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sesenta y dos ✨

— ¿Me acompañarás el viernes? —le pregunto a Tobías, quien parece más interesado en lo que sea que está viendo en su celular que interactuar conmigo. Espero una respuesta de su parte, y lo único que obtengo es él negando lentamente con su cabeza.

No puedo reclamarle porque sería demasiado hipócrita de mi parte, ya que, bueno, lo sucedido con Luke en clases de matemáticas lo explica todo, así que me limito a preguntar el porqué.

— ¿Por qué?

—Bueno, mi novia me pidió que saliéramos el viernes, no puedo dejarla botada, o sea, es mi novia, Darling —me dice y despega la mirada de su celular para verme a los ojos y encogerse de hombros.

—Lo entiendo, tranquilo —suelto un suspiro y hago un mohín, cansada. Pensar que después de descanso me toca la clase de filosofía me hace querer morir, lo bueno es que no estaré sufriendo sola—, Tobías, ¿hiciste el ensayo sobre la vida del triste y miserable Schopenhauer?

—Dijeron que era para la próxima semana —me comunica de manera calmada y por primera vez bloquea el celular y se lo guarda en el bolsillo del pantalón negro.

—No, lamento informarte que eso fue hace una semana, y hoy se entrega.

—Joder —suelta asustado—, ¿Lo has hecho?

—Algo así.

—Préstamelo.

—No, me costó hacerlo.

—Darling, no me dejes morir.

—De todos modos no te dará tiempo de hacerlo —pongo los ojos en blanco y le miro cómo suelta un gran bufido de fastidio—, Argh, ten —tomo mi mochila de la banca y saco mi cuaderno para dárselo de mala manera.

—Te amo —susurra y de manera apresurada agarra su mochila y sale corriendo en dirección a los pasillos de clase, dejándome sola, entre el murmullo de los demás estudiantes.

Pero mi soledad no tarda mucho porque a los minutos aparece Bridget a mi lado con el ceño levemente fruncido, lleva su bolso colgado en su hombro y me divierte ver que ha intentado amarrarse su corto cabello y que fracasó en el intento, ya que hay demasiados mechones rebeldes que se salen de la coleta.

— ¿Qué le sucede a Tobías? —pregunta extrañada mientras toma lugar a mi par—, me lo topé en los pasillos, como un total paranoico. ¿Puedes creer que le saludé y me dijo que me callara?

—Lo creo —digo y suelto una risa.

—Cambiando de tema, ¿irás a esa horrible fiesta de Clifford?

Evalúo su pregunta y un Luke muy decepcionado se me viene a la cabeza, y al instante asiento, segura.

—Sí, le dije a Luke que iría.

—Uhm, quisiera ir, pero no puedo.

—Qué mal —le digo, sin ánimos de seguir hablando y ella lo nota porque saca una libreta y una pluma de su bolso para ponerse a escribir algo que no llego a ver. Sí, aún estamos trabajando en eso de recuperar nuestra gran amistad.

—💔💔💔—

Tobías resbala un trozo de papel hasta la superficie de mi cuaderno, le veo de reojo y me lo encuentro viendo hacia la pizarra, donde el maestro escribe nombres de filósofos importantes del periodo contemporáneo, sé que a él no le interesa la filosofía, pero sé que presta atención por miedo a que el profesor le regañe, digo, yo también hago lo mismo. Con la mirada puesta en frente cojo el papel y cuando el maestro se gira hacia la pizarra, bajo la mirada al contenido de la nota.

"Me siento con demasiada curiosidad al respeto de que no me reclamaste porque no iré a la fiesta"

"¡No te iba a forzar!" escribo de manera rápida y tiro con cuidado el papel sobre su libro.

—Necesito, realmente necesito que unos cuantos me lean sus ensayos, no basta con entregarlos, ¿cómo no sé que lo copiaron de internet o que se lo prestaron a un compañero...? Que probablemente lo buscó en la web también —Todos estamos callados cuando el maestro habla, para ser sincera el profesor de filosofía es uno de los más estrictos de la escuela, y todos lo sabes. Ja.

— ¿Lo pudiste hacer? —le pregunto en un murmuro a mi amigo, este asiente lentamente y le miro esconder la nota debajo de su cuaderno porque el Sr. Frank comienza a caminar entre nosotros, mesa por mesa.

—Bueno, no sé por qué, pero presiento que el ensayo del joven Jefferson será bueno —dice para toda la clase, escucho soltar un quejido a mi amigo y quiero reír justo ahora, pero si lo hago seré la siguiente víctima—, ¿No es así? —le pregunta a Tobías a la cara, está justo enfrente de nuestra mesa y eso me pone nerviosa, no sé cómo estará él castaño, pero ya está en pie, con unas hojas en mano, y a simple vista se puede apreciar que dichas hojas están tan arrugadas como la piel de una anciana. Es un desastre.

—De hecho, Sr. Frank, creo que le va a gustar.

Aquí vamos.

—Lo escucho, ¿qué tiene que decirme sobre el señor Schopenhauer que yo no sepa?

—Bueno... —Tobías se aclara la garganta, provocando unas cuentas risas al fondo del salón—, Arthur Schopenhauer, un gran hombre y filósofo, pero demasiado miserable, ¿no lo cree? —cuestiona, viendo al profesor, quien se encoje de hombros y se aleja hacia su escritorio. Tobías me ve a los ojos y puedo asegurar que está demasiado nervioso.

—Estoy esperando, Jefferson.

—Schopenhauer, el gran filósofo pesimista —inicia a leer, el salón está silencio, lo único que se escucha son los golpeteos de algunos zapatos en el suelo o el sonido de lápiz rodando en las mesas—, Algo que me llamó de la atención de esta figura, fue una de sus frases, "La voluntad da asco" a simple vista uno se queda confundido, yo lo hice, pero aquello me hizo pensar demasiado, ¿Qué es lo que quiere dar a entender? La voluntad es aquello que te hace levantarte todos los días, lo haces para ir a la escuela o al trabajo, te bañas, te vistes, desayunas, haces una larga rutina, que se repite todos los días, y él decía que la única manera de escapar de la voluntad era apreciando el arte, el simple hecho de escuchar música, por ejemplo, te aleja de tu horrible vida, te hacía olvidar que eres parte de un sistema, al cual tienes que obedecer...

— ¿Está leyendo o se lo está inventando?

Santo cielos, lo había descubierto, Tobías había empezado a inventar desde hace como 30 palabras atrás, o sea, la mitad. Lo único que tiene en la hoja arrugada es un pequeño párrafo. Sabía que no iba a poder terminarlo en receso.

—Algo.

—Tobías Jefferson, ¿Qué me impide a mí dejarlo aplazado en este trabajo? —le cuestiona, miro a mi amigo y siento lástima. Él va fatal en esta clase y no puede darse el lujo de perder una sola nota.

—Nada, Sr. Frank —responde serio.

—No soy tan malo —dice mientras se cruza de brazos, todos los presentes vemos la situación como si fuese un terrible partido de ping pong—, Siéntese.

—Dios... —le escucho susurrar de alivio, Tobías suelta una gran bocana de aire y suelta los papeles en la mesa, seguido de sentarse.

—Irwin.

Puedo jurar que mi corazón se acaba de detener en un solo instante, ¿Qué es respirar?

Levanto la vista hacia el maestro, quien me hace señas para que me levante, y lo hago. Estoy paralizada.

—Si usted responde a mi pregunta correctamente, la nota de su amigo no se verá afectada, ¿Qué dice? —sonríe, vuelvo a ver a Tobías, quien me ve esperanzado. Y la verdad es que no sé qué hacer. ¿Qué diablos voy a saber yo?

—Bueno.

— ¿Qué es mayéutica? —Pregunta y al ver que no respondo al instante, continúa—, Lo vimos hace unas clases, debería saberlo de memoria.

Puedo sentir las miradas de todos mis compañeros puestas en mí. Soy como una especie de salvadora para Tobías, y no quiero que pierda la clase. Así que hago un esfuerzo por acordarme.

—Es algo sobre el discurso... —suelto, pero estoy seguro que se oyó como una pregunta. El Sr. Frank alza ambas cejas a la espera de que continúe, y le ruego a quien sea que esté allá arriba que lo que voy a decir, esté correcto—, ¿El arte de parir ideas?

—Siéntese.

— ¿Eso es bueno o malo? —se me escapa y a los segundos me arrepiento. Tobías me hala del pantalón hasta que por fin caigo en mi asiento. Miro al maestro y este me ve con una sonrisa en su cara.

— ¿Usted qué cree? Salvó a su amigo, felicidades.

— ¿Lo hice?

—Lo hizo, y ahora deje de hacer preguntas, de lo contrario me arrepentiré.

—Ya no dirá nada —dice Tobías, de manera apresurada. Le veo a los ojos y él me sonríe tan grande que muestra sus perfectos dientes—, Gracias —me susurra alegre. Asiento, como restándole importancia a la situación, pero a decir verdad es que me siento como una jodida heroína. Que alguien me dé un título de reconocimiento, lo merezco por acordarme de algo que vimos en clases pasadas. Joder, soy la mejor.

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no tenía tiempo para escribir o conectarme porque bueno, estoy ocupada con los tramites para la universidad, además de que quedé con depresión pos promoción, jaja. es algo triste salir de la secundaria :( espero voten y comenten. les quiero 

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