2. Él
Se erizó y despertó abruptamente al sentir el frío líquido recorrer su cuerpo. Miró sus manos y su camisa empapada, por un momento podría jurar que lo que veía era sangre, pero se dio cuenta que su mente estaba jugando de nuevo con él.
Solo era agua.
— Te advertí que lo haría si te volvía a encontrar así.
La voz de su mejor amigo resonó dentro de su cabeza, tan fuerte como si estuvieran taladrando dentro de él.
— ¿Qué pasa? ¡¿TE DUELE?! —gritó a propósito— ¡Pues te lo mereces! Otra vez estás borracho.
El chico soltó un fuerte quejido, cubriéndose los oídos y recostando su cabeza contra la mesa en la que se quedó dormido. Nero volvió a echarle más agua que quedó en la cubeta, importandole poco si estaba mojando el piso de su cocina.
— ¡¿En verdad piensas que así solucionarás algo?! Fui suave contigo, muchas veces, ¡pero ya me harté!
Dejó caer la cubeta al suelo, ocasionando otro fuerte sonido a propósito. Llegó donde Len y lo tomó de la camisa, levantando su cabeza para que lo mirara a los ojos, gruñó más al verlos rojos de la ebriedad.
A este paso se mataría.
— ¡Rin se fue! ¡Acéptalo de una vez! Y si lo hizo fue por lo estúpido que actuaste en su momento. No, me reitero, ¡los dos fueron unos estúpidos por querer andar buscando un culpable! pero tú lo fuiste más al actuar como una BESTIA con su hermano. Ese niño fue irresponsable, ¡pero no fue su culpa! —lo soltó bruscamente, botándolo de la silla en la que se mantenía sentado a duras penas, las botellas de alcohol chocaron entre sí al caer sobre ellas— ¡Actúa de una vez conforme a tu edad! Si no lo haces te internaré en un centro de rehabilitación, ¡así no quieras!
El joven de 25 años agachó la cabeza, odiaba lo que su amigo le decía, lo odiaba porque era verdad, y recordar lo que pasó hace unos meses aún causaba un ataque de furia en su interior, furia que solo usaba como un mecanismo de autodefensa para apaciguar su dolor.
— ¡Métete en la cabeza que ninguna de las dos volverá solo porque te la pases los días tomando!
🍂🍃🍂🍃🍂🍃
Abrió los ojos de golpe con la respiración agitada, su cuerpo estaba enredado entre las sábanas. Parpadeó un par de veces para despertar del todo, podía jurar que el último grito que dio Nero en sus sueños aún retumbaba en su cabeza. Giró su mirada hacia su mesita de noche, notando el ruido del despertador en modo vibrador de su celular; con una mano lo apagó para luego respirar hondo, seguro estaba sonando desde hace más de una hora. Se quedó dormido, de nuevo. Ya no podía darse el lujo de hacer eso, tenía que aprender a levantarse temprano si quería mantener su nuevo trabajo.
Se refregó la cara con una mano antes de levantarse, y las visiones de su sueño llegaron a él como un az de luz, trayendo difícilmente el recuerdo de hace unos años a su memoria. Tan agrio como cuando lo vivió.
¿Por qué soñó eso?, todos los días era igual, pequeños fragmentos de sucesos pasados, ninguno de ellos bueno y cada uno diferente al anterior.
Siempre creyó que había cosas que era mejor olvidar, era uno de los tantos consejos que su difunta madre le inculcó desde niño, "aprende lo que te instruye, olvida lo que te obstruye", pero no era tan simple, nunca podía olvidar, menos con aquellos sueños que eran como una auto-tortura que imponía su cerebro, día tras día, noche tras noche. Llenándolo de desesperación, de remordimiento.
Pero era su culpa.
Aún no se perdonaba por lo que pasó, nunca lo haría, y el haber alejado a Rin cuando más se necesitaban era parte de su condena, se sentía solo, más solo que en su niñez. Pero se lo merecía.
Era su culpa. Siempre sería su culpa
Aún era muy idiota como para dejar de echarse la culpa.
La puerta de su cuarto se abrió, revelando una figura bastante conocida para él; el dueño de la casa en la que ha estado viviendo todo este tiempo lo miraba de brazos cruzados.
— Oye idiota, si vas a seguir viviendo aquí al menos sirve para algo.
— Tan hospitalario como siempre, Nero —rodó los ojos sarcástico, sobándose las sienes para bajar el dolor de cabeza que le ocasionaba el estrés. Su amigo se acercó y con una mirada de reproche le tiró una pequeña tableta de pastillas en su regazo.
— Me pregunto que harías sin mí.
— Tal vez no perder el tiempo.
— Ejem... ¿Disculpa?... Yo no soy el que recién despierta a las 10 de la mañana —soltó indignado— ¿A qué hora piensas comprar el pan? —Len lo miró con flojera antes de partir una de sus tantas pastillas por la mitad. Él mismo podría hacer el pan, pero no pensaba trabajar antes de tiempo.
— ¿Qué no te tocaba a ti?
— ¡Ese no es el punto!, sabes perfectamente que no tienes que estar de ocioso, sobre todo cuando recién te devolvieron tu trabajo. Agradece que ayudó el que fueras el hijo de la dueña. Si quieres que el restaurante sea tuyo algún día, ponte las pilas.
— Sí, como sea. —en realidad nunca estuvo en sus planes tener el restaurante de su madre, siempre quiso algo propio, pero ahora estaba lejos de tenerlo.
Nero suspiró irritado, odiaba la nueva actitud de su mejor amigo, como si todo le valiera un rábano. Había veces en la que era peor, llegando a ser evasivo e hiriente cuando se enojaba; eso le ocasionó varios problemas en los trabajos de medio tiempo que consiguió hasta que lo aceptaron de nuevo en el "Tako Luka", el famoso restaurante que empezó hace años como una simple cafetería, y donde Len aprovechó de hacer sus prácticas de más joven. Su afición a la gastronomía se hizo notar desde que era pequeño y todos decían que lo heredó de la implacable señora Megurine. Algo que al muchacho le disgustaba, pues paraban comparándolo con ella. Pensando siempre que él sacaría adelante su propio nombre.
Con pesar recordó ese y los demás planes arruinados que tuvo su amigo en cuanto entró a su adicción después de aquella tragedia; y aunque logró salir más rápido de lo esperado de su alcoholismo, su mirada continuaba apagada, y sus metas vacías.
Obviamente, eso no le quitaba lo idiota que seguia siendo por no hacer algo para tratar de recuperar lo poco que le quedaba de su antigua vida, pero tenía que darle su tiempo, no podía meterse demás, también tenía su propia vida. No lo soportaba a veces es verdad, pero cualquier cosa era mejor que verlo deprimido, o peor como hace un año, casi muerto.
— Tómate eso antes de que se te suba la presión, y hablo en serio Len, o vas a estar con un malestar peor que el de ahora. —le dejó un vaso de agua antes de salir de la habitación del chico, su insistencia era debido a que sabía lo mucho que su amigo odiaba los medicamentos. Len obedeció entre quejas, estaba harto de depender de pastillas, pero era una de las tantas consecuencias de sus errores, y no era la peor. No sentía motivación en su vida, era frustrante estar estancado, solo trabajaba para comer y comía para vivir. Vivir en la misma rutina aburrida que tenía desde que salió del centro de rehabilitación hace unos meses.
Sí, al final Nero cumplió su palabra. Lamentablemente no fue en la mejor de las circunstancias.
Recordaba que poco le importaba los malestares de la resaca, vomitar se volvió un hábito para él, y al menor ápice de lucidez que tenía a lo largo de un día, volvía a caer en la inconsciencia. Era extraño, nunca le había gustado beber antes, en su momento seguía sin tenerle el gusto, pero todo lo hacía solo para obligarse a pensar en otra cosa que no sea lo desafortunada que era su vida, para olvidar el dolor que sentía de que una parte de él nunca volvería. Y no se percató que solo empeoraba más.
El alcohol le había subido la bilirrubina, teniendo su piel y sus ojos casi tan amarillos como su cabello, también empezó a sentir fiebres con frecuencia y perdió el apetito, pero siempre mentía cuando le preguntaban si se sentía bien. Olvidándose por completó de sus responsabilidades empezó a malgastar sus ahorros, quedándose con casi nada, siendo ayudado por su mejor amigo muchas veces, gracias a él fue que no murió de hambre, le debía tanto.
Sin embargo, todo tiene un límite y un día la paciencia de Nero lo rebasó. Cansado lo echó de su casa, él aceptó sin reclamar, siendo consciente de lo mucho que aguantaba su mejor amigo; pensó en su momento que si se iba a morir lo haría solo, y mientras empacaba sus cosas para irse empezó a sentirse realmente mal. Su abdomen se había hinchado con anterioridad, ignorando el porqué de esto, pero ahora un profundo dolor en la zona lo hizo hincarse al suelo, impedido de moverse se mantenía arrodillado, estrugandose el vientre con ambas manos; era como si algo aplastara todos sus órganos internos. Empezó a vomitar de nuevo, extrañado porque había dejado de beber desde hace un par de días, queriendo estar consciente para cuando buscara un nuevo lugar para vivir, y cuando el dolor comenzaba a volverse insoportable, gritó por ayuda, rogando que Nero aún no se haya ido a trabajar. Luego, lo siguiente que recordaba es que estaba en el hospital, al parecer se había desmayado del dolor antes de que Nero lo encontrara, y había permanecido inconsciente casi dos semanas, semanas en las que estuvieron quitándole el líquido acumulado en su abdomen.
Hepatitis alcohólica.
Eso le dijo el doctor que tenía horas más tarde de despertar, y por poco no había sufrido un coma etílico gracias a su breve "abstinencia" de dos días, su hígado estaba totalmente hinchado y tenía un daño irreparable que solo un transplante podría solucionar, pero para pacientes como él, a menos que cumplieran una lista estricta de requisitos no se podía proceder con la operación. Uno de ellos eran mínimo 6 meses de abstinencia y rehabilitación para asegurarse de que nunca iba a volver a tomar en su vida, sin olvidar que siempre ha sido difícil encontrar un donante compatible. En pocas palabras, estaba casi al final de la línea de espera. Era raro que le haya pasado eso a él, siendo que su nuevo estilo de vida solo llevaba poco más de un año, eso si quería hacer una comparación con otros bebedores empedernidos de años, pero al final no todos los cuerpos reaccionaban igual. Y mientras tanto, solo podía esperar y medicarse para que el daño no empeore. Su presión alta solo era una secuela que le ocasionó el exceso de alcohol. Fue ahí cuando finalmente decidió entrar al centro de rehabilitación, Nero lo obligó a firmar para que lo hiciera voluntariamente.
Sin embargo, había un problema. Ya no tenía dinero. Y tuvo que hipotecar su antigua casa y vender varias de sus pertenencias para poder tenerlo y así pagar su tratamiento. No iba a permitir que Nero siguiera gastando dinero en él por su irresponsabilidad.
Casi seis meses después, logró tener un rechazó hacia el alcohol, incluso llegó a sentir asco de él. Su rápido avance fue gracias a qué su cuerpo no se había hecho tan dependiente al líquido como otras personas. Se había salvado por poco, pero ahora tenía que lidiar con los recuerdos, la frustración y la nostalgia que ocasionó los errores de sus impulsos.
— ¡Len! Recuerda que te toca hacer las compras, y ni creas que te haré el desayuno. ¡Baja de una vez! —suspiró avergonzado. Su amigo se había vuelto muy estricto con él desde que regresó, lo hacía sentirse como un niño. O un mantenido...
Con flojera se levantó y empezó a ponerse algo fresco, aprovecharía para distraerse un rato y despejar su mente mientras compraba. Tenía que apurarse si no quería que Nero volviera a gritar.
Abrió su ropero de golpe y una pequeña cajita calló; algo más pequeño salió de su interior golpeándole los zapatos. Se exaltó alejándose unos cuantos pasos, y maldiciendo por lo bajo se agachó para recogerlo. Sus ojos se abrieron y quedó inmóvil al identificar lo que era. Lo había dejado olvidado arriba de su ropero desde que empezó a vivir con Nero. Recordó que se lo sacó cuando solo sentía enojo y resentimiento al tenerlo, pero ahora... solo podía verlo con adoración.
El dorado brillaba como la última vez que lo vio, pareciendo nuevo a pesar de que hayan pasado varios años; los pequeños diamantes resplandecian y contorneaban la curva de la clave de fa, lo más destacante en esa pequeña pieza. Su mirada se posó hasta el interior de la sortija, que encriptaba una fecha oculta pero muy especial para él.
"27/12/2015"
Domingo.... Recordó.
¿Es posible amar y odiar un día de la semana? Parecía ridículo, pero era lo que sentía. Un pequeño ejemplo de las contradicciones que tenía.
Su anillo de bodas era uno de los objetos más valiosos que tenía (o le quedaban), algo que nunca se hubiera quitado antes, pero todo eso cambió después de que Rin se fue. Juntos formaban un corazón y ella tenía la otra mitad, o eso esperaba. En serio lo esperaba, pero no tenía forma de saberlo.
Apretó con desesperación el anillo en su mano, llevándolo hacia su pecho como si quisiera abrazar ese pedazo de joyería, no se dio cuenta en qué momento había empezado a llorar; tal vez fue cuando empezó a recordar las sonrisas, los gestos, el tiempo que pasó con ella, con Rin, su esposa.
Porque aún era su esposa y seguía amándola, aunque hace tiempo en su desespero le hubiera gritado lo contrario. Echándole la culpa de algo que no era, renegando de haberse casado con ella y tachándola de loca por querer defender a un criminal.
¿No pudo simplemente quedarse de su lado? Pensaba con egoísmo hasta el día de hoy, pues sabía perfectamente el porqué de su decisión.
Golpeó el ropero con fuerza y soltó un grito de frustración, recordando una vez más lo feliz que había sido hace unos años, el dolor que sintió al perder lo que más amaba, la furia que lo cegó y solo ocasionó más daño a su alrededor.
Trató de respirar hondo para controlarse y calmar su llanto. Después de unos minutos el silencio volvió, y se sorprendió de que Nero no haya subido después de su pequeño escándalo.
Sosteniéndolo ahora con ambas manos sobre su regazo se quedó mirando ese anillo, su anillo, el aro que lo unía de por vida a alguien que realmente extrañaba, y renegó por lo cobarde que era al no ir a buscarla, por el miedo que sentía de verla de nuevo. Resignándose solo a fantasear con que la volvía a tener, a tocar, a besar, a abrazar.
Tenía miedo porque estaba seguro de que no quería verlo de nuevo. Pero era entendible.
¿Quién perdonaría a alguien que casi mata a golpes a su hermano menor?
Es difícil perdonar, y el lo sabía mejor que nadie. Porque si volviera a ver a ese niño, juraba que lo haría de nuevo.
🍂🍃🍂🍃🍂🍃
Me enredé bastante con este capítulo x"D le quitaba y ponía varias cosas, pero es porque le estoy queriendo poner un rumbo fijo a la historia.
Jaja, ojalá me salga (?) :"v
El anillo de multimedia es lo más cercano a lo que pensé, solo imaginen que es dorado x" D
Okay, bueno xd espero les haya gustado :3 si fue así no olviden dejar su voto y comentario (ya parezco youtuber °>•) y por cierto gracias por los votos y opiniones del capítulo anterior ❤️ me animan mucho <tres
Los quiero mucho, bye bye.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro