✨ Primaveral, II✨
Dormía bajo una extraña calma pese a que faltaba un par de días para la boda. Le adjudicaba está paz a Marius. Según Olivia él le había pegado la tranquilidad. Mientras que el muchacho decía que aún no había chocado contra la realidad del momento, y que no debía confiar tanto en esa calma.
Pero ahora los dos no pensaban en eso. Desde la última crisis de la joven bruja es que habían decidido ir a dormir temprano para comenzar temprano con sus tareas. Recién era más de media noche y en el cuarto reinaba el silencio, interrumpido con uno que otro ronquido.
No había nada que perturbara la paz. O al menos eso era lo que Olivia creía. Aunque no ocurría hacia muchos años, que pudiera pasar cerca de la fecha más importante le preocupaba.
Cuando no soñaba con algo, era la tranquilizadora oscuridad lo que invadía su campo onírico. Pero los pensamientos intrusivos de los últimos días comenzaron a tener efectos en el momento menos esperado.
Aún sin ver nada, pudo sentir una vacía mirada azul sobre ella, o como un par de manos heladas la acorralaban contra un muro. Era todo oscuro, pero la sensación de que le faltaba el aire, y la presión que le impedía respirar la abordo.
Hasta que escuchó su voz, gruñendo ante su decisión. Fue lo que necesitó para despertar.
-No podrás.- dijo y se replicó como un eco.
Solo abrió los ojos. Noto que se aferraba a las sábanas, y que su pecho se agitaba nervioso. También noto que Marius aún la abrazaba, aunque era con un solo brazo que cruzaba sobre su estómago.
Pese a los años durmiendo juntos, se preguntaba cómo es que podía seguir durmiendo así, tan torcido. Sonrió, tomo el brazo que los unía, y salio con cuido de bajo de este. Le dio un beso en la frente, y Marius se acomodo hacía el otro lado sin despertar.
Olivia, agobiada por su sueño, fue al baño. Iba tanteando la pared, pues sentía que la noche se había hecho más oscura.
Al verse en el espejo noto el gran cansancio bajo sus ojos, pese a que era la primer noche en que no dormía de corrido. Lavo un par de veces su rostro, hasta que en un momento dejo las manos en este. Tomo aire y lo exhaló con gran fuerza.
-Todo estará bien.- se dijo a si misma.
Cuando sacó las manos de su vista, algo vio en el reflejo, que hizo dar un brinco del susto. Volteó para cerciorarse que no hubiera nada, y así era. Su corazón latía acelerado, y no recuperaba el color en la piel.
Cientos de veces se vio envuelta en una situación así. Pero solo una vez la vivió del mismo modo que su presente. Luego de la primera vez, asumió que no se iba a volver a casar o nada por el estilo. Con Zoe nunca se habló de eso, y Olivier fingió su muerte antes de tocar el tema de manera más madura.
El estrés con su magia era la peor combinación. Podía llegar a notar lo que sea y no saber qué es. Y casi siempre terminaban siendo pequeños fragmentos de visiones futuras.
Un ladrido otra vez la hizo saltar, y fue abrir la puerta con rapidez. Cristopher la esperaba sentado del otro lado, moviendo la cola de un lado a otro.
-Hola amiguito.- saludo.-Guarda silencio, no ...
-Hola.-
Olivia pegó un grito, haciendo que Marius gritara, y el perro ladrara.
-Cielos ¿Desde cuándo eres tan silencio?- pregunto alterada Olivia.
-¿Y tú desde cuándo hace tanto ruido? ¿Estas bien?
- pregunto preocupado.-Te escuché gritar hace unos minutos.
Ella asintió, y dio una leve sonrisa. Le mentía, y no sabía por cuánto tiempo iba a sostener aquello.
-Me golpee el pie de camino al baño.- explicó.-¿Tú estás bien? ¿A dónde ibas?
-¿Segura? Te ves un poco ...
Se acercó y tomo de la cintura, para luego hacerle una cara larga.
-Quiero volver a la cama, y seguir durmiendo.- le interrumpió.-¿Vamos? Mañana hay mucho que hacer.
-Claro.- dijo y tomó de las mejillas, para luego soltarla.-Pero antes iré al baño.
•
En la mañana siguiente despertó sola. Al menos a su lado no estaba su prometido, pero el perro seguía a los pies de la cama.
Se sentó, y puso atención. Había silencio, lo que indicaba que Marius se marchó y ella no lo oyó. Salió de la cama, y fue directo a verse al espejo del baño. Suspiro frustrada al verse, pues el pelo le llegaba hasta la cintura.
-Bien, le debo buscar lo positivo a esto.- murmuró.
Antes de hacer el desayuno, llamo a Zoe para que fuera al departamento. Al cabo de media hora llego con algunas donas, y Jackson un tanto adormilado.
-Hola.- saludo por lo bajo.
Se agachó, y el niño fue directo a sus brazos extendidos.
-Si, también te extrañe.
Se puso de pie, sin soltarlo, y menos quejarse por el peso del niño que pendía de su cuello.
-¿Mamá me darás una mano con el pelo?- sonrió.-Nos podemos adelantar un paso y ya dejarlo listo para el gran día.
-Por todos los brujos, no me llames así.- dijo Zoe dando un paso al frente.
Olivia se hizo a un lado, sin dejar de sonreír.
-Antes te gustaba.- murmuró.
Zoe rió por el comentario.
-Aca solo una persona me pude decir mamá, y cuelga dormido de tu cuello.
Luego de haber hecho el desayuno para el niño, y él té para Zoe, está le pidió las tijeras.
En cuanto comenzó a cortar el cabello, Zoe parecía que algo quería decir. Tarareaba una canción, que Olivia conocía, y cada tanto silbaba un poco. Jackson no les quitaba los ojos de encima. No siempre tenía la oportunidad de ver a su madrina con el cabello tan largo, y menos ver a su mamá cercenandolo.
-¿Me dirás qué pasa?- pregunto al fin.
-Nada.- respondio Olivia y le sonrió al niño.-Recuerda que debe quedar asimétrico.
-Si ya se, y también se que pasa algo.- insistió Zoe.-No te crece de la noche a la mañana salvo que pase algo.
Olivia le indico que se detuviera, tiró la cabeza atrás. Ella sabía que Zoe sabía porque su cabello había crecido demasiado. Odiaba tener que hablar de algo tan presente en el mismo aire. Pero estaba segura que su amiga no lo hacía por maldad.
-Por hoy podemos hacer de cuenta que hablar no sirve de nada.
Zoe rodó los ojos, disgustada con lo que Olivia acababa de decir.
-Esta mal y lo sabes.- dijo.-Tu no la oigas.- señaló al niño que contenía una sonrisa.
Olivia lo vio y negó dándole la razón a su mamá.
-Lo se, solo es que ahora no tengo ganas de dejar al descubierto que yo ...
-¿Tienes miedo?
-Un poco si.
La abrazo por el cuello, como cuando eran aún más jóvenes. A ellas se les unió Jackson, quien no entendía mucho lo que ocurría, pero en su joven memoria no era la primera vez que veía a su mamá abrazando a su madrina y guardar extraños silencios.
-No estás sola, y está bien tener miedo.- murmuró Zoe.
•
El día anterior a la boda, Arabella volvía de hacer las compras con Ámbar. Traía su vestido para la fiesta, y un par de coletas nuevas para su hija. Esta tenía la costumbre de perderlas cada vez que salía a jugar junto con los familiares.
Llamo a Hisirdoux, y este bajo medio cabizbajo por las escaleras. Se acercó a su hija, la alzó y le dio un suave beso en la frente.
Arabella le dio un beso, y sonrió, pero luego dejo de hacerlo.
-¿Pasa algo?- pregunto.
Él negó.
-Pasa algo.- afirmó.
Dejo sus cosas, fue hasta el cuarto, y luego volvió a donde estaba Hisirdoux hablando con Ámbar.
-¿Y el traje?
-¿Qué?- pregunto confundido.
-Sabes de lo que hablo.- Arabella se cruzó de brazos y lo vio fijo.-La boda es mañana, no puedes esquivar esto. Pensé que estabas bien con que tú hija mayor se casará.
Ante el silencio del mago, y como este evitaba verla a los ojos, comprendió que aquel tonto acto de rebeldía significaba algo más. Hizo un movimiento de cabeza que Ámbar entendió de inmediato y salió del comedor, aunque se quedó no tan lejos para oír.
Arabella se acercó, desestructurando su postura dura, y tomo sus manos. Quizás no terminaba de sentir lo mismo que él o Circe porque no estuvo ahí para vivirlo, pero si podía entender el temor de no poder proteger a quien más ama.
-Esta bien que tengamos miedo.- dijo.-Ayer Circe me llamo llorando confesando que estaba aterrada con mañana.
Hisirdoux rodó los ojos y volvió la vista a la rubia.
-No hay mejor papá que aquel que quiere lo mejor para su hija.- dijo Arabella.-Y yo sé, que tú sabes que mañana es de lo más lindo que le va a pasar, porque ella lo elige esta vez. La boda y el novio, y nada de eso a traído problemas. Al menos el novio no trae problemas.
Hisirdoux seco una lágrima que delató la emoción que tenía, y la abrazó al instante. Arabella le correspondió, y luego sonrió al escuchar como Ámbar se acercaba.
-Papá yo nunca me voy a casar.- exclamó.
Se acercó corriendo el último tramo, y salto para unirse al abrazo. Hisirdoux no dijo nada respecto al comentario de su hija pequeña, y solo sonrió, dejándose mimar por ambas.
•
Salió de la cama sin hacer ruido, ni muchos movimientos. Olivia hacia un gran esfuerzo para no andar por el cuarto saltando de la emoción, pero no lo pudo contener más, más aún al notar la profundidad con la que dormía su novio.
Su idea era despertarlo con suavidad acompañado de un café. El último como novios, pero prefirió saltar sobre él gritando emocionada.
-¡Es hoy, es hoy, es hoy!- exclamó.
Marius, tratando de seguir durmiendo, oculto su risa, hasta que la atrapó y la acostó a su lado. Abrió un ojo y se encontró con la resplandeciente sonrisa de Olivia. No podía dejar de hacerlo, y aquello se lo contagiaba a él.
-Es hoy.- repito susurrando.
Marius cerró los ojos y sonrió mientras escuchaba a Olivia repetir que hoy era el día.
-Es hoy futura señora de Dubois.- susurró sonriente sin abrir los ojos.
Aquello fue como haber sido atravesada por alguna clases de flecha. Le quitó el aliento por un instante, y le provocó una sonrisa llena de ilusión.
-Disculpa ¿Cómo me llamaste?- pregunto por lo bajo.
-Olivia Julia de Dubois.- respondió.
Olivia mordió su labio inferior, conteniendo el grito de emoción que le causaba escuchar su futuro nombre. Aunque por años le disgustaba no poder usar nombre por completo, ahora que ella estaba eligiendo cambiarlo, se sentía encantada.
Se sentía encantada que fuera junto a él con quién hiciera eso.
-¿Puedes repetirlo de nuevo?- insistió.-Es que suena tan bien.
-Claro, señora de Dubois.- respondió.-Después de hoy no te llamaré de otra manera.
La joven bruja no aguanto más la emoción de sus palabras, y se le echo arriba llenándolo de besos. No la iba a detener, amaba verla feliz por cualquier cosa, más aún si era algo que pronto iban a compartir.
A los minutos, Olivia salio de encima de él, y corrió a la cocina. Marius se sentó, y estiro mientras buscaba su coleta con la mirada. Al no encontrarla salió de la cama y fue a la cocina.
Encontró a Olivia sentada en la mesada, moviendo las piernas de arriba a abajo mientras ataba su corta cabellera.
-¿Eso es mío, cierto Hestigio?- pregunto acercandose.
-Puede ser, Dubois.- respondió sonriente.-¿Quieres café?
-¿Cambias el tema?
-Puede ser.- sonrió.
Se sentó a su lado, y recibió el café que está le ofrecía. Y mientras le daba el primer sorbo, Olivia se apoyó en su hombro, cerrando la mirada, disfruto los sonidos de la mañana.
Cuando más quiso sumergirse en la tranquilidad de su hogar, alguien llamo a la puerta. No dio señales de querer ir a ver quién era, en su lugar fue Marius. Este dejo con cuidado su lado, y fue hasta la entrada.
Olivia oyó voces y festejos, y fue a ver qué era lo que ocurría. Era Jim junto con Toby tratando de arrastras a Marius. Claramente estaba planificado que así sucediera, pero ella no creía que iba a pasar tan temprano. Aún quería quedarse un rato más con Marius.
-Lo sentimos Oli, pero llegó la hora.- dijo Toby.
-Si, hay mucho que hacer y poco tiempo.- añadió igual de emocionado Jim.
Marius volteó a verla, y se encogió de hombros. Era claro que no iba a poder retrasar más la salida.
-Al menos déjenme cambiarme.- pidió, y tomo la mano de Olivia.
Su intensión era irse con ella, y retrasar su partida, pero Jim fue un poco más rápido y jalo de ambas muñecas, haciendo que se soltaran.
-Ve, pero ella se queda acá.- dijo.
-Si, sabemos que pueden tardar más de lo que dicen.- le secundo Toby.-Una tarde nos hicieron esperar como una hora con Darcy. No creí que fueran tan impuntuales.
-No diría impuntuales.- dijo Olivia cruzándose de brazos, y le dio una sonrisa socarrona.
Al cabo de unos minutos, se despidió de sus amigos, y luego de Marius con varios besos. En cuanto la puerta se cerró el silencio se apoderó del lugar, y Olivia no podía dejar de ver al frente y sentir un fuerte cosquilleo en su estómago.
Sin embargo la puerta se abrió otra vez, y Marius salto director sobre ella, dándole un último beso que la tomo por sorpresa, que le correspondió en el acto.
-Para que no me extrañes.- dijeron al mismo tiempo, y luego se echaron a reír.
-No llegues tarde a tu cita en el altar.- murmuró Marius.
-Impuntual.- dijeron al unísono.
En cuanto se marchó, otra vez el silencio se apoderó del lugar. Pero esta vez Olivia lo sintió diferente. Tomo aire, y agitó la cabeza para quitar cualquier nuevo pensamiento.
Soltó su cabello, y se quedó observando la coleta, que obviamente no le pertenecía. Chasqueo la lengua, y frunció el ceño, para luego ponerse la coleta lila alrededor de su muñeca.
•
Se encontraba sumergida en la bañera. Una de las razones por la cual se mudaron ahí, era por la antigua bañera que poco tenía que ver con el departamento.
Había tratado de evitar cualquier pensamiento que tuviera que ver con su pasado, pero esto le fue inevitable. Bajo el agua, rodeada de espuma y calidez, las lágrimas rodeaban su rostro ya humedecido.
Alguien llamo a la puerta, y de inmediato se hundió en el agua. Al salir dio permiso para que entrara, pues sabía de quién se trataba.
-Hola.- saludo, y dio una sonrisa.
-¿Hola?- dijo Zoe.-Te estuve llamando, en unos minutos tenemos la prueba del vestido.
Al no recibir ninguna respuesta, Zoe se sentó al borde de la bañera. Olivia evito su mirada a toda costa. Le había jurado que no iba a estar mal por algo que le hacía bien.
-Aun sigues pensando en que no mereces esto ¿Cierto?- pregunto.
-¿Realmente lo merezco?- respondió.-Me he estado haciendo esa pregunta desde que puso este anillo en mí dedo, y no se que responder.
Zoe se levantó del lugar y le alcanzó un toallón para que pudiera salir del agua. La piel se le estaba arrugando, y ya no podía distinguir el agua jabonosa de sus lágrimas. En cuanto estuvo fuera, la peli rosa no dudó en abrazarla. Y en cuestión de minutos Olivia lloro con más fuerza.
-Amiga, has pasado por tanto, y te superaste en todo lo feo que te paso, que está más que merecida está felicidad.- murmuró.
Se apartó y la vio a la cara. Sonrió para que Olivia hiciera lo mismo.
Debía verla sonreír, pues de todo lo que ella tenía su sonrisas era lo que más le gustaba. Genuina y brillante, capaz de contagiar alegría con solo elevar sus comisuras.
-Jeremías está lejos, y nunca te va a poner un dedo encima ni entrar en tu mente.- dijo Zoe.-Porque tu le ganaste en donde el fallo. Y si hoy se presenta Lucius significa que esta feliz con tu decisión.
Olivia no hacía más que asentir con la cabeza, sin dejar de llorar, pero ahora sonreía de una manera diferente. Apretó con fuerza a Zoe entre sus brazos, y la agitó a ambos lados.
-Me voy a casar.- lloro con más fuerza que minutos atrás.
-Si tonta, es lo que te estoy tratando de decir.- Zoe rió y la abrazó con fuerza.
Al baño entro Clara, y las regaño porque aún seguían ahí en medio del agua.
•
Junto con sus amigas se encontraban en el cuarto de una cabaña. Estaban esperando a Arabella que venía con Rebecca que traía el vestido listo. Olivia no cabía en si misma de tanta emoción.
Darcy se había encargado de su cabello, mienta que Mary le hizo un suave maquillaje. Ellas estuvieron en cada boda que la novia organizó, y no fue negociable que no pudiera participar en esto.
Por otra parte, Zoe se encontraba con Clara acomodando el ramo, y entreteniendo a las niñas que iban a ser quienes llenarán en camino de flores blancas.
-Muy bien, terminamos aquí.- dijo Darcy.-Quien diría que llegarias a ser una novia obediente.
-Lo soy, porque haces bien lo que te pedí.- dijo Olivia.-
Y antes que pudiera decir algo más Arabella entro al cuarto. Por detrás llegó Rebecca junto con Circe y Jackson.
-Muy bien.- exclamó Circe.-Las damas a vestitse, y la novia igual. Vamos que no queda tanto tiempo.
En cuestión de minutos en el cuarto solo quedo Circe con Olivia y el niño, quien ya estaba en su traje blanco.
-¿Lista hija?
-Si, vamos ma.- respondió sonriente.-Jackie, quédate hasta que me terminé de cambiar.
El niño obedeció, y se sentó al borde de una silla.
En silencio, con temor a que alguien la viera entro Ámbar al cuarto. Con sigilo, sin notar otra presencia, se introdujo y comenzó a buscar algo.
-¿Qué haces?- le increpó el niño.
-¿Qué haces tú acá?
-No, yo te pregunté primero.
Ámbar ocultó sus manos tras su espalda, y se paseo con el mentón en alto por el cuarto.
-No puedes estar acá.- murmuró Jackson acercandose a ella.
-¿Quién dice? Tu no deberías estar acá.- se defendió.
Y solo fue cuestión de segundos para que comenzarán una pequeña trifulca en el piso alfombrado.
-Ah, arruinaras mí vestido.- exclamó.
-Haces lo mismo con mí traje, tonta.
-Tonto tu, ella es mí hermana mayor.
-Es mí madrina, la mejor amiga de mí mamá.
Mientras los dos giraban en el suelo, despeinando sus cabelleras arregladas y arrugando sus trajes planchados, Circe los observaba en silencio. Cansada, aclaro su garganta y ambos se detuvieron de inmediato.
-¿Qué creen que hacen?- pregunto indignada.
Se pusieron de pie con rapidez, y limpiaron sus trajes con la misma velocidad. Quedaron quietos frente a Circe, y está los veía con el ceño fruncido. Pero pronto se suavizó al oír acercase a su hija.
-¿Qué está pasando?- preguntó Olivia.
Circe se hizo a un lado, y los dos niños la vieron con adoración. Sus ojos brillaban de la emoción, y sonrisas de inocencia se dibujaron en sus rostros. Su gran vestido blanco, le hacía lucir como aquéllos seres que veían en los cuentos de hadas, y estaban alucinados.
-Quiero, quiero tirar flores junto con Ámbar y Lucero.- dijo Jackson.
Bajo la mirada de inmediato, y se dedicó a ver sus zapatos lustrados tratando de ocultar su vergüenza. Ámbar lo vio, y luego a su hermana. Sin decir nada en contra estuvo de acuerdo con él, y pactaron no pelear por lo que restará de noche.
•
Marius estaba dando un toque a la pequeña corbata de moño, renegando con esta. No quería, pero deseaba gritar a todo pulmón que ya sea la hora. Los nervios se mezclaban con emoción, y ya no se podía estar quieto.
Alguien llamo a la puerta, y este dio un brinco. Estaba seguro que si le decían que ya era hora daría un paso, y terminaría en el suelo.
-Yo, aún no estoy listo.- exclamó nervioso.
-Lo sabemos.- anuncio Arabella entrando junto con Peggy.-Venimos a darte una mano.
-Yo no estoy listo.- murmuró con voz entrecortada.
Era cierto que aún no había caído en la realidad del momento, y está le golpeó con fuerza a minutos de caminar por el pasillo que lo conduciría al altar.
Se sentó, y oculto parte de su rostro entre sus manos.
-Oh, cariño.- dijo Peggy.-Claro que estás listo. Desde mí experiencia ...
-Mamá tu nunca te casaste.- le interrumpió.
-Shhhh.- dijo y dio una sonrisa.-Desde mí experiencia, los nervios y el miedo indican que has tomado una buena decisión.
-¿Tú crees?
-Me asustaria si no actuaras de esa manera, niño.- respondió.
Paso una mano por su cabello, acomodando los pelos rebeldes, y así poder atarlo en una sutil coleta. Arabella se puso en cuclillas frente a él, y alzó su rostro. Si se lo notaba afligido, lo que le daba ganas de abrazarlo como cuando era niño.
-Escucha, es cierto. Crees que no vas a poder, pero en cuanto estés allá esperando a la novia.- se pauso y tomo aire.-Vas a querer ir corriendo hasta donde está.
-Tu hiciste eso.- señaló.
-Lo hice.- sonrió.-Ahora ponte de pie que vamos a arreglar eso ¿Acaso no tienes padre?
Peggy la vio con reproche, y Arabella dio una risilla.
-Bien, yo no sé hacer esto.- dijo en cuanto lo vio.-Pero algo de magia lo puede solucionar.
-Mejor deja que lo hago yo.- dijo Peggy.
-¿Dudas de mis habilidades?- pregunto ofendida.
Peggy guardo silencio, y le ayudo con el corbatín. En menos de un minutos este ya estaba listo. La bruja lo vio con detenimiento, acomodo un par de cabellos sueltos, y le sonrió.
-Estas listo niño.- dijo.
-¿Quieres llorar Peggy?- pregunto el muchacho.
-Cuando no tu haciéndome llorar.- respondió, secando una lágrima que amenazaba caer.
Arabella se abalanzó sobre ellos, para abrazarlos con fuerza.
-Yo si quiero llorar.- lloriqueo.-Tu siempre logras hacerlo.
•
Olivia se encontraba sola. Estaba apreciando su figura envuelta en el vestido de novia que no le había costado elegir. Ella lo vio y supo que era el indicado.
—El vestido y el novio.—penso.
Aunque le tuvieron que hacer muchos retoque, este había quedado tal y como había imaginado.
Se puso el velo y sintió que en cualquier momento estallaría. Al fin el día había llegado, y ambos estaban enteros, a punto de cumplir algo que a la joven bruja le costó imaginar.
Lejos de buscar la calma, se dejó embargar por todas las emociones segura de que su magia se quedaría tal y como estaba. La podía sentir fluir con tranquilidad por su cuerpo, y en ese momento supo que, luego de muchos años, había logrado dominar las visiones.
En cuanto tocaron a la puerta sus ojos dieron un destello. Algunos brillos quedaron pegados al velo, y otros desaparecieron. Hisirdoux entro, y sintió que la respiración le quedaba corta.
No era la primera vez que veía a su hija en un vestido así, pero si la primera vez en la que veía brillar tanto.
-Vaya.- sonrió.-Te ves tan hermosa.
-Papá.
Se acercó y la tomo de los hombros para verla a los ojos.
-Esta vez puedo decir con toda verdad, que brillas más que nunca hijita.- dijo y paso una mano por su mejilla.-La primera vez no podía creer mis palabras, pero ahora se que es cierto luciérnaga.
-Papá, ya estoy lista.- dijo emocionada Oliva.
-Lo se. Ahora no hagamos esperar a la gente.
•
La boda fue en aquel bosque donde se metieron en problemas por primera vez. Habían logrado llegar a un acuerdo con las hadas del lugar para que le pudieran ofrecer su pequeño santuario para la ceremonia y la fiesta. Por suerte no eran muchos invitados, y aquello les facilito el trato.
Marius había llegado al altar de la mano de su madre, y en todo momento miro por donde tendría que llegar Olivia.
Primero pasaron las niñas y el niño de las flores, más tranquilos de lo que habían imaginado. Adelante iba Lucero, quien se perdía con el vestido blanco a tono con su cabello. Por detrás, sonrientes como si fueran grandes amigos Ámbar junto con Jackson. Y en cuanto llegaron a donde estaba el novio la pequeña rubia se encargo de hacer volar las flores por todos lados, para luego correr hasta su madre.
Fue ahí, justo en ese momento, que el joven mago sintió que su corazón iba romper sus costillas de las emoción, se escaparía e iría juntó a ella, aún sabiendo que ya lo tenía en sus manos. No pudo controlar el brillo de sus ojos, y agradeció que todos ahí supieran que hacía magia.
Olivia iba tan en calma como podía, aunque quería soltar el brazo de su papá y apurar el paso hasta por fin llegar al altar. Pero, como costumbre, tomo aire reiteradas veces, despacio y así logró controlar sus nervios.
Sin embargo, aquello no duro por siempre. Vio a Marius inquieto, y sintió que estaba pasando por lo mismo que ella. Se soltó de Hisirdoux, y caminó a la par que Marius lo hacia, hasta que se encontraron a mitad de camino.
Esta vez sin tropezones ni golpes. Sin huir de problemas o generando nuevos. Esta vez se encontraron en calma, y seguros de aquello que iban hacer. Tranquilos, y sin el apuro del tiempo.
En medio del pasillo marcado con flores del bosque, le quitó el velo corto que cubría su rostro. Y sonrió, junto a ella, que estaba dispuesta hacer brillar todo a su al rededor con tal de no controlar los destellos de sus ojos.
-Llegaste a tiempo.- murmuró Marius, y tomo su mano.
-Claro, no me perdería esto por nada en el mundo.- dijo Olivia, y apretó su mano.
Antes de seguir caminando, volteó y saludo con la mano a Hisirdoux que estaba hecho un mar de lágrimas. Arabella se acercó hasta él y con cuidado lo hizo caminar.
-Bien, ya superaste está prueba de la buena paternidad.- susurró.-La llevaste hasta el altar.
-Nunca te dije que ella de niña me decía que se quería casar, este es su sueño.- murmuró y sonó su nariz para luego secar las lágrimas.
-Oh, amor mio, me alegro que estés en el sueño de tu hija.
Ámbar tomo su mano, y se llevó la vista de su papá.
-Papi, recuerda que yo nunca me voy a casar.- susurró.
Hisirdoux la alzó, y Ámbar se abrazó a su cuello.
-Gracias princesa.- dijo entre aún más lágrimas.
•
Ya en el altar, un hada antigua, más anciana que la primera que supieron ver años atrás, comenzó con la ceremonia. Esparció polvillo en el aire, y luego tomo los anillos bendecidos. Se los entrego, para que se los colocarán.
-Que su camino este lleno de luz y alegría.- dijo con una leve sonrisa.
Les pidió a los novios que se tomaran las manos. Olivia lo hizo de inmediato, sin esperar a más indicaciones.
-Cruzados, como si fuera el infinito. Uniendo así al sol y la luna- pidió.-Ahora la dama de honor y el padrino me darán los lazos que simbolizan a los novios.
Cuando Jim y Zoe se acercaron para entregarles los lazos, notaron que ambos eran del mismo color. El de Olivia de un gris platinado, y el de Marius de gris un poco más oscuro.
-Vaya coincidencia.- dijo el hada.-Esto si es para celebrar.
Enlazó con cuidado las manos nerviosas de ambos, mientras les observaba con atención. Compartían miradas brillantes, al igual que sus sonrisas. Trataban de no hacerlo tanto pero les era difícil, cuando la emoción del momento les sobrepasaba.
Porque al final el mundo se había puesto de acuerdo, junto con la historia y el tiempo, hasta el universo mismo, para que ellos al fin llegarán a ese preciso instante.
-Listo.- dijo dando un toque al enlace.-Esto representa la unión de ustedes frente nuestras deidades, y la naturaleza. Con cada año este enlace de hará más fuerte, tanto como ustedes deseen.
-Esto es tan lindo.- murmuró Olivia.
-Si, pero tú eres más linda.- respondió en un susurro Marius.-Gracias por esto Olivia.
-Basta que voy a llorar.- sonrió.
-Veo que ya no pueden esperar ¿Les gustaría decir sus votos?
Olivia asintió con rapidez, con una gran sonrisa dibujada en su rostro.
-Prepare en mí cabeza que decirte.- sonrió nerviosa.-Pero ahora que te tengo en frente se me borró todo. Porque tienes esa magia, eres capaz de hacerme olvidar eso que me hizo mal, y hacer suspirar con lo que me hace bien. Marius ¿Aún así me aceptarias como tu esposa?
-Olivia Julia en esta vida, y el en la que sigue, y en todas las otras, te acepto como mí esposa.- respondió sonriente.-Sin importar nada.
-Y tu joven bruja ¿Lo aceptas como tú amado esposo?
Ella asintió, tratando de contener sus lágrimas.
-¿Ya está?- pregunto por lo bajo Olivia.-Es que no puedo más.
El hada sonrió ante su emoción y asintió. Con un chasquido prendió las velas que ahora levitaban sobre ellos y los invitados.
-Que sus caminos sean bien iluminados, y así encontrar las respuestas a sus preguntas, y la fortaleza de sus flaqueza. Que el amor les dure todo lo que deba durar.- dijo la gran hada.-Si quieren sellar sus promesas con un beso, pueden hacerlo.
Sin presura, se acercaron y juntaron sus labios en un suave y lento beso. Fue corto, y esperado, sin ninguna otra palabra por decir.
•
Luego del primer baile, cuando todos estaban sumergidos en la fiesta, Olivia se hizo a un lado. Necesitaba algo de silencio, y que no le prestarán tanta atención. Sabía que en cualquier momento la noche de su vida podría ser una pesadilla por el volumen de la música o porque todo mundo buscaba decirle algo.
Salió a la pequeña terraza del salón, y daba a la inmensidad del bosque. Estaba alegre con que las hadas les hayan ofrecido su pequeño palacio escondido del mundo para celebrar la boda.
Tomo aire, y respiro la frescura de la noche. Y a ella se le unió Marius. La había visto irse, y prefirió darle espacio, pues sabía que le hacía falta, y ser su sombra la podría irritar.
-Oh, pensé que no llegarias más.- dijo al oírlo llegar.
Olivia volteo a verlo, y se apoyo con cuidado en el arco de la terraza. Marius le copio, y quedó frente a ella. Caerse de ahí no era un peligro, pero no estaba dentro de sus planes marchar de esa manera el traje y el vestido.
-¿Ya te dije que la luz de luna te hace ver hermosa?- preguntó, y extendió una manos al frente.
La novia sonrió, y tomo la mano, para luego dar un paso cerca suyo.
-Me lo dices cada vez que la luz me ilumina.- respondió sin dejar de sonreír.
-Entonces todas las noches debería haber luna llena.- dijo, y también dio un paso al frente.
Tomo su mejilla con la mano, libre, y le dio un corto beso en su sonrisas rosada.
-Creo que debes saber que sé sobre lo que ocurrió la otra noche.- dijo por lo bajo.
-¿Qué sabes?- pregunto confundida.
-Sobre tu pesadilla.- respondió con cierta pena.
-Cierto, debí decirte.- rasco su nuca, y corrió la mirada a un costado.-Y hoy tampoco estuve bien.
Marius la cubrió con un abrazo, y tomo aire muy profundo, más aún al sentí la fuerza con la que Olivia le correspondía el abrazo.
-Lo se, yo tampoco estuve tan bien.- dijo.-Pero luego pensé que está fue una excelente desición. Claro después de pedirte que fueras mí novia.
-Dos buenas decisiones.- dijo Olivia y sonrió pensado en su sonrisa.
Se apartó, y lo tomo del rostro con cuidado.
-Tan buenas que nunca me voy arrepentir de haberla tomando a tu lado.- añadió.-Ya no tengo más miedo, y se que merezco está felicidad que siento, a tu lado.
-Eso me suena a votos matrimoniales.- dijo Marius.
-Un poco si, un poco no.- sonrió.
Se estiró, para alcanzarlo, y le dio un suave beso. Se alegraba de sentir la magia tan intensa como la primer vez que se besaron, o simplemente se vieron.
Era la magia la causante de todo eso, de darle miedo, y sin embargo, la misma magia había logrado ponerlo en su camino. Y esa noche, bajo el gran astro redondo y brillante, le agradeció a la magia lo que hizo por ella.
Marius se apartó un instante, y la vio a sus brillantes ojos.
-Puede que suene un poco egoísta de mí parte.- dijo viendo a un costado.-Pero ya no tengo ganas de compartirte con el resto de invitados, señora de Dubois.
-Bueno, no es tan egoísta si pienso igual.- sonrió, sintiendo sus mejillas ardiendo.-Si tiró el ramo ahora, en diez minutos podemos empezar la luna de miel.
—¿Así de rápido? — pregunto alzando una ceja.
—No me retes en la noche de boda, porque sabes que voy a ganar.— respondió dando una sonrisa.
Olivia lo soltó, y volvió a tomar su mano. Camino apurada dentro del salón en busca del gran ramos de flores blancas. En cuestión de minutos ordenó a quienes querían recibir el ramo, y sin dar más vueltas lo lanzó por los aires. Y este calló, con sutileza en las pequeñas manos de su hermana.
-No, que asco.- exclamó disgustada Ámbar y lo tiró a un lado para salir corriendo.
-Si, ella ya dijo que no.- dijo Olivia.-¿Nos vamos?
-Claro, señora de Dubois.- le ofreció el brazo.
-Vamos señor Dubois de Hestigio.- sonrió emocionada tomando su brazo.
★★★
¡Aaaaahhhh, hola!
¿Cómo les va? ¿Alegre? ¿Con lágrimas de felicidad?
Ya está, se logró. Ahora estos dos son el matrimonio 😭 Es que son tan lindos. Y yo me muero si les pasa algo
Con @fanfictioner67 hicimos el trato de no tratarlos tan mal (si no lo sabías ahora lo sabes) quizás darle sabor a su vida de otra forma... Mas o menos 😂
Entre otras cosas. Se casaron en primavera en España (ahí donde se mandaron un moco por primera vez) y la ceremonia del casamiento es un poco de origen celta, pero no tanto porque a mí no se me da seguir las reglas. Y aunque sea cortito, escribiré sobre la fiesta (que fue alta fiesta)
La lucha interna de Olivia a llegado a su fin. Al fin acepta que merece ser feliz pese a su pasado. Mí ciela, mereces una autora sin tantos traumas emocionales 😭
Ahora tendrá otras luchas, pero bien acompañada. Cómo corresponde 😎
Por cierto, con esto cierro los relatos que puedan haber en esta historia. Quizás para algún aniversario o algo por el estilo. Pero por momentos cierro el ciclo *se va llorando*
En fin, mis soles. Espero que les haya gustado. Disfrute haciendo esto, y bueno, nos leemos pronto ✨ besitos besitos, chau chau✨
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