🌟Birthday Girl 🌟
Arabella salió temprano esa mañana. Se fue junto con Olivia a visitar a Baba y Nari, para que las revisaran. Paso al menos dos meses de los últimos incidentes, pese a sentirse bien, ambas querían cerciorarse de que la magia estuviera intacta. O que no hubiera nada, que no se pudieran ver a simple vista, que estuviera causando problemas.
Hisirdoux despertó junto a ella, aprovechaba las veces en que Morgana no estaba en la casa para él pasarla allí. Aún no eran novios, pero la idea de serlo pronto estaba latente, y no desperdiciaban los momentos que tenían.
Por alguna razón que desconocía no podía pedírselo.
En cuanto ella se marchó, él lo iba hacer, pues pasar tiempo allí, solo, no hacia más que causarle escalofríos. Sin embargo estiró la estadía con la llegada de Galaga y una extraña emoción mañanera.
—Lo que tengas que decir puede ser fuera de esta casa —dijo Hisirdoux.
—No he desayunado, por lo tanto no pienso hacer ningún esfuerzo sin antes comer algo —dijo Galaga, y se cruzó de brazos.
Hisirdoux se tomó el puente de la nariz frustrado de solo oírlo. Esperaba a que el mago de buzo rojo sea conciente sobre el suelo que pisaba. En más de una ocasión se cruzó con Morgana a la salida, y está no lo miraba tan simpático como lo haría una suegra normal.
—¿Lo podemos hacer en mi departamento? —pregunto.
No quería sonar apurado, ni nada por el estilo, pero Galaga no lo creyó así. Le dió una sonrisa socorrona.
—¿Todavía le temes a tu suegra? Pense que ya lo habías superado —dijo burlon.
—Si, y yo pensé que ella superó su disgusto hacia mi —dijo, y se encogió de hombros—, pero eso aún no a pasado. Creo que está fresco el recuerdo de que era el mayor distractor de la princesa.
Lo tomo del brazo, y a punto de abrir la puerta, Morgana estaba del otro lado. A los dos los vio a modo de reprochó, más todavía a Galaga, con quién no terminaba de congeniar.
Porque Hisirdoux pudo haber distraído a su hija cuando era una princesa que anhelaba ser una gran bruja. Sin embargo, Galaga fue quien más la molestó, y se encargo de convencer al rey de que la joven era una amenaza. Quién solo lo era por palabra.
—Que agradable sorpresa —dijo, dando una sonrisa que les causó escalofríos a ambos magos.
—Ya nos íbamos —hablo rápido Hisirdoux.
—¿Por qué no se quedan a desayunar? —pregunto la hechicera.
Ambos magos se vieron, mientras que uno nego con rapidez, el otro asintió con entusiasmo. Era una amabilidad de la cual Hisirdoux no se confiaba. Y estaba seguro que hasta Arabella le diría que no lo haga.
Pero allí estaban. Esperando a que Morgana terminara con el café, para acompañar unas masas dulces que trajo. Una escena que el mago de cabello negro nunca llegó a imaginar, y ahora que la vivía se cuestionaba que tan real es.
—No te preocupes, no tiene veneno —dijo Morgana en cuanto le paso una taza.
—No pensaba eso hasta ahora —dijo Hisirdoux y tomo la taza.
—Si te quisiera muerto, ya lo estarías, querido —Morgana le sonrió y le dió un sorbo a su propia taza—, y claro, no elegiría un método tan mundano como un café envenenado.
Quién parecía disfrutar la extraña conversación era Galaga. Los veía expectante, como si fuera el mejor espectáculo de suspenso que presenció en su vida. No estaba seguro si llegaría a intervenir cuando la hechicera decidiera acabar con el mago.
—En unos días Arabella cumple años —dijo Morgana.
Se sento frente a ellos, y otra vez bebió café.
Hisirdoux lo sabía. Había querido tocar el tema, pero la rubia parecía reacia a querer hacer lo que sea.
—Creo que ella no quiere nada —dijo Hisirdoux.
—Bueno, no me importa lo que ella quiera —dijo Morgana—, me importa lo que ella merece.
—Creo merece que respetemos su opinión —hablo con seriedad Hisirdoux.
Morgana dejo la taza a un lado, y le entrego a Galaga una mirada que este vio como la señal para irse de ahí, o atenerse a las consecuencias.
Hubo un silencio, que rara vez se deba entre la hechicera y maestro hechicero. Porque ahora no existía la diferencia que alguna vez existio, y ambos parecían compartir la misma energía.
Aunque Morgana seguía siendo una de las mayores hechiceras de pie, Hisirdoux no se quedaba atrás en cuanto al potencial mágico.
—No podemos decidir sobre ella —hablo Hisirdoux, con el semblante endurecido.
—No digo de decidir sobre ella —Morgana sonrió.
Se puso de pie, y camino hasta la ventana. La cabaña, el bosque, que ahora este su hija con ella, y el tratar de enmendar la relación, era esa segunda oportunidad que nunca creyó que tendría. Y ahora parecía ser que la compartía con alguien más.
Con alguien, que lentamente, se iba ganando el respeto que merecía.
—Hablo de tener un lindo gesto con quién el mundo se encargo de oscurecer —continuo—. Quizás le guste, o quizás no, pero sabrá que hemos pensado en ella.
Morgana no sabía que sentir con respecto a lo que alguna vez fue su hija. Estaba segura que si nada hubiese cambiado, se sentiría orgullosa de la oscura bruja que una vez supo ser. Pero ahora, un deje de preocupación le atravesaba, al ver hasta donde era capaz de llegar esa bondad que aún existia en la rubia.
—Quiero que ella sepa que este nuevo mundo, no le teme —continuo.
Hisirdoux se puso de pie, y fue hasta su lado. Dió un soplido, y estubo de acuerdo con ella, porque pensaba en lo mismo. Quería hacer que Arabella se sintiera querida, y aunque prefería no pasar por alto su negativa a una fiesta, hacerle una le entusiasmaba.
—Bien, hagamos algo —dijo, y extendió la mano al frente.
—Nunca imaginé que llegaría a un acuerdo con usted, maestro Casperan —dijo Morgana, y estrecho su mano.
11, de noviembre del 2014,
New York.
Estaba sentada en el frío suelo del departamento. La realidad del momento, es que ella lo sentía así. Hacia un rato que el disco que puso se detuvo, y no había más que silencio.
—Shared my body and my mind with you; That's all over now —cantaba por lo bajo—. Did what I had to do,
'Cause you're so far past me now.
La fiesta que organizo, el extraño vestido rojo brillante que compro, los zapatos negros, el maquillaje impecable. Nadie lo vio, porque llegado al momento, aunque la música seguía sonando, y del otro lado la escuchaban, Arabella decidió no abrir la puerta.
Esa canción de Lana del Rey, la primera de álbum Ultraviolence que decidió poner para animar el departamento, la sintió como un flechazo en el corazón, y la hizo sentir más solitaria de lo que creía.
Aquella noche, el mundo parecía un poco más cruel.
Porque ese día, desde temprano, recibió cientos de mensajes de textos felicitandola por su cumpleaños número dieciocho, aunque tenía muchos más. Eran 914 años, de los cuales los últimos no hizo más que cancelar las fiestas a último momento.
Tiro la cabeza hacia atrás, y dejo escapar un par de lágrimas que iban con el Rimmel y algo de delineador. No le importaba las personas que le podían escribir, solo quería recibir un mensaje, y no lo hizo.
Cómo venía sucediendo.
Lo extrañaba y cada cumpleaños que pasaba, le dolía no tenerlo a su lado.
¿Alguna vez lo tuvo a su lado? Se cuestiono, y no supo que responder. En lo único que podía pensar era que todo lo vivido a su lado, las risas, las tardes viendo como el sol se acostaba sobre el horizonte, las noches en dónde se dormía entre sus brazos, y hallaba calma, cuando calma era lo último que quería, era solo una ilusión. Que el amor que se tuvieron no era más el capricho de dos adolescentes.
No lo tenía a él, ni a ninguna de sus amigas. Copa tras copa, dejo de tenerse a si misma, y la soledad le pesaba en los hombros. Entonces la ciudad de New York, se hizo silenciosa, y vacía.
•
Se juntaron con el resto de las chicas en el departamento de Hisirdoux. Aunque aún faltaba Circe, Zoe y Peggy estaban allí. Una más entusiasmada que la otra por organizar una pequeña fiesta sorpresa para la rubia.
Pues desde el día que la roca se rompió, está no hacia más que pasarla mal, de aventuras, dando su vida por el resto, o recuperándose de una extraña muerte.
Aprovecharon que estaba con Olivia, y que luego se iría hasta lo de Morgana, para pensar que hacer por ella.
A punto de decir algo, Circe llegó, y les dió una pequeña sonrisa a todos.
—Ire a lavar mis manos —dijo, y siguió de largo.
Galaga la vio pasar frente suyo, y sonrió con cierto entusiasmo.
—Como me gustaría que me pise la cara con esa botas —dijo, e Hisirdoux le dió un codazo.
—Solo por hoy podría no hacer ningún comentario sobre ella —dijo el pelinegro.
—Madura un poco, tu hermana es hermosa —dijo y le sonrió—. O bueno, controla tus celos, en mi lista estás primero.
—Ella está con alguien más —dijo Zoe.
Ambos giraron para verla, uno más sorprendido que el otro.
—¿Pueden dejar de hablar de mi?
Y todos vieron en dirección de la peliroja, de brazos cruzados, y el ceño fruncido.
—Lo siento, pero no me hago a la idea de que veas a alguien más. Es raro —dijo Hisirdoux y se acerco a ella—, pero te apoyo si eso te hace feliz.
—Ya no lo veo más —dijo Circe, y se aparto.
Peggy la vio indignada, y cuando Circe se sentó a su lado, se encogió de hombro frente a la mirada de reproche.
—Pense que te gustaba —le murmuro.
—¿Podemos hablar de la fiesta de Arabella? Mi situación no les incumbe —dijo.
Y para evitar que su mal humor siguiera creciendo, comenzaron a planear el cumpleaños de la bruja.
•
Aquella mañana, Arabella despertó por el dulce aroma de un desayuno. No uno cualquiera, sino su favorito. O al menos ella decía que esas comidas dulces también servían como la primer comida del día.
Magdalenas de frutilla.
Pie de dulce de cereza.
Yogurt de frutos rojos con un mix de cereales.
Y jugo de naranja, con algo de pomelo rosado.
El azúcar necesaria para estar todo un día con las energías por las nubes y hacer varias actividades.
—Buenos días —saludo.
Hisirdoux volteo al oír su voz, y sonrió animado al verla allí parada. Todo era rosa, hasta sus pantuflas, menos la remera larga que llevaba puesta, y era de él.
—Luces encantadora esta mañana —dijo y se acerco.
Le dió un suave beso en los labios, y tomo su mano. La llevo a su lugar, y de paso le ofreció un café. Porque aún siendo otoño, las mañanas eran invadidas por un suave frío previo al invierno.
—¿Qué planes tienes para este sábado? —le pregunto en cuanto tomo la taza de cafe—, realmente quería pasar todo el día en la cama.
—¿Conmigo? —pregunto.
—En un principio si —respondió y le sonrió.
—Es una buena idea, para mañana domingo —dijo Hisirdoux—, hoy quiero ir a la ciudad. Tu te puedes comprar un lindo vestido, y yo halagar como te queda.
—Bueno, esa idea me gusta —dijo Arabella.
—¿La parte del vestido, o la que yo te halagó?
Ella le sonrió, y se acerco para decirle algo al hoy, que tiñó de rojo su cara, y le hizo alzar la temperatura de la misma.
—Bien, veo que te quieres saltear todos los pasos —dijo nervioso—. Desayunemos, lo vamos a necesitar.
•
Se probó varios vestidos, e Hisirdoux se encargo de halagar cada unos de estos. Y ella no dejaba de sonreír encantada cada vez que le tomaba la mano para hacerla girar.
Aunque solo se llevó uno, pues no tenía la necesidad de llevar tanta ropa, si se dieron el lujo de pasar por varios locales para ver lo que sea. Cuando al fin vio ese vestido rosa chillón lleno de brillos, aseguro que fue amor a primera vista.
Pasado el mediodía, almorzaron en un pequeño puesto de comida en Central Park, y se detuvieron a degustar la comida rápida que la ciudad les ofrecía, cerca del lago. Se hicieron bromas entre ellos, y llenaron con sus risas las inmensidades del parque.
Cuando ya no hubo dónde más pasear, que más ver o comer, se quedaron allí en el parque, apreciando como el otoño se iba alejado lento.
Los árboles allí se habían teñido de varios colores que iban entre el rojo, el marrón y naranja. Arabella disfrutaba algo estar allí en la tarde. Sin embargo no podía dejar de pensar de estaba cayendo directo en la trampa que su casi novio le tendió desde la mañana.
Tomo su mano, y se pegó a su brazo. Aunque el frío no era tan agresivo, si lo era para no querer dejar su lado por una largo tiempo. Contagiarse con su calor, y respirar su aroma.
—Gracias por lo de hoy —dijo Arabella.
—¿De que hablas? —se hizo el desentendido.
Le sonrió, y apoyo la mejilla sobre la cabeza de ella, y cerró los ojos por un momento, disfrutando esa tarde plagada de tranquilidad.
—De nada —le murmuro, y plantó un beso a un costado de su cabeza.
•
Arabella de verdad que había hecho resistencia a la hora de volver. Quería pasar por su departamento, cenar allí, ver una tonta comedia romántica, y dormír acurrucada entre los brazos de Hisirdoux. Apreciar la calma de estar a su lado, y que ahora no hacia más que buscarla al final del día.
Pero el mago insistió en pasar por el suyo primero.
Por dentro, el pelinegro quería hacerle caso a ella. Dejar a todos plantados, y pasar lo que restaba del día a su lado. Sin embargo, concidero que era momento que la rubia viera que una fiesta de cumpleaños no tenía porque ser pésima o cancelarse a último momento.
—Escucha solo pasamos por algo, y vamos a tu departamento, y hacemos eso que dijiste está mañana —dijo, y le guiño un ojo.
Ella rodó los suyo, y nego dando una ligera sonrisa.
Historia tomo su mano, dejo un beso en estás, y abrió la puerta.
—Juro que no tardamos —murmuro.
En cuando dieron un par de pasos dentro, con sigilo, Hisirdoux se acerco al interruptor de luz, y la encendió. Cuando todo se iluminó, sus amigos salieron de los escondites al grito de sorpresa.
Los globos rosas con forma de corazón, junto con serpentinas, y brillos caían como una lluvia luminosa sobre la rubia que los veía impactada. Y detrás de sus manos, se dibujaba una sonrisa grande, que no se podía ocultar más.
—¿Esto es para mí? —pregunto sin salir del asombro.
Hisirdoux se acerco a ella por la espalda, y se abrazo a su cintura.
—Es solo un pequeño gesto de lo mucho que te queremos —le murmuro.
Sus amigas se acercaron a ella, para ponerle una corona con flores brillantes, y saludarla por el día.
—Gracias —exclamo con voz temblorosa.
Era su cumpleaños. Un nuevo cumpleaños, uno que no lo sentía distante, ni frío, ni solitario. Uno del cual agradecía no haber cancelado, pese a no tener idea alguna de que se llevaba a cabo.
Un nuevo cumpleaños con sus mejores y más antiguas amigas, su extraño ex y mejor amigo, y ahora con él. Otra vez.
Aunque sonaba Cruel World de fondo, está vez no lo sintió como una flecha que atravesaba su lastimado y roto corazón.
¿Será que algún día el cumpleaños de Arabella sin tanto rodeos? La respuesta es no, porque si yo estoy traumada, ella también.
¿Cómo están? Espero que bien 😤
Ah, amo escribir como hacer que Arabella sea feliz, aunque para ello deba cruzar por algunas cosillas.
Si, claro que use una canción de la Lana para escribir sobre el cumpleaños del 2014. Linda estética la de esos tiempos 🥺
Las amigas de oro como siempre. Y Peggy de fanfictioner67 viendo mal a Circe por rechazar otra cita 😂
En fin, feliz cumpleaños a mi chica rota pero que sigue de pie.
✨ Besitos besitos, chau chau ✨
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