LUKE 4: Un merecido golpe.
— ¿Lo has hecho?
No digo nada, camino a pasos lentos hasta la silla giratoria de su escritorio para sentarme, le escucho aclararse la garganta, llamando mi atención. Michael tiene puestos sus ojos sobre mí, su ceño está fruncido y la mitad de su cuerpo está entre almohadas y colchas. Por un momento llego a pensar que lo he despertado, pero es que, ¿alguien podría dormir sabiendo que hay un desastre en su casa? Bueno, quizás él sí.
—Luke, ¿Lo has hecho? —vuelve a preguntar, pero esta vez más alto. Me encojo de hombros y hago una mueca con mi boca. Estoy a punto de pedirle una aspirina para el dolor de cabeza, sin dudas fue mala idea beber por medio de ese estúpido embudo, pero me veo interrumpido por su voz—, Hice una pregunta, respóndeme —Michael quita de un golpe con sus piernas todos los cojines para luego levantarse y sentarse en la orilla de su cama.
— ¡Joder, sí! —espeto y eso sólo provoca que el dolor en mi cabeza incremente. Mierda—, Lo he hecho.
—Pero...
—No podía cambiar nada, Michael, ambos sabíamos que iba a terminar así.
Se queda callado, ha bajado su mirada hasta el suelo, parece realmente preocupado, y eso me hace nada más que frustrar.
— ¿Se ha ido? —su voz sale en un murmuro, y por suerte le llego a escuchar sobre la tonta música que sigue sonando desde abajo, que suena de una manera amortiguada.
—Supongo, no creo que vaya a quedarse —me vuelvo a encoger de hombros, espero a que él diga algo, pero nada. Michael me está enojando justo ahora—, Michael, supéralo.
Sus ojos chocan con los míos, y sé que se ha molestado.
—Me siento mal, Luke, no debimos haber hecho eso, ella no lo merecía...
—Shhh —le siseo mientras llevo mi dedo índice a la altura de mi boca—, Pareces una niña quejándote, en primer lugar tú me ayudaste con toda esta basura.
—Pero no debimos...
— ¿Sabes qué? —Le interrumpo, levantándome del asiento—, Pues es muy tarde, lo hecho, hecho está. Lidia con eso. ¿Qué querías que hiciera? ¿Qué siguiera con toda esta maldita farsa? No, joder.
—Darling no tenía la culpa.
—Michael, eso no me importa —digo, dejando escapar un gruñido de frustración y camino hacia la gran ventana de cristal, en el jardín aún se pueden presenciar a algunos chicos ebrios en el inflable, que de seguro no saben quiénes son y ni dónde están—, Solamente olvídalo.
—Vete.
— ¿Qué? —pregunto confundido a la vez que me doy la vuelta para encararle. Tiene puesta su mirada en mí, luce moribundo.
—Dije que te fueras —espeta, y no puedo evitar soltar una risa de incredulidad, pero me detengo cuando observo que esto va en serio por la expresión que me da Michael.
— ¿Estás de broma? Sabes que no puedo regresar a casa en este estado...
—No me importa, vete, quiero estar solo.
—Es la una de la madrugada —justifico, pero no recibo respuesta—, Bueno, está bien, me iré.
Sin poder creerlo aún, le doy una última mirada al teñido antes de emprender camino hacia la puerta. Es increíble que se esté comportando de esa manera, tan estúpida. Él estaba de acuerdo en todo desde un inicio, nunca rechistó cuando planeamos esta basura, pero ahora se quiebra como toda una niña, menudo cobarde.
Cierro la puerta de un tirón a mis espaldas y cuando me encuentro en el pasillo, hay una chica que viene saliendo de una de las habitaciones, no la llego a distinguir al instante, pero por su corto cabello y el tonto vestido rosa que lleva sé que es Miranda. No se ha percatado de mi presencia, y la verdad es que no quiero que lo haga y que comience a interrogarme, mucho menos que me moleste con sus tonterías de chica moderna.
Comienzo a andar hacia el camino que da a las escaleras, pero a los cuantos pasos; mi nombre es pronunciado en varios gritos llenos de emoción. Diablos.
— ¿Qué haces tan solo? —pregunta cuando llega a mi par, le quedo viendo de reojo y me encojo de hombros, ahora que la tengo cerca, puedo percatarme que es un desastre, su maquillaje se ha corrido y su cabello es un enredo de mechones. Ella pone los ojos en blanco y coloca las manos en sus caderas, adoptando una forma de jarra, solamente que le hace falta un poco de curvas. Ja.
— ¿Qué haces tú? —cuestiono y volteo a ver hacia atrás, donde la puerta de la habitación de Michael sigue cerrada. Dios. ¿Qué me esperaba? ¿Qué saliera en busca mía y se retractara?
—Bueno, estaba en un cuarto con las chicas, estábamos bebiendo y hablando, ya sabes, lo típico, la fiesta abajo está algo aburrida... —Miranda continua hablando sobre cuán genial se la estaba pasando con sus amigas, y para ser honesto, no me importa absolutamente nada, por lo tanto sigo caminado por el largo pasillo, y sin dudas, ella me persigue mientras sigue parloteando—... Así que tuve que salir a buscar más licor.
Asiento en su dirección y me detengo cuando llegamos al borde de las escaleras, no puedo creer que haya gente bailando en la sala todavía, algunos agitan sus manos de manera lenta y otros, bueno, esos están tirados en los sillones riendo y en cuestión de segundos, el extraño olor que llega a mí me hace comprobar que esa gente ha estado fumando hierba. A Michael no le va a gustar saber eso, el olor quedará impregnado en los muebles y sus padres lo matarán.
—Luke, ¿Y Darling?
Miranda ha puesto su mano sobre mi brazo para llamar mi atención, y eso hace que reaccione. Pensé que ya no estaba a mi lado.
— ¿Qué? —Volteo a verla con el ceño fruncido, y sus ojos azules pestañean unas cuantas veces antes de hacerme la pregunta otra vez—, Ella tuvo que irse, asuntos con su hermano —explico rápido. Internamente suelto una pequeña risa porque es verdad, probablemente ese idiota de Irwin está sufriendo por ver a su hermana hecha trizas, tal vez y está llorando en su hombro.
Le quedo viendo otra vez, y Miranda parece conforme con mi respuesta, se cruza de brazos y por un momento le observo cómo mira de manera distraída hacia abajo. Ni siquiera sé por qué sigo a su lado o por qué ella no se ha ido a buscar su licor.
La música cambia por otra más ruidosa y eso me hace gruñir por el repentino punzón en mi cabeza. Joder, qué dolor. Saco mi celular del bolsillo para contactar a Uber. Ni loco dejo que alguien de aquí me lleve a casa, no quiero terminar en un accidente automovilístico.
— ¡Cuidado! —escucho a mis espaldas seguido de un estruendo de pasos y antes de que pueda reaccionar, siento un empujón, haciendo que tropiece con mis pies hacia adelante, a cómo puedo me agarro con ambas manos del barandal de las escaleras para evitar caer por ellas, y la suerte está de mi lado porque solamente bajé dos escalones por culpa del empujón.
— ¡¿Qué está mal contigo?! —grito hacia el par de estúpidos que venían corriendo con una colchoneta en manos, pero los muy imbéciles se han ido. Miranda me ve aterrada, al igual que los que están cerca.
—Demonios, casi caer por las escaleras —dice Miranda, anonadada. Frunzo el ceño y le hago mala cara. No puedo evitar enojarme y entonces siento que estallo.
—Sí, y ni siquiera me ayudaste a reincorporarme, ¿No se supone que tu idealismo es que las mujeres son fuertes y que debería de haber igualdad? —le reclamo y ella solamente se me queda viendo de en par en par, asustada—, Pero por supuesto, si hubieses sido tú y yo no te hubiese ayudado, Jesús, Luke es un mal tipo.
Sus ojos azules me ven triste, se siente culpable y no sé por qué, quizás fui demasiado duro con ella y que no debí desquitarme, pero es la única que tengo al frente y para ser honesto, siento que ya no puedo, este día va de peor en peor, cuando se suponía que no debería de ser así. Diablos.
Tomo una gran bocanada de aire y recuerdo que iba a llamar a alguien de Uber, entonces mi corazón se detiene cuando no siento mi celular, camino hacia las escaleras, bajándolas, y maldigo. Había soltado el maldito aparato para poder agarrarme del barandal. Mierda.
A unos diez escalones lo logro ver, está en una esquina. Me apresuro a llegar a él y cuando lo cojo se me va el aire.
Gran parte de la jodida pantalla está quebrada.
Intento encenderlo, pero nada. No da señales de vida y me comienzo a agobiar de verdad.
Regreso arriba, donde Miranda se ha quedado viéndome y alzo el celular hecho trizas para mostrárselo. Ella lo ve sorprendida y sus ojos van a los míos.
—Escucha, no debí desquitarme contigo, mucho menos alzarte la voz, no tienes la culpa...
—Ten —ella no me deja terminar cuando saca su celular para ofrecérmelo—, Llama a quien sea que ibas a llamar.
Le muestro una pequeña sonrisa y me quito de las escaleras para evitar caer. Y hago el llamado a Uber para que manden a un empleado para que venga por mí.
Ya estoy cansado.
—♥♥♥—
Mamá tiene una molesta costumbre que consiste en hacer demasiado ruido cuando hace los quehaceres, es como si mi sobrino pequeño sacara todas las porras y las comenzara a golpear entre sí. Y sin dudas, eso me pone de mal humor. Ella camina de un lado a otro en la cocina mientras acomoda algunos trastes, entonces deja caer un vaso y eso hace que deje de comer para observarla. Está haciendo que pierda la poca paciencia que tengo, sin mencionar que cada vez que se mueve; mi cabeza punza. Maldita resaca de mierda.
— ¿Qué haces? —pregunto mientras dejo la cuchara a un lado del tazón lleno de cereal. Ella se detiene para verme a los ojos y sonríe a medias.
—Estoy organizando los estantes y limpiando el l lavavajillas.
— ¿No puedes hacerlo más tarde?
Mala idea decir eso.
— ¿Disculpa? Es mi cocina, mi casa. Hago lo que quiero cuando quiero —me reprende, cierro los ojos unos cuantos segundos cuando siento que la cabeza me va a estallar y los abro al escuchar su voz otra vez—, No es asunto mío que vinieras en la madrugada ebrio y que ahora tengas una tremenda resaca, te aguantas, jovencito.
El poco ánimo que tenía ha recaído y se ha hundido tres metros bajo tierra. Le veo serio durante largos segundos hasta que continua con su labor, agarrando las platos de manera ruidosa para colocarlos en los estantes. Bajo la mirada a mi plato y maldigo porque el cereal se ha humedecido todo y está pastoso. Lo que faltaba.
—Iré a mi habitación —le comunico. Me levanto de la silla y a pasos lentos me dirijo a mi cuarto, en el camino no puedo evitar sentirme mareado, y la cuestión es que no debí tomarme varias aspirinas para controlar el dolor de cabeza. No pude dormir nada porque papá me levantó antes de que se fuera a trabajar. Tan sólo tres horas de sueño y no sé cómo es que sigo en pie.
Voy hacia mi cama, la cual está hecha un desastre y me siento en el borde. Suelto un largo suspiro de cansancio, me inclino hacia adelante, apoyando mis codos sobre mis piernas y hundo mi rostro entre mis manos. Me siento mal, no sé cómo explicarlo, creo que es más que la resaca, es como una molestia en el pecho, como una opresión, no sé qué es, lo he estado ignorando desde que me levanté. Pensar en el día de ayer y lo que sucedió en la fiesta me deja un gusto pesado en la boca, y ahora que recuerdo cuando casi me caí por las escaleras hace que me ponga helado del miedo, diablos. No puedo ni imaginármelo.
Froto mi rostro con mis manos para ayudar a despertarme un poco más, dirijo la mirada hacia mi mesa de noche y dejo escapar un quejido cuando veo mi celular hecho trizas. Hace unas horas lo he conectado al cargador teniendo las esperanzas de que reaccionara y lo hizo, pero no sé si vaya a pasar de la pantalla de carga.
Lo desconecto, presiono el botón para prenderlo, cuento hasta tres y me alegro cuando la maldita manzana aparece seguido de la pantalla de bloqueo. Sí, funciona. Paso mi pulgar por toda su superficie quebrada mientras espero a que me haga poner mi contraseña. Lo coloco y algo me cae terriblemente pesado; en cuestión de segundos se conecta al Wi-Fi de la casa haciendo que cientos de notificaciones salten, pero no es eso lo que me ha descolocado.
Mi fondo. Es una foto mía con Darling. Ambos salimos sonriendo, tengo mi brazo enrollado alrededor de su cuello mientras mi boca está a poco centímetros de su mejilla. Ella está mirando directo a la cámara y yo tengo los ojos cerrados. En esta foto se le hace notas demasiado sus pestañas y ni hablar de su jodida sonrisa. Ella puso esta foto de fondo hace varias semanas.
Bloqueo mi celular y lo dejo en la mesa de noche otra vez. Más tarde lo cambiaré. Sí, eso haré.
—♥♥♥—
El fin de semana fue una completa pesadilla, no salí de casa en ningún segundo en acepción cuando fui a sacar la basura. Odio a Michael por obligarme a ir a casa, él sabía que me traería problemas. Además de eso, papá se ha dado cuenta de que mi celular es una mierda y me ha regañado, sin dudas, fue el peor fin de semana que he tenido.
Camino con toda la pereza del mundo hacia el campo, me acomodo la mochila en el hombro y juro querer morir cuando observo a Tobías Jefferson en pie al frente de su casillero. Este voltea ver y sus ojos se fijan en los míos, veo que tiene la intención de hablarme, entonces, enseguida aparto la mirada y apresuro el paso. Estoy seguro que Darling le fue a llorar.
Cuando llego a la mesa, todos estás ahí, menos Michael. Cameron me sonríe con pesar y no llego a entender por qué lo hace. Me siento a su lado, observo a Miranda que está al otro extremo riendo con sus amigas y luego dirijo mi mirada al pelirrojo.
— ¿Qué? —hablo, ya cansado de que me vea con lástima.
— ¿Darling y tú están bien? —pregunta y eso hace que la atención de todos en la mesa se ponga en nosotros. Genial—, El viernes la encontré llorando, la llevé a casa, ¿pelearon? Joder, se miraba fatal...
—Cameron, ya —le detengo, y tomo una gran bocanada de aire cuando me doy cuenta de que todos quieren saber qué ha pasado. Mierda—, Gracias por llevarla —digo con una fingida sonrisa.
—Yo también la he visto salir de la fiesta llorando, ¿Qué pasó? —pregunta Chris, mientras le da una gran mordida a una manzana. Dirijo la mirada hacia Miranda, y esta me está viendo seria, de hecho, todos lo hacen.
—Hemos terminado —es lo único que digo y lo que ocasiona el asombro de todos en la mesa.
—Oh, hermano, ¿Estás bien? —pregunta Cameron mientras coloca su mano sobre mi hombro. Estoy a punto de contestar, pero me veo interrumpido por la voz de Miranda.
—Él está bien, tuvo dos días para superarse de la dichosa ruptura, la que debe de estar pasándola mal es la pobre de Darling, ¿No, Luke?
Miranda no es estúpida, tal vez sea molesta y algo fastidiosa, pero no estúpida. Ella sabe que no fue una ruptura cualquiera, ya que estuvo conmigo antes de que me fuera y en ningún momento me mostré "débil" ni tampoco lloré. Ja.
Me encojo de hombros y eso les da la señal a todos para que sigan en lo que sea que estaban haciendo.
Nadie dice nada más sobre el tema y de verdad lo agradezco.
Después de un rato en el cual me entretengo con mi celular y dirijo miradas hacia la entrada del campo, suena el timbre para ir a clases. Michael no ha aparecido y Darling mucho menos.
—♥♥♥—
¿Qué es lo que se hace para una persona se sienta realmente ofendida? No lo sé, me llevo preguntando por qué diablos Michael pasó de mí y se ha sentado en otra mesa. Y creo que no soy el único porque Miranda, Cameron y los demás lo ven confundidos. No sé por qué se siente tan ofendido o dolido con lo sucedido. Ayer faltó a clases y ni siquiera se dignó a contestar mis llamadas. Bueno, si Michael quiere perder nuestra amistad de años, que lo haga.
— ¿También rompiste con Michael, Luke? —la pregunta de Miranda hace callar a todos, la castaña me observa en silencio, parece molesta conmigo.
— ¡No! Él rompió conmigo —espeto y me doy cuenta de las palabras que he usado, Argh, qué estupidez—, yo no le hecho nada —complemento.
Dirijo mi mirada al teñido y este parece leer algo, ¿Desde cuándo le gusta leer?
—Eh, mira quién ha venido —me dice Miranda mientras señala con su dedo hacia la entrada. Volteo a ver y ahora sé por qué me lo ha informado, nada más para que observe cómo está Darling Irwin. ¿Miranda cree que debería de sentirme culpable? Qué tontería.
Pero a decir verdad, Darling va fatal. Lleva un gran suéter que ni siquiera es de su talla, su cintura y pechos desaparecen con esa prenda. Y ni hablar de su rostro y cabello, vaya desastre.
— ¿Estás bien, Luke? —pregunta Miranda, con un tonto pico en su boca, le hago mala cara y me alejo de ellos un poco, quedando el borde de la banca, saco mi teléfono y al prenderlo sonrío al ver una foto de mi sobrino Theo de fondo. Ambos salimos con antifaces de las tortugas ninjas haciendo muecas a la cámara. Creo que fue el día de su cumpleaños, cuando Darling y yo...
Mierda.
¿En serio esta chica estará en cada recuerdo que tenga?
— ¿Quieres? —Cameron me golpea el hombro para ofrecerme papitas, las veo y luego lo veo a él—, Escucha, Miranda suele ser una perra a veces, lo sabes...
—Cameron, déjalo estar, ya no importa —le muestro una sonrisa y tomo de sus frituras para llevármelas a la boca. Él asiente y se gira hacia los demás para integrarse a la plática que tienen sobre lo que pasó en la fiesta la cual siguen sin superar, quién se besó con quién y esas chorradas de chismes. Estoy seguro de que si yo no estuviese aquí, ellos estarían hablando de Darling y de mí.
Trato de matar el tiempo viendo las estupideces que postean mis amigos en Facebook, paso el dedo con cuidado por la pantalla quebrada y río al ver fotos de Miranda totalmente ebria sobre en inflable, no he tenido ganas de ver mis notificaciones, sé que son fotos donde me etiquetaron y sé que en la mayoría de ellas salgo con la castaña, sin dudas eso me hace frustrar de cansancio. Toda esta basura dejará secuelas que tardarán en desaparecer.
Alzo la mirada y no puedo evitar ver hacia donde está Darling llorando entre sus amigos, eso me hace pensar que no les había dicho nada y que justo ahora lo está haciendo, con lujos y detalles. ¿Por qué las chicas tienen que ser tan dramáticas?
Le quedo viendo unos segundos cómo sorbe su nariz con el dorso de su mano y es ahí cuando su mirada choca con la mía. Pasa un largo tiempo hasta que ella decide apartarla. Genial, ahora esa tonta opresión en mi pecho del sábado ha regresado y no sé qué hacer para que desaparezca. Estoy comenzando a pensar que tal vez pegarle un puñetazo a Ashton Irwin hubiese sido mejor, así me estaría evitando toda esta basura.
— ¿Hiciste el ensayo de literatura? —Cameron se gira hacia mí y niego tranquilamente, aunque por dentro estoy maldiciendo porque se me había olvidado por completo.
—Se me olvidó.
—Maldición, Luke, esa nota es importante.
Me encojo de hombros, la verdad es que no me importa, no estoy de ánimos para preocuparme por una estúpida asignación. Eso es lo último que me inquieta en estos instantes; las jodidas clases.
— ¿Tú lo hiciste? —pregunto de manera desinteresada, bajo la mirada a mi celular y procuro que no se bloquee.
—No, también se me olvidó —confiesa apenado, le veo a los ojos y sonrío a medias para luego ver el aparato otra vez—, Pero ahora me siento mejor porque tú tampoco la has hecho.
Aparto la mirada de mi teléfono y le veo incrédulo.
—Qué hijo de puta —susurro causando una risa de su parte, le ignoro por completo esta vez y continúo viendo mi inicio de Facebook.
Puedo escuchar a los demás reírse de un video que les enseña Chris, oigo a Miranda quejándose del asco y a las demás chicas fingiendo hacer arcadas, les veo de reojo y pongo los ojos en blanco al ver que hacen el estúpido, a como siempre. Suelto un suspiro, bloqueo el teléfono y lo dejo sobre la mesa, apoyo mi cabeza en una de mis manos y con la otra comienzo a sacudir las migas de papas que tiró Cameron a mi lado cuando me ofreció.
—Luke... —escucho a Cameron decir mi nombre, todos se han callado y eso hace que alce la mirada. Abro los ojos a tope cuando veo a Tobías Jefferson justo enfrente de mí, y no puedo hacer nada, porque lo siguiente que pasa, sucede demasiado rápido, lo único que siento es el impacto de su puño contra mi pómulo.
Trato de agarrarme de la mesa, pero se me imposible. Caigo al suelo, de espaldas y trato de apoyarme con mis brazos, pero el mareo me llega como si se tratara de una gran ola. No entiendo muy bien lo que está sucediendo, a los lejos escucho los gritos de asombro de mis amigos, y alguien llamándome por mi nombre varias veces, pero eso es lo último que escucho porque lo siguiente se torna negro, completamente oscuro.
—♥♥♥—
El dolor en todo mi rostro se vuelve cada vez peor y escuchar a mamá gritando hace que todo sea insoportable. Papá lo único que hace es verme desde el otro sillón en silencio, y eso me pone incómodo. No me he visto al espejo, pero sé que el golpe fue terrible, tan así que me tuvieron que llevar a enfermería para limpiar el corte y darle unas pequeñas puntadas. Genial, ahora tendré una jodida cicatriz en mi cara. Además de eso, casi no puedo ver con el ojo izquierdo.
— ¡Una pelea! ¿Qué será lo siguiente? —dice mamá, se lleva una de sus manos para cubrir su boca mientras se planta al frente de mí, luce algo agobiada. Cuando me fueron a traer a la escuela para hablar con el director, ella se había quedado muda del asombro al ver mi rostro.
—Lo bueno es que han suspendido al otro alumno por una semana —habla papá, viéndome con decepción—, ¿Por qué se han peleado?
—No hemos peleados —digo a medias, sintiendo la garganta rasposa y seca.
— ¿Qué no han peleado? Por Dios, mírate la cara.
—Papá, déjalo estar, no tiene importancia.
Él suelta un largo suspiro y apoya su espalda en el respaldar del sillón. Mamá se sienta a su lado, sé que está nerviosa por la manera en cómo juega con sus manos. Joder, sé que lo siguiente que viene es una intervención, me hablarán sobre cómo debería evitar este tipo de cosas y esto será un motivo para castigarme, sin mencionar que todavía siguen enojados por venir ebrio el sábado a la madrugada y por haber dañado mi celular.
— ¿Nos dirás por qué han peleado? —pregunta mamá y no puedo evitar poner los ojos en blanco.
—No hemos peleado, yo le he provocado y él me dio un puñetazo. Fin de la historia —explico harto y ellos se miran entre sí, sin saber qué decir.
Sé que todo este asunto ha hecho que ellos pierdan la confianza en mí, sin mencionar que ya no saldré a ninguna fiesta por un largo tiempo, bueno, creo que ya no me importan, haber hecho todo lo que hice me ha dejado harto, así que lo único que quiero es ir a dormir.
Después de una charla sobre cómo me tengo que comportar, sobre cómo no tengo que provocar a otras personas para evitar este tipo de situaciones y hacerme jurar que esto ya no iba a suceder otra vez; me dejaron ir a mi habitación.
Así que ahora procuro estar quieto en mi cama, mientras escucho alguna canción de U2 que está de fondo.
Se me es inevitable no pensar en todo lo sucedido, en Darling y su cara llena de lágrimas cuando estábamos en la fiesta y toda esa basura, la cuestión es que, creo que no me siento tan culpable por haberlo hecho, solamente me siento extrañamente cansado, como exhausto. Es algo jodido de explicar.
Me quedo viendo el techo de mi habitación mientras susurro la letra de la canción, las pastillas que me dio mamá han ayudado a que el dolor disminuya un poco. Es increíble que ni siquiera me importe este golpe, no estoy enojado respecto a Jefferson golpeando mi cara, lo cual es raro.
Mi celular suena, haciendo que lo alce para observar, y al ver el nombre de Michael entre las notificaciones hace que me sienta confundido. Enseguida abro nuestra conversación. Está en línea y me ha enviado un vídeo. Solamente eso. Lo reproduzco y no puedo evitar sorprenderme al ver cómo Tobías alza su puño para pegarme en el rostro. Genial, algún imbécil lo ha grabado todo y lo ha pasado.
"Gran derechazo, ¿no?" escribo después de verlo, por alguna razón me sentí raro al verme en el suelo inconsciente, con sangre en la cara.
"Muy bueno, te lo merecías, jaja."
La respuesta de Michael me hace sonreír, y no por lo que dice, sino porque ha decido a hablarme. Sinceramente, me aterraba la idea de perder nuestra amistad de años.
Estoy a punto de contestarle cuando mi nombre es pronunciado desde el otro lado de la puerta seguido de unos golpeteos. Bloqueo el teléfono y me reincorporo en la cama, hasta quedar apoyado en el respaldar. Mamá entra, trae consigo un vaso de jugo y una paquete de galletas.
— ¿Estás bien? —pregunta, dejando todo en la mesa de noche. Sus ojos van a los míos y asiento despacio— ¿Puedo? —Dice y señala el espacio al lado mío, vuelvo a asentir y observo callado cómo se siente en el borde de la cama—, ¿Seguro que estás bien?
—Sí, mamá, no tienes de qué preocuparte, solamente es una herida —trato de tranquilizarla y le doy una pequeña sonrisa.
—Está bien —ella deja escapar un largo suspiro, sé que está triste por lo sucedido. Mamá tiene la intención de levantarse para irse, pero se detiene al instante para verme a los ojos—, Por cierto, cuando nos íbamos miré a Darling junto al chico que te pegó, se me hizo raro también que cuando la he saludado de lejos, ella me haya ignorado.
Diablos. Diablos. Diablos.
Me maldigo porque se me había pasado por completo esto, el decirle a mis papás que lo mío con Darling había acabado. Demonios, sabía que no era buena idea traerla a casa desde un principio porque ellos se iban a encariñar con la castaña, y sin dudas, me la estarían recordando para toda la vida.
—Mamá, ella y yo rompimos... el viernes —digo en un susurro, apenado. Le veo de soslayo y en su cara refleja puro asombro, esto no se lo esperaba.
—Ay, cariño —dice con pesar a la vez que se lleva ambas manos a su pecho—, ¿Cómo lo llevan? De seguro lo arreglan en un futuro...
—No —la interrumpo causando su confusión—, Lo mío con Darling se terminó, mamá.
—Luke, quiero que me digas una cosa —me dice con tono mandón, le veo serio y espero a que siga hablando—, Todo esto fue por Darling, ¿No? —cuestiona a la vez que señala mi pómulo.
Me quedo callado por lo que parecen ser segundos y honestamente siento que no puedo hablar, no hay respuesta concreta que pueda darle, decir un simple sí me hace sentir mal. Así que asiento.
Asiento porque es verdad, el golpe que llevo en el rostro es producto de todo lo que le hice a Darling Irwin, y quizás es el pago de mi venganza a Ashton Irwin.
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dos cosas, la primera es que sé que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que actulicé y que probablemente todos ya eliminaron esta cosa de su biblioteca, lmao, la segunda es que esto es lo más largo que he escrito en mi vida y que me costó porque no tenía inspiración. plz voten y comenten.
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