
13
«¿Alguna vez he pensado en el amor?»
Mi cuerpo se relaja sobre el verde podado de la universidad, huele a fresco y aún está algo húmedo pero la sensación es exquisita, no importa que mi espalda esté empapada, no es incomodo. Mis cabellos descansan sobre parte de mi frente, mis costados y el mismo pasto, porque son largos, teñidos. El viento sopla las hojas, porque es otoño y éstas caen para recibir el invierno.
Octubre trece, parecía ser un día especial.
Había estado intentando todos estos días acercarme a Vante Everard después de la conversación que tuve con mis amigos, cada día, en cada momento que me encontraba. Lo saludaba, me acercaba, intentaba darle algún dulce, sorprenderlo, llamarlo desde la distancia; nada funcionaba porque solo me miraba, chistaba y se alejaba. Me evitaba.
Los mensajes que le enviaba al final siempre quedaban con las palomitas azules y me sentía un idiota, ¿no tiene sentido del humor para memes rancios?
No importaba cuanto lo intentara, al final conseguía esa mirada azul sobre mi unos cuantos segundos, cuando le perseguía él caminaba más rápido pero no me dirigía la palabra. No había ni siquiera un pequeño insulto y eso solo terminó por hacerme decaer más.
¿Por qué es tan difícil llegarle?
Se que yo alargué lo más posible el trabajo esperando tener más tiempo con él y le prometí que no me vería después del proyecto.
Aún así, no iba a rendirme el día de hoy, este día tenía que ser mi día sin lugar a duda. El día de hoy recibiría por lo menos un pequeño insulto de su parte, era mi meta y me animaba a mi mismo al sentarme sobre el pasto, alzando mi puño de forma decidida.
¿Por qué quiero recibir insultos?, comienzo a preocuparme de mis propios gustos.
Gustos.
Mi mirada corrió hasta la capucha negra, una chaqueta del mismo color sobre ella que tenía letras en inglés hablando sobre "el poder no está en la gente, la gente es el poder", pantalón de mezclilla que llegaban hasta estar debajo de unas botas negras de suela ancha. Sus audífonos resaltaban al ser de un color azul claro, totalmente fuera de lugar con su ropa y al mismo tiempo combinando perfectamente con él.
Me levanté de inmediato para interceptarlo, recibiendo su mirada en cuanto terminó de hacer su cabello hacia atrás y se detuvo justo frente a mí, sus ojos azules viéndome directamente mientras yo sonreía frente a él.
─Hey, Pa- ¡Oi!, venga he querido hablar contigo todo el tiempo y simplemente me rodeas para seguir con tu camino ─pronuncié, viendo como sus pies se movían después de chistar, dejándome atrás, con sus manos en los bolsillos. Le seguí de cerca ─. Vamos, Everard ─le perseguí ─. ¿Qué tal si vamos a comer algo?, salimos temprano por la suspensión de la última clase aunque yo tuve la anterior libre también. Yo invito la comida, ¿Qué dices?
Paso, paso, seguía sin mirarme. Sus audífonos seguían en sus orejas, no sabía lo que escuchaba por el sonido de los autos pasar y porque había demasiado ruido que no alcanzaba a separar, quería saber que estaba escuchando. Sus cejas se juntaban más, ¿lo estaba irritando?
Me puse frente a él, extendí mis brazos para detenerlo pero no llegué a tocarlo, aún así él se detuvo a escasos centímetros y con aire saliendo entre sus dientes volvió a intentar huir de mi.
─¡Sé que te prometí que al terminar el trabajo no estarías más cerca de mi y que tal vez te parezco tremendamente irritante! ─hablé en algunos tonos más altos ─, pero quiero hacerme cercano a ti sin intenciones agresivas como copiarme de tus tareas o requerir de tu imagen para evitar el bullying ─hablaba de lo que observaba, de lo que escuchaba, de lo que se decía ─. Yo quiero ser tu amigo, Everard. Déjame por favor invitarte a comer y conocer un poco más de ti. Solo déjame darte un buen día hoy y si después de esto no logro aunque sea demostrarte que quiero tu amistad, prometo dejarte en paz de por vida.
Mis ojos estuvieron sobre su inexpresivo rostro mientras decía todo de forma alterada, de ser cualquier otra situación me sentiría un completo idiota, porque parecía que le rogaba a alguien por atención.
En verdad era, que este chico escribiendo tales historias, dibujando ese tipo de cosas que te llamaban a creer significados profundos, sabiendo del tipo de situación en la que vivía, la verdad era que tenía muchos motivos para querer estar cerca de él.
Para querer tener una relación de cualquier tipo con él.
De cualquier tipo.
Vante se quedó de pie, mirándome durante unos segundos en los que sus azulados ojos comenzaban a atraparme, una sensación que recorría todo mi cuerpo y me sentía nervioso, hasta que apartó la mirada.
─Ni siquiera sé si me escuchaste o estás ignorándome ─agregué en un suspiro.
Él levantó un dedo a la altura de mi rostro, sacó su celular mostrando que la música estuvo en pausa tal vez todo este tiempo y luego lo regresó hacia su rostro. Lo miré en todo ese proceso donde se quedaba de pie moviendo sus dedos sobre la pantalla de su celular.
El aire empujó su capucha, esta cayó hacia atrás y esos cabellos negros se movieron con el viento, hojas otoñales que pasaron frente a él, sus audífonos siendo sacados por su mano derecha mientras con la izquierda seguía sosteniendo su celular para observar la pantalla. Estaba apoyado sobre su pierna izquierda y la derecha estaba ligeramente doblada, guardó los audífonos en su bolsillo y luego su celular.
Tenía la sensación de que tendría esta imagen en mi cabeza por bastante tiempo.
De la nada comenzó a caminar y confundido le seguí con la mirada, él se detuvo y sin voltear totalmente me miró por el rabillo del ojo.
─¿No vienes o qué?
Había aceptado.
Mi primera idea era tomar un café mientras hablábamos, idea que fue totalmente descartada cuando siguió de largo la cafetería a la que quería ir.
Tenía la corazonada de que Vante no era del tipo de personas que le gustaba la gente, se mantenía alejado de las personas, siempre sentándose lo más lejos de los grupos por decisión propia y la gente se mantenía alejada de él por los rumores e imagen que mantenía. Entonces, mis ideas se reducían considerablemente, ¿A dónde puedes llevar a una persona que no le gustan las personas?
Sabiendo del carácter que tenía Vante mi idea más rápida fue llevarlo a algún lugar donde pudiera hacer algo agresivo sin dañarse a sí mismo o dañar a alguien. Una sonrisa se extendió sobre mi rostro al tener el lugar perfecto para eso, caminé tan rápido como pude para ponerme frente a él.
─Bueno, a partir de aquí yo te guío. Se supone que yo te pedí esta salida y tiene que ser genial al punto de que no quieras separarte de mi ─confesé, mordí mi labio y me regañé ─. Ehh.
Él chistó.
─Que molestia ─expresó, pero no se movió, lo que decía que me seguiría cuando levantó la ceja para que siguiera caminando.
Comencé a caminar, teniéndolo a unos pasos detrás de mí y en cuanto supo que íbamos hacia el centro comercial, pareció adelantarse al caminar más rápido. Entramos unos segundos después, su mirada estuvo por todos lados pero cuando pronuncié "arriba" él se dirigió a las escaleras mecánicas.
Subiendo en ellas, nuestras mochilas colgaban de nuestros hombros y me regañé por no buscar un lugar para dejarlas mientras tanto, pero esto parecía no importarle en lo absoluto, seguía inmerso en esperar a que llegara el final, porque mantenía sus brazos cruzados y la mirada en el final de la escalera aun cuando estaba recargado de espalda con uno de los lados. Y yo aquí, a dos escalones de él, mirándole.
Cuando estuvimos arriba siguió caminando, yo desde atrás diciéndole por donde ir hasta que finalmente estuvimos al frente de unos juegos recreativos, él se quedó quieto mirando la entrada y sus ojos azulados me buscaron para percatarse de mi sonrisa al mostrarle mi billetera. Le dejé ahí, esperando me siguiera para poder ir al primer juego.
El primero que tenía planeado era aquel donde pegabas en una base acolchada y te decía que tan fuerte eres, tenía la imagen de un tipo con brazos monstruosos y bigote gracioso. Me miró y luego a la máquina, para cuestionar con sus cejas. Saqué una moneda, la metí en la máquina y esperé hasta que se alumbró.
─¿Cuánto a que te gano?
Eso pareció encender su mirada, el hielo azul de sus ojos se volvió en un fuego dispuesto a quemarme, sacó su mochila y la dejó en el suelo para subir la manga de su derecha. Su dedo señaló la máquina.
─Da tu mejor golpe.
Asentí, dejando mi mochila junto a la suya y doblando la manga de mi derecha igual que él. Mi codo se hizo hacia atrás, mi puño se cerró y estando dispuesto a hacerlo golpeé tan duro como nunca antes en mi vida al no ser de los que peleaban.
Creo que en si no había recibido un golpe o dado uno a alguien en toda mi existencia.
Al menos descubrí el lado competitivo de Vante.
El contador comenzó a marcar los números y mi golpe dio un total de 65 puntos, mi sonrisa fue a él, presumiendo de mi golpe. Cuando su mano se posó en mi chaqueta para estirarla y empujarme; su puño se cerró, dedos en la dirección de su rostro, el codo hacia atrás. SU puño impactando tan rápido con el cojín que tardó en regresar y mi boca se abrió por la velocidad del contador marcando un texto que decía "muy fuerte" diciendo que había pasado el 100 sin duda alguna.
Su sonrisa arrogante apareció hasta a mi y colapse.
─Me ganaste, vamos a otro juego.
Mis manos estuvieron sobre sus hombros después de cargar las mochilas en mi hombro, empujándole hacia un arcade de luchas, donde sin duda alguna le iba ganar al ser el mejor y vencer no solo a mis hermanos, sino también a mis amigos.
No podía vencerme siendo que pasaba muchas horas jugando diferente tipo de juegos con mis amigos.
Pronto me di cuenta cuán equivocado estaba, porque en cuanto empezamos la primera batalla después de elegir un equipo de personajes por cada uno, él me atacó sin dudar terminando con la vida de mi primer personaje sin ningún daño en el suyo.
Despertó mi lado competitivo también.
Para lo que mi orgullo fue aplastado, fuimos de juego en juego en donde algunas veces yo le ganaba y con euforia me reía en su cara, contrario a cuando él me ganaba a mi y esa sonrisa arrogante se presentaba ante mí una y otra vez. Perdí la cuenta de mis victorias como de mis derrotas, cuando no hubieron más juegos que probar la cantidad de boletos que teníamos en su bolsa fue suficiente para canjear algo decente.
Vante no supo que escoger.
─¿Se pueden guardar los boletos para cambiarlos por alguna mierda buena después? ─cuestionó, la encargada asintió y guardó los boletos en su mochila teniendo la mitad de ellos.
─Eh, no. Son tuyos.
─Los dos jugamos las mierdas, debe ser justo aún cuando no sabemos quién ganó más. Solo cállate y toma la mitad.
─Yo te invité, quédatelos tú y después sabrás que quieres.
No discutió más y los metió en su mochila.
La siguiente parada después de eso, viéndolo más relajado que antes, fue un lugar de crepas en el centro comercial. Dejé que pidiera la suya descubriendo que le gustaban las fresas con nutella y seguí yo pidiéndola de plátano con nueces junto con lechera. La espera no fue mucha, tuvimos nuestras crepas en las manos y nos movimos de ese lugar para caminar por el centro comercial.
La conversación me la llevé yo, hablándole de cosas vanas sin recibir respuesta suya, pero tampoco alguna mueca que representara molestia ante mis temas, solo la misma usual cara inexpresiva que me miraba mientras le hablaba. Sentía que tal vez lo estaba aburriendo, por lo que me detuve unos segundos a tirar la basura y así permanecer callado.
Tenía que pensar en el siguiente lugar.
Él también tiró la basura, esperando por mí, sus manos se metieron en sus bolsillos y su labio se atrapó entre sus dientes.
─¿Entonces son amigos nada más? ─cuestionó, le miré.
Pensé en el último tema hablándole, mis amigos habían sido mi tema de conversación para él, pronunciando los nombres de los tres. Sonreí, me estaba poniendo atención y dejé de sostener mi barbilla para asentir, acercándome a pasos lentos.
Descubrí que Vante era competitivo, no hacía algo si pensaba que se vería mal o estúpido, no hablaba mucho pero escuchaba muy bien, le gustaban las fresas con chocolate, tenía la manía de tronar sus nudillos constantemente y las rodillas igual. Además de que, es una persona muy justa.
─Sí, somos mejores amigos. Solemos tener estos momentos de joteo entre nosotros porque es muy entretenido ya que nuestras sexualidades van desde los extremos hasta los medios, bisexuales, gay y lesbiana. Nos tenemos mucha confianza.
─Yah ─soltó, su rostro se llenó de algo que podría marcar como "entiendo" pero sin saber del todo la conclusión que hizo en su cabeza ─. Creí que eras novio del tipo ese.
─¿Qué?, no, no ─expresé pronto ─. Solo somos amigos, de hecho todos piensan que somos pareja precisamente por el tipo de acercamientos que tenemos. Cambiando de tema, ¿tienes hambre?, la crepa fue un postre pero quiero ver que tan hambriento estás para ver cuánto tenemos que caminar.
─No lo estoy tanto.
─¿Puedes aguantar de media a una hora?
Él asintió.
No faltaba mucho para el atardecer.
«Gustos, ¿Qué me gusta?, ¿Qué le gusta?»
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