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veintiséis ✨

Las pocas personas que pasan a nuestro lado nos observan como si tuviésemos doble cabeza y eso me hace reír más. Por una extraña razón, estar en una juguetería con Tobías me hace mal, peor cuando le observo jugar con una Sra. Cara de Papa, poniendo uno de los oídos donde van las manos, la boca pintada de labial rojo donde va la nariz, haciendo que el juguete luzca gracioso sin nariz, le ha acortado la cara y por más que suene estúpido, me hace reír mucho.

—Oh, ¿para qué tener nariz si de todos modos la rinoplastia me la iba a desaparecer poco a poco? — suelta Tobías imitando una voz chillona mientras mueve la única mano que posee la Sra. Cara de Papa, pues la otra es un oído. Aquello causa que ahogue una risa.

—Eres un idiota.

—Cállate, nos echaran. — sisea a mi lado reprimiendo una risa. — Se supone que somos un ejemplo a seguir, Darling.

— ¿Para quién? — pregunto mientras acallo mis carcajeos.

—No sé... para él. — dice rápidamente, mientras señala delante de nosotros, dirijo mi mirada donde apunta su dedo y me encuentro con un niño que parece tener unos cinco años y que nos ve asustado, eso me hace soltar una risita. ¿Por qué un niño asustado me causa gracia? Qué diablos, esto es culpa de Tobías.

—Vamos a otro pasillo, presiento que está apunto de llamar a su madre. — le digo a mi amigo quien asiente en acuerdo. Ambos estamos rojos por evitar algunas risas y me digo que debemos calmarnos, ser serios y cumplir con la gestión por la cual estamos aquí:

Comprarle un obsequio al sobrino de Luke para su fiesta de mañana.

—Sigo sin entender qué hago aquí. — me dice Tobías mientras observa algunos juguetes en los estantes.

—Estás aquí porque me ayudarás a escoger un juguete para el sobrino de Luke. — le explico como por tercera vez desde que llegamos. Él pone los ojos en blanco y hace una mueca con su boca.

—Eso lo sé, pero ¿Por qué? — frunce el ceño, le observo tomar un estuche de soldaditos verdes y cómo los sacude.

—No sé qué es lo quiere un niño de seis años, lo desconozco...

—Darling, acabo de cumplir dieciocho no seis, yo tampoco sé qué es lo que quiere un niño actualmente. — aclara como si yo no lo entendiera, suelto un suspiro y me quedo viendo a todos los juguetes que me rodean.

—Pero fuiste un niño también... — comienzo a decir, pero su expresión me hace detener, haciendo que suelte un quejido de lamento.

—No, Darling, realmente nací teniendo quince, llegué adolescente, mi mamá dice que es una maravilla que no la haya reventado por dentro... — Tobías habla de manera seria, pero sé que me está tomando el pelo, siempre lo hace, cómo lo odio. — Te quiero. — me dice después de un momento cuando deja de soltar basura inventada e imposible.

—Yo te odio, me acabas de traumar. — me quejo causando su risa, me aparto de él cuando veo que viene a abrazarme, pero su ojos suplicantes me hacen corresponderle el abrazo que solamente dura tres segundos porque le empujo lejos.

—Vamos, te ayudaré. — me dice, asiento y ambos nos movemos al siguiente pasillo, donde están muchos robots y carros de carrera. — Ten, toma, esto le gustará. — le escucho decir atrás de mí, me giro para verle y pongo mi cara de póker cuando veo que lleva un carro feo y cualquiera, que seguro agarró sin ver.

— ¡Esto es serio, Tobías! — espeto y en seguida él me contesta de la misma forma.

— ¡En serio trato de ayudarte, pero no sé qué le gusta ese niño, ni siquiera le conozco!

— ¡Yo tampoco, solamente sé que le gustan las Tortugas Ninjas!

— ¡Pues llévale una figura de cualquiera de ellos y listo!

Ambos nos quedamos en silencio, analizando sus palabras. Me sorprende cuán estúpida soy, se me había olvidado ese detalle y ahora que Tobías me había espetado esa solución todo parece sencillo.

—Creo que vi a Donatello en uno de los estantes del otro pasillo. — me informa, y ambos vamos en seguida hasta donde dice, sin dudas ahí está una figura de treinta centímetros de uno de ellos, el de mascara morada. Donatello.

El juguete no está tan caro, puedo pagarlo con mi dinero.

—No sé qué haría sin ti, Tobías, gracias. — le digo a mi amigo, este lleva la caja del juguete en sus manos y nos dirigimos a la caja para pagar.

—Morirías. — contesta serio, pero a los segundos me ofrece una gran sonrisa donde muestra sus perfectos dientes obra de ortodoncia cara que usó en su pubertad.

La chica que llegara a tener a Tobías sería tan afortunada.

♥♥♥

Al día siguiente, cualquiera pensaría que es un sábado perfecto, que estoy bien.

¡Ja!

Realmente a penas me levanté me sentí nerviosa y ahora mi madre me ve confundida mientras le da sorbos a su taza de café que dice "La mejor mamá" ese fue un regalo de Ashton y mío por el día de las madres, lo sé, no somos originales, pero la intención es lo que cuenta.

—Darling, cálmate, me tienes de los nervios. — me regaña e inmediato dejo de golpear el mármol del taburete con mis dedos.

—Lo siento.

—No seas paranoica, no querrás que Robert te vea de esa manera. — suelta y se me es inevitable no reír.

—Solamente déjame. — digo entre dientes, tomo una tostada de su plato y me voy hacia mi habitación para prepararme para esta tarde, que sin dudas, sé que será un caos para mí.

Cuando el reloj marca las 3:28 PM, mi celular empieza a sonar y en la pantalla del teléfono aparece el nombre de Lucas, pero esta vez no me rio, eso solamente indica que él ya está afuera de mi casa esperándome. Enseguida tomo el regalo que empacaron en la juguetería, tomo mis llaves y salgo de ahí. Mi madre ya se había ido al trabajo desde temprano, Ashton está no sé dónde y por eso estaba sola en casa.

—Hola. — me saluda Luke, este me tiene abierta la puerta del copiloto del coche, logro sonreírle por encima de todos los nervios que traigo, me monto al vehículo, él cierra con cuidado la puerta, camina hacia el otro lado y cuando ya está adentro se pone el cinturón, así que yo también lo hago. — ¿Cómo estás?

—Nerviosa. — confieso provocando que se ría de mí.

—No deberías. — me dice y empieza a conducir. — Tampoco debiste comprarle un regalo a Theo.

—Quería hacerlo, digo, no podría llegar a su fiesta sin ningún presente. — digo y él asiente.

—Lo entiendo. — murmura concentrado en la carretera. Me digo que no debo observarle mientras maneja, pero no puedo, mi mirada cae en su perfil y en cómo se lleva el labio inferior entre los dientes de manera inconsciente. — Mi mamá está ansiosa por conocerte. — me informa y por un momento dejo de respirar.

— ¿Le has hablado de mí?

—Sí... y mucho.

Jesucristo.

-

SI ALGUNA VEN A UNA SRA. CARA DE PAPA EN UN JUGUETERIA, recuerden esto. JAJAJA. tengo que admitir que yo hice lo que hizo tobías, y fue gracioso, bye. 

si les gusta, voten y comenten, plz. -kat.

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