He Who Must Not Be Named
Nuestros peores temores se habían hecho realidad. Kai estaba en prisión, el aquelarre géminis estaba prácticamente extinto, pero como una última jugada del destino, el hijo de Jo, Alaric y ahora mío había nacido y también las hijas de Malakai, y algo no estaba bien con mi pequeño.
ya habían pasado cinco años de aquella tarde en qué yo había regresado con ellas y Rick me había dado la noticia, cinco largos años en qué las hijas de Kai parecían crecer como cualquier niño, normal, para nosotros, es decir, si tenían sus pequeños estallidos de vez en cuando, alguno que otro berrinche, pero algo natural lo cual no podíamos decir de Chris, él, mi pequeño él...
Simplemente algo no andaba bien con él, era como si... Como si de pronto pudiésemos ver algunos rasgos de quién probablemente había sido Kai en su infancia, y no había pasado un día en que no estuviésemos angustiados con las implicaciones de que nuestro bebé se pareciese tanto a su tío, era como si él y no las gemelas, fuese su hijo y eso nos aterraba de mil maneras, con Bonnie y otras brujas que habían llegado a la escuela, sabiendo lo que era y ofreciendo sus servicios como maestras habíamos tenido bastante apoyo con la situación, pero era inevitable no vivir pensando que una espada de Damocles pendía de nuestras cabezas.
Jenna y Olivia eran las últimas gemelas géminis y brujas sifón como descubrimos tan pronto comenzaron a mostrar su escencia mágica, en cuanto a Chris no habíamos descubierto como es que no había sido gemelo y cuál era su magia, aunque por lo que teníamos tiempo suponiendo era expresión o magia espiritual un tipo de magia muy poderosa de Místic Falls de la que tampoco teníamos idea como él, siendo un descendiente géminis había podido desarrollar.
Hacía unos días habíamos tenido además la inesperada visita de cierta rubia dándonos noticias nada gratas, al menos para mí.
Klaus, él... Elijah y Hayley Marshall habían muerto y esa vez no se trataba de un truco, porque además me mostró la razón por la cual estaba allí y era ella, la hija que Klaus había tenido con Hayley. Una pequeña pelirroja única y especial que me miraba vacilante, con unos hermosos ojos azules que me invitaban a recordar a su padre, eso entre todas mis preocupaciones había sido la gota que derramó el vaso, sin poder evitar la tristeza tan profunda que de pronto sentí, abracé a la pequeña en un acto reflejo y prácticamente adoptandola al instante, no había que ser un genio para ver cuán importante era esta niña para el resto de los Mikaelson. Rebekah me rogó que cuidara bien de ella, la enseñará a defenderse, a explotar todas sus capacidades, que siendo quien era, seguramente eran muchas y aún debía descubrirlas pues con ellos no estaría segura; yo desde luego me comprometí a hacerlo, sobretodo cuando la misma Rebekah me explicó por qué razón ellos no podían cumplir la promesa que le habían hecho a Klaus de permanecer a su lado, pues según sabía hasta que no lograran vencer por completo el mal que los acechaba y había conseguido acabar con los miembros más importantes de su familia, no podían arriesgar la vida de la pequeña Hope.
Actualidad año 2020
Hoy había un torneo nuestros chicos contra la preparatoria local, y todo era luces, alegria y competencia, no era por presumir pero sin necesidad de magia, la cual no usariamos durante toda la competición, mis muchachos eran increibles, se sentía la emoción por compartir con los humanos de los que por lo general nos habiamos mantenido alejados todos estos años.
Olivia y Jenna eran las animadoras de nuestro equipo, la mayoría se encontraba fuera y yo estaba en mi despacho resolviendo algunos asuntos con Ric, pensando en ellas y en Chris cuando unos gritos aterrados nos hicieron dejarlo todo...
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