LUKE 1: Ella, Darling Irwin, la chica aburrida.
—Dibujar en toda tu prueba en vez de resolverla, ¿En serio? —la voz de mi padre suele ser intimidante cuando está enojado, y esta vez no es la excepción, quizás me he pasado de la raya, pero venga, que solo es una prueba, tampoco significa que es la última, habrán más.
—Solamente es una prueba —digo, en un murmullo. No quiero ver al Sr. Charles, quien sostiene el bendito papel en alto, como si fuese sacado directo del mismísimo inframundo. Esto me hace frustrar.
—Esto sería algo inaudito si su hijo fuese mal en mi clase, pero el joven Hemmings, tiene un buen promedio en matemáticas, basándome en eso, he decidido solamente no contarle la nota de esta prueba, y que sí, que trate de hacer bien las siguientes.
—Pero, solamente es un dibujo —digo, mi tono de voz se ha elevado un poco, me estoy empezando a frustrar más de lo que debería, más de lo que me prometí ponerme en este patético momento.
—Haberme dibujado a mí en una especie de nave no es solamente un dibujo, joven Hemmings —es ahí cuando le miro a los ojos, vuelvo a ver a mis padres, y estos esperan a que yo diga algo, quizás una disculpa.
—Es Arte.
Sí, eso es lo único que digo, y no me siento mal con ello, ni siquiera cuando el maestro se enoja y dicta otra sentencia y mi madre trata de persuadirlo para que regrese a la anterior.
Cojo mi mochila y me la cuelgo en el hombro, las miradas de todos se dirigen en mí, pero no me importa, sé que perderé la nota de esa prueba y no me importa, puedo mejorarlo más adelante, la cuestión es que todo tiene solución. Salgo del salón, dejando a mis padres con el Sr. Charles y me dirijo a paso lento al aula de matemáticas, la cual debe de estar hecha un zoológico.
Al entrar, algunos se detienen de lo que sea que están haciendo, creyendo que se trata del maestro, pero al ver que era otro idiota más, continúan. Me percato de las miradas de algunas chicas, les sonrío, sé que eso les fascina, piensan que ya lo tendrán todo y eso me divierte hasta más no poder. Tontas.
El asunto está aquí, odio sentarme adelante, puedo sentir los ojos de todos clavados en mí, y sí, eso suena demasiada presuntuoso, pero es la verdad, soy Luke Hemmings, las chicas quieren conmigo, no puedo hacer nada al respecto. Dirijo mi mirada a una mesa donde hay un espacio libre, en ella está una chica, tiene su cabeza gacha en su libreta o lo que sea, no logro verle la cara, pero sé la manera en la que puedo hacer que levante la vista. Y sin dudas me divertiré con esto.
—Estás en mi mesa —dejo caer mis manos en la mesa, haciendo un sonido de choque, ella se sobresalta e inmediato dirige su mirada a mí, sus ojos cafés parpadean varia veces hasta que se da cuenta de quien tiene al frente, trato de mantenerme serio, aunque es demasiado gracioso verle anonadada.
—Eh... —trata de hablar, pero fracasa, como la mayoría de chicas que intentan entablar una conversación conmigo.
—Olvídalo —digo, cansado, hago un mohín de frustración para hacerle creer que estoy demasiado cabreado, dejo caer mi mochila a su lado y me siento. Miro de reojo a la castaña y me divierte verle tan alerta, me pregunto qué pasaría si decidiera tocarle un mechón de cabello, probablemente se escondería debajo de la mesa, qué idiota.
Joder, no soy tan malo, soy un buen chico, en serio.
— ¡El maestro! —alguien grita, avisando a los demás subnormales para que regresen a sus lugares y actúen como verdaderos alumnos. El Sr. Charles entra apresurado, con sus cosas en mano, quizás ha guardado mi dibujo entre sus cuadernos y tal vez lo cuelgue en su pared.
—Siento la tardanza, estaba atendiendo a un padre de familia —su mirada a través de los anteojos se dirige hacia mí, haciéndome soltar un bufido, sin dudas no sabe apreciar el auténtico arte—, Espero que esto lo haga cambiar, joven Hemmings, sus padres no deberían pagar sus platos rotos.
—Qué estupidez —le ignoro. Me digno a sacar mi cuaderno de la estúpida materia, pero vaya suerte la mía, no logro encontrar un lápiz, a veces me pregunto a qué vengo a clases... ah, claro, a ser un completo imbécil, normal, como la mayoría de la población estudiantil.
Observo a mi lado, a la chica castaña, que hasta el momento, se me había olvidado su presencia, ella tiene un estuche de lápices, así que llamo su atención tocando su mano, y vaya que ha funcionado. Sus ojos me inspeccionan, y por más que trate de recordar, no sé de dónde la conozco, pero se me hace tan familiar.
—Préstame un lapicero —le digo, señalando su estuche.
— ¡Hemmings y compañía! —pongo los ojos en blanco y vuelvo a ver al maestro, quien se ha cruzado de brazos y me ve molesto.
—Solamente pido un lapicero —explico, enojado. Joder, qué problema el de este señor, al parecer haberle dibujado en una nave no fue buena idea, tal vez lo debí de haber dibujado en una limosina. La chica castaña me queda viendo con esos ojos cafés de par en par, alzo mis cejas, esperando, y ella capta mi mensaje porque de inmediato me pasa un lapicero azul, lo cojo rápido y lo alzo, para que el maestro lo mire—, ¡Un lapicero!
El viejo asiente no muy convencido, pero se gira hacia la pizarra para explicar algo que a nadie le importa.
Me quiero largar de aquí, pero sé que si voy a casa, me espera una regañada de mis padres que realmente no tengo ánimos de escuchar, hoy ni nunca. Volteo a ver a la castaña, es bonita, no bonita como con las que me meto usualmente, pero tiene su algo, es algo básica y eso me sorprende ya que la mayoría de chicas, hoy en día quieren mostrar sus piernas sin importar qué.
Aunque lo parezca, no me gusta estar de ocioso, así que busco la manera de distraerme y lo primero que se me ocurre es molestando a esta chica que tengo a mi lado y que no sé su nombre, por más que, probablemente llevemos esta clase y otras.
Le pincho el brazo con el lapicero hasta que me presta atención. He empujado un trozo de papel con una pregunta que he escrito en él. Ella luce confundida.
—Léelo —susurro demasiado bajo, pero la tonta esta no entiende hasta que su mirada cae en el papel, lo toma y observo cómo se digna a leerlo, quiero reírme de su cara tan extrañada, sin dudas no se esperaba algo así. Pero mi humor se va cuando lo arruga en su puño y lo arroja dentro de su bolso. ¿Disculpa, pequeña idiota? Te estoy diciendo un cumplido, lo menos que puedes hacer, es sonreírme—. ¡Oh, vamos! No seas amargada.
—Haz silencio —me calla, silenciosamente. Frunzo el ceño, me encuentro confundido.
—Está bien.
Me acomodo en mi lugar, dispuesto a prestar atención, si ella no quiere que le halague, otra sí, no es la única chica en el planeta.
A la hora de descanso, me alegra verle la cara de retardado que tiene Michael, este sostiene una lata de coca cola en una mano y en la otra lleva su teléfono, un modelo mejor que el mío, estúpido niño rico.
—Hola, cariño —me saluda, me ofrece su lata y la tomo para darle un sorbo—, Miré a Liz y a Andy salir del colegio, ¿problemas?
—No, solo un viejo no comprendiendo el verdadero arte, ya sabes.
—Eres un idiota —él se ríe, me encojo de hombros y dirijo mi mira a los demás. Por una extraña razón me siento como el jefe de la gente que está aquí, quizás la otra al mando sería Miranda, pero solamente porque es la estúpida presidenta, me acostaría con ella, pero es una estirada, creo que es feminista, eso explicaría todo. Vaya basura.
—No sabes lo que pasó hoy en economía... —Michael me empieza a hablar sobre cómo la maestra se equivocó con una suma tan sencilla, a lo demás que dice no llego a prestarle tanta atención porque mi mirada ha caído en esta chica castaña aburrida, está hablando con la loca de Bridget Lynn, eso me hace hacer un gesto de asco. Son amigas, vaya sorpresa, eso explicaría algunas cosas, pero no el hecho de que no sé su nombre.
— ¿Cómo se llama la chica de camisa celeste, la que lleva el cabello suelto y largo? —pregunto, Michael deja de hablar, los chicos que están a mi lado también para buscar lo que digo, Cameron, me golpea con su hombro para llamar mi atención y con una sonrisa dice lo que quiero saber.
—Darling noséqué —dice encogiéndose de hombros—, tenía geografía conmigo.
— ¡Santos cielos! —La risa de Michael llega a mi lado, llamando la atención de los demás en la mesa—, vas a flipar cuando sepas quién es.
— ¿Por qué?
—No es cualquier Darling, estamos hablando de Darling Irwin.
— ¿Irwin? —le veo confundido.
—Oh, lo recuerdo, es la pequeña hermana de Ashton Irwin —dice Chris, integrándose a la conversación.
Me quedo quieto, trato de digerir la información, Michael me ve a los ojos, sabe lo que estoy pensando, es obvio, él es el único que sabe todo, nadie más. Solamente él y yo... y también el imbécil Ashton Irwin.
— ¿Qué harás? —me pregunta el teñido cuando me ve levantarme, pero le ignoro.
— ¿Alguien tiene un trozo de papel? ¡Necesito un maldito trozo de papel ahora! —exijo, Miranda saca una pequeña libreta de su bolso y le arranca una hoja para dármela, recuerdo que he metido el lapicero de tinta azul que ella me prestó en el bolsillo del pantalón, lo saco y escribo una pequeña nota que, al final meto en la tapa de este mismo. Estoy ansioso y no debería. Pero siento que esta es la perfecta oportunidad que nunca volveré a tener y sin dudas, lo voy a disfrutar.
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un extra porque les quiero, hay más, pero esos luego. me emocionaaaaaa subir esto, en serioooooo <3 voten y comenten su odio hacia Luke, lmao.
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