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23

Jimin pensaba todo lo que callaba, ignoraba lo que le dolía, gritaba en silencio, rogaba sin aliento y necesitaba todo lo que no le daban.

Su cuerpo siempre estaba cansado, difícil le era levantarse por las mañanas, después de haber dormido un par de horas.

Dormir tarde y despertar temprano, con ganas de no tener que levantarse, no le importaría quedarse en cama todo el día si pudiera.

Pero prefería la universidad a su casa.

Hurgaba con poco animo su armario, levantaba algunas prendas del suelo o el montón de su esquina, llegaba al baño con audífonos en las orejas y maquillaba sus ojos con un poco de sombra negra para disimular las ojeras.

Se miraba un tiempo en el espejo, pellizca algunas zonas de su cara, deseaba ser un poco más delgado. Levantaba su camiseta observando su cuerpo y con muecas expresaba su disgusto, pero lo dejaba pasar, volviendo a la realidad con los toquidos en la puerta.

Decía buenos días, aunque no le importaba recibir una respuesta de su madrastra y se sentaba en la parte trasera con la música en su cabeza, ignoraba el camino y se despedía con voz apenad audible.

Era una rutina marcada.

Ruido por todos lados, comentarios que le molestaban, sus ticks repentinos, tener que interactuar con las personas, soportar sermones, miradas, esa inseguridad constante sobre su persona.

Y al llegar a casa era aún más frustrante.

Con tareas por montón y varias cosas que hacer, su padre no preguntaba y lo llevaba consigo, horas conduciendo donde Park bajaba constantemente a comprar todo lo que su padre necesitaba y aunque estaba acostumbrado lo detestaba.

En esas épocas del año era peor, pues no importaba si estaba lloviendo, igual tenía que bajar.

Y al llegar a casa, estaba a cargo de limpiarla. Se movía de un lado a otro, de arriba abajo, en cada esquina, con las manos humedas por el jabón y al terminar era llamado a ayudar a su padre, teniendo varias actividades con él.

En algún momento terminaba, caminaba a su habitación, se encerraba en ella y ocupaba lugar frente a su escritorio, iniciando con su tarea, interrumpida por la cena, continuando hasta que la terminaba y dibujando cuando podía.

Y en medio de todo eso estaban las discusiones con su padre, los roces con su madrastra, las actitudes de sus hermanos, los comentarios despectivos de su hermana, las faltas al respeto de su hermano.

Pequeños comentarios que hirientes del tamaño del everest.

Y Jimin era como un iceberg.

Por debajo del agua estaba todo el peso que cargaba.

Por lo que cuando el cielo se volvía tan oscuro como sus cabellos, su azulada mirada se cristalizaba y acostado en su cama se permitía soltar aunque sea unas cuantas lágrimas, varias fueron las veces en las que su corazón dolía tanto que el aire le faltaba, entrando en pánico al no poder respirar.

Se sentía tan solo, tan abrumado, sin poder decir o hacer nada.

Se sentía atado de manos, con los labios sellados y las piernas clavadas en la misma posición, siempre de la misma forma.

─¿Y ese quien es? ─pregunta su madrastra a su hermano menor.

Jimin apenas y picoteaba la comida, de nuevo estaba comiendo algo que no le gustaba, todo por ser comida favorita de su madrastra.

─¿Tate?, creo que se llama así.

Jimin mordió el interior de su mejilla.

─¿Pero que pasa con él y la chica?, están juntos, ¿no?

Su mano se apreto debajo.

─Ah, salió una pareja de jotos ─escuchó de ella ─. Bien, nais nais.

"Apoyamos tu orientación sexual."

─Parece que son fantasmas.

─¿Cuantas temporadas son? ─dice su padre ─, ¿por qué quisiste verla?

"Yo no voy a ver eso, si quieres lo ves tú solo. "

─Es que es como de terror y suspenso, me está gustando el terror y suspenso. No sé cuantas son, creo que cinco.

Jimin traga con dificultad.

─Esta buena ─interviene su madrastra.

"Todas esas cosas sangrientas solo lo ven enfermos. Es demasiado fuerte, todos los que son asesinos ven primero cosas así."

El pelinegro se apresura a terminar su comida, agradece la misma y se levanta.

─Provecho.

Después de dejar los platos y lavarlos, camina al baño para lavarse los dientes. Respira profundamente mirándose al espejo y en medio de lavar su lengua siente una pequeña arqueada.

─¡No vayas a vomitar! ─escucha de su padre.

"El chico seguro tiene algo como anorexia. Sabes que si yo digo algo es porque es, amor."

Cierra los ojos, se apoya del lavamanos y trata de contar hasta cien, su corazón late con fuerza en sus orejas, el dolor en el pecho le nubla, siente sus fosas nasales abrirse y cree que está a punto de perder el control.

Abrir la puerta, confrontar a su madrastra, querer ponerse contra ella, su padre interviene, su hermano también, puede golpearlos a ambos y no se lo perdonaría.

¿Le importaba?

Su celular suena y lo busca en su bolsillo para atenderme.

─¿Qué?

─Park, hay un evento especial de cosas de American Horror Story en la plaza. Me dijo Ame, ¿quieres venir?, podemos comprar cosas geniales. ¿Quieres?, ¿aún estás castigado?, hablando de estar castigado. ¿Por qué me haces tanto daño? ─digo y el junta sus cejas ─. No has subido capítulo y hoy es viernes. Te lo compenso si me cuentas otra historia.

Se mira al espejo, sus cejas ya no estan juntas y sonríe débilmente.

Yo no sabía que tanto bien le estaba haciendo a Jimin, no sabía que podía distraerlo de todo.

Pero tampoco sabía cuanto mal le iba a causar.











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