
Capítulo 7.
(Al día siguiente de la cita)
Crowley dedicaba mucho tiempo y dinero a cuidar de Bentley. Sobre todo después del incidente en la M25, el demonio procuraba compensar a su compañero mimándolo el doble y llevándolo a los mejores mecánicos y lavaderos de autos. Solo lo mejor para su pequeño. Por eso, cuando Aziraphale lo encontró discutiendo con Bentley en el patio (se habían mudado a una casa en los suburbios), se sintió preocupado.
-Querido, ¿qué sucede? ¿Por qué están discutiendo?
-¡Pregúntale a tu hijo!- vociferó Crowley furioso señalando al auto.- Uno lo cuida, lo consiente, ¿para qué? Para que te apuñale por la espalda. ¡Qué sepas que estoy muy decepcionado, Bentley!
-¿Pero qué...? A ver, a ver, ¿me quieres explicar bien qué pasó?- preguntó el ángel con cara de no entender absolutamente nada. Crowley respiró hondo para calmarse, y le dijo, con la voz quebrada:
-Estaba limpiando su tablero, rociándolo con un buen aromatizante para que esté guapo para su noviecito Turpin, y decidí poner algo de música mientras conversábamos.
-¿Y? ¿Se te rayó un disco de Queen?
-¡No!- volvió a vociferar de forma dramática.- ¡Como el señor ahora está enamorado, cambió todos mis preciosos discos de rock por... por... anda y muéstrale a Zira lo que andas poniendo ahora!- exigió acusador logrando que Bentley se pusiera en modo rebelde y encendiera solo su estéreo.
"Somos novios... pues los dos sentimos mutuo amor profundo...
Y con eso... ya ganamos lo más grande, de este mundo...!"
-¡Puras canciones cursis de amor!- gimió Crowley agarrándose el pelo.- Oh, Satán, ¿en qué me he equivocado? ¡Eduqué a mi auto para que tuviera buen gusto musical, y ahora solo reproduce temas de Luis Miguel, Chayanne, Montaner... qué? ¿Ángel, por qué te vas?- preguntó lloriqueando al ver a su esposo meterse a la casa con cara de vergüenza ajena.
-Crowley, si vas a actuar tan infantil mejor ni me metas en esto. ¡Por Dios, que exagerado te comportas a veces!
-¡Pero...!
-¡Sin peros! Deja que Bentley escuche la música que quiera. ¿O acaso no tiene derecho el pobrecito a usar su propio estéreo?
Crowley claudicó y siguió al ángel con la cabeza gacha, mientras Bentley volvía a subir el volumen y pensaba en Turpin. Quería asegurarse de tener las canciones más hermosas para su segunda cita con él.
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