24
Respira profundamente, tiene los ojos cerrados y las uñas de sus manos se clavan en las palmas con bastante fuerza. Todo su cuerpo está tenso, retiene las lagrimas en sus ojos pero son traicioneros porque pronto comienzan a deslizarse, mira el enrojecimiento en su rostro y se odia por ser tan débil.
El día anterior fue sin duda realmente pesado, no pudo siquiera dormir bien por los recuerdos abrumándole, las palabras hirientes que le llenaron el corazón de piedras, las cuales seguían incrustándose unas entre otras sin permitirle picarlas y hacerlas polvo para que el tiempo se las llevara en brisas cálidas de murmullos amorosos. En su lugar le oprimían el pecho, impidiéndole respirar correctamente y cuando todo estaba silencioso, cuando cada par de ojos se encontraban cerrados, sus lamentos eran silenciosos y sentado sobre su cama estrujaba las sabanas intentando respirar con normalidad, sudaba, temblaba, creía morir.
Y su cabeza se llenó de pensamientos.
En ese momento por la mañana, al ver su reflejo, creía fielmente en que la palidez de su rostro iba perfectamente con una película de terror. Dibujaba en su rostro una expresión de enojo para las personas, aunque él sabía que era tristeza.
La ira lo llenó repentinamente y su mano se estampó contra el espejo del baño, el mismo rompiéndose en varios trozos pequeños y grandes, mostrando su figura deformada, miles de partes de su cara que le hicieron ver lo lastimado que estaba. El estruendo no le sorprendió en lo absoluto, pero si a su familia, comenzó a recoger los vidrios del mismo, reuniéndolos en el bote de basura y ocupándose de esconder su mano en la manga de su sudadera.
─¿Qué pasó? ─cuestionó su padre al verlo salir del baño, su mirada estaba fija en él y Jimin simplemente le resto importancia señalando el bote de basura con su barbilla.
─Estaba limpiando el espejo y se zafó.
─Eres un tonto, siempre tan distraído. ¿Por qué no te putas fijas cuando haces las cosas?
─Lo siento, papá. Compraré uno nuevo.
Su padre le ignora, decide volver a subir y el se apresura a tirar el mismo, yendo después hasta su habitación para encerrarse en la misma, su mochila colgó de la izquierda, su derecha se movió con dolor por los artículos escondidos en su cajón, los lanzó dentro de aquella y cerró la misma con la voz de su madrastra en el pasillo rumbo a la cochera.
─¡Vamos a llegar tarde!
Sabía que no se despediría su padre, el enojo por lo del espejo y lo del día anterior eran suficientes motivos para que su orgullo le ganara.
Y es que sabía perfectamente que si no ponía limites su familia seguiría siendo así con él, pero no era la primera vez que intentaba ignorarlos o regresarla, no era la primera vez en la que su corazón era estrujado de tal forma. No sería la primera vez que tenía algún confrontamiento con alguno.
"¿Y sabes por qué no lo vas a hacer?, porque tú si valoras lo que tus hermanos hacen. A ellos no les interesa, están como si nada después de todo."
"Mis hermanos son lo de menos, mis problemas no se basan solo en ellos."
Lo pensó, pero no lo dijo, no servía de nada decir ninguna palabra frente a su padre, quien hablaba sin escuchar. Siempre hablaba sin escuchar.
Durante la cena, Jimin se mantuvo cerca realizando alguna de las tareas que su padre le decía, su hermano menor picaba alguna verdura mientras que su hermana preparaba el agua. Su padre estaba frente a la estufa y todos hablaban de manera tranquila.
Su hermano sacaba algunos temas de conversación que parecían interesantes, pero al costarle naturalmente el dar una respuesta prolongada, Jimin solo atendía a cortas respuestas. Sin embargo, estaba atento al tema como siempre, escuchando antes de poder opinar algo, pero sin muchos ánimos de hacerlo.
En algún momento, su hermana habló ante sus respuestas cortas, "Papá, mira como se toma todo en serio. Jimin es tan aburrido." y su hermano respondió en risas "Es turbo aburrido.", esperando alguna respuesta de su padre, mordió su labio inferior, apurándose a terminar con la tarea que antes le había indicado "si ya saben como es." y fue el detonante para que rápidamente acabara, saliera de ese espacio, se encerrara en el baño y permaneciera ahí intentando estabilizarse.
El pelinegro odiaba ser ignorado, detestaba sentirse inseguro al hablar, temía no ser escuchado, le molestaba repetir las cosas, le atormentaba la idea de aburrir mientras hablaba, le incomodaba ver que la atención no estuviera en su tema. Le daba un profundo dolor y miedo sonar como un estúpido o aburrido.
Durante la cena su pierna no dejó de temblar, sus manos repentinamente igual lo hacían, quería permanecer tranquilo, pero el aire comenzaba a faltarle, ideas de las reacciones de su familia se atascaban en su pecho y apresurado terminó antes de lo que normalmente. Huyó a la cocina apenas siendo audible su despedida y sintió la presencia de su padre detrás de él.
No quería hablar.
No quería colapsar frente de todos.
No quería demostrarles todo el daño que le estaban causando.
"¿Qué tienes?"
"Nada, estoy bien. Buenas noches."
"Te estoy hablando, no me dejes hablando solo."
Desviándolo, su brazo fue tomado, su cuerpo girado, su mirada conectando con la de su padre y sus palabras saliendo duras.
"No. Quiero. Hablar."
Y se descontroló, su papá comenzó a decirle que era dramático, expresó que no lo respetaba, no importaba si le preguntaba porque no le contaría nada, señaló que era mejor ignorar si estaba mal porque así se solucionaría. Confesó no tener la culpa de lo que sucedía y Jimin tembló mordiendo sus uñas para intentar parar todo lo que dentro de él le consumía.
Justo como ese momento en el que el auto de su madrastra partió y su pie golpeó un bote de basura, tirando el mismo, ignorando el mismo para moverse dentro de la universidad. Si chocaba con alguien poco le importaba.
Y ahí fue donde lo vi.
El pelinegro trazaba un camino apresurado, lo vi a la distancia, pero no perdí tiempo en correr detrás de él. Me disculpé con los que llegó a empujar y me preocupé por dejar la basura regada por el suelo. Seguí a Jimin intentando llamarlo, pero me ignoró hasta llegar al baño, del cual salieron varias personas, algunas con caras de pavor y otras malhumoradas.
Empujé la puerta, me deslicé hacia adentro, Jimin trataba de abrir su mochila con una mano mientras se quejaba y me preocupé rápidamente al estar cerca, su mano sangraba, sus dedos y nudillos.
Finalmente tomó la mochila con la boca y la abrió con la mano, la tiró sobre el espacio plano entre los lavabos y empujó su mano al chorro de agua mientras me miraba a través del espejo. Sin embargo, terminó ignorándome cuando le llené de preguntas, en su derecho tenía unas pinzas para cejas y con ellas se acercó a su mano.
─Largo, perderás tu clase.
─No me importa. Estás sangrando.
Al acercarme lo suficiente, noté cristales incrustados, los cuales no podía sacar y comenzaba a desesperarse. Decidido, arrebaté las pinzas de sus manos, tomé su muñeca y rodando los ojos recargó sus caderas en el lava manos. Cuidadosamente intente sacar cada pequeño fragmento, estando concentrado.
─Son de espejo ─pronuncio, el asiente.
─Que observador.
─Estrellaste tu puño contra un espejo ─dije.
─Demasiado listo para el apodo que te di, nariz de tucán.
Rodé los ojos.
Su pierna estaba moviéndose constantemente, mis cejas se juntaron al descubrir eso, me mantuve firme a mi decisión y trabajo de sacar cualquier cosa incrustada en sus manos. Sentí como su izquierda se movía a la mochila, se escabullía dentro, tomaba unas vendas y el agua oxigenada, me estiraba la misma y abría la bolsa de las vendas con la boca.
La campana sonó. Tragué con dificultad.
Sus cabellos negros sobre su frente, húmedos aún por ducharse no hace mucho, los ojos con sombra negra más oscuros que otros días, sus iris azules y expresivas, piel blanquecina, cejas juntas, labios anchos, las mangas arriba mostrando sus brazos, esa acción que le pareció tan sensual. Se puso tan nervioso por la imagen de su amigo.
Pero empujó todo eso lejos para seguir.
Lleve su mano hasta el lava manos, vertí el agua oxigenada, me preocupé por su siseo, me fije en sus cejas juntas, sostuve su mano con delicadeza y luego aquella huyó lejos de mi tacto para comenzar a cubrirse de las vendas, pero volvió a mi al ser necio para ayudarlo, porque tenía que obligarlo a dejarse. Aún si no sabía bien como sujetarla.
─Tienes que apretarla más, rodear bien los dedos. Lo importante son ellos, no la mano en si misma ─le escuché ─. Si lo sigues haciendo así no tendré movilidad en los dedos.
Aguanté la risa, decidió hacerlo él y sin duda eso lo hizo mucho mejor que yo aún si usaba la izquierda. Vendó bien los dedos, trató de cerrarlo en puño y abrió, haciendo ese movimiento varias veces. Tiró la basura, escondió el resto en la mochila y siguió recargado para cruzar sus brazos.
─¿Me vas a decir que pasó?
Su pierna seguía moviéndose, llevó la derecha a su boca, su uña se atrapó entre sus dientes, esquivó la mirada.
Era delicado, entonces.
Mi mano buscó la suya, mis dedos se adentraron entre los suyos sin lastimarle, los entrelacé sin importar como su mirada sorprendida estaba sobre mi y sonreí.
─No te preocupes. No tienes que decirme si no quieres, no puedes o necesitas mantenerlo en silencio ─solté ─. Voy a respetar la decisión que quieras tomar, pero debes saber que no estás solo, estoy aquí. Ven, vamos a comprar algo dulce para transformar tu mañana.
Solté su mano, se aferraron sus dedos a los míos, me hizo regresar un paso, sus ojos conectados con los míos.
─Quedémonos aquí un rato.
Ante esas palabras, regresé con él, nos sentamos sobre los lavabos y miramos directamente a la pequeña ventana donde las nubes grises se asomaban apenas. Solo faltaban pocos días para las vacaciones de inverno.
─¿Te dejaron ir a lo de AHS?
Jimin negó lentamente.
─Entonces no tiene caso que vaya.
─Pero querías ir.
─Quería ir contigo, es tu favorita. Por solidaridad me quedaré en casa o mejor voy a la tuya y hacemos maratón, ¿Qué dices?
Su pierna subió, rodilla cerca de su rostro, su izquierda apoyándose en aquella, los dedos de la derecha yendo hasta su tenis converse y juntándose con las agujetas. Su labio inferior se atrapa entre sus dientes, comienza a maltratarlo, suspira y me mira fijamente.
─No sé si papá me deje, pero no podrá negarse a recibirte si llegas de sorpresa, ¿no?
─Trato hecho.
Sonrío, el bufa, su mirada huye de mi y recarga su cabeza en el espejo detrás de nosotros.
─Park.
─Dime Jimin.
─¿Ah?
─Que me digas Jimin.
Me pongo nervioso.
─Eh, Jimin.
─¿Hmm?
─Estoy preocupado por la basura que dejaste tirada afuera.
Chista burlón, baja sin dificultad y le sigo. Debíamos recogerla y luego lo llevaría a comer algo dulce, recorreríamos la universidad conversando de cualquier cosa, esperando con suerte poder saber que pasó el día de hoy, sino tendríamos que separarnos para nuestras clases.
Deseaba que tuviera la confianza para contarme lo que estaba pasando.
Porque sin duda lo veía más serio, callado y decaído.
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