❝ T H E E N D ❞
Cuando despertó lo único que pudo sentir fue dolor.
Todas sus extremidades dolían, cada parte de su cuerpo, cada músculo, cada movimiento, cada respiro. Pero nada se podía comparar al dolor de su cabeza, sentía la sangre bombear en su cerebro y como el tan solo despertar lo había hecho sentir aturdido.
Sintió una mano posarse en su brazo derecho y giró la mirada hacia la persona que le había dado aquel cálido toque, era Jimin.
—Yoongi... —Su rostro lucía preocupado, su brazo estaba vendado pero lucía tan bien que Yoongi supuso que había pasado un tiempo desde la última vez que se vieron. Quiso hablar pero sentía su boca tan seca que ninguna palabra salió de ella. Por otro lado, ver el rostro de la persona que tanto amaba le alivió un poco el dolor en su pecho y podía notar que ante la preocupada mirada de Jimin sobre él, probablemente se veía como la mierda. —Espera aquí, voy a llamar al doctor.
El cálido toque de Jimin se había esfumado así como la figura del menor al pasar por la puerta, en busca de un doctor. Yoongi podía sentir su cuerpo lleno de vendas, no podía abrir su ojo izquierdo lo cual lo estresaba aún más. No pasó mucho tiempo cuando el menor regresó con el doctor, al cual no le prestó atención ya que lo estaba revisando pero su mirada estaba puesta en Jimin, estaba vivo y estaba frente a él.
—Va a tardar un poco en volver a la normalidad, especialmente porque lleva en coma dos semanas y sus heridas aún no están del todo bien. Tuvimos que operar sus costillas rotas y evaluar el traumatismo de cráneo que sufrió por la explosión.
—Muchas gracias doctor. —Jimin tomó la mano de Yoongi y entrelazó sus dedos. Yoongi no podía estar más que agradecido con que Jimin lo toque, aliviaba sus dolores. El doctor dijo alguna que otra cosa pero a Yoongi verdaderamente no le importó, sólo quería ver a Jimin. Tan así que ni siquiera notó cuando el profesional salió de la habitación.
—T... Tú —trató de hablar, le estaba costando demasiado.
—No te exijas tanto Yoongi. —pidió Jimin mirándolo.
—Mierda. —Yoongi frunció el entrecejo y tosió, su boca estaba más seca que el jodido desierto. —M... Me veo como la... puta mierda.
—No digas eso, estás con vida, es todo lo que importa. —Acarició el brazo del adverso.
—¿Qué hay de mi rostro? —Intentó removerse en su lugar, tratando de sonreír pero al moverse sintió como sus huesos crujían. Verdaderamente llevaba mucho tiempo sin moverse.
—El doctor dijo que tu ojo no salió herido del corte, pero tuvieron que coser la herida de tu rostro así que te quedará una cicatriz. —el menor acarició suavemente la cicatriz ya casi sanada del mayor.
—Supongo que me hará ver más intimidante. —Le sonrió intentando buscarle el lado divertido.
—De eso estoy seguro. —Sonrió de vuelta pero poco a poco su sonrisa se formó en una expresión de angustia. La mano de Jimin se posó en la mejilla de Yoongi por unos segundos que parecieron una eternidad y fue ahí cuando Yoongi vio los ojos del menor humedecerse, estaba llorando y podía sentir como los latidos del menor se aceleraban. —Y-yo... Yo lo maté.
—Lo sé —La mano de Yoongi se posó sobre la de Jimin.
—Estaba aterrado. Creí que él los había matado, cuando llegué los vi a ambos con sangre y mi cuerpo se movió por si solo. —Soltó un sollozo —Creí que te perdía. Yoongi, jamás me creí capaz de hacer algo tan... —Se detuvo ahí y luego continuó. —Volvería a hacerlo, si eso implica salvar a quien amo.
—Te amo Jimin. —Pasó su pulgar por las mejillas del menor secando sus lágrimas, carraspeo un poco su garganta para poder hablar más de corrido. —Y si esto te atormenta toda la vida, yo seré quien espante tus tormentos así como eres tú quien espanta los míos.
Yoongi no necesitó respuesta porque la mirada de Jimin se lo había dicho todo.
El mayor abrazó a su amado contra su cuerpo adolorido, sin importar cuantas costillas rotas tenía o cuantos traumatismos, él quería a Jimin contra su cuerpo porque sólo con él encontraría la paz. Ambos se miraron a los ojos, ambos habían sido golpeados por la cruda y tormentosa realidad que les había tocado vivir. Yoongi acarreaba muchos errores, muchas malas decisiones, muchos muertos detrás del armario. Y Jimin era la única persona capaz de hacerlo sentir libre, sin ese peso, sin esa mochila. Jimin era el único capaz de matar por él y vivir por él, así como para Yoongi el menor significaba su todo, su absoluto y su eternidad.
No había un Park Jimin sin un Min Yoongi.
Por otro lado, el menor se sentía en paz, ver despierto a Yoongi era lo que estaba anhelando desde que lo encontró inconsciente en esa habitación oscura.
Las últimas dos semanas habían sido las peores de su vida, el recuerdo de cada segundo de lo que había pasado esa vez se hacía presente cada noche cuando se iba a dormir, no podía borrar la tormentosa imagen de él mismo matando a Myers a sangre fría. Y si no lo recordaba cuando iba a dormir, las pesadillas lo despertaban cada madrugada sintiendo el frío de la solitaria habitación, sin Yoongi.
En cuanto a la familia, la ausencia de un líder se hacía cada vez más notoria, el coma de Yoongi era incierto y no sabían cuando iba a despertar o si iba a hacerlo en algún momento. Namjoon había rechazado ser líder desde un inicio pero se ofreció a hacerse cargo de la economía que, debido al caos de los últimos meses, estaba en crisis. Hoseok estuvo inconsciente una semana y cuando despertó recibió la noticia de que su esposa estaba esperando un hijo, por lo tanto rechazó la propuesta de liderazgo.
Ante la falta de opciones, todo el peso recaía en él, así que Jimin tuvo que tomar el puesto y se había convertido en el nuevo líder de los Montana.
Exactamente el día anterior a que Yoongi despierte de su coma, se encontraba reflexionando sobre lo ocurrido en tan poco tiempo. Como en tan pocos meses su vida había dado mil giros inesperados.
En como lo que juró jamás hacer o ser, ahora lo era y juró por su difunta madre que Yoongi se burlaría de él cuando se entere de que había logrado lo que una vez le prometió.
"Serás lo contrario a lo que eres ahora, te convertirás en lo que odias"
Y cuanta razón tenía.
Pero a pesar de sentir que se había convertido en lo que más odiaba, no se arrepentía. Porque volvería a hacerlo si eso implicaba salvar a los que amaba.
[...]
❝Honra tu pasado❞
Las calles de Londres eran empapadas por una lluvia torrencial, las gotas caían en el asfalto resonando con fuerza mientras las figuras masculinas caminaban sosteniendo un paraguas que poco servía para la feroz tormenta eléctrica.
Tenían puesto un traje negro mientras caminaban a paso acelerado en dirección al cementerio, llevaban flores en sus manos para dejar encima de aquella lápida, la lápida de su viejo amigo con el que uno de ellos había compartido tantos momentos que sólo quedarían en su memoria.
Cuando ambos llegaron dejaron las flores sobre la lápida y el mayor de ellos se tomó un momento para decir algunas palabras.
—Mi viejo amigo, no sabes lo mucho que deseo contarte cada cosa que he vivido desde el día en que te fuiste. Prometí venir a verte cada aniversario en la fecha de tu muerte, pero créeme que incluso habiendo vivido tantas cosas, aún no puedo creer que ya no estés aquí conmigo. —Pasó sus dedos por las letras escritas en la lápida—Y aunque tú hayas vivido tanto conmigo, sé que te quedó mucho por hacer. —Soltó un suspiro —El negocio va bien y la familia mucho mejor. Quería contarte que Namjoon se fue a vivir con la persona que ama en unas tierras a las afueras de la ciudad y Hoseok se casó con Jisoo, la mujer que salvó del burdel, ahora tienen un hermoso hijo de seis meses que se llama Eunwoo. Sé que nunca creíste en el destino, pero me creerías si te digo que encontré a mi querido Jimin porque sabías perfectamente la determinación que tenía para encontrarlo y, a pesar de que siempre lo busqué, él fue quién vino a mi. Y bien sabrás que yo soy un pedazo de adoquin que no sabe expresar lo que siente, pero gracias a Jimin eso está cambiando y ahora estoy siendo más sensible debido a él. Es por eso que hoy estoy aquí.
Perdóname por haber esperado tanto para darte una visita. Fuiste y siempre serás un gran amigo y un gran padre para mi. Siempre voy a rememorar los buenos consejos que me has dado, mi viejo amigo Henry, cuidaré de tu bar así como lo vengo haciendo y en tu nombre levantaremos las copas cada veintidós de mayo, agradeciendo tu bondad y honrandote, por sobre todas las cosas.
[...]
❝Recuerda quien solías ser❞
Los pasos resonaban en la vereda, iba cabizbajo fumando un habano, soltando el humo ante cada memoria que se cruzaba por su mente. En su mano izquierda llevaba un ramo de amapolas tan rojas como la sangre. Vio a tres niños correr por las calles, escabullirse entre la gente y por último perderse en los callejones que él conocía muy bien. Recordó a un pequeño de mejillas regordetas y sonrojadas llamándolo por un apodo peculiarmente tierno «"Yunki a que no me atrapas"»
Rió aún cabizbajo, negando levemente al tener esa imagen mental tan linda e infantil del hombre al que tanto amaba. Caminó con esa alegría en el pecho, pero sin demostrarla en su rostro ya que era muy característico de él tener su semblante neutro e inexpresivo.
Se detuvo a observar las tres casas juntas, estaban ahí humildes, para no decir precarias. Solían vivir los tres niños uno al lado del otro. Notó que cada vez se venían más abajo y se preguntó «¿Qué hubiera pasado si...?» Negó y continuó su camino, no iba a detenerse a pensar en qué hubiera pasado si Jimin nunca se iba en ese barco, o que pasaría si los tres nunca se hubieran separado porque en definitiva su realidad no sería la misma. Todo ocurrió como debía pasar y si las cosas no se daban así, su actualidad no sería la misma. Y él no pensaba en otro presente que no sea este mismo, porque era feliz, porque después de tanto dolor logró conseguir todo lo que tanto deseaba. Y ese algo era una vida con él, con Jimin.
No le fue sencillo dejar los malos hábitos, los malos negocios, el hacer todo por las malas. Estos últimos años se había propuesto algo en específico: hacer las cosas bien.
Por él, por Jimin, por su familia y por sus amigos.
Fue una coincidencia el pasar por ese vecindario, pero en definitiva los últimos días estuvo deseando darle un cierre a ciertos aspectos en su vida y pasar por ahí le ayudó en eso.
Su infancia, la ida de Jimin a américa, el comienzo de su trabajo en el bar, la muerte del señor Henry, sus inicios en la mafia, su partida a la guerra y su regreso como una persona totalmente rota que sólo sabía como destruir todo a su paso, sus pesadillas nocturnas, su insomnio. Todo eso era un recuerdo para él, un recuerdo de quién solía ser.
Porque ya no era ese Yoongi y ya no era Tony Montana.
Sus actos post guerra eran algo con lo que debía cargar durante lo que le restara de vida. Las torturas, la violencia, la enfermiza necesidad de tener el control de todo, el miedo incontrolable a morir solo, las muertes que habían manchado sus manos de por vida.
Todo eso y mucho más era lo que solía ser, pero eso cambió el día en que descubrió que ese torpe detective que mentía verdaderamente mal apareció en su vida y justamente dio la bendita casualidad de que era la persona que tanto buscó, esa persona que con su simple presencia le hacía saber que jamás volvería a estar solo. Era su Jimin.
Pensó en como sus sentimientos fueron instantáneos al verlo, sin saber quién verdaderamente era, pero como se despertaron cuando lo descubrió. Cómo eso que solía llamar «amistad» se volvió en el más puro y sincero «amor»
Y aunque no le resultó fácil dejar atrás sus tormentos, su personalidad tan carente de empatía y su adicción desmedida al control. Notó un quiebre. Un cambio repentino de los acontecimientos desde que el amor apareció en su vida, pues ahora era un hombre que bebía té y regalaba ramos de amapolas.
Dispersando sus pensamientos, vio su reflejo en el cristal de una galería cuando pasó frente a ella. Observó la cicatriz en su rostro, la cual ya llevaba desde hace tres años y como su cabello había crecido en aquel tiempo, su traje estaba impecable, quería verse bien para cuando llegara a casa.
Su camino no fue largo, unas pocas cuadras más y llegó a su hogar. La mansión Montana nunca se había visto más hermosa, el jardín delantero tenía un camino de flores coloridas y una fuente con esculturas «sofisticadas» o así las solía llamar Jimin.
Abrió la puerta de entrada y caminó buscándolo a él, suponiendo que estaría en la habitación. Pero al subir no lo encontró, tuvo que salir hasta el balcón para verlo en el patio trasero, con una paleta llena de tonalidades mezcladas en su mano izquierda y trazando con su pincel con la mano derecha.
Bajó apresuradamente por las escaleras y cambió su rumbo hasta la puerta trasera de la casa, la cual daba directamente con el patio trasero.
Supuso que el menor lo oyó, porque lo escuchó hablar.
—Te estaba esperando. —Movía su pincel en finos trazos —Llegas justo para ver el atardecer.
No emitió respuesta, sólo caminó en dirección a él. Admirando la cálida imagen del menor de espaldas, con el horizonte lleno de árboles y el cielo pintado en colores naranjas y rosados, era un paisaje de ensueño. Cuando el de mejillas sonrojadas se volteó, su paisaje estaba completo.
—Son para ti. —Le entregó el ramo, Jimin sonrío y en ese mismo instante Yoongi hubiera amado tener una cámara cerca.
—No he visto flores más hermosas que estas. —El carmín de las flores era casi similar al carmín de sus labios.
—Voy a plantar un millón de amapolas en nuestro jardín para que las veas todos los días. —se acercó a acariciar la cintura de su amado, tomándose el atrevimiento de deslizarlas hasta los bolsillos traseros de su pantalón y así atraerlo aun más a su cuerpo. Observó sus mejillas, sus labios tan deseables, sus ojos. Sus dulces ojos.
—Te amo Yoongi. —Su mirada recorrió cada facción del mayor, sintiendo la calidez que desprendía su boca al respirarle tan cerca, como esos finos labios rozaban los suyos de una manera tan tentadora.
—Te amo, Jimin. —la forma en la que pronunció su nombre provocó un notable estremecimiento en su cuerpo.
¿Qué fue eso?
¿Fue la forma en la que Yoongi saboreó su nombre entre sus labios?
¿Fue el tono tan exquisito en el que pronunció la "M"?
«Jimin» como si su nombre fuera lo que más le gustaba.
«Jimin» como si su nombre le perteneciera solo a él.
Aquella exquisita boca se unió a la suya una vez más y Jimin agradeció el que su amado lo estuviera sosteniendo con tal ímpetu. Sus manos acariciaron los hombros del adverso con cariño y por último posó su derecha en la nuca de este mismo, atrayendolo hacia si.
No se dieron cuenta de cuanto tiempo pasaron besándose, devorándose y amándose. Solo se dieron cuenta de que, cuando sus labios se separaron, sus corazones latían en la misma sintonía y la presencia de la luna les hizo darse cuenta de que esa noche, era una de sus tantas noches de gloria.
FIN.
﹙ 𔘓 ﹚
Este capítulo va dedicado a todos los lectores que me apoyaron a escribir esta historia ayer, hoy y siempre.
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