5. Reunión Familiar
Los momentos más felices de tu vida suelen ser aquellos que no te das cuenta en el instante en el que pasan, sino muchos años después, al recordar el pasado.
Ubicas fotografías, videos, recuerdos que te hacen sonreir de un momento a otro y desearías volver a atrás para disfrutarlos de nuevo, pensando que el ahora es mucho más difícil que en ese tiempo, sin darte cuenta que podrías estancarte al pensar así. Sería mejor aprender a ubicarlos para que cuando pasen disfrutarlos al máximo...
Para Rin, aquellos momentos llenos de alegría siempre tuvieron que ver con su familia, mucho más allá que las fiestas de la U o salidas con amigos, total eran pocos los verdaderos.
Siempre esperaba cada fin de mes con emoción, día en el que la mamá de Len había nombrada con decisión y firmeza como el "Día de la Reunión Familiar", regla que estableció a penas se casó con su único hijo, dispuesta a estar cerca tanto de él como de su nueva familia.
Y así fue y siguió siendo...
Aun cuando la señora Megurine se vio en la obligación de cortarse su hermoso cabello que en algún momento presumía al teñírselo de aquel rosa favorito que tanto amaba y la hacia sentir diferente; aun cuando llegaba cansada y débil de los largos procesos de quimio que entre ella y Len se turnaban para llevarla a pesar de que ella insistía en que podía ir sola; aun cuando después de tanta lucha y creer que ganó la batalla hizo metástasis y lamentablemente acortó la larga vida que pudo tener. Mas siempre diciendo que seguiría molestando a todos desde el otro mundo aunque se acabara el año de vida que le dieron; y que igual se sentía feliz y dichosa de haber podido conocer a su primera nieta.
Estuvieron con ella hasta el final de sus días, jurando continuar con la tradición que ella había empezado.
Y ahora, a dos meses de su partida, con una sonrisa recordaba a la señora mientras terminaba de alistar la comida antes de que su familia llegara. Solo la de ella al parecer, ya que el papá de Len volvió a rechazar la invitación.
Suspiró, a veces desearía que su esposo tuviera más familia a parte de él; al menos Nero solía venir cuando no tenia mucho trabajo.
La señora Megurine solía decir que su esposo sí tenia su corazón aunque nunca lo demostrara, nunca... Obviamente todos dudaban de sus palabras, incluso su propio hijo.
— ¡Apá! —escuchó una vocecita proveniente de la sala que la sacó de sus pensamientos, seguido de unas risas y más gritos de la pequeña. Se acercó al umbral para poder espiarlos y sonrió tiernamente al ver que los dos gateaban en la alfombra de juegos, en una "competencia" que obviamente el mayor llevaba ventaja, riendo de como su hija de a penas 6 meses trataba de alcanzarlo con poco éxito.
El joven padre se detuvo antes de que la nena empezara a llorar por no alcanzarlo, y ella aprovechó esto para tratar de subirse a su espalda, apenas pudiendo ponerse de pie al sostenerse, pero riendo de por fin haberlo "atrapado".
Aunque Rin amara estos momentos debía interrumpir, pues eran las 2 de la tarde y en cualquier momento llegarían sus padres y su hermano.
Carraspeó su garganta para que pudieran prestarle atención, aminorando un poco el bullicio.
— ¿No te dije que la alistaras antes del almuerzo, Len? —se cruzó de brazos y alzó una ceja con enojo fingido, logrando que el joven cayera sentado al suelo junto con la pequeña que cayó en sus piernas.
Sonrió nervioso al verla.
— Oh no, llegó mamá, ¡corre! —entre risas suyas y de su hija, la cargó y subió corriendo las escaleras rumbo al cuarto de la pequeña.
Rin se alarmó.
—!!!!! ¡Len! ¡No subas así con la niña en brazos! —gritó con poco éxito de ser escuchada, pues el muchacho ya había cerrado la puerta.
Renegó fastidiada hasta que sintió que tocaron el timbre, suspiró para poder calmarse y abrir. Su madre fue la primera en entrar con una sonrisa y un pastel de naranja en manos.
— Feliz domingo, hija~ —canturreó.
— Feliz domingo, madre. —sonrió.
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— Hola... —fue lo primero que tontamente se le ocurrió decir.
Se había armado de valor para ese momento; sus piernas temblaban mientras con una mano agarraba con fuerza su desgastado bolso, y con la otra apretaba levemente su pecho para calmar los fuertes latidos de ansiedad que arremetían contra su corazón desde que llegó a la entrada del recinto.
Odiaba este lugar, nunca había ido en su vida, nunca tuvo la necesidad; al menos fue así hasta hace dos años, que se vio en la obligación de ir y presenciar el acto que rompería su corazón para siempre, hundiendo su felicidad tan hondo como aquel cajón blanco de madera, tan blanco como el vestido que llevaba ahora.
Sus pensamientos eran muy confusos; quería llorar, gritar, hasta llegó a imaginarse a sí misma rasgando la tierra con sus uñas, desesperada de estar separada de aquella persona a la que tanto había amado, pensando que de esa manera quizás estaría con ella.
Como siempre debió ser...
Se mordió leve el labio, se estaba comenzando a arrepentir de haberle insistido a su madre de que podía ir sola; pero no, tenía que hacerlo... Sola... Enfrentar la tristeza que la bajoneaba y que cada domingo que pasaba le impedía salir de casa, pues era demasiado que tan solo escuchar la palabra de aquel día le trajera recuerdos tan horribles.
Detestaba los domingos, detestaba el día de hoy; pero no podría seguir adelante a menos que lo superara...
Separó sus labios para comenzar a hablar, tratando de ignorar el permanente temblor en ellos.
— L-lamento... —inhaló hondo al ver que estaba a punto de romperse, cerró los ojos y tragó en seco— Lamento... haber venido recién, después de tanto tiempo... —se acercó un poco más, con temor de leer el nombre que habían grabado allí, aún sin ser capaz.
Agachó la mirada, no viendo más que el verde pasto a sus pies.
— No he tenido el valor... de volver aquí hasta ahora... pero es que cada vez que lo pensaba, no podía sentir más que dolor... —apretó sus ojos, queriendo convencerse y compensar con aquellas excusas su acto que ella veía como cobarde.
— Quería morir, aún... quiero... —tartamudea insegura— Me dejaste tan sola... ¿Por qué?... Tú te llevaste mi felicidad, tú eras mi felicidad... —sonrió amargamente, sus ojos empezaron a ahogarse.
Alzó la mirada un poco más, y en un jadeo se dejó caer al leer por fin la lápida de mármol, fría e inmóvil. Algo que nunca quiso ver, pues se fue lejos mucho antes de que terminaran de ponerla.
En un momento de desesperación giró su cabeza, topándose con el Niño Ángel que adornaba el lugar y curiosamente parecía mirarla a lo lejos. Irónicamente solo le trajo más pesar, pues le volvía a recordar lo triste de este lugar, más triste que el resto del camposanto.
Este sector... donde pequeñas almas se fueron injustamente antes de poder empezar a vivir.
— Mi niña hermosa... —soltó un pequeño chillido, agachando la cabeza y sosteniendo sus rodillas con fuerza— ¿Por qué te fuiste? ¿P-por qué tú? ¿Por qué a mí? —dejó de hablar antes de que las preguntas se acumularán aún más y volviera a entrar en un estado de estrés.
Llevó ambas manos a su cabeza, haciendo puños contra sus sienes y respirando hondo para calmar sus pensamientos; su cuerpo seguía temblando, pero al menos pudo reaccionar. Despacio, colocó una de sus manos en el suelo mientras que la otra aún sostenía su cabeza, tratando de que no regrese el pequeño dolor de hace unos segundos.
Estaba agotada, era demasiado...
— No puedo seguir... No quiero luchar. Sé que debo, y me costó demasiado entender que ya no estabas conmigo, pero es que... es tan difícil continuar... Siento que te estoy dejando atrás y me siento más miserable porque volvería a dejarte sola. Tan sola... como aquel... día... —cubrió su boca con sus manos para dejar de hablar y se dejó llorar al fin.
Aguantó durante todo el camino hasta regresar a la casa de sus padres, pero debía desahogar al menos un poco todo lo que sentía por dentro, todo se le estaba yendo de las manos.
— Dime por favor... Ayúdame por favor... ¿Qué debo hacer? —suplicó con dolor al cielo, a nadie en específico, alzando su mirada y resbalando las lágrimas contenidas en consecuencia, cayendo una a una sobre su vestido.
Cerró los ojos...
Esperó...
Un milagro...
El viento sopló...
Y unos brazos la envolvieron con fuerza, dejándola anonadada.
Su sombrero que llevaba puesto hasta entonces cayó de golpe frente a ella. Y sus ojos se abrieron a más no poder.
Aquel apretón tan cálido, tan familiar... Tan desesperado pero a la vez con tanto amor. Solo conocía a una persona capaz de abrazarla así...
— Te extrañé...— susurraron débilmente contra su oído, en un hilo de voz que casi se corta al final, sin embargo, terminó por confirmar aquel pequeño anhelo.
También lo había extrañado... Tanto...
Posó una mano sobre el brazo del chico que se negaba a soltarla, y lo acarició suavemente; sintió como su hombro empezaba a humedecerse en cuanto lo hizo. Estaba llorando.
— Len... —susurró más al aire que para el chico en sí, tratando de creérselo ella misma, aún perdida ante el asombro de encontrarse de nuevo con su antiguo amor, algo que creyó imposible a pesar de haber vuelto al lugar donde era muy probable topárselo.
Y ahí estaba, justamente allí, llorando en silencio a sus espaldas.
Len apretó el agarre en sus brazos con un poco más de fuerza, teniendo miedo de que esto fuera otro sueño y la madre de su difunta hija no estuviera realmente con él en estos momentos; o miedo de que lo apartara y lo mirara con odio como había pasado años atrás. Se negó a hablar, solo quería sentirla un poco más antes de volver a la realidad llena de problemas, antes de quizás volver a perderla. Pues su miedo le hacia creer que ella sí lo había olvidado. Que lo había superado como él nunca pudo.
Cuántas estupideces puede crear la mente humana en momentos difíciles...
Aún con la cabeza recostada en su hombro quiso pensar desesperadamente en una manera para que el momento no terminara, deseaba detener el tiempo en esos instantes y fundirse con ella entre sus brazos. Ridículo tal vez, pero poco le importaba a su enamorado corazón.
De repente y sin pensar bajó la mirada, sus ojos se iluminaron notando algo que trajo de nuevo alegría a su conflictuado sentir; entre tanta incertidumbre, después de tanto tiempo, sintió un alivio inmenso.
Sintió esperanza...
Tomó dulcemente la mano que aún sostenía su brazo y con un leve temblor por los nervios lo llevó hasta sus labios; con amor besó el lugar en donde descansaba la promesa nupcial de su todavía esposa, símbolo del lazo que en algún momento flaqueó, que seguía luchando y que ahora estaba seguro que jamás se rompería. Cerró sus ojos y la llevó ahora hasta su frente, reposando con ella y apretándola con fuerza mientras se dejaba llorar más.
Rin también lo notó con sorpresa, en el momento que el chico tomó su mano pudo ver el anillo dorado que pensó ya no tendría, pues la última vez que lo vio le rompió el corazón aún más el que ya no lo llevara puesto...
Pero ahora una pequeña emoción embargó de golpe su pecho, no pensó que aún lo tendría...
Sin esperarlo sus mejillas se sonrojaron y le devolvió el apretón al chico que volvió a ocultar su rostro en su cuello.
Rin suspiró y cerró los ojos sintiendo por primera vez en años paz, y sobre todo alegría...
¿Era posible que quisiera volver a sonreir?
Aún lloraba, pero lo hizo... Sonrió mientras con el dorso de su mano acarició suavemente lo que podía de la cabeza de Len, quien como si fuera un niño aún se aferraba desesperado a ella.
El corazón estaba completo una vez más... tanto simbólicamente por medio de sus anillos, como sentimentalmente en el interior de ambos... Por primera vez Rin pensó que todo de verdad podría cambiar y mejorar...
O al menos lo quería creer... Pues faltaba resolver tantas cosas que la hacían temblar...
Empezando por su hermano...
Pero en contra de todo, ese fue también un momento feliz, el inicio del perdón, reuniéndose postrados ante la tumba de su propia hija, en una agridulce reunión familiar.
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Jaja! Llegó el momento sad :"v
Hasta lloré x"D ojalá les saque también una lagrimita e.e
Quiero agradecer de antemano todos sus votos y comentarios :"3 me apoyan muchísimo a seguir escribiendo y me hace saber que el fandom no está muerto, jaja :"v
El vestido de Rin me lo imaginé parecido a como el que usa en la canción" Avión de papel"
Entre nos, nunca me gustó el color negro para enterrar o despedir a alguien :"v
Y por cierto... Para quienes lo leen... me demoraré un poco más en subir "Familia" x"D ¡pero lo haré! ¡Os juro! :"v
Espero les haya gustado el capítulo <3333 ya he desarrollado más la historia, y ya le tengo un final casi armado e.e
Los quiero mucho!!!!
Bye bye!
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