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Go on them, Icarus

Las vaporosas haces de luz del lánguido sol de octubre era lo único que más o menos iluminaba aquella zona de Vermont; incluso a la temprana hora, una tupida neblina grisácea había rodeado el bosque alrededor de la Academia Nevermore y la temperatura había descendido bastante en las cercanías. Era un día sumamente triste para el turístico pueblo de Jericó, pese haber celebrado poco más de un mes la Feria de la Cosecha, una celebración que se realizaba para dar gracias a Dios por los alimentos recibidos de la cosecha del verano.

El viento, imperturbable y frío, arrulla a la fauna local y provoca escalofríos en los lugareños que se levantan de sus camas, o en los estudiantes que se preparan para iniciar sus clases; los pequeños comercios abren sus puertas a potenciales clientes y el sheriff, luego de pasar por El Veleta para tomar su café matutino, se adentra en la estación policial. Lo mismo de todos los días, el manto lúgubre que ha cubierto Jericó no influye en las actividades regulares.

Pero dentro de la cripta de Joseph Crackstone todo es oscuridad.

El polvo se acumulaba sobre la piedra desgastada, desde la noche anterior, afuera el cielo ha bramido y las nubes derraman su llanto sobre la tierra, atrayendo el aroma a petricor con él. El paisaje en vez de gris opaco, como cualquier otro día de lluvia, es de un naranja amarillento que recuerda al color mostaza pero con trazos de rosa pastel que poco a poco se van oscureciendo, tornándose en un color borgoña, mientras que el día gris no tardará en abrazarles, y le espera el frío aliento tan familiar.

Uno, dos, tres, cuatro. Wednesday parpadea en medio de la oscuridad, los grilletes cascabelean entre sí, y se cruza de brazos. Cinco, seis, siete. No bosteza, en cambio, aprieta los labios y los abre en un suspiro controlado. Ocho, nueve, diez.

Este debería ser el despertar más duro por el que ha pasado, debería estar eufórica por verse envuelta en un secuestro, en cambio, el cuerpo de Wednesday, pequeño como es, se acurruca en la esquina donde ha estado esposada, y sus manos buscan a tientas la calidez del otro cuerpo cerca de ella. No está dormida, realmente no ha podido conciliar el sueño desde esa noche, pero tampoco se siente despierta del todo. Como si se hubiera vuelto la espectadora de su propia vida, tan completamente ida.

Uno. Ella vuelve a parpadear. Dos. Un trueno resuena en la distancia, similar al ensordecedor rugido de un león. Tres. La lluvia no parece acabar.

Cerró los ojos por un momento, concentrándose en el armonioso sonido de las gotas de lluvia, el olor a tierra mojada, el susurro de las hojarasca ante la fría brisa que las mueve, el sonido distante de alguien hablando, respiraciones suaves y tranquilas y un suspiro proveniente de labios entreabiertos, de una voz entrecortada que dice: "Wednesday".

Su mente la lleva a un recuerdo añejado, quizá por puro hastío, quizá porque no hay mucho en que pensar más allá de sus maquinaciones de escape.

Morticia Addams, con su elegante vestido negro y su mirada enigmática, se recostó en el sofá de terciopelo, con una humeante taza de té negro mientras afuera rugía una tormenta. El salón estaba sumido en una penumbra suave, solo iluminado por las velas que parpadeaban en las esquinas, desde arriba podía escucharse el estallido de la dinamita, proveniente del cuarto de Pugsley, y los eufóricos gritos de Gómez al hacer estallar sus trenes. Una noche tranquila, espectacular para una familia normal.

Thing, desde su confiable caja, coloca una canción en el tocadiscos.

Gracias, Thing pronuncia ella con una sonrisa.

Bajando las escaleras, Wednesday, su hija mayor, con seis terribles años y tan inquieta como una niña de su edad puede ser, de cabellos oscuros y ojos curiosos, se sentó a sus pies, con un libro antiguo en las manos.

Cuéntame otra historia, madre.

De repente, hubo un fuerte estruendo cuando se abrieron las puertas y el aullido de la lluvia y la luz pálida rompió el silencio y la oscuridad de la cripta. Una figura se adentró a la oscuridad, la máscara amable de ese nefasto primer día de clases cayó, mostrando a la verdadera Laurel Gates en las carnes y huesos de Marilyn Thornhill; rugidos y rasguños resonaron con fuerza, desgarrando el incómodo silencio y el agite de las pesadas cadenas.

Wednesday se giró hacia la dirección del sonido, la entrada se cerró de golpe, velas se encendieron con el chasquido de dedos, permitiéndole ver a una figura monstruosa atada, rugía con rabia, y la mujer que lo dominaba.

— ¡Buenos días, criaturitas! —saluda, a pesar de lo monótono que intentó mantener la voz, aún pudo detectar lo que casi pensó que era alegría en su tono—. ¿Cómo amanecen, señoritas? Espero que bien.

Wednesday le dirige una mirada helada, sus labios resecos apretados en una delgada línea, la figura acurrucada cerca de ella se estremece, está despierta pero está fingiendo que todavía está en el mundo de los sueños.

—Bueno, no me respondan, no me enojaré... —Laurel se ríe casi histérica, quitándose las gafas en un gesto dramático, con sus ojos fijos en ella—. Ah, por fin podemos decirnos la verdad a la cara, ¿no, Addams? —todavía no ha respuesta de Wednesday, pero Laurel prosigue—. Te presento al monstruo que tanto has buscado: el hyde, ¿estás feliz ahora? ¡Casi descubriste todo, pequeña genio!

Gates camina con la bestia siguiéndole de cerca, el hyde gruñe y trata de arremeter contra Wednesday con sus brazos alargados y sus uñas amarillentas, solo para ser restringido por las cadenas y por la propia Laurel, quien le acaricia con parsimonia, como si fuera un perro. Wednesday dio un lento parpadeo mientras sus ojos oscuros miraban pensativamente al monstruo, al hyde, con súbita ira, con traición.

—Pero no te salió cómo querías, ¿verdad, querida? —sigue pinchando en la llaga, esperando una reacción de ella—. Y todavía no sabes que va a pasar... pobre de ti, ¡bienvenida a tu destino final!

Todo está demasiado fresco en su cabeza, sus visiones no la podrían haber preparado para esto. Wednesday resistió el lamerse los labios y miró al monstruo tirado en el suelo, siendo tratado como poco menos que un cachorro, como una rata servil. Parecía tan débil, tan vulnerable, bastante en contraste con lo aterrador que había parecido cuando lo vio entrar, como si no pudiera sobrevivir si no recibía una orden de su ama.

— ¿De verdad crees que un lugar lúgubre puede asustarme? He visto cosas peores en mis pesadillas —habla—. En todo caso, son tal para cual: patética mascota, patética ama —continúa su respuesta, corta y precisa, da justo en el lugar.

El rostro de Laurel se ensombreció, notó la forma en que apretó las mandíbulas, el fuerte estrujón en la cadena que sujetaba al hyde, y la ira que siente hacia ella.

—Tienes mucha suerte, niñita, Todavía te necesito vivida y coleando —la falsa amabilidad desapareció, en cambio, vio la verdadera personalidad de Gates, lo lejos que planeaba llegar—. Pero no a tu amiguita.

Enid se estremece.

—Si te portas bien conmigo y con Tyler, Enid no necesita pagar por tu insolencia, de lo contrario... —la continuación de su amenaza la completó el hyde con una sonrisa—. ¡Puede ayudarnos con nuestra causa!

Ser añadida a la colección de frascos, a la lista de víctimas.

Su voz empalagosa se dirige hacia el hyde ahora, con un puchero desagradable—. Tyler, mami dice que vayas a cambiarte.

La cadena es soltada y él se arrastra a la otra esquina de la cripta, obediente. Se escuchan crujidos de huesos, gemidos roncos, sonido de tela siendo arrastrada, solo para ver cómo Tyler resurge de entre las sombras, vestido y perfumado, como si nada hubiera pasado, pero sus ojos le veían con burla, una expresión de "te gané". Es una sensación que desprecia.

—Vámonos, Tyler. Asegúrate de traerle agua y comida a nuestras invitadas.

Él solo asintió, siguiéndola de cerca, cada paso resonaba en el suelo de piedra, dejando eco en las paredes. Las puertas volvieron a escucharse, las bisagras crujieron como huesos viejos, y nuevamente está el silencio.

— ¿Ya se fue la psicópata? —pregunta Enid con un hilo de voz.

—Sí, Enid.

Enid se irguió y la miró fríamente, con tristeza. Empieza lento y cálido, como la llovizna de mediodía, luego estrepitoso y acelerado, como la lluvia de las tardes frías, y luego, cuando se cree que está a punto de terminar y por fin ver la luz del sol, se rompe el dique y el cielo se derrama como el aguacero de medianoche. Hasta la paz posterior, cuando la precipitación se detiene paulatinamente, y ves cómo el mundo ha quedado después del sufrimiento, de la angustia y el llanto liberador.

— ¡No puedo creer que nos hayas traído a esto, Wednesday! —exclama, más allá de la molestia—. ¡No estaríamos aquí si no me hubieras engañado! —prosigue—. ¡De verdad creí que nos estábamos haciendo amigas, pero no!

Un dedo afilado por poco se clava en el centro del pecho de Wednesday, el rostro de Enid tenía una expresión furiosa y desilusionada, sus ojos todavía irritados por el llanto temprano, pero ahora brillaban con una intensidad que Wednesday no podía ignorar.

El aire se cargaba de tensión y las palabras de Enid resonaban, retumbando en los oídos de Wednesday como un eco de su traición. Se sentía acorralada, con el peso de sus acciones pesando sobre ella como una losa. Recuerda lo que las llevó a esta situación. Había pocos sentimientos que disfrutara más que la validación y tener la razón. Como una adolescente menos que popular interesada en temas que muchos consideraban ridículos, macabros, perturbadores, obtener admiración real o tener la razón se sentía extraordinario, especialmente cuando ella lo sabía.

Quizá eso fue la razón para que aceptara el interés de Tyler, y lo considerara alguien útil.

La noche de su cumpleaños, la supuesta cita y la supuesta noche de chicas, donde mintió a diestra y siniestra para indagar más en el misterio que representaba la Mansión Gates y el atropellamiento del alcalde Walker, donde se escapó de Nevermore a pesar de todos los intentos de Weems. Su artimaña molestó a ambos, pero la siguieron de todos modos; las respuestas a sus preguntas empezaban a contestarse: el Cadillac azul utilizado para atropellar al acalde, y un altar dedicado a Crackstone.

Pero el monstruo apareció de repente; Tyler fue atacado primero, el monstruo venía a por ellas, Enid y ella se escondían y correteaban por la mansión, hasta llegar a un montacargas, terminan por caer al sótano y encuentran las partes faltantes de los cuerpos de todas las víctimas de la criatura, pero les persiguen y antes de que puedan encontrar alguna evidencia contundente.

Todo cambió cuando gritó que debían volver a buscar a Tyler en vez de seguir a Enid y regresar a Nevermore.

Había una densa nube de humo en el sótano de la mansión, le echó la culpa al polvo acumulado en la vieja mansión Gates, los frascos seguían ahí, los gritos de Tyler ya no se escuchaban ni los rasguños de las garras del monstruo. Todo estaba en una extraña calma, ella debió desconfiar, pero no lo hizo. De repente, una figura oscura y temible se materializó delante de ella, con ojos brillantes y afiladas garras. Era el monstruo que había estado acechando a Tyler, y ahora se encontraba frente a ella, listo para atacar.

Sin embargo, en lugar de retroceder, ella se plantó firme, lista para enfrentar al peligro que se le presentaba, no obstante, no pudo hacer nada.

"Wednesday... no puedo... respirar" fueron las palabras de Enid apenas vio al monstruo, al girarse pudo ver su rostro pálido, sus mejillas hundidas mientras se golpeaba el pecho con su puño cerrado, intentando aspirar aire. Los mismos síntomas empezaron a atacarle, fue entonces cuando su visión se oscureció con la sombra del monstruo convirtiéndose en humano, en Tyler, y cayó al suelo.

—Yo no planeé esto, Enid —se trató de defender.

Despertaron en el silencio de la madrugada, primero había sido Enid, quien sollozaba horriblemente al verse encadenada y maltratada, luego fue Wednesday, más calmada y, por qué negarlo, interesada por verse envuelta en esta situación.

— ¡Y eso qué! Ahora, esto es la cereza del pastel que siquiera te dignaste a cortar —Enid continúa despotricando—. Si nos libramos de esta, ¡me cambiaré de habitación y me iré con Yoko! —gritó—. ¡Ya estarás contenta! ¿Querías estar sola, Wednesday? ¡Te quedarás sola!

Y se giró, dándole la espalda a Wednesday.

El silencio se vuelve ensordecedor, y Wednesday puede sentir el abismo creciendo entre ellas, separándolas más y más. Wednesday sintió los fríos brazos de la soledad. No fue tan gratificante cómo pensó que sería; quizá Goody había tenido razón y su destino era la perpetua soledad.

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Horas pasaron desde el arrebato de Enid, Wednesday se dedica a observar la cripta, las paredes estaban adornadas con inscripciones antiguas y símbolos esotéricos, grabados de forma tosca en latín, siquiera Wednesday puede descifrarlas del todo. La cripta es fría y húmeda, con un aire pesado que huele a moho y tierra, le recuerda a las catatumbas de la mansión Addams. Enid sigue sin dirigirle la palabra.

Wednesday se encuentra atrapada en un silencio incómodo.

Morticia soltó una risa suave y armoniosa, tomando el libro de las manos de su chiquilla. Era el libro de historias de Wednesday, de tapas de cuero desgastado y páginas amarillentas, pertenecía a un antepasado de Gómez, su hija ya conocía la mayoría de las historias plasmadas en las páginas, se las ha leído varias veces antes de dormir: historias de dragones devora caballeros, princesas que se vengan de sus familias traidoras y su sección de preferencia, historias de la mitología griega.

Acarició el libro con ternura antes de abrirlo y buscar el índice.

Oh, este será maravilloso, mi arañita venenosa, y dice así... En la antigua Grecia, Dédalo, un hábil artesano y arquitecto, se encontraba atrapado en la isla de Creta junto a su hijo Ícaro. Dédalo, por órdenes del Rey Minos, debía construir un laberinto que albergara al temible Minotauro, una criatura mitad hombre y mitad toro, sin embargo, cuando terminó la construcción, Minos no quería que nadie más conociera su diseño. Por lo tanto, los encerró en la isla.

Su voz resonó en la habitación mientras leía en voz alta. Wednesday escuchaba con atención, sus ojos brillando con fascinación.

— ¿Y no te vas a disculpar siquiera?

La voz de Enid rompe el silencio una vez más.

Wednesday, en cambio, le responde—. Creí que no me hablarías otra vez.

Enid se gira con rapidez, sus ojos brillan de furia mientras se enfrenta a Wednesday.

—No puedo creer que seas tan insensible, Wednesday —La voz de Enid era seca ymalhumorada—. ¿Después de todo lo que hemos pasado juntas?

Wednesday baja la mirada, sintiendo el peso de la culpa en sus hombros. La tensión en la habitación se hace palpable, el aire pesado de emociones sin resolver.

—Si una disculpa es lo que quieres oír: Lo siento, Enid. No quise lastimarte. Pero las cosas se están poniendo difíciles y...

— ¡No me importa! —corta Enid, con los puños apretados—. ¡Siquiera eres sincera!

Wednesday siente un nudo en la garganta, la frustración de no poder expresar lo que realmente siente. Esta emoción es tan extraña. Sus ojos se humedecen mientras se da cuenta del daño que ha causado a su compañera de habitación, a la persona que siempre ha estado a su lado desde el inicio.

— ¿Intentaste romper las cadenas? —le pregunta Wednesday, tratando de bordear, no hundir el dedo en la llaga.

—Deben tener plata, me hacen sentir débil —murmura como respuesta, mientras luchaba por liberarse de las cadenas que aprisionaban sus muñecas con un frío metálico—. Seguro las sacó de la enfermería, genial —con un último esfuerzo, intentó romper las cadenas con todas sus fuerzas, pero estas se mantenían firmes como si fueran de acero puro.

Enid gruñe de molestia y alza la mirada. Entonces, fue como si el sol mirara a Wednesday directamente a los ojos.

—Nos sacaré de aquí —se apresura Wednesday en hablar-. Confía en mí.

—Tengo miedo de confiar en ti —admite en un susurro—. Me mentiste, me usaste, me decepcionaste, ¿cómo pudiste hacerme eso?

Wednesday se queda en silencio por un momento, sintiendo el peso de sus acciones pesar sobre ella. Sabía que no podía justificar lo que había hecho, pero también sabía que tenía que hacer lo correcto ahora, por ambos.

—Lo sé, cometí un error, pero ahora tengo la oportunidad de hacerlo bien, de salvarte, de salvarnos a ambas —responde con determinación en su voz.

Ella le mira con incredulidad, con los ojos llenos de desconfianza y dolor. Pero en lo más profundo de su corazón, quiere creer en ella, quiere creer que hay redención para Wednesday.

—Lo lamento... Sinceramente, lo lamento —vuelve a hablar Wednesday, esta vez en un tono despacio, más honesto—. Tal parece que no soy material para amigos... Soy tóxica, he alejado a todos, y los he arrastrado a esto.

La culpa por Eugene todavía duele en sus huesos.

—Prométeme que esta vez no me mentirás, que esta vez serás honesta conmigo —le pide, con la voz temblorosa.

Wednesday asiente solemnemente, sintiendo un nudo en la garganta. Estaba dispuesta a enfrentar cualquier obstáculo, a luchar contra cualquier enemigo, con tal de cumplir su promesa y demostrarle que podían confiar el uno en el otro. Enid, aún herida, asintió lentamente. La confianza no se restauraría de inmediato, pero quizás, en ese momento crucial, había una oportunidad para sanar las grietas en su relación.

—Voy a dormir otra vez —anuncia, estirándose como puede-. Y me sostendrás de la mano —añadió—. Me lo merezco.

Enid le enseñó su dentadura blanca y cabal. Ella era luz y esperanza personificados, la paz después de la tormenta, del huracán, un cálido rayo de sol que calentaba su corazón tan negro y marchito como las flores de una corona fúnebre.

- ¿Me dirás que estaremos bien?

Ella asiente-. Sí, Enid, estaremos bien.

Enid soltó una risa floja y cierra los ojos de nuevo, pareciendo quedarse dormida de una vez, demasiado cansada para seguir luchando, demasiado agotada. La culpa todavía persigue a Wednesday, haber involucrado a Enid en esta barbarie. Enid está tarareando una canción, mientras con su dedo pulgar acaricia el dorso de la mano de su roomie, Wednesday lo permite, es lo menos que puede ofrecer; al final, ella se quedó dormida, y Wednesday terminó por dejarla acostada sobre ella, dejándola dormir plácidamente.

Cerró sus propios ojos y oscuridad.

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No sabe con exactitud cuántos días transcurren desde su encierro y cautiverio; como un reloj, Tyler les trae comida y agua, examina superficialmente su estado y se marcha, lo hace al menos dos veces, es la única forma en que Wednesday puede medir el pasar de las horas del día. El frío de la cripta parece calar hasta los huesos, haciendo que cada respiración sea un acto de resistencia. Enid, algunas veces, tiembla a su lado, silenciosa, con los ojos cargados de desesperanza y de rabia cada vez que ve a Tyler burlarse de ellas.

Los días se vuelven semanas, ¿las estarán buscando? No lo sabe, cree que sí, Weems estaría barriendo todo Jericó en su búsqueda. Cada vez más hundidas en la oscuridad, Wednesday y Enid luchan por no perder la cordura en aquella prisión sin puertas ni ventanas. Algunas veces Laurel aparecía por las noches, acomodando más piezas alrededor del sarcófago de Crackstone, murmurando "pronto, pronto, bajo la luna de sangre", ignorándolas.

Fue puro milagro que no decidiera hacerles daño, quizá porque sabía que no tenían ningún conocimiento, pero la sola figura del hyde (criatura que todavía desconocen) basta y sobra. El Hyde es enorme. Más alto que un hombre lobo adulto, con grotescos músculos en sus largos brazos y piel grisácea, sus largas garras que podrían hacerlas pedazos en una combate cuerpo a cuerpo, enormes ojos antinaturales de los que nunca podría escapar.

De cualquier forma, cuando esta luna de sangre llegue, todo acabará.

Necesitaban idear una forma de irse de aquí.

Morticia sonrió, sus labios borgoñas formando una línea perfecta.

-Pero Dédalo no se rindió -prosiguió su madre al ver su rostro concentrado-. Observando las aves que surcaban los cielos de su prisión, Dédalo ideó un plan: al igual que las aves, él y su hijo escaparían volando.

Una hoja fue pasada y Morticia le mostró una ilustración a la pequeña Wednesday capturaba ese momento: dos figuras aladas, unidas por lazos invisibles, ascendiendo hacia el sol.

-Él construyó alas para él y su hijo, utilizando plumas y cera -En la imagen, se veían los detalles de las alas-. Las alas eran hermosas y ligeras, no obstante, frágiles y delicadas; Dédalo advirtió a Ícaro que no volara demasiado cerca del sol, ya que la cera podría derretirse, ni que volara demasiado bajo, las plumas podrían mojarse.

Wednesday asintió, se imaginaba el escenario mientras escuchaba a su madre, imaginando el vuelo audaz de Dédalo e Ícaro, sus alas extendidas hacia el cielo, desafiando las leyes de la gravedad.

-Bueno, si escapamos por tierra nos atraparán de nuevo, nada nos quita que ese monstruo nos esté esperando allá afuera.

Están hablando poco a poco entre ellas. La confianza todavía no es la misma, pero necesitan un plan de escape desesperadamente. Saben que si son atrapadas de nuevo, sus captores no tendrán piedad y las consecuencias podrían ser fatales, especialmente al no saber cuál es el fin de todo este plan orquestado por Laurel. Enid, desde su experiencia al estar más tiempo en Nevermore, le explica cómo es la Isla del Cuervo, lo alejada que está de Nevermore y las únicas formas de salida de ella.

-Las únicas formas de salir de la isla son a través de lago con un bote o una canoa, porque tiene corrientes traicioneras, o adentrándose en el bosque oscuro y peligroso que rodea la isla -continuó Enid, mientras un escalofrío recorría su cuerpo al recordar las terribles criaturas que habitaban en aquellas tierras-. Pero no te recomiendo el bosque, porque es lo mismo: agua y agua y agua.

-Debe haber una forma... ¿Por aire, quizá? -se aventura a pensar Wednesday.

Enid cruzó los brazos, mirando a Wednesday con una mezcla de incredulidad y una ceja arqueada.

- ¿Y qué? ¿Planeas que escapemos volando como pájaros? -Enid soltó una risa nerviosa, como si la idea fuera absurda-. Por favor.

-Como pájaros -repitió Wednesday, sin inmutarse. Empezó a maquinar, sus ojos moviéndose inquietamente, su mirada se perdía en un punto imaginario, como si estuviera viendo algo que Enid no podía-. ¿Alguna vez has oído de 'la caída de Ícaro'?

Enid frunció el ceño-. ¿El que voló cerca del sol y murió en el mar?

-Exactamente -Wednesday asintió-. Dédalo e Ícaro construyeron alas de plumas y cera para escapar del laberinto que había construido Dédalo. Pero Ícaro desobedeció las advertencias y voló demasiado cerca del sol. Las alas se derritieron y cayó al mar.

Enid recordó la historia-. Pero eso fue una tragedia. Ícaro murió.

-Es cierto -admitió Wednesday-. Pero también escaparon. Y eso es lo que importa.

-Ajá, sí, Ajax tiene un libro de mitos y lo leí de ahí, pero ¿qué tiene que ver eso con escapar? -Enid se impacientó.

La mención de "Ajax" le provocó disgusto, como si el simple nombre del chico le trajera recuerdos incómodos y desagradables. Pero prosiguió.

-Escaparemos del mismo modo en que lo hicieron Dédalo e Ícaro: con alas improvisadas -Wednesday señaló el techo de la cripta-. Subiremos a la cripta, podremos sobrevolar el lago. Gates no podrá atraparnos en el aire, especialmente si lo hacemos de noche.

Enid empezó a reírse al inicio, pero al darse cuenta de que Wednesday hablaba en serio, su risa se convirtió en un grito-. ¡¿Estás mal de la cabeza o qué?!

Pero Wednesday no se inmutó. Sus ojos seguían fijos en el techo de la cripta, donde las sombras se fundían con la oscuridad de la noche que se avecinaba. La idea de volar, de escapar, estaba grabada en su mente como una promesa. Solo quedaba ver si Enid estaría dispuesta a seguirla en ese peligroso vuelo hacia la libertad.

-Me ofende que lo cuestiones.

Enid, sin embargo, no pudo contener su desesperación. Se encogió sobre sí misma, enterrando su rostro en las rodillas-. ¿Por qué estoy con una loca? -pregunta-. Por favor, mátame ahora y acaba con esto.

Su voz era fría, como si estuviera hablando de algo trivial-. Aceptaría esa oferta, pero me temo que tu muerte ha perdido algo de su atractivo para mí.

Enid alzó la mirada, sus ojos enrojecidos por las lágrimas que no había derramado-. Gracias, Weds. Yo también te quiero -y le sonríe sarcásticamente-. Bien, bien, si no queda de otra... -suspira-. Hagámoslo.

El corazón de Wednesday latía con fuerza, como si estuviera a punto de salirse de su pecho.

- ¿Pero cómo piensan hacer alas? Si se puede saber, estás igual de encadenada que yo.

-Justo así -las cadenas caen de las muñecas y tobillos de Wednesday, los candados abiertos-. No es la primera vez que hago escapismo.

Entonces, algo parece hacer clic en Enid. De repente, sus ojos se encienden con una ira fría y sorpresa.

- ¡Eres una idiota insensible! ¡Pudiste habernos liberado!

-Igualmente seguiríamos en esta isla -objeta-. Ahora, necesito que confíes en mí, Enid -y, en un acto que nadie hubiera adivinado, extiende su mano hacia Enid.

Confianza, la misma que Wednesday había roto y que trataba de remendar con esto. Enid le lanza una mirada tanto a ella como a su mano, sus ojos dicen "creo en ti, Wednesday" y destroza el corazón de la morena. Si el sol hubiera renacido en forma de ser humano, habría sido Enid Sinclair. Brillante, cálida y, por alguna razón que no logra precisar, todos sienten una necesidad ineludible de acercarse a ella.

Wednesday siente una oleada de emoción recorrer todo su ser. Por fin, después de tanto tiempo, Enid le está dando una segunda oportunidad. Una oportunidad para demostrarle que puede ser digna de su confianza, que puede redimirse de sus errores pasados.

-Bien, este plan sigue así.

Resume todo de manera precisa. Los pasos a seguir. Reúnen los materiales lentamente, usando también retazos de la tela de sus ropas, las agujetas de los zapatos de Enid, plumas oscuras de las aves nocturnas que parecen merodear el lugar, los cinturones de ambas para armar arneses que sostuvieran las alas en sus espaldas, los zarcillos de Enid para perforar el cuero y coserlo con las alas, empleando hilos de la snood de Enid, aunque lloró, sabía que era por una buena causa.

En una de las noches, después de una de las visita de Laurel donde dejó las velas encendidas, Wednesday las liberó de las cadenas y empezaron a moverse libremente y continuar con la construcción de las alas. Wednesday frunció el ceño, como tantas veces, sus manos revolotean sobre los dos artefactos unidos por cera caliente, ramitas de y plumas de y, sí, esperanza.

Un sentimiento de alivio y alegría inunda a Wednesday. Por primera vez en mucho tiempo, siente que hay esperanza para ella, que puede ser merecedora de la amistad y confianza de Enid.

Enid toca el hombro de su roomie, señala las dos alas colocadas en el suelo y le extiende una de las tantas velas que Gates había dejado, Wednesday la toma en silencio, dejando que la cera fundida gotee, gotee, gotee sobre las plumas. La inquietud crece en la boca de su estómago, aunque no está segura de por qué, no podía apartar la mirada de Enid, sentía que se estaba perdiendo en un abismo de emociones desconocidas y atrapantes.

- ¡Weds, cuidado!

Wddnesday se da cuenta de que ha dejado de concentrarse en la tarea que tenía entre manos y, en cambio, ha dejado que la cera ardiente gotee, derramándose inútilmente; se reprende mentalmente y deja la vela en el suelo (o, en todo caso, lo que queda de ella).

Oh, la inquietud empezó cuando no corrigió a Enid en el acortamiento de su nombre.

Enid extendió lentamente su mano hacia Wednesday, como si estuviera extendiendo una invitación silenciosa. Wednesday sintió una corriente eléctrica recorrer todo su cuerpo al entrar en contacto con la suave piel de Enid mientras ella veía la herida en su mano. Se niega a mirar a los ojos inquisitivos de su amiga, en cuyo iris ve cariño y preocupación.

-Por amor a la luna, tampoco es que te lastimes más, Weds -le dice la mujer lobo en un tono que Wednesday no puede descifrar.

Enid había vuelto la cara hacia ella y ahora le estaba dedicando una sonrisa colmilluda más brillante que todas las sonrisas que había visto en su vida. Su cálida expresión estaba destinada sólo para ella. El aire se espesaba con la tensión, como si las palabras mismas se hubieran vuelto más pesadas. Se siente extraña alrededor de Enid, pero se niega a darle un nombre, especialmente con la otra persona que espera a Enid al otro lado de la isla, allá en los confines de Nevermore.

Ella continúa; ya resolverá estos complicados sentimientos posteriormente.

Enid comienza a "coser" las plumas sueltas con hilo y ramas de árboles. Trabajan y trabajan y trabajan, toda la noche, hasta que se acerca el amanecer y vuelvan a recibir la visita de Tyler con alimentos y bebida, cumpliendo fielmente las órdenes de Gates.

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-El día del escape llegó. Ícaro, emocionado, se elevó en el aire, sintiendo la libertad en sus alas, gritando emocionado.

El rostro de Morticia se ensombreció al igual que su tono de voz.

-Pero la ambición lo cegó, ignorando las advertencias de su padre, ascendió cada vez más alto, acercándose peligrosamente al sol -relata-. La cera se derritió, y las plumas se desprendieron.

Es el día, o más bien, la noche. Como habían estado haciendo, Wednesday quitó las cadenas de ambas y abandonaron la cripta rápidamente; Laurel fue una idiota al no cerrarla por fuera, confiando ciegamente que Wednesday no encontraría una forma de librarse de sus ataduras, su grave error fue la fortuna para Wednesday.

La niebla fría y espesa que oscurecía los senderos del boque de la vista de los visitantes, se levantó lentamente a medida que el viento se intensificaba, llevándose consigo los últimos rastros de bruma, y la luna emergió con firmeza en el cielo nocturno; las ramas crujían en la oscuridad, creando un ambiente aún más inquietante en el bosque.

-Vamos, vamos, vamos.

Los sonidos de la noche resonaban en la soledad del lugar. Atravesando los juncos y el césped alto, todavía su corazón se acelera, la adrenalina inunda sus venas. Ella corre más rápido, abriéndose paso ente barricadas de matorrales enmarañados, agachándose mucho para deslizarse entre las ramas retorcidas, mientras escalan la cripta de Josepth Crackstone, llegando al punto alto, donde las alas improvisadas servirían para cruzar el lago de la Isla del Cuervo.

Enid lo miró con incredulidad la altura y las alas, las plumas eran desiguales, algunas rotas, y las ramas crujían bajo su tacto.

- ¿En serio crees que esto funcionará? -le cuestiona una vez más.

-Tenemos que intentarlo -respondió Wednesday con una determinación férrea-. No podemos quedarnos aquí, esta es nuestra única oportunidad, Enid.

Enid tragó saliva sintiendo el peso de la decisión-. ¿Y si caemos?

Wednesday respiró hondo, ata la cuerda que une las dos alas en la espalda de su compañera y luego ata las suyas, mientras ve a Enid con el sudor frío acumulándose en su frente. No puede expresar con palabras sus sentimientos.

-Deja los nervios, haz todo lo que te he dicho: deja que el viento te lleve y trata de no gastar demasiada energía en aletear más fuerte de lo necesario -le instruyó-. Mantente lo suficientemente bajo para que no nos vean, pero no...

-No muy cerca del agua, las plumas se mojarán y me arrastrarán hacia abajo -terminó Enid por ella-. ¿Y si esto no funciona, Weds? ¿Y si nos atrapan otra vez?

-Aleja ese pensamiento, no lo permitiré.

Y miró a Enid directo a los ojos. Esos ojos, por todo lo profano, esos ojos de un azul tan hermoso; deseaba que esa luz nunca se apartara de ella. Wednesday sintió que se le oprimía el pecho (no de una manera desagradable) y que se le cortaba la respiración en la garganta. Sus manos temblaban ligeramente mientras sostenía la mirada de Enid, como si estuviera siendo hechizada por su intensidad y belleza.

-Cuando volvamos, terminaré con todo esto, lo juro por el nombre de mi familia -promete-. No permitiré que Laurel Gates se salga con la suya.

Enid asintió en silencio. Wednesday miró el vasto bosque frente a ellas, el lago extendiéndose a lo lejos y Nevermore luciendo tan lejana. Por mucho que deseara poder posponer el escape, Wednesday sabía que no tendrían otra oportunidad después de hoy. El viento era el más fuerte en semanas, tal como había calculado, la luna de sangre estaba a menos de dos días, el tiempo estaba contado, Laurel iba a poner en marcha lo que sea que esté planificando; necesitan prevenir a la directora Weems cuanto antes.

— ¿Lista? —preguntó Wednesday.

Enid asintió, su corazón latiendo con fuerza—. Lista.

Respirando hondo, ambas extendieron sus alas improvisadas y luego, sin decir una palabra, salieron de lo alto de la cripta de Joseph Crackstone, lanzándose a lo inesperado.

El fuerte vendaval las eleva cada vez más alto, pero fue tan fuerte que jaló las alas de Enid, amenazando con arrancarlas de su espalda, trató desesperadamente de controlarlos mientras se acercaba peligrosamente a las copas de los árboles. Por una fracción de segundo, Enid comenzó a entrar en pánico cuando se dio cuenta de que tal vez todo esto, todo el tiempo dedicado a planificar su escape, habría sido inútil. El sonido del aire azotando a Enid significaba que no podía oír a Wednesday gritándole instrucciones, pero nunca había desaparecido de su campo visual.

Contuvo la respiración, negándose a dejar que sus preocupaciones se apoderaran de ella, y trató de acomodarse, bloquear el pánico y los pensamientos intrusivos y luchó para que el viento trabajara a su favor. ¡Ella es una verdadera mujer lobo! ¡Ella puede con esto! Gira su cuerpo en el aire, usó toda su fuerza para controlar las alas y dejó ir todo el aire en sus pulmones, aflojando los músculos tensos. De repente sintió que alguien agarraba su ropa y la levantaba.

Enid miró hacia arriba para ver que Wednesday había sido la que la ayudó-. ¡Wednesday! -exclamó con una risa honesta.

-No caeremos -susurró ella-. Volarás, Enid. Volarás.

La ayuda le dio a Enid tiempo suficiente para finalmente enderezar sus alas. Inmediatamente sintió que el viento empujaba contra sus partes inferiores y la impulsaba hacia arriba, lo que la hacía tambalearse un poco antes de estabilizar su vuelo. Mirando a su lado, vio que Wednesday también luchaba por recuperar el equilibrio, que había perdido cuando había salvado a Enid de una trágica caída.

- ¡Sí podremos, Weds!

Al encontrar su ritmo y sentirse cómodas en el aire, ambas comenzaron a relajarse mientras dejaban que las fuertes ráfagas y la memoria muscular las guiaran más allá del bosque espeso debajo de ellas. Enid no pudo evitar reírse un poco de su sorpresa y sus tonterías, porque probablemente era lo mejor que había sentido en su vida, el viento desordenando su cabello teñido, su ropa ligera se agitaba salvajemente a su alrededor y se sentía tan poderosa con sus alas, más poderosa que los lobos de la academia.

Zigzaguea en el aire, se permitió perder todo el sentido al disfrutar de la estimulante experiencia de volar. No, esto era más que solo poder volar. Esto era ser libre. Las alas, con plumas de cuervos, brillaban contra los rayos de la luna.

— ¡Enid, no tan bajo! —gritó Wednesday al verla descender—. ¡Los árboles!

Su voz fría estaba llena de preocupación, y Enid sintió cierto nerviosismo reflejado en su postura cuando vio a Wednesday, sintió que la culpa le subía por la garganta cuando se dio cuenta de que no había hecho lo que ella le había pedido. Su repuesta fue simplemente alinearse con la otra chica, luchando contra el impulso de romper el control y permitirse sentir la libertad de nuevo.

Wednesday rápidamente le asintió severamente una vez que estuvieron alineadas nuevamente antes de enfocar su atención en el lago, empezando a sobrevolarlo. Las cejas de Wednesday se fruncieron mientras batía más fuerte sus alas, intentando volar fuera de su alcance, pero Enid desciende en picado una vez, como un ave marina que se zambulle en busca de peces, y se acerca lo suficiente para pasar los dedos por las frías aguas.

Su imprudencia podría costarle caro.

— ¡Enid, ¿en qué estás pensando?! ¡Me prometiste que escucharías mis instrucciones! ­ —Sus ojos oscuros están muy abiertos, las pupilas dilatadas por el terror.

Enid, por su parte, volvió a alzarse en el aire, luchando por seguirla, ya que ya había gastado bastante energía.

—Sigue así y caerás como Ícaro —le regaña apenas se acerca.

Enid suspira—. Lo siento...

Esforzándose para mantenerse al día con Wednesday, Enid tensó sus músculos y puso toda su fuerza en cada solapa. Justo cuando estaba a punto de alcanzar a Wednesday por encima de ella, sintió que algo estaba mal con una de sus alas, gira la cabeza hacia atrás para ver cuál era el problema, y entonces sucede, negras plumas desprendiéndose del esbelto cuerpo de Enid, hilos deshilachándose y el ruido de algo a punto de romperse.

Oh no, no, no, no, no, no, no, no.

— ¡Weds! ¡Ayuda! —exclamó en completo pánico, extendiendo su brazo en el aire, intentando alcanzar a Wednesday.

Enid cae en picado, esta vez en contra de su voluntad, su cuerpo se retuerce en el aire, e incluso desde la gran distancia, Wednesday puede distinguir la expresión del rostro de la chica: rasgos deformándose en una expresión de miedo puro y sin destilar, brazos agitándose de un lado a otro, ojos desorbitados, gritando. Por un momento, Wednesday no puede evitar pensar que la vista es bastante bonita, pero no había nada de bonito en este sufrimiento.

La mente de Wednesday la transportó a un instante de su infancia, a una noche ventosa como esta, al final de un relato de su madre cuando le leyó el mito por primera vez.

Ícaro cayó en picada al mar, las plumas se mojaron, no pudo mantener el vuelo y murió ahogado.

— ¡Enid, acércate!

El miedo se siente como una hoja de plata fría que se hunde directamente en el corazón de Wednesday. Extendió su mano inútilmente, pero el viento de la noche la hacía elevarse en el aire, siquiera pudo rozar con la yema de sus dedos la mano extendida de Enid, solo viéndola caer... Por un segundo, mientras el cuerpo de Enid cae justo a su lado, Wednesday puede mirar a su compañera a los ojos por última vez. Enid ha aceptado este simple hecho y sonríe. Sus rasgos ya no están deformados. La calma invade su rostro, lenta pero seguramente.

— Ey... —Las últimas palabras de Enid resonaron en el éter de la noche—. ¿Me recordarás, roomie? ¿O me olvidarás?

Enid caía en calma. Volaba, se elevaba, disfrutaba del viento en la cara. No se inmutó por el dolor, tampoco lloró, cuando Enid comenzó a sentir las gotas del lago rociar su pierna, cerró los ojos, ya no tan asustada de lo que pudiera suceder a continuación. Dejando que su mundo se oscureciera mientras se disculpaba en silencio con Wednesday, dejó de batir sus alas y, sin más, cayó con los ojos cerrados, saboreando cada respiración.

Dédalo, desgarrado por la pérdida de su hijo, continuó volando con cautela. Aterrizó en Sicilia, donde encontró refugio.

Wednesday sólo puede observar. No grita, no llora y, desde luego, no le ofrece a Enid una sonrisa de despedida. Un poco egoísta, un poco cruel. Sigue sobrevolando sobre el lago cuando oye el repugnante crujido de las alas y ramas al romperse cuando Enid finalmente toca el agua. ¿Olvidarla? Niega con la cabeza, totalmente enloquecida, no puede, nunca podrá. Wednesday toca tierra firme, jadeando por aire puro, mirando hacia el agua, esperando ver a Enid surgir.

 ¿Sabes cuál es la moraleja, Wednesday?

Ella cree saberla, pero no la dice. Morticia observaba a su hija con ojos negros como la noche, llenos de una sabiduría milenaria. En aquel momento, su figura parecía elevarse sobre la habitación, envuelta en un aura de misterio y fatalidad.

La voz de Morticia, suave y fría como el viento de un cementerio, pronunció la respuesta:

La búsqueda de la libertad puede llevarnos a la destrucción si no somos conscientes de los límites y las advertencias.

Wednesday asintió solemnemente. Entiendo, madre.

Fueron los segundos más mortificantes de su vida. Wednesday solo puede observar cómo el lago parece devorar a la que solía ser su compañera de habitación, su amiga, su cuerpo parece hundirse, como si estuviera siendo arrastrada por fuerzas invisibles y poderosas. Las lágrimas brotaron de los ojos de Wednesday, el dolor la inundó de tal manera que sintió que su alma se desgarraba en mil pedazos, siente un nudo en la garganta y un frío helado recorre su espina dorsal, contando en silencio en su mente.

Pero ve movimiento, siente esperanza, Enid lucha desesperadamente por mantenerse a flote...

—Aguanta, Enid —habla entrecortadamente, mientras observa impotente cómo la corriente se lleva a Enid cada vez más lejos—. La marca que has dejado en mí es... indeleble.

Toma la decisión de inmediato, sin pensarlo dos veces, se quita las alas improvisadas y se sumerge en el lago helado, ignorando el frío penetrante que la envuelve; ella no verá a Enid sufrir también, no quiere a otra Eugene, otra víctima de sus descuidos, de su obsesión. Nadando con todas sus fuerzas, se acerca a Enid. Con un último esfuerzo, Wednesday logra alcanzarla y la sujeta con todas sus fuerzas, resistiendo la corriente que parece querer separarlas, quitándole las alas también.

Ni Wednesday es Dédalo, que vio morir a su hijo víctima de su propia imprudencia, ni Enid es Ícaro, el enamorado del sol, el ángel caído.

Sintiendo una oleada de adrenalina, Wednesday lucha por llevar a Enid a la orilla, sus músculos ardiendo de esfuerzo. Finalmente, logra arrastrarla fuera del agua, dejándola tendida en la tierra fría y húmeda, con las hierbas picándole en la piel. Respirando de forma agitada, Wednesday se arrodilla junto a su amiga, le toma el pulso, notando lo helada que está su piel, temiendo lo peor. Pero para su alivio, Enid empieza a toser y a jadear, recuperando poco a poco el aliento y el color.

En un movimiento instintivo, Enid la abraza con fuerza, aferrándose a ella con garras; Wednesday poco hizo para quitársela. Ambas se quedan tendidas en la tierra, abrazadas y temblando de frío, pero agradecidas de estar vivas. La noche cae sobre el lago, envolviéndolas en la oscuridad y el silencio. Wednesday susurra una promesa a Enid, van a acabar con la locura de Laurel, van a proteger a Nevermore.

Van a estar bien.

Nota del autor:

¡Bienvenidos sean a este one-shot!

Para empezar, este one-shot participa en la actividad organizada por la comunidad 🖤 Wenclair/Jemma❤️ 🌙fanfics y fanarts ✨ "Wenclair Mitológico", correspondiente al día 1: Dédalo e Ícaro. Tuve mis dudas al principio mientras escribía, investigué bastante respecto al mito y también me volví a ver la serie para hacer la divergencia del canon, y finalizar con el esquema que había planificado.

El mito de Dédalo e Ícaro nos recuerda sobre la ambición, la moderación y las consecuencias de nuestros actos, así como sobre los peligros de la arrogancia y la desobediencia. La imprudencia puede llevarnos a una letal caída.

Sin más que decir, espero les haya gustado y ¡nos vemos en otros proyectos!

Feliz día/tarde/noche.

- Jhoan.

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