a que podría ser un gran desastre.





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