🌠Dangerous night🌠
Olivia salía de la biblioteca, cuando se cruzó a Rocío. La mejor amiga, o hermana adoptiva cómo se hacía llamar, de su compañero de piso.
—Hola —saludo Rocío, agitando una mano en el aire.
Si los pasillos de la universidad eran de por sí ruidosos, el saludo de ella, hacía que lo fuera aún más.
—Hola —dijo Olivia.
Su tono de voz era mucho más bajo que el de Rocío, y tuvo que volver a repetirlo porque se perdió entre tanta gente que pasaba entre ellas.
—Olivia, Dios, recuerda alzar la voz —reclamo estando frente a ella.
—No, gracias, prefiero dejar mí voz donde esta —dijo y dio una sonrisa.
Y aún siendo las personas más diferentes que puedan existir en ese edificio, completaron su saludo con un calido abrazo.
—Hoy es viernes —canturreo Rocío al separarse—. ¿Qué haremos? Se de ...
—Yo nada —le interrumpió—. El lunes tengo un examen, y el martes una entrevista con el el profesor de literatura francesa. Y para ambos debo estudiar.
—Uhg, ¿Puedes ser un poco menos nerd? Eres capaz de aprobar hasta con los ojos cerrados —dijo Rocío con claro disgusto—. ¿Qué pasó con la Olivia que conocí en esa fiesta?
Olivia se detuvo, y con ella Rocío.
—Ella murió, a quien conociste, era la chica de una sola noche.
—¿Ese es el discurso que le dices a quienes te buscan para una segunda noche? —pregunto.
Por completo desprevenida, cayó en una trampa que ella misma se puso. Su cara se fue tiñendo de rojo, y las palabras parecían no querer salir ordenadas de su boca.
—Yo, yo no —tartamudeo—. No es así, porque no ocurre. Nadie me busca, ni una, y menos dos noches.
—Ay ay ay, amiga que dramática eres —exclamo Rocío, y pellizco la mejilla de Olivia—. Si sigues hablando así, voy a estrellar tu rostro contra un espejo.
Antes de poder defender de la amenaza, entre ellas se hizo presente Marius. Este parecía provocar sonrisas en ambas, más aún en su compañera de departamento.
—Buenos días a las mujeres más hermosas de la universidad —saludo—. Mejor dicho, me corrijo, del mundo entero
—Uh, ya vienes a pedir algo, te conozco como nadie más —dijo Rocío.
—Si, es cierto ¿Qué quiere?
Marius abrió la boca ofendido, y se tomó el pecho, agregándole aún más dramatismo a su acto.
—¿Qué les hace pensar que soy capaz de tal barbaridad? —pregunto.
Olivia se cruzó de brazos, y alzó una ceja. Postura que fue copiada por Rocio, y ambas le deban esa mirada con la que demostraban que ya no le creían.
—Bien, me olvidé el almuerzo —bufo.
Las vio a ambas, y estaba claro que le iba a ser difícil llegar a un acuerdo, aún así no quería darse por vencidos tan rápido. Las conocía bien, y con eso a su favor, sabía que una era más ruda que la otra.
Con cierta seguridad, se acercó a Olivia, y noto un leve brillo en su mirada. Brillo que no se cansaría nunca de ver.
—Se fuerte —susurro Rocío.
Y Olivia la vio con preocupación.
—Livs —llamo Marius, y paso un brazo por sus hombros—. No dejarías que muera de hambre ¿O si? Vamos, soy tu compañero de piso.
Olivia rodo los ojo, y sonrió a la par que trataba de disimularlo.
—¿Qué ganó yo alimentandote a ti?
—La verdadera pregunta es ¿Qué podrías perder al no hacerlo? —le sonrió coqueto.
—Te podría perder a ti, y es algo que ...—dijo como si estuviera hablando en el teatro.
—¿No podrías soportar? —continuo.
Olivia, como si fuera algo cotidiano en ella, volvió a tropezar con sus propias palabras. Odiaría perderlo, y no podía imaginar sus días sin que él no estuviera ahí. Aún siendo amigos y nada más, que desapareciera acabaría con su corazón. Y quizás exageraba al pensar eso, pero no quería averiguar qué tan cierto podría llegar a ser.
—Ay, ya la rompiste —exclamo Rocío.—. Ten y cómprate algo antes que te desmayes.
Le dio unos billetes, y como un niño, se despidió de ambas y se fue, sin antes avisar que las vería después de clases.
—Tu, deja de ser tan obvia —se quejó.
—¿Por qué es el único que no lo nota? —suspiro.
—Necesitas esa fiesta más que nadie —insistió Rocío—. Y como dicen por ahí, es medio menso.
Olivia la ignoró, y siguió caminando.
—¿Soy estúpida al seguir sintiendo algo después de tanto años? Un siglo para ser exacta —murmuro aquello último.
Pregunta que la atormentaba más de lo que deseaba. Pues de la última vez que se vieron, hasta veinte años después de comienzos del siglo XXI, habían pasados muchos años, muchos acontecimientos, y ella parecía sentir lo mismo que cuando tenía cien años menos.
Y él había vuelto a su vida para hacer lo que hacia cualquier espíritu, ponerla de cabeza. Con la diferencia que disfrutaba tenerlo ahí.
—Si, un poco —respondio con soltura.
—Gracias, solo quería saber qué no soy la única que lo piensa —dijo Olivia—. Como sea, no iré a ningún lado más que al departamento.
Se despidio rápido antes que Rocío la pudiera detener, y rió al escucharla quejarse a su espalda.
•
Para sorpresa de Olivia esa noche Marius le hizo compañía. Estaba segura de haber oído el gruñido de Rocío a través del celular antes de colgar la llamada.
Ambos estudiaban por separado, en silencio, en la misma sala. Ella en la mesa y él sentado en el sillón. Ya habían pasado horas desde la última palabra que cruzaron en la tarde. Este sería el segundo año en que vivían y estudiaban juntos, a demás de trabajar para pagar la renta del pequeño departamento, y tratar de llevar un vida social normal después de tantos extraños acontecimientos.
Desde el haber sobrevivido a dos fines del mundo, hasta el haber reaparecido en la vida de personas que lo creían muerto. Si Peggy, como su madre, casi se infarta, Olivia simplemente quedó helada.
Y ahora vivían cómo dos jóvenes adultos, que al menos aparentaban ser.
Sonó una alarma que le indico a Olivia que debía tomar un descanso. Sin embargo la detuvo, y continuó leyendo un par de párrafos más.
—Olivia —la llamo Marius.
—Si, si, ya va —dijo, y se llevó el lápiz a la boca.
Marius la vio por encima del respaldar, y quedó un tanto pasmado. Aún con la fría luz artificial, el cabello frizzados, atado en un rodete, y el lápiz en la boca, se le hacía ridículamente hermosa. Y se cuestionaba como es que ella no lo notaba.
—Livs —la llamo con suavidad—. De verdad, debes descansar.
Esta alzó la vista, y sonrió al verlo. ¿Como no hacerlo? Quizás él se olvidaba demasiado seguido el almuerzo, o las llaves del departamento, pero aún así no hacia más que preocuparse por ella, por las horas que pasaba estudiando, y también se olvidaba del almuerzo. ¿Como no sonreír, o seguir estando enamorada, cuando Marius tenía una única forma de verla, que la hacía sentir especial? Y aún así, no notaba ni una milésima parte de lo que sentía por él.
Y siempre terminaba suspirando, un poco de amor, y otro poco agotada.
Se puso de pie, y se fue a sentar a su lado. Recostó la cabeza en su hombro, y vio las hojas A4 todas pintadas y señaladas que tenía en su mano.
—¿Qué haces?
—Trato de recordad lo que puse en este trabajo —dijo un poco exasperado— ¿Cómo algo que escribí puede ser tan difícil de recordar? No sé supone que funcione así.
Olivia rió al oírlo, porque también le pasaba igual. Al menos sucedía en algunos de sus apuntes.
Y Marius se relajó al oírla. Si ella seguían allí, significaba que el estudio aún no la vencía.
—Leeme un poco, quiero dormir —dijo.
—Jaja, que chistosa.
—Vamos, quizás sí se lo lees a alguien te ayude a recordar —insistió—. Imagina que soy el profesor.
—No podría, eres más linda y agradable que él —dijo y sonrió—. Me distraerias, y harías olvidar todo lo que se.
Olivia sintió eso como un latigazo de emociones. ¿Cómo es que sabiendo lo que sus palabras ocasionaban tenía tanta libertad de usarlas de esa manera? Porque sabía que él tenía conocimiento de causa, era algo que se lo dijo hacía muchísimo tiempo. Aún así, las seguía usando, como si su mente no se nublara, y solo deseara más de él.
Nerviosa, se puso de pie.
—Tienes razón, mejor vuelvo a mí asunto.
—No espera —dijo Marius.
Tomo su mano, y jalo, haciendo que otra vez se sentará a su lado.
—Quiero leerte, y me digas lo que piensas —dijo.
—Claro, como no.
Él sonrió alegre. Aclaro la garganta y comenzó a leer. Lo hacía despacio, y con cuidado. Sin tropezar en ningún momento, y moviendo debes en cuando la mano libre a causa de los nervios.
Olivia lo veía con devoción. Cómo si fuera el dueño de sus ojos grises, y de sus oídos. Noto cada vez que tomaba aire en alguna coma, y daba alguna sonrisa nerviosa. Y aún así lo que salía de su boca eran puras maravillas.
Él era maravilloso, mágico, asombro.
—Marius —murmuro.
Este se detuvo, y la vio sin girar del todo, dándole una sonrisa. La que le faltaba a ella para ganar coraje. Paso una mano por su mejilla, y lo atrajo. Si hubo algún límite hasta ese momento, no le importo atravesarlo.
•
Despertó al oír un leve murmullo, y lento fue abriendo los ojos. Para su sorpresa, o quizás no según lo pactado, no había nadie a su lado.
La realidad de ese pacto era de ella con ella, para evitar molestarse si despertaba y el lugar al lado suyo estaba vacío. Y ahora que lo veía desocupado, algo tibio, no podía evitar regañarse por romper su propio trato.
Se apoyó sobre los codos, y busco lo que sea con la vida. Solo encontro la puerta entreabierta, y recuerdos de momentos atrás.
—Bien, me van a regañar por esto —murmuro—. Chio me va arrancar la cabeza e Isabella me va a decir que me lo dijo.
Y cuando escuchó la puerta abrirse, su primer instinto fue volver a tumbarse entre las sábanas.
—¿Me extrañabas? —pregunto y se recostó a su lado.
Tomo un pliegue de la sábana, y la levanto para encontrarse con Olivia del otro lado. Su mirada brillaba, y la luz de la misma iluminaba las mejillas sonrojadas.
—Admítelo, pensaste que me fui, que volvería a dormir a mí cuarto —dijo Marius—. Sabes que no soy así.
Olivia se sentó en la cama, y se abrazó a las rodillas. No lo iba a admitir, no le hacía falta. Él la podía leer con facilidad, que cualquier indicio quedaría al descubierto.
—Bueno, estamos en siglo XXI, no somos nada, y está claro que esto fue . . .—se freno con miedo a seguir hablando— Puedes irte cuando quieras.
—Que importa el siglo. Si no lo hice antes, no lo voy a empezar hacer ahora —aseguro Marius—. Y para mí no es una idea agradable.
—Si, lo se, aún así . . .
—No me voy a marchar mientras duermes —insistió con suavidad—. Pero eso no viene al caso.
—¿No?
Marius tomo una de sus manos, y solo la vio con atención. Para ese momento, estaba sentado, con la cabeza sobre las rodillas, para poder verla a lo ojos.
Olivia dio un sonoro suspiro.
—Lo se, quieres hablar de lo paso —dijo.
—Bueno, porque hacer de cuenta que no pasó es una locura.
—¿Qué quieres que te diga? ¿Por qué no lo dejamos como si fuera un desliz? —pregunto Olivia con evidentes nervios—. Somos amigos, es algo que pasa, casi siempre. O sea, ya viste a Jim y Clara. No creas que no pasa nada, porque si pasa. O, o . . .
Marius rió. Con exactitud, que Olivia buscará desviar el tema lentamente, le daba gracia. O quizás eran los nervios en cada palabra que decía.
—Espera, por favor, detente —dijo—. No tiene que volver a pasar si no quieres.
—¿De verdad?
—Suenas decepcionada —dijo y dio una sonrisa ladeada.
Olivia disimulo hasta donde pudo lo mucho le quede gustaba esa sonrisa coqueta. O lo mucho que le gustaba estar hablando a esa hora de la madrugada en la misma cama. O lo mucho que le gustaba él, y tenerlo allí a su lado.
—Quizas, si lo estoy un poco —murmuro.
—Bueno, porque la otra opción es dejar que pase —dijo—. Digo, nos entendemos bien. Hacemos un buen equipo.
Olivar rodó los ojos, y contuvo una sonrisa.
—Creo que, creo que quiero pensarlo —dijo—. ¿Podrías no dormir conmigo hoy? Es que no quiero que influencies mí respuesta.
Él asintió, antes de irse, le dio un beso, un poco más largo de lo que Olivia hubiese esperado, y que por completo influenció en su respuesta.
—Eso es hacer trampa —murmuro Olivia sin apartarse tanto.
—O, un leve empujon —dijo Marius y le dio un beso corto.
Se apartó, le sonrió, y se marchó del cuarto.
—Piénsalo bien —se escucho decir desde el otro lado.
Unos días después.
Olivia estaba alegre. Tenia muchas razones para estarlo. El examen del lunes, para ella, fue algo que, como dijo Rocío, lo pudo haber hecho con los ojos cerrados, y la entrevista salió mejor que de lo esperaba.
Y a causa de los buenos sucesos se le dio por cocinar. No era la mejor en esa tarea, pero cuando algo le hacía feliz se sentía inspirada a lograr lo que sea comestible.
Marius entro al departamento, y mientras dejaba los abrigos, a causa de un frío repentino en plena primavera, oía desde la entrada los zapatos de la bruja ir y venía por todos lados. Lo que le saco una sonrisa.
Olivia lo vio entrar a la cocina, que en realidad estaba vagamente separado de la sala comedor por una isla. Chillo, y corrió a recibirlo con un fuerte abrazo.
—Hoy son buenas noticias —dijo.
—¿Si? Porque yo también —dijo él—. Vamos dime.
—Me aprobaron la entrevista y seré ayudante de cátedra de literatura francesa avanzada —contó con entusiasmo—. ¿A ti cómo te fue?
—Bueno, amaron el ensayo, y quieren una copia para una exposición —respondio orgulloso.
Y guiados por la misma energía, comenzaron a festejar, y cantar al mismo tiempo que eran unos genios. Que las oportunidades para un momento así se alinearan era algo que no sucedía muy seguido, pese a que a los dos les iba bien en la universidad.
—Y por eso estoy cocinando —dijo Olivia.
—Hurra —dijo Marius—. Tu comida.
Por suerte, Olivia ya le había dado la espalda, y no noto su cara de terror al saber que estaba tratando de cocinar algo.
—Ay, me falta algo, olvide comprar . . .
—Vamos, aún queda un mercadito abierto —dijo Marius—. Solo abrigate, hace demasiado frío.
Ella le hizo caso, y fue por unos de sus tapados, y volvió con dos bufandas. Una en la mano, y la otra ya en su cuello.
—Ten, usa esta —dijo, frente a él.
Sabiendo que lo podía hacer solo, como algo habitual, mientras él se abrochaba la campera, ella le puso la bufanda.
—Abriga más —dijo, dando una pequeña sonrisa.
—Ah, gracias.
Y así, como un claro reflejó, la tomo de la mejillas, y le dio un beso rápido. Ninguno esperaba eso, no hacian más que verse impactados.
—Yo no se porque lo hice —murmuro Marius, sin apartarse.
Pronto se vieron envueltos por el calor del momento. Quitándose apurados los abrigos, y riendo por la cantidad de los mismos.
—Espera —Olivia lo detuvo, con la respiración entrecortada—. El horno, no se si lo he apagado.
Marius la soltó, pues lo último que necesitaban era que el departamento se prendiera fuego. Escucho los tacos de sus botas sobre el suelo, y era un sonido que disfrutaba. Se apoyó sobre el respaldo del sillón hasta que ella volviera, y tomo aire. No iba a negar que todo era una locura.
—Listo —exclamo alegre Olivia—. Estaba en mínimo, menos mal que lo noté.
Cuando estuvo cerca de nuevo, paso los brazos por sus hombros, y cuando lo quiso besar, Marius la detuvo.
—Debemos ser claros con esto, para evitar hacer una tontería, y que salgamos mal —le dijo.
—Lo se —dijo Olivia, tratando que su voz no tiemble.
Y ocultando lo que en realidad le sucedía. Porque en su cabeza no dejaba de pensar en que jamás dejarían de ser amigos.
¿Por qué jamás dejarían de ser amigos, si estaba claro que ambos querían algo más? No tenía una respuesta para eso. Aunque si pensaba seguido que siendo parejas se podría arruinar todo eso que son siendo amigos.
Otro miedo más que callaba.
—¿Qué sea de este modo? —pregunto Marius.
Pero esa no era su pregunta. Nunca fue su intensión que todo se diera así. La quería lo suficiente para deshacerse de esa amistad, aún así a algo le tenía miedo. Y no quería realmente que su amistad dejara de existir.
Pero, ¿Qué probabilidad existía que algo así no sucediera?
—Si, si me gustaría —ella sonrió—. Si tú también quieres.
No dijo nada, solo le dio un beso. Y siguieron en donde se habían quedado. Jugando con fuego, y tratando de salir ilesos de eso.
•
Unas semanas después.
Obvio que Rocío le quiso arrancar la cabeza. No solo a ella, a ambos por igual. Sus palabras era claras «Tienen potencial para ser novios, de esos que la gente no pueden creer que existan, y lo van a arruinar todo. ¿No han visto cine? Todo acaba mal, y con mucho drama »
Marius se puso de pie, estirándose, y Olivia no podía dejar de verlo. Este se dio cuenta, y se inclinó para decirle algo en secreto, haciéndo que riera.
Se despidió con un saludo al aire de Isabella, y a Rocío le dejo un sorpresivo beso en la mejilla.
—¿Y? ¿Vendrás hoy? —pregunto Olivia, y dio una risilla.
—Son un par de tontos —dijo Rocío—. Pero si iré a la tonta fiesta de fin de exámenes. Lo necesito.
Isabela la vio, como una serpiente delgada ve a un pequeño ratón.
—Dime ¿Cuando le dirás qué sientes más que él? Porque, admitamoslo, no eres buena para estas cosas tan mundanas.
Y de pronto la biblioteca se hizo más silenciosa.
—Yo . . .
—Olivia, no le respondas, está claro que siente envidia —salto Rocío—. Es una estirada, y seguro no tiene corazón.
—¿Disculpa? Qué yo entender español.
Olivia suspiro. Y de alguna forma fue darle la razón.
—Nos vemos en la noche.
Olivia quedó pensado en eso todo el día hasta el momento de la fiesta. Por suerte, volvió a la realidad al momento en que debía buscar que ponerse. Algo que no delatara que estaba a punto de morir por los nervios y el estrés facultativo. Y la solución fue un vestido de dos piezas, color violeta. Cortesía de Zoe, y que nunca pensó que usaría.
—Te queda bien —dijo Marius.
Lo vio en el marco de la puerta. Le sonreía coqueto, y todo en el lucía encantador. Desde su rizos recogidos en una coleta, hasta su remera roja con cuello desbocado.
—Lo de hoy, es una excelente idea —dijo—. Bueno, siempre las tienes.
—No, no siempre —murmuro.
—¿Qué ocu . . .? —se acercó.
Olivia giro de inmediato, para verlo a los ojos, y a punto de hablar, se detuvo.
—Nada, digo que no siempre tengo buenas ideas. Después de esta noche habrá mucho que limpiar.
—¿Eso? No te preocupes, tienes al mejor amigo y compañero de piso, claro que lo voy hacer contigo —dijo, y le sonrió relajado—. Y hablo de limpiar.
—Ay, santo cielo —chillo Olivia.
—¿Por qué conozco esa expresión de algún lado?
—Vete de mí cuarto, o te embrujo.
Y no debía hacerlo, porque él ya se sentía así. Olivia lo había embrujado con su brillo, su risa, la manera en que fruncía el ceño cuando algo no le gustaba, o la forma en que lo besaba de la nada cuando no debía hacerlo.
Era dulce y adorable. Inteligente y tenaz. Tenia todo para hacer el mejor embrujo. Y lo estaba logrando.
Aún así, algo lo detenía para dejar de ser eso que eran.
—Ya, deja de ser tan coqueta, o . . .—se pauso—. Ven, dame una mano con los muebles.
—Cuando deje de ser coqueta voy a darte una mano —le sonrió—. Cierto que no puedes hacer mucho sin mí fuerza muscular.
Dejo tranquilo su reflejo y camino hasta llegar a su lado, y pasarlo, llevándose su mirada.
—Aja, si claro. Fuerza muscular —repitio.
•
Lento el departamento se fue llenando de invitados. Trataron de que fueran amigos y compañeros, evitando que se llenará de gente desconocida.
La noche iba tranquila. Pues todos ahí buscaban distanciarse un momento de la universidad. O al menos esa era la premisa de la fiesta que dio Olivia para que fueran.
Y funciono.
—Si, definitivamente soy una genia —dijo Olivia.
—En algunos aspectos —murmuro Isabella.
—Deja de ser tan bruja —le regañó Rocío.
—Para tu información, soy una bruja, y más antigua que tú. Así que cuida tu lengua —dijo, murmurando lo último.
—Ah, claro que eres más vieja que yo —murmuro Rocío.
—No, tiene razón —dijo Olivia—. Ah, como sea, está noche no es para pensar, o sentir, o lo que sea.
Las otras dos muchachas dejaron su lado, y Olivia sondeo el departamento sin moverse de su lugar. De repente se freno justo cuando Marius la veía a lo lejos, y le sonrió.
¿Como no perder la cordura si le sonreía así, si la hacia sentir la única en un lugar lleno de personas?
Y cuando se dio cuenta, estaba frente a él.
—Eres increíble ¿Te lo dije antes? —pregunto.
Olivia busco una respuesta, mientras jalaba las mejillas de Marius, haciéndolo reír.
—No lo se —dijo—. Pero si lo quieres decir, me encantaría.
Marius tomo una de las manos que pellizcaba su mejilla, y le dio un beso en la palma.
—Bueno, pero no con tanto público —murmuro.
Por un instante, a Olivia se le corto el aliento. Algo en su mirada, en el tono de su voz, en él mismo, le tenía encantada. Tanto que su mente se tornaba nublaba, y su corazón latía nervioso.
Dio un paso más, y se acercó.
—¿Podemos hablar? —pregunto en su oído.
Él asintió, y se fueron juntos.
En el cuarto, Olivia quedó contra la puerta, y Marius sentado al borde de la cama. Cuando quiso decir algo, ella fue más rápido, y lo interrumpió.
—Estoy enamorada de ti, y me gustas mucho Mari —dijo tan rápido como su corazón latía—. "Me he enamorado como los hacen las mujeres inteligentes: como una idiota"
Marius se puso de pie. Dudaba mucho que aquella frase, de aquel libro, le sentará bien. No quería ser él, ni que nadie más fuera capaz de hacer lo que le hicieron a ese personaje, que el amor le diera desdicha.
Lo tenía claro, Olivia no lo merecía. Y quería ser el quien fuera capaz de hacer reír, y consolar cuando el mundo le sea agotador.
—No es cierto —dijo tomando su mano.
—No lo sabes realmente —balbuceo—. Tu, ¿Tu qué sientes por mí?
Sentía todo por ella. Al igual que ella sentía todo por él.
Él guardo silencio, y ella creyó que había pasado una eternidad sin decir nada. Por primera vez, el tiempo corrió más rápido de lo que pudo haber imaginado.
Se hizo a un lado, y abrió la puerta.
—¿Me puedes dejar sola? —preguntó sin poder verlo.
★★★
Buenas, ¿Cómo les va? Yo grito de la felicidad, porque saque un final que me venía persiguiendo como todas mis malas decisiones 😂
Pero hablemos de otras malas decisiones. Cómo ellos siendo amigos con beneficios. Había dicho que si paso, y que estuvieron a un pelo de mago desesperado por traer a la vida a su bruja, de que al fin sean novios.
Porque la realidad, es que si Hisirdoux no llegaba esa noche a buscarla, Marius le hubiese dicho que también estaba bien enamorado de ella.
Teoría ¿Paso algo antes, por allá en algún siglo pasado? 👀
Marius nuestro chico sol, el que colabora en los labores del hogar y el cuesta un chingo decirle que le ama, cortesía como siempre de la amiga fanfictioner67
Ah, y Rocío también es de la amiga. Acá la rompe, como la amiga que escoge el camino de la violencia, pero aún así le molesta que la Isa le hable así a Olbia
Para que sepan, Olivia en el canon, por ahí en los 90 sale con una tipa que le dice somos algo pero no somos novias. Porque ella a veces le da en blanco con las parejas.
Sin más que decir ✨ besitos besitos, chau chau ✨
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