Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

|Embrujada|

La joven de brillantes ojos celestes, iba viendo al frente, ignorando por completo las palabras de su maestra. Estaba fascinada con el castillo que iba apareciendo en el camino.

—¿Astra? ¡Astraea!— la llamo.

Esta dio un brinco en su lugar, y llevo su vista a la mujer que la llamaba en vano.

—Por todos los dioses niña.— exclamó.—¿Has oído algo de lo que dije?

Dio una sonrisa nerviosa, y trago saliva.

—Lo siento maestra, es que Camelot me tiene encantada.— suspiro.

—Pues te conviene que no se así, venimos a negociar una separación, y no puedo llegar con mí mejor estudiante que se distrae con un simple castillo.— le reprocho.

Astraea bajo la mirada, mientras su maestra en las artes mágicas le volvía a explicar de cero a que iban a Camelot. En nombre de otro reinado, amigados con la magia, iban para decirle que no al Rey Arturo en su propuesta de unir fuerzas contra lo que estos apreciaban.

La joven hechicera, y varios de su academia, estaban lejos de entender la estrictas leyes de Camelot. De donde venían, se podía magia usar con naturalidad, y nadie parecía ofendido con eso. Todo lo contrario, la población tenía una mejor visión de los mágicos, los no mágicos, y los seres nacidos de la magia.

En cuanto llegaron al castillo, y abrieron la puerta del coche, Astraea bajo con cuidado, de la mano de un caballero. Por detrás salio Meridia, la maestra de hechicería.

Solo fue cuestión de segundos para que su atención volará en dirección a los antiguos cimientos, al caballero que la recibió, al paisaje que se abría frente a ella.

—Recuerda que Merlín hará todo lo posible para que nos unamos. No le prestes atención, así como haces conmigo.— dijo Meridia.

La mujer chasqueo los dedos haciendo que volviera a su lugar.

—Si maestra.— sonrió con pena.

La más joven iba detrás de la mujer de larga cabellera gris. Estaba por completo absorta en cada detalle del lugar. Las grandes macetas cubiertas de flores, los cánticos del mercado. Las damas y sus descoloridos vestidos. Animales, y niños jugando.

Tan distraída que alguien llamo su atención. En comparación con el resto de mujeres que vio ahí, esta era brillante. Su cabello cobrizo iba recogido en una fina trenza que lucía idéntica a una serpiente. Su vestido rojo como el fuego, y bordados dorados la atraparon por completo.

Aún más que Camelot mismo.

—Astra.— susurró Meridia.—No la veas así, es de mala educación.

—¿Quién es?— pregunto sin salir del encantó.

—¿A que vas a clases niña?— pregunto alzando una ceja.—Es Morgana Lafey, la hermana del rey. Ella tiene nuestros mismos ideales.— explicó.—Y nunca acepto el lugar que le hicimos en el reino. Es una lástima.

—Oh.— se escapó de su boca.

Continuó caminando en silencio, sin prestar atención al frente. Encantada con cada detalles del lugar. Hasta que de pronto se vio en el suelo. Había dado de frente contra alguien, y ahora frotaba su cabeza adolorida.

—Ay, yo lo siento.— dijo.

—No, fue mí culpa. Venía corriendo.— dijo el extraño.

Al levantar la vista, se encontró con un muchacho bañado en un apestoso líquido azul, que Astra reconoció de inmediato.

—¿Te encuentras bien?— preguntó el muchacho extendiendo su mano.

Astraea lo vio con cierta duda. Sabía que era eso que lo cubría, y no estaba dispuestas a manchar las mangas de su vestido lila con jugo de Slorr.

—Perdón si no tomo tu mano, es que tú.— señaló con la vista.

—Por mí madre, Merlín me va a regañar por esto.— murmuró viendo sus ropajes.

Al oír su nombre, la muchacha se puso de pie de inmediato. Sus ojos celestes brillaban de la emoción. También había oído hablar de Merlín, y tampoco sabía cómo un gran hechicero como el vivía o trabaja para un reino como Camelot.

—Astraea.— exclamó estrechando su mano.—Un gusto, aunque sea muy asqueroso.

El joven aprendiz no entendía bien el cambio de actitud de la joven, pero prefirió tomarlo como algo bueno, y se presentó.

—Hisirdoux.— dijo con entusiasmo.—Pero mis amigos me llaman …

—¡Douxie!— lo llamo alguien a lo lejos.

Astraea miro por encima de Hisirdoux y vio como una rubia envuelta en un vestido rosa se acercaba a toda velocidad a ellos. Por un momento sintió un escalofrío recorrer su espina, obligándola a dar un paso atrás. No ocultaba para nada su magia, y esta era brutal en comparación con otras que había sentido antes.

Hisirdoux volteó y la rubia freno al verlo. Su cara de disgusto fue evidente. Así como ella cuando lo vio en un principio, sino es que más expresiva.

—Debes plantarte cada vez que Merlín te obliga a ordeñar esa cosa.— dijo.

Noto la presencia de alguien más, y no dudó en saber de esta.

—¿Tú quién eres?— pregunto.

Paso por un costado del pelinegro, y examinó a la joven hechicera. Ante su mirada marrón, se dio cuenta que no tenía nada que temer frente a la extraña. Era un poco más baja, y ante su visión, eso le daba una ventaja.

—Mmmm, no eres acá ¿Vienen a ver al rey, cierto?— pregunto.

Astra quedó muda frente a su pregunta. Solo podía hacerle leves movimientos con la cabeza.

—Bien, no te voy hacer nada.— dijo frente al evidente miedo.—Salvo que hayas quedado muda por la admiración.

—Arabella.— murmuró Hisirdoux buscando que se callara.

—Es cierto, muchos quedan tan sorprendidos que no saben que decir.— dijo la rubia dando una brillante sonrisa.

Hisirdoux se dio un golpe en la frente, pero termino por darla la razon.

—Es cierto, pero casi siempre son aprendices para la cabelleria.— dijo y la vio con reproche.

—¿Ahora es mí culpa ser hermosa?

La joven hechicera aclaro su garganta, y así se llevó la atención de ambos, evitando una discusión.

—Yo lo siento, es que es la primera vez que ...

—¿Ves una bruja de vasija?— pregunto a lo que Astraea asistió.—Horrible nombre pero es así.

—¿Qué hace una como tú acá? Además tan joven.— indagó la de cabellos negros.

Arabella guardo silencio, tratando de responder a su duda. Era cierto que eran difíciles de hallar, por lo tanto no sabía que decirle. Morgana no le contó mucho acerca del origen de las brujas de vasija, solo le enseñaba como usar su magia.

—Nací a las afueras del castillo, y por las extrañas vueltas de la vida, me acogieron.— sonrió.

Sabía que eso no iba a dejar satisfecha a la muchacha, porque ella tampoco lo estaba. Era una respuesta vacía, y no aclaraba la duda de Astraea.

—Si, Morgana la hizo su hija, además de ser su mentora.— añadió Hisirdoux.

—Vaya debe ser sorprendente ser la aprendiz de una gran hechicera y él de un mago como Merlín también.— dijo fascinada Astra.

Cuando quiso seguir la conversación con los jóvenes aprendices, Meridia la llamo. Apenada se despidió de ambos, pero antes, Arabella le prometió que irían por ella.

—¿Buscas que se meta en problemas?— preguntó Hisirdoux.

—Un poco si, pero veo que ella quiere divertirse.— respondio Arabella.—Es como nosotros, con una maestra como Merlín.

—Mejor cierra tu linda boca princesa.— dijo el joven mago, para marcharse.

Astraea escuchaba con atención el discurso del rey, pero no podía quitar su vista de la hechicera. Aunque en su academia no se estudiaba o practicaba la magia de sombras, si se hablaba bastante de Morgana. Cuando menos se dio cuando, la hechicera posó sus ojos sobre ella para luego sonreírle, poniéndola nerviosa.

—Su majestad.— dijo Meridia.—He venido porque desde lo más alto del poder de mí reinado no se entiende esto de unir fuerzas para socavar la magia. 

  Merlín aclaro su garganta y dio un paso al frente. Ambos compartieron malas miradas. Estaba claro que había una clase de historia. O es que la hechicera sabía la de él con la de una deidad menor muy respetada en su tierra.

—Es unir fuerzas para derrotar un mal mayor.— dijo el hechicero.

—¿Qué ocurrirá cuando salgamos victoriosos?— pregunto Meridia.

Hubo un profundo silencio.

—Era lo que esperaba.— sonrió victoriosa.—No vamos a brindar fuerzas que luego se nos vendrá en contra.

Arturo mantuvo silencio. Estaba seguro que no iba a poder hacerla cambiar de parecer. La energía que esta emanaba le hacía recordar a su hermana, y si era similar entonces estaba en lo correcto.

—Esta bien, Meridia, no suplicare por una mano.— dijo Arturo.—Le van acompañar a su cuarto. No permitiría que viajen de vuelta en la noche.

—Que considerado su majestad.— sonrió Meridia.

Luego de instalarse, Astra junto valor para pedir permiso. De dar tantas vueltas por la habitación su maestra llamo su atención y está quedó estática en su lugar.

—¿Qué ocurre?— le pregunto.

—Yo me preguntaba si.— tomo aire profundo.

—Vamos niña que no me hago más joven.— la apuro.

—¿Puedo salir a jugar?— pregunto con rapidez.

Meridia le respondió con un movimiento de mano que le indicaba que se fuera. Y sin dudar de aquella seña, Astra salió corriendo de la habitación.

Se encontro con Arabella e Hisirdoux en el jardín, cerca de la fuente. Sonrió emocionada, no siempre tenía mucho tiempo libre para jugar con gente de su edad.

—Hola.— saludo alegré.

—Gane, te dije que su maestra era tan flexible como Morgana, y no como ese cascarrabias de Merlín.— dijo Arabella dando una sonrisa socarrona.

Hisirdoux repitió lo mismo que dijo de manera burlona, y luego de aquel acto de un joven de dieciséis años, salieron del jardín.

Como si fueran unos niños más de Camelot, se juntaron con un par más que andaban por ahí. De pronto el lugar se llenó de risas de juegos. No podían faltar las corridas y atrapadas. Al igual que las escondidas o payana, muchos menos las rodillas raspadas, o las manchas en el vestido rosa de la princesa.

Tras eso último el pequeño grupo de disolvió, porque lo último que querían era tener problemas por ensuciar el vestido de la realeza.

—Que aburridos.— se quejó cruzándose de brazos Arabella.—Hay algo más que podemos hacer.

Hisirdoux no tuvo que escuchar más para saber de que se trataba aquella mirada juguetona y maliciosa.

—No, es una mala idea.— dijo.

—No.— exclamó Astraea.—¿De que se trata?

Arabella camino a su alrededor como si fuera una felina tratando de intimidar a su presa. Era la mayor de los tres, y usaba eso a su favor.

—¿Alguna vez fuiste al bosque?

—He ido a bosques.— respondio Astra con una pequeña sonrisa.

—No.— exclamó sin dejar de sonreír.

Quedó quieta justo a su espalda, y se acercó a ella tomándola de los hombros.

—Este es un bosque especial.— susurró.

La mirada de Astra se iluminó de la ilusión. Y sin hacer más preguntas fue detrás de la rubia, y detrás de ella, sabiendo que era una mala idea, fue el joven aprendiz.

Cuando se iban acercando a los límites con el bosque Astra comenzó a sentir que aquello era una mala idea. Primero porque tuvieron que eludir a la guardia, pasando escondidos por un punto ciego, para luego ir a hurtadillas evitando ser vistos por quiénes vigilaban las afueras del castillo.

Sin embargo no fue eso lo único que ayudó a pensar que estaba haciendo todo mal. La misma energía que emanaba aquel bosque la hizo detenerse por completo. Era penetrante, y le hacía vibrar en su interior.

—¿Qué ocurre Astra?— pregunto Arabella.

La de cabellos negros la vio, y no supo que decir de inmediato. Había quedado muda de la impresión.

—Ya, Arabella, está claro que esto es una mala idea.— dijo Hisirdoux.

—Tienes razón, que la niña que sigue las reglas, las sigas.— dijo cruzándose de brazos.—Mejor volvemos, tengo hambre.

Cuando dio la vuelta para volver, Astra la detuvo. Sabía que estaba mal, pero una pequeña partes suya quería saber qué había del otro lado que tanto le gustaba a la otra bruja de vestido rosa.

—No, vayamos al bosque.— dijo por lo bajo.

—Astra, está bien si no quieres.— Arabella sonrió.

—Quiero ver lo que hay.— insistió.

—Bien, tu ganas.— exclamó la rubia.

Tomo su mano, y luego la de Hisirdoux, y juntos corrieron hasta el interior del bosque.

Por un instante, Astra creyó haber visto una buena amiga en la bruja de vasija, pero cambio de parecer cuando el bosque se les fue en contra. Las energías del lugar la abrumaron, y un crujido proveniente de la oscuridad hizo que su corazón danzara con pánico.

Ya había ingresado demasiado, y esa presencia no había disminuído, sino todo lo contrario.

Cuando menos se dieron cuenta, estaban siendo perseguido por un gran ser de piedra. Para Astra era la primera vez en su vida que algo como eso la salia a atacar sin motivos. Y de solo verlo supo que no era de esos troles inofensivos que conoció en su reino.

Corrían tan rápido como podían, hasta que la más joven tropezó con una raíz salida. Hisirdoux se freno para ayudarla, y como no podía convencerla de que su pusiera de pie la tomo en sus brazos. Ella se abrazó a él, y oculto su rostro contra su pecho esperando lo pero. Ya había perdido la esperanza de que alguien más fuera a su rescate.

Arabella freno, y uso un hechizo para despistar al gran trol.

—¡Nebula rosa!— grito.

De sus manos surgieron grandes y espesas nubes rosas que cubrieron al ser de piedra. Tomo el brazo de Hisirdoux, y lo obligó a correr más rápido.

Pudieron salir ilesos. Arabella giro para ver el interior del bosque, noto que la gran nube se desvaneció, y ya nada los seguía.

—Ufff, eso estuvo cerca.— dijo pasando una mano por la frente.

Dio una sonrisa nerviosa, y solo esperaba que nadie más notara que ella también temió por su vida.

—¿Lo dices en serio?— le cuestionó Hisirdoux.—Fuiste demasiado lejos.

La rubia volteó, y noto que Astra aún seguía pegada al pecho del pelinegro. Primero frunció el ceño, y luego se relajó. No iba a dejar expuestos sus celos, ni mucho menos que le desagradaba que él fuera quien la regañara.

—Ella quiso entrar.— se cruzó de brazos.

—Porque la embrujaste con tus palabras.— dijo Hisirdoux.

—No es cierto, le di la opción de volver, y no quiso.— insistió.

Hisirdoux rodó los ojos, y negó con la cabeza.

—No solo eres princesa, eres la mayor.— dijo el pelinegro.

Arabella abrió la boca y se quedó sin palabras. Hisirdoux al ver que no tenía más que decir siguió el caminó a Camelot. Cuando los caballeros los vieron llegar, no dudaron en escoltarlos hasta sus maestros.

La princesa guardo silencio mientras escuchaba a Meridia darles un sermón sobre la suerte que tuvieron de no ser devorados por una bestia del bosque.

Morgana tomo una postura altiva, no iba a opinar al respecto. Pues tenía la creencia de que cualquier aprendiz debería estar más en contacto con las bestias mágicas para evitar esos accidentes.

Por otro lado Merlín no se hizo presente. Dejando por escrito que solo lo haría si a su aprendiz le faltaba la cabeza o tenía medio cuerpo magullado.

—De cierta forma me halaga, pero no dejo de sentirme ofendido.— murmuró Hisirdoux.

—Si quieres puedo chamuscar tu cabeza.— dijo Arabella.

—Ah, solo a ti te permitiria eso.— murmuró para evitar ser oído por Morgana.

—Menos mal, porque ahora veo un pequeño incendio en tus cabellos.— Arabella sonrió coqueta.

Hisirdoux rió, y se llevó un reto. Más también una mirada de pena por parte de Astraea. Si tan solo hace unos minutos el joven la defendió de la rubia descuidada, y ahora parecía que eso quedó en un pasado lejano.

—No lo puedo creer Astra, pensé que eras más lista que esto.— le regañó.

En su habitación Astraea quedó callada mientras su maestra le continuaba regañando.

—Yo, no pense ...

—Exacto, tu no piensas.— la detuvo.—¿Nunca oíste de ella? Es mala junta, los rumores son ciertos.

—Entonces ¿Por qué no la regañaron? Solo hicieron que pidiera disculpa.— dijo Astra alzando la voz.

—Es la princesa, la aman lo suficiente para hacer la vista gorda.— respondio.—Por suerte después de hoy no la volveremos a ver.

Y fue cierto, por unos años la joven bruja no se volvió a cruzar con Arabella.

Tuvo un entrenamiento más riguroso, y estuvo en primera fila cuando se hizo público la existencia de una asamblea mágica. Quería ser de quienes ayudaban a mantener controlada la magia, y que no sucediera lo de Camelot tiempo atrás.

Astraea estaba segura que Arabella se había reformado, o muerto por alguna de sus imprudencia. Pero cuando la volvió a ver, y que en reiteradas veces esta se saliera con la suya por sus crimenes, supo que la bruja de vasija sería un gran problema.

★★★

Muy buenas mis soles ¿Cómo les va? Uh, acá llovió y luego salió el sol, y ahora es un infierno, pero igual vean que les traje este capítulo.

¿Necesario? Muy. Necesitaba de un personaje que sea rival de Arabella. No, no es como Desdemona, ella es villana, esta es una protectora de las leyes mágicas. Algo que la rubia le gusta romper.

En serio que Arabella le gusta hacer enemigos 😂

En fin, sin más que decir, hasta la próxima y ✨ besitos besitos, chau chau✨

•Pd: este fin de semana se viene el final de Destinados, y no estoy lista 😭

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro