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Mientras buscaba un lugar donde sentarme y pasar lo más desapercibida posible, todos se giraban a mirarme y murmuraban cuando pasaba. De repente algo impacto contra mi cabeza .El gracioso de turno me había lanzado una bola de papel que hizo que toda clase empezara a reír. En un momento dado la parte de la clase que me observaba de frente, paro en seco ¿por qué? .....Porque mis ojos comenzaron a cambiar y con ellos empezó a manifestarse mi lado oscuro. Me agache, cogí la gran bola de papel y comencé a impartir mi propia clase de respeto.
Eh! – le grite al gracioso, se giró y le lance la bola directa a su boca –¿ sabes?.... no debistes meterte conmigo
¿Qué vas hacer? – grazno uno de sus amigos.
¿De verdad quieres saberlo?– me acerque muy lentamente
Los de atrás vieron entonces mis ojos llenos de ira y odio. El preguntón trato de alejarse de mi pero....ya era tarde...había comenzado la lección .Le cayeron golpes y patadas desde todos los ángulos. Le machaque el estómago, su bonito rostro y puede que algún golpe le diera en sus partes nobles.
¡Por favor ... para – suplico él
¿Y si no quiero? – me acerque amenazante.
¡Por favor ...no lo volveré hacer – dijo él apunto de desmayarse del dolor
¿Que no volverás hacer, maldito?– mientras dejaba caer con furia mi codo en su espalda – DILO
¡No volveré a......– y se desmayo
¡Bueno lo tomare como una disculpa – dije mientras me sacudía el polvo y me arreglaba la ropa– Espero no tener que volver a repetir la clase de hoy .
Siiii – dijeron todos asustados inmóviles en sus asientos.
¡Por fin acabaron las tres primeras horas de mi primer día en la universidad. Tenía un hambre canina.
Me dirigí a la cafetería del campus, me hice con una bandeja, cogí de los expositores una manzana y zumo de frutas del bosque. Cuando llegue donde estaba la cocinera, ya tenía claro lo que iba a pedir.
¿Qué quieres para comer? - pregunto ella
¿Cómo se llama? – le mire a los ojos
¡Emm ...me llamo Kaila – mirando a ambos lados sorprendida.
Pues Kaila... quiero que me haga dos trozos de carne de cerdo y una ensalada – Le sonreí
De acuerdo –me miro curiosa– ¡dios mío ¡Qué te paso?
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