🔸Hurt People🔸
Notita: esto es un au alternativo donde Galaga sigue vivo, y es muy alternativo.
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Invierno 1605, Bristol, Inglaterra.
-Debemos hablar.- dijo Arabella.
No fue muy difícil descifrar a que iba la próxima conversación. Con solo verla a los ojo supo al instante que no lo amaba como antes. Y no podía estar más acertado. Aunque eso le dolía, era parte de una realidad que no se podía ocultar más.
Los ojos de Arabella estaba rojos por contener tanto el llanto. Le dolía amar a dos hombres en diferentes intensidades, y por más que gritara que su corazón latía enloquecido por uno, era una mentira que ella misma creyó.
Si, amaba a Galaga como a ningún otro, pero lo que sentía por Hisirdoux iba más allá de un sentimiento. En silencio gritaba de alegría y su cuerpo florecía cada vez que lo veía. Cuando evocaba su nombre su sonrisa era distinta, y podría jurar que a la distancia sentía su magia, aunque esta este dormida.
Por más que lo negara, estaban destinados a ser, se pertenecían. Así lo escribieron una vez, y no lo pudieron deshacer jamás.
Antes de que pudiera decirle algo para detenerlo, tomo lo poco que tenía, y camino a la puerta. Estaba decidido, se iría sin que le dijeran las palabras más dolorosas.
-Por favor, no te puedes ir así.- dijo Arabella con voz temblorosa.
Se apresuró, y tomó su mano, en comparación con las suyas, la de Galaga estaba cálida.
-Sueltame.- pidió por lo bajo.
No la podía ver, porque eso significaría ceder a su encanto, a sus lágrimas, y pasar más tiempo ahí. Según él ya no había más nada en ese sitio que llamaba hogar.
-No, debes quedarte.- insistió.-¿A dónde irás a esta hora? Solo, bajo la nieve.
Galaga tiro de su mano para soltarse, y lo logro, sin embargo fue Arabella quien termino de rodillas en el suelo a causa del movimiento. Aunque no fue muy brusco, la bruja estaban agotada, y sentía mucho frío a causa de un excesivo uso de su magia en los últimos días.
Había estado echando una mano en aldeas aledañas con una problemática plaga, y en las últimas noches de invierno no existía fuego alguno que le diera un poco más de calor. Ni siquiera la cercanía de Galaga podía mitigar su malestar, peor aún, la distancia solo empeoraba sus sentires.
-Por favor, hace mucho frío, no quiero que te vayas.- balbuceo.-No me dejes sola de noche.
Sin embargo, su dolor solo le pudo causar pena, y por muy cruel que se le hacía, algo de satisfacción al saber que no era el único que la estaba pasando mal.
-Te daré un último consejo, pues aún me queda algo de amor hacia ti.- dijo pese a estar mintiendo.
Aún le quedaba mucho amor que dar, solo que ella nunca lo vería, y estaba seguro que casi no notaba.
-Que nadie te vea llorar por un corazón roto. Te verán como alguien débil, y no lo eres.— dijo inexpresivo.
No miro atrás, ni se dejó arrastrar por sus lágrimas, o la rasposa voz de la bruja que gritaba su nombre, se marchó con la mirada endurecida, y una oscura aura que lo cubría del frío.
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Arabella se quedó en el suelo, con su rostro humedecido por las tibias lágrimas del desamor. Aquello que le bañaba la cara era lo único que le dotaba de un mínimo calor, sin embargo este se iba a medida que se secaba.
¿Cómo es que algo tan lindo y puro como el amor le podía causar tanto dolor? No tenía una respuesta para eso; y muchas veces desde la primera vez que sintió aquel sentimiento, de parte su madre, solo podía sentir que por cada gota de amor que daba lo que volvía en dolor era mucho más.
Hacía mucho frio, y no podía usar magia, ni White estaba bien como para prender las pocas leñas que le quedaban.
Era la primera vez en mucho tiempo que se encontraba en la nada misma. Y lo único que tenían era frío además de un corazón roto.
-Vamos a la cama, te daré calor.- dijo White.
Se refrego en su brazo, buscando brindarle algo más que solo la pena de pasar frío. Arabella la tomo, y camino sin ánimos hasta la alcoba. El lugar estaba vacío, y le parecía inmenso e innecesario.
-No se si quiero dormir aquí.- dijo viendo la gran cama.
-¿Dónde lo harías? ¿Quieres morir de frío?- preguntó White.-Sino te metes ahí dentro, será peor, yo no podré hacer nada.
Arabella tomo aire, y seco las próximas lágrimas. Camino hasta ese lugar que noches atrás les parecía lo mas cálido de toda la casa, y se sentó en el borde.
-Nos iremos cuando te sientas mejor.- murmuró White.-Se que hay un lugar más cálido para nosotras, pero está noche nos queda esto.
Tomo aún más aire, y mientras se metía en la cama continuo llorando. Abrazó a White, y esta comenzó a ronronear. La gata no podía darse el lujo de sentirse mal, ella sabía que era cuestión de tiempo para que la relación entre su bruja y el bardo se rompiera. Imaginaba que aquel hombre que le cantaba hasta a la luna sus proezas de amor sería un poco más humano, y se quedaría a su lado al menos una noche más.
-No quiero sentir más frio, ni nada.- murmuró Arabella.
White parecía no haberla oído, y la bruja repitió aquella frase hasta que las lágrimas se detuviera, y su magia corrió extraña por su cuerpo.
-No quiero sentir nada.- repitió una vez, y se durmió.
Arcadia, presente.
Iba de la mano de Hisirdoux, disfrutando de un helado, puesto que con el calor de aquel verano, aquello era la mejor idea durante un paseo que surgió de la nada.
Estaban callados. El mago escuchaba música, mientras que Arabella iba concentrada viendo el cielo. No había ni una nube, y debes en cuando podía observar algún bichito volar sobre ella.
Les gustaba estar así. Luego de unos meses de novios, ya no les hacia falta hablar de todo para saber que el otro estaba ahí.
Hisirdoux se detuvo en seco, y con él se llevo a la bruja. A causa de la repentina frenada su helado de fresa voló de su manos, y con eso vino la desilusión.
-¿Qué pasa contigo?- pregunto sin dejar de ver el cono que se iba derritiendo.-Oh, yo quería ese helado.
No recibo ninguna respuesta por parte de su novio.
-Douxie.- llamo.
Cuando volteó a verlo, este estaba concentrado en su celular, y no podía verse tan confundido.
-Mira, recibí esto.
Le pasó el celular, y Arabella vio la pantalla con la misma intensidad que él. Busco el suyo, lo escucho momentos atrás pero no le dio importancia. También le había llegado una invitación por correo.
-Que raro, nunca me invita a sus eventos.- pensó en voz alta el pelinegro.-Casi siempre voy como pareja de alguien más.
-¿Si?
-Si, fui con Circe y Zoe.- respondió.-Creo que quería humillarme.
Se tomaron las manos otra vez, y siguieron caminando. Ahora el silencio era más reflexivo.
-Siempre le faltó humildad.- dijo Hisirdoux.
-No caigas en su juego.- se abrazó a su brazo.-Lo hace para molestar, es así, siempre lo fue.
Otra vez se frenó de repente, y se puso frente a la rubia. La tomo de las mejillas, y buscar darle un beso, pero se detuvo a una distancia poco prudente de sus labios.
-Podrías ser mí novia trofeo.- murmuró.-Lo molestaría contigo.
Lejos de ofenderse por su idea trillada, solo se rió por esta. En otra época hubiese creído que lo decía en serio, pero ahora sabía que era una broma.
-¿Te encantaría, cierto?
-Mas que nada.- respondió, y rompió la distancia.
La beso por un instante, y se separó sin dejar de sonreír. Aunque era una broma, si de algo estaba seguro, era que le gustaba que todos supieran que ella era su novia, y no desaprovechaba las oportunidades cuando se hacian presentes.
Continuaron el poco camino que le quedaba.
-Tengo un lindo vestido para esta noche.- dijo Arabella.-Es tu favorito.
-¿El de la espalda muy descubierta?
Ella asintió.
-En ese caso, tengo el traje ideal.- dijo el pelinegro.
-¿El total deep blue?- pregunto con entusiasmo Arabella.
-Y la corbata fucsia oscura, como a ti te gusta.
Arabella dio un salto de emoción, y apuro su paso para llegar lo antes posible al departamento. Si algo le gustaba, además de los largos paseos, era enlistarse junto a él.
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Realmente disfrutaban como pareja todo eso que se relacionaba a la previa antes de cualquier evento que requería de cualquier formalismos. No asistían a lugares elegantes seguido, tampoco iban a cenar a grandes restaurantes. Preferían ir donde la gente no abundaban, y el presupuesto se acercaba a lo que tenían en ese momento.
Arabella salía del baño, con una toalla envuelta en su cuerpo, y con otra secaba su cabello, mientras que por detrás salía Hisirdoux, igual que ella solo que este se lavaba los dientes, y trataba de formular una oración a la vez.
-Ya te dije que así no te entiendo.- le aclaro yendo al cuarto.
Hisirdoux volvió al baño para enjuagarse, para luego correr al cuarto. Se tiró en la cama, y se quedó viendo a Arabella mientras está buscaba algo en su armario.
-Quería saber cuándo fue la última vez que se vieron.
Arabella dejo lo que estaba haciendo para sentarse al borde de la cama. Saco la toalla de su cabeza, como si aquello le fuera a decir algo, pero el peso de la misma le estaba cansando.
Guardó silencio por un instante, tratando de saber cuándo fue que lo vio la última vez, y que nada malo paso, ni ninguna otra situación, donde solo fueron viejos amigos viéndose después de tanto tiempo.
-No se.- rasco su sien.-Supongo que fue antes de pisar Arcadia ¿Y tú?
-Hace unos años, en su último evento. Fui con Circe y Baltimore.- dijo.-Fue horrible.- añadió y se rió.
Arabella recostó su cabeza en el pecho del mago, y se dejó llevar por las dulces caricias sobre su cabello húmedo.
-Algo te preocupa.- hablo Hisirdoux, sin dejar su cabello.
-Me preocupa que me siga odiando.- dijo Arabella.
Abandonó esa extraña posición en L, para pagarse a su costado, y abrazarlo. Hundió su rostro en el cuello de su novio, y dio un leve suspiro.
-Debes dejar de culparte por tus sentimientos.- dijo el pelinegro.-Ademas fue hace siglos.
-Si, pero cada vez que nos encontrábamos era la misma historia.
-Ahg, no quiero saber eso.- se quejó.
Arabella rió, y se puso sobre sus codos, para verlo desde arriba. Este no lo hacía, lo que le dio a entender que aún quedaban rastros de celos hacia la otra persona.
Pico su mejilla, hasta que Hisirdoux giro la cabeza para verla, y ella depósito un pequeño beso en sus labios.
-En ese momento me quedé contigo, y hoy estoy contigo.- dijo, sin alejarse.
-Lo se, pero él estuvo contigo cuando yo te di la espalda, eso no me deja muy bien.- murmuró.
-Eso si fue hace siglos.- rió.-Sin embargo no estuvimos tanto separados, tampoco nos dimos cuenta que aún así no estábamos alejado.
Hisirdoux paso su mano por el mentón, hasta llegar a su nuca, y rompió la poco distancia que había. Fue un beso caluroso, que tuvo que interrumpir si quería mostrarle al mundo a su novia.
-Haces de nuestra caótica relación un poema.- dijo y beso la punta de su nariz.-Y me encanta.
Arabella se rió, y le dio la razón. Aunque mucho no le gustaba decorar la parte más oscura de su relación, prefería verla como algo que no quería volver a repetir, y estaba segura que así iba a ser.
Salieron de la cama, y fueron por sus atuendos. Se vistieron con rapidez al ver la hora, y aunque seguro iban a llegar tarde, se tomaron su tiempo para peinarse y ponerse algo de color en la cara.
-Dime quien más te hace ese delineado.- exclamó orgulloso el pelinegro.
Arabella sonrió. Era cierto, nadie la maquillaba como él.
—Toda una obra de arte cariño.— dijo.—Ahora ve por la corbata.
Se vio al espejo, y guiño un ojo al verse tan radiante. Traía un vestido largo, rosa oscuro tornasolado, que dejaba ver alguno rastros de azul a medida que llegaba al suelo. Lo que más le gustaba, al igual que su novio, era la espalda descubierta. Porque eso no solo le daba un aire de elegancia sino que significaba que más tarde Hisirdoux le daría su chaqueta, que iba a la perfección con ese vestido.
—Siempre funciona.— sonrió.
El pelinegro volvió, y le pasó la corbata para que le diera una mano, mientras que este pasaba las suyas por donde la tela del vestido de su novia no llegaba a cubrir.
-Te hace falta un tatuaje.- murmuró.
-¿No piensas que ya tengo demasiadas marcas como para agregar otras?
-Si, pero esta marca la elegirás tu.- respondió.
La tomo del mentón para alzar su vista, y le dio una calidad sonrisa.
-O podría elegir yo.- añadió.-No me parece tan mala idea.
Arabella se estiro para llegar a su labios, y darle un rápido beso para evitar dejarle tanto labial rosa.
-Ya hablaremos de eso.- dijo.-Ahora nos vamos.
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No iba a negar que sentía muchos nervios de volver a verlo. Aunque la última vez que se vieron no pasó nada malo, y todo, supuestamente, estaba en buenos términos.
El bar a donde daría su evento era en Nueva York, por suerte Olivia estaba disponible para esa noche, y no tuvieron que dar tantas vueltas hasta hallar a otra mensajera.
Quedaron a una cuadra del lugar, no quería apurar el paso, pero tampoco ir lento. Luego de unos tediosos minutos llegaron, y no dudó en entrar, no quería alargar más la espera.
Busco con la mirada, y no lo vio, al menos no a él. El resto de sus amigas estaban ahí, lo que un poco extraño se le hizo ¿Por qué invitaría a todos? ¿Cuanto tiempo estuvo oculto? ¿De que se trataría el show?
Cuando se quiso acercar a ellas, alguien la toma de la mano, y jalo de esta para que diera la vuelta.
Y al fin lo vio. Todo a su alrededor de detuvo hasta su propia respiración.
El tiempo no había pasado para él. Era tal cual lo recordaba, quizás un poco más rubio que hace diez años atrás. Su sonrisa era brillante, y sus ojos color avellana tan claros y llenos de vida.
-Galaga.- musitó como si fuese un suspiro.
Sin dudarlo lo abrazo, como si realmente lo necesitara. Pese a todo, lo extrañaba, a él y su amistad. No deseaba nunca más volver a pelear, y estar tan cerca como le sea posible.
Quería ser eso que supieron ser cuando apenas se conocieron. Dos pobres tontos que se haciendo compañía mutua.
-Tambien te extrañe mí lady.- murmuró.
Arabella se apartó para verlo mejor, y tomó su rostro con suavidad. Estaba buscando algo, alguna clase de trampa o mentirá, para ella, Galaga era fácil de leer. Por muchos años lo vio y sabía cuándo algo trataba dependiendo de su sonrisa. Pero esta le parecía tan sincera.
-¿Qué buscas?- pregunto mientras le apretaba las mejillas.
-Nada, solo quiero pellizcarte.- respondió.
-Si, soy real.- dijo y tomó sus muñecas.-Muy real.
Antes que Arabella pudiera decir algo más, se les unió Hisirdoux, quien se había hecho a un lado para ir a ver a su hermana.
Pronto, lo que Arabella vio fue algo que nunca pensó que viviría. El saludo más caluroso, como si fuesen grandes amigos, o se tuvieran algo de cariño. Aquel abrazo tan ruidoso, donde el rojo y azul se mezclaba con risas alegres, la dejo sin habla.
¿De que se perdió? Pregunto al verlos entablar una conversación. Agitó una mano cerca de su cara, y sonrió un tanto nerviosa. Estaba viendo eso que siempre quiso, era un extraño sueño hecho realidad.
-Iré al baño.- dijo.
En su camino, evitando terminar en el suelo a causa de sus zapatos, recogió a todas sus amigas, o al menos las que estaban ahí presentes.
-¿Vienes de correr una maratón?- preguntó Circe cuando estuvieron en el baño.
Trato de no mojar tanto su rostro, porque su maquillaje era una obra de arte. Pero su mejillas sonrojadas necesitaban un poco de frescura.
-Es que los vio.- dijo Zoe.
Esta se sentó sobre la mesada del lavamano, y sonrió cuando el color carmesí volvió a su rostro. De unos de los cubículos salió Peggy, en un vestido verde, y riendo a la par que lo hacía Zoe y Circe.
-Pensé que eso lo superaste porque se odiaban.- dijo.-Hazte a un lado, me quiero lavar las manos.
-Se dice por favor.- se cruzó de brazos Zoe.
-Como sea, por favor mueve tu trasero.- dijo Peggy.
Comenzó una conversación en torno a lo que Arabella estaba viviendo en ese momento, y no podía creer que todas fueran tan asertivas. Y que la única que no sabía de eso, era ella.
-¿Por qué nadie me dijo que se llevaban así de bien?- cuestionó Arabella.-Douxie me quería mostrar como su novia trofeo para molestarlo, supuse que aún seguían sin llevarse bien.
—¿Eso no era broma?— pregunto Circe.
—Si, pero ...
—Has estado tomando todo lo que dice mí hermano muy en serio.
—No.— dijo Arabella.—Bueno, quizás algunas cosas si.
Entre Zoe y Peggy, que estaba sentadas en la mesada, se sentó Circe, quien tuvo que esforzarse un poco más por la pequeña panza de su embarazo.
-Pide ayuda.- le regaño Zoe.
-Pediré ayuda cuando no me pueda mover.- dijo Circe.
-Y aún así, no pediría ayuda.- añadió Peggy.
-Exacto.- Circe sonrió.-Nadie dijo nada porque supusimos que maduraron lo suficiente para dejarte en paz.
Las tres comenzaron a hablar sobre eso; de repente cambiaron el tema por completo, y Arabella bufó.
-No se puede hablar con ustedes.- se quejó.
-Tu problema es muy mundano.- dijo Zoe.-Ademas queremos cumplir con el test de Blechdel.
-Si, no podemos estar hablando de esto toda la noche.- continuo Circe.
-Lo vas a poder resolver, siempre lo haces.- añadió Peggy.-Ademas son hombres.
—No.— dijo Circe y la vio.—Son ellos, es diferente.
—Es cierto.— le dio la razón Peggy.
-Bien ¿Seguiremos hablando en el baño o que?- pregunto Zoe.
Sin decirles nada se marchó, sabía que no iba a encontrar una solución ahí. Ahora debía ver a su novio y a su ex llevándose bien, y tratar de encontrar una explicación.
-Hola.- saludo estando cerca.-¿De que hablan?
Hisirdoux la vio y le dio una sonrisa, a la par que apoyaba su mano en la espalda descubierta, llevandose un guiño por parte de Arabella.
—Nada de otro mundo.— dijo Galaga.
Por dentro, Arabella sabía que eso no le ayudaba.
-Iré a buscas la mesa.- dijo.
Le dio un beso en la mejilla, y se retiro, dejándolos solos. Lo que se le hizo un poco extraño a la rubia.
Al principio no supo como hablarle a su antiguo amigo, aún había cosas que debía decirle, y no le parecía el momento apropiado. De la nada la charla sobre sus últimos años se dio con total naturalidad.
Ya no se sentían como dos amigos extraños, otra vez eran quienes supieron ser durante su muy antigua juventud.
-Bien, si no me preparo el público se va a poner loco.- dijo Galaga.-Ve por tu novio, y espero que disfrutes el evento.
Dio la vuelta, pero Arabella lo detuvo para darle un beso en la mejilla.
-Estoy ansiosa por verte cantar.- susurró y se marchó.
•
Se sentó al lado del pelinegro, y lo sorprendió dándole un beso.
-Tu y yo debemos hablar.- sonrió.
—¿Que hice?— pregunto.
Negó y sonrió ante su misterioso silencio.
—¿Vino?— le preguntó.
—Por favor.— sonrió complacida.
Le pasó la copa, y le dio un sorbo cuando fue servida. Al cabo de unos minutos, las luces bajaron, y ambos guardaron silencio.
Frente a ellos, y el resto del público, se abrió un telón, y el pequeño escenario se alumbró con una rojiza luz tenue. Allí pudieron ver cómo una joven de corta cabellera castaña se acercó al piano, y por detrás fue Galaga, quien se detuvo a mitad del escenario y tomó el micrófono.
Arabella podía jurar que algo así vio cientos de veces, sin embargo la escena la transportaba a los años cincuenta, cuando fue la última vez que estuvieron juntos. Hasta la pianista era la misma, o al menos era lo que creía.
Su estómago cosquilleo, y se sonrojó al recordar esa noche.
Cause hurt people just hurt people.
Comenzó cantando la otra mujer, mientras tocaba el piano. Y repito aquélla frase hasta que la voz de Galaga continuó. A medida que la canción avanzaban, el corazón de Arabella golpeaba con fuerza dentro de su pecho. Sentía que cada palabra iba dirijida a ella, más aún porque este no le quitaba la mirada de encima.
I think about you and it drives me crazy,
Wish I could fix my mind but it's too hazy.
La voz de Galaga se sentía tan dulce y fría a la vez, provocándole lágrimas que le hacía doler más allá de su mirada. No tenía forma de sonreír, o de seguir ahí. Quería huir, pero eso era tener que enfrentar a Hisirdoux más tarde.
-¿Estas bien?- preguntó el pelinegro, al verla tensa.
Paso su mano por la espalda, y Arabella sintió aquella simple caricia como una lengua de fuego. Debía dejar de sentirse culpable para las decisiones que tomo, que a su criterio eran buenas.
-Estoy bien.- respondió.
Tomo aire, y se relajo, apoyándose sobre Hisirdoux, sonriendo sin dejar de ver al escenario.
We just gotta find a way to love.
My heart is broken just talking about this.
'Cause hurt people just hurt people
They do it, they do everyday.
El telón bajo, y los aplausos no se hicieron esperar. Y aunque se sintiera dolida, Arabella también aplaudió.
•
Galaga estaba en su camerino. Quitándose el traje, luego de la primer canción sentía que la corbata le estaba quitando el aire, y el chaleco bordo no le dejaba expandir bien su pecho.
Una voz le decía que no debía hacer ese show, que no debía dejar expuesto que aún seguía dolido, o que el recuerdo de aquella noche aún seguía fresco en su memoria. Podía sentir los labios de Arabella sobre su piel, o como es que ella buscaba marcharse en la mañana sin que él lo notara.
Un suave golpe en la puerta lo trajo a la realidad, y tras dejar el saco a un lado fue a ver quién era.
-¿Puedo pasar?- preguntó.
-Siempre eres bienvenida.- respondió.-¿Algo para beber? Como ...
-Eres un idiota.- exclamó Arabella.-¿Creíste que no me iba a dar cuenta?
-Yo ...
-Recreare esa noche.- dijo imitando su voz.-Eres un genio.- añadió sarcástica.
Sin embargo, lejos de irse, ella solo sonrió, confundiendolo. Con algo de magia hizo aparecer un gran ramo de flores, brillantes, coloridas, llenas de perfume, que dejó sorprendido a Galaga.
-No estoy enojada.- dijo un poco más calma.-Solo quiero al fin hacer la paces contigo. Dejar todo atrás, de verdad.
—¿No me las vas a aventar contra la cara?— preguntó.
—No, es una muestra de paz.— respondió Arabella.
Galaga tomo el ramo, y las olió. Era el truco de magia más lindo que vio, y el único que creyó que nunca llegaría a presenciar. Sabía que ella no podía hacer nada como eso, al igual que curarse, o sanar a los demás. Eso era nuevo.
-Veo que estás mejor.- sonrió.
-Bueno, me encargue de que así sucediera.- dijo ella y dio un paso al frente.-Quiero que seamos amigos de nuevo ¿Qué me dices?
Sin embargo Galaga dejo de sonreír. Dejo las flores a un lado, y volvió para tomar las manos de Arabella. Por alguna razón las sentía fría, como aquella noche en que se marchó. Y las suyas estaban cálidas.
-No quiero.- respondió sin verle.
Arabella guardo silencio, tomo aire y trago pese a tener la boca seca.
-Mírame a los ojos y repitelo. Así sabré que lo dices en serio.- exigió.
Alzó la vista, y tomó el mentón de Arabella, acercándose aún más su rostro endurecido.
-No deseo ser tu amigo.- insisto.-Entiende.
Arabella se soltó de su agarre, y no dijo más nada. Sabía que si abría la boca lloraría.
En silencio camino a la puerta, pero se detuvo, y giro para verlo.
-Después de todo, yo tendría que estar enojada.- exclamó.-Nunca te reclamé nada, ni siquiera cuando ...
—Dale, continua.— alzó la voz.—¿Cuando qué?
Arabella rodó los ojos, dando una sonrisas de furia.
—Cuando casi me mata la hija que abandonaste.— mascullo.
Decir eso en voz alta le remontaba a su pasado. Uno que deseaba superar más que olvidar.
—¿Una hija? ¿Yo?— pregunto irritado.—Solo contigo quise formar algo, y ni siquiera te importo.
Arabella se acercó aún más, y lo vio fijo. Noto un extraño destello en su mirada avellana, uno que conocía de memoria. Era como verse a un espejo.
-Eres el mayor hipócrita que conocí en mí vida.- musitó.-Cientos de veces me dijiste que hacerlo era una locura, que solo era vivir un engañó, sin embargo también recurriste a ella.
-No se de qué hablas.
-Nunca sabes de qué hablo.- murmuró.-Bien si no quieres ser mí amigo, porque tampoco quiero serlo.
Su mirada inundada se tiño de rosa, estaba segura que si seguía ahí, hablando con lo que parecía un muro, se enojaría y le daría más que una bofetada.
Cómo si de un trabajo de meditación instantáneo se tratara, tomo aire un par de veces, y se marchó cuando se sintió un poco más relajada.
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Solo pasaron un par de días de aquella noche. Repito su show dos veces más. Ahora se preparaba para marcharse y ocultarse nuevamente.
Así era su rutina. Ser público por un instante para que luego nadie más sepa sobre él.
Estaba terminando de armar la maleta cuando alguien llamo a la puerta. Abrió sin preguntar, porque supuso de quien se trataba.
Sin siquiera lo inviten, Hisirdoux entro, seguido por la mirada de Galaga. Cualquier rastro de amistad que hubiese entro ellos dejo de existir.
-Espero que venga a agradecerme por hacerme a un lado, nunca más tendrán que saber de mí.- dijo Galaga.
Hisirdoux volteó, y frunció el ceño. No podía creer nada de lo que decía.
-Tienes razón, gracias por romperle el corazón a la única persona que te amo incondicionalmente.- exclamó.-Lo lograste, eres increíble amigo.
-Es mejor para todos.- murmuró.
-No, es mejor para ti.- dijo Hisirdoux.
Dio un par de pasos, y se acercó a Galaga.
-Siempre es mejor para ti, nunca enfrentas nada.- añadió.
Se vieron por un instante, e Hisirdoux se marchó. No tenía más nada que decir, ni tampoco podía hablar en nombre de Arabella.
Al volver a Arcadia, fue directo a su departamento. Al llegar esta vez no encontró a Arabella en la cama, cubierta hasta la cabeza. Ahora estaba sentada, viendo al balcón, con un libro en la mano, y un té en la mesa.
Podía sentir su tristeza, y como está se expandía por todo el departamento. Se acerco a ella, y le dio un beso en la frente, obteniendo una minúscula sonrisa como respuesta.
-Tambien quiero un té.- dijo al ver la taza.-Como en los viejos tiempos.
Ella sonrió con un poco más de fuerza.
-Solo falta Circe haciendo esos horribles bordados.- rió Arabella.
-Si, eran un espanto.- le dio la razón.-¿Cómo te sientes?
-No lo se.- respondió.-Supongo que mal, ya se me pasará, siempre se me pasa.- añadió.-Y algún día dejara de doler, sin importar la cantidad de veces que me culpen por algo.
Hisirdoux se sentó a su lado, y tomó sus manos frías. No iba a negar que muchas veces la culpo por algo, sin embargo para él ese oscuro pasado quedó atrás. Entendía que Arabella no era la misma, y estaba lejos de ser la sombra de quien supo ser.
-No, no debes ocultar tu dolor.- dijo.-Si te molesta, o duele, dilo. No lo calles. Puedes enojarte, llorar, hacer un berrinche de niña pequeña pero no lo guardes.
Arabella sonrió, y enjugó unas lágrimas, sin embargo estas fueron más pesadas, y se largó a llorar.
—Duele.— balbuceó.
Estaba muy dolida, y molesta a la vez. Se sentía engañada y que todos esos años de amistad junto con Galaga no sirvieron de nada ni tuvieron significado.
-Ya no quiero que duela.- sollozo.
-Pero va a doler, y eso sanará.- dijo Hisirdoux.
Soltó sus manos y la envolvió con un fuerte abrazo. A él también le supo doler cuando Arabella tomo su decisión, ahora podía entenderla y por mucho que no le gustará, también entendía a Galaga.
-Te daré una mano para que sane.- murmuró.-No hay nada mejor que verte bien, feliz o no, yo quiero que estés bien.
Arabella se apartó, y le dio una sonrisa. Su rostro estaba enrojecido por el llanto, y no podía relajar el ceño, pero podía jurar que esa era una sonrisa nueva. Iluminada, con algo de esperanza.
-Eres el mejor ¿Te lo dije antes?
-Lo se, princesa.- sonrió, y le dio un beso en la frente.-Tambien tengo un gran terapeuta.- añadió.
-Le podría dar una oportunidad.
Volvió a tomar sus mano, un tanto cálidas a comparación de minutos atrás y sonrió.
-Tu dime, y te acompaño.- dijo.-Al menos la primera vez.
Arabella seco las últimas lágrimas, y volvió a tomar su libro. Mientras que Hisirdoux iba a la cocina para hacer té para ambos.
La tarde continuo como siempre. Circe los fue a ver, y siguieron hablando de los viejos tiempos. Luego fue Olivia a buscar un par de cosas que había dejado, y se quedó a cenar.
Cuando todos se fueron, y luego de hablar por largos minutos con Peggy y Zoe sobre lo sucedido, Arabella se fue a la cama. Y antes de caer dormida comprendió que no siempre fueron malas decisiones, no si ella estaba ahí en su presente.
Un mes después.
Estaba perdiendo la paciencia. Debía esperar a Olivia en la plaza, para luego ir a buscar una cita con alguna modista o casa de novia. Le molestaba que aveces la más joven, por muy organizada que fuera, llegará fuera de horario. Aún más últimamente.
Luego de dar vueltas en un mismo lugar se sentó y sacó su celular. Debía entretenerse. Contaba cada minuto para luego echarselo en cara cuando la viera.
Alguien más se sentó a su lado, y se sorprendió al reconocer su energía. No quiso verlo, aunque cada día lograba superar ese dolor que sintió cuando la rechazó, su orgullo era un poco más grande.
-Se que no me quieres hablar.- dijo Galaga.-Después de todo no hice nada bien para merecer algo de tu cariño.
-Hasta que te diste cuenta.- murmuró.
-Si, hasta que lo hice.
Quito sus lentes, y echo su cuerpo contra el respaldo, pasando el brazo por detrás de la espalda de Arabella.
Guardaron silencio por unos minutos, tan largo que el tiempo parecía que pasaba lento. Era como si no hubiese más nada que decir. Sin embargo Galaga aún debía hacer algo más.
Se puse de pie, frente a ella le extendió la mano, y solo esperaba que al menos alzara la mirada para poder sentir que no le hablaba a la nada misma.
Arabella tomo aire y lo vio. Al fin, después de tantos años lo noto, al joven muchacho perdido que conoció cuando ella también se perdió en un mundo inmenso.
-Se que es difícil de creer, pero de verdad quiero hacer las pases contigo.- hablo con voz entrecortada.-No merezco tu perdón, pero al menos deja que lo intente.
Arabella vio la mano, y dudo por un instante que hacer. Ella estaba segura que algún día lo iba a perdonar, pero no se sentía lista para eso, aún temía que si le abría otra vez su corazón se repitiera lo de la noche en que lo vio.
-No lo haré fácil.- dijo y tomó su mano.
Se puso de pie, y le sonrió con cierta calidez.
-Contigo nunca es fácil, eso lo sé.- sonrió.
Vio su mano, y noto el anillo en su dedo anular.
-Comenzare diciendo que felicidades, una vida tranquila es lo que te mereces.- dijo.- lo digo de corazón.
Arabella no pudo evitar sonreír por aquello.
-Lo se.- dijo ella.-Él necesitara un padrino.
-Es muy pronto.- rió por la ocurrencia.
-Yo necesito una madrina.- insistió.
-Eso si lo puedo pensar.- dijo.-Gracias por esto.
✨Bonus✨
Los minutos aún corrían, y Olivia seguía sin aparecer. Estaban hablando, de a poco abriéndose.
-¿A quién esperas?- pregunto con curiosidad.
-A está mocosa.- dijo, y se cruzó de brazos.-A Olivia, ella quiere organizar todo, y hace media hora que estoy acá.
Un grito los alertó, y ambos vieron en dirección al sonido, viendo a la joven bruja dar un tropezón, terminando en el suelo, junto con su bolso y muchos papeles.
Galaga se puso de pie de inmediato, y fue tras ella para darle una mano.
-Ella es Olivia.- murmuró al verla.
Arabella de acercó en el momento justo en que él le daba una mano, y le sonreí de manera cautivadora. Podía reconocer esa sonrisa donde fuera y con quién fuera, ahora con la linda hija de su prometido.
-Yo lo siento.- se disculpo mientras se ponía de pie.-Tuve un percance.
Dio una sonrisa nerviosa, y Arabella la vio. Al verla como se sonrojaba, entendió de inmediato.
-Claro, un percance.- dijo y le guiño un ojo.-Y tu.
Le dio un leve codazo para que le soltara la mano.
-Ella es hija de Douxie y Circe.- señaló.
-Hola.- saludo por lo bajo Olivia.
-Lo que significa que doblemente no está disponible.- añadió.-Deja esa sonrisa para otra chica, o quien sea.
Galaga soltó su mano y le regaló otra sonrisa para luego reír por la advertencia implícito.
-¿Vendrás con nosotras?- preguntó Olivia.
Este miro a Arabella.
-Solo si la novia me lo permite.- respondió.
-Creo que por hoy puedes venir con nosotras.- dijo ella dando una leve sonrisa.-Pero esto no significa nada, aún me debe mucho.- añadió.
-Como siempre, dispuesto a lo que sea.- dijo Galaga y sonrió.-Yo invitó la cena.
Los tres se marcharon, y lo único que esperaban los nuevos amigos es que buscar el perdón no sea tan complicado, querían volver a ser esos que supieron ser cuando recién salían al mundo.
★★★
Bajen los malditos pinchos. Lo siento, se me fue de la mano, pero podría ser peor ... Literalmente, iba a ser peor.
En fin ¿Cómo les va mis soles? Yo he mejorado un poco mí humor, pero por ahí va.
Amo esas amistades donde son tan amistades que ya nada de lo que diga la otra les afecta, hablo de Peggy fanfictioner67 Zoe y Circe, porque obvio no se vio eso con Arabella y Galaga.
Spoiler, después retoman la amistad pero bien, como corresponde. E Hisirdoux esta como "Vuelve hacerte el idiota". All time, es que el quiere que Arabella esté bien, todes queremos eso *llora*
El "recurriste a ella". Es muy hablar de lo prohibido 👀 ahora solo es pasado.
En fin, espero que les haya gustado, sorry por el drama, pero mí vida lo es, y se refleja acá ✨ besitos besitos, chau chau✨
*Esto está editado*
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