Nivel uno: El ex o el tipo
Imagina esto: tienes que hacer equipo con alguien, no vale pedirle al maestro que te deje hacerlo sola. Tus candidatos son: tu ex, o el tipo con el que tienes buena química.
La respuesta parece simple, pero lo que pasa es que no has visto el truco.
El tipo es alto, inteligente, bueno en lo que hace y con el cabello teñido de un color primario. Y no, no es Megamente, aunque tiene sus similitudes. Bueno, él no tenía cabello.
Me desvío.
El caso es que hablamos de un tipo con él que hace un año pasaste toda la madrugada hablando mientras competían para ver quién hacía los mejores trucos con el humo del cigarro; y por supuesto, él ganó.
Tú sentiste esas chispitas, así que te alejaste. No le preguntaste como se llamaba y cuándo él preguntó le diste tu segundo nombre, ese por el que absolutamente nadie te conoce. Rezaste para que él entendiera la indirecta y no te buscara, y sorprendentemente así fue.
Y bueno, del ex no hay sorpresas: es el clásico idiota con el que no quieres tener nada que ver. Pero al menos, si te toca con él, sabes que puedes mantener la calma y lograr que el asunto sea lo más profesional posible.
Ya solté mi discursito sin contexto, creo que debería explicarme.
Te presento los Maze Survivor Games.
Basados, claro, en la serie de Maze Survivor, de Netflix. Pero no quiero suponer que ya viste la serie porque la verdad es que yo no la he visto, y si tú tampoco lo has hecho: no te juzgo. Es una de esas series en las que muere gente, eso fue suficiente para que decidiera invertir mi tiempo en otra cosa.
Okay no. A ver... Lo que sé es que se trata de un montón de personas que están condenadas a muerte, pero les dan la oportunidad de salvarse si sobreviven a una serie de pruebas —laberintos— en los que la mayoría muere. Solo una pareja sobrevive al final.
Es un poco como Los juegos del hambre, El juego del calamar, y esa clase de contenidos.
Y al igual que en esos dos ejemplos, esta también se volvió superviral.
Ahora que Netflix está un poco en aprietos con toda la competencia de otras plataformas pisándole los talones, decidió irse a por los videojuegos. La serie de Maze survivor, está basada en un videojuego de mediano éxito en el mercado antes de la adaptación.
El estudio y la plataforma se aliaron para crear Maze survivor 2, con mapas inspirados en otras de sus series exitosas y al que puedes jugar usando tu cuenta de Netflix.
Está claro que si van a invertir un montón de dinero en esto, necesitan una muy buena estrategia de marketing. Allí es donde entramos nosotros.
Cien streamers organizados en cincuenta parejas compitiendo por un premio de doscientos mil dólares —menos impuestos, claro—. Básicamente se lo dejaron a los profesionales: un grupo de personas que se dedica a jugar en internet ante un montón de potencial público, esa era sin duda su mejor opción para promocionarse.
Aquí es donde entro yo, como la jugadora número noventa y nueve.
Aunque mi mayor aspiración para estos juegos es que mi muerte sea lo suficientemente estúpida para que se haga viral.
No es que el dinero no me importe, me importa y un montón. Soy una adulta que paga su renta con donaciones de gente en internet y tampoco es que sea muy popular. Es solo que ya he estado en concursos como este antes, y siempre soy la primera en morir.
Últimamente, para mi desgracia, en el mundo del stream hay una tendencia por hacer concursos como este. Meten a un grupo de streamers en algún juego en el que se van eliminando jugadores todos los días. Si te eliminan la idea es que cierres tu stream y mandes a tu gente a ver a alguien más. Así inicias una cadena para que al final el ganador tenga un montón de personas viéndolo triunfar.
Está bien para la gente que gana, mal para los que son como yo. Si el evento dura seis días, son seis días en los que me quedo sin trabajo —en realidad cinco, porque en el primero muero—. Técnicamente puedes hacer tu transmisión de otra cosa, ¿pero quién va a quererte ver reaccionando a un video de curiosidades cuando en otro canal alguien está jugando el evento del año? Nadie.
Además, morir es un bajón. Te conviertes en Calamardo encerrado en su casa viendo a Bob y Patricio divertirse afuera.
Mi historial con esta clase de juegos es vergonzoso.
Squid games: un imbécil me convenció de que tenía que avanzar cuando no y me mataron de un tiro. Squid dos: me separé del grupo porque incluso en la virtualidad quería alejarme de mi ex y un lobo me comió porque estaba sola. Saw: Mi equipo me puso como uno de los sacrificios. Extremo: caída, Creeper y otro Creeper. El hoyo: me asomé a saludar a los vecinos y mi compañero de piso me empujó.
Yo ya no aspiro a ganar, solo a sobrevivir el día uno.
A lo mejor ahora que el juego es en parejas lo logre. Aunque no con las dos opciones que me quedan.
Okay, retrocedamos de nuevo.
Perdón, no sé contar una historia en orden.
¿Qué iba a explicar? Ah sí, lo de Enzo.
Aunque los patrocinadores son un montón de señores blancos con traje, el hombre que da la cara como organizador del evento es MrEnzo. ¿La media de viewers más alta de Twitch?, ¿lleva creando contenido desde que yo estaba en primaria? Ese.
Estaba enamoradísima de él en la secundaria, pero ese no es el caso.
Los streams suelen ser un ambiente muy tranquilo, la gente es amable y hasta te regalan dinero si les caes bien; Twitter es como la silla de los condenados para nosotros.
Horas después de que se anunciara la lista de participantes, el tema ya se había vuelto viral. Y como era de esperar, había mucha gente que encontró de que quejarse incluso antes de que empezara el evento.
Que si participan los mismos de siempre. Que las parejas van a estar trucadas. Que habrá mucha desventaja con ciertos participantes.
Bla, bla, bla.
Eso explica por qué en mi pantalla hay un señor de treinta y tantos girando una bola de bingo.
—Así no me tocan los huevos diciendo que está arreglado —gruñe Enzo para la cámara mientras gira la manija. La bola rechina y el ruido que hace es espantoso. En el chat no tardan en quejarse—. Suena asqueroso, ¿verdad? —sonríe—. Ojalá traigan audífonos todos los toca cojones de Twitter.
Su sistema consiste en ir sacando números de la ruleta y así formar las parejas. Primitivo, pero funcional. Se supone que esto garantiza que la selección sea aleatoria. No hay forma de trucar una bola de bingo, ¿o sí?
Somos más o menos trescientas mil personas viendo a este señor sacar números.
Yo estoy sobre mi cómodo puff —nadie puede convencerme de que un sillón es mejor—, envuelta en una cobija, con la laptop sobre las piernas y rodeada de las dos únicas personas en el mundo que pueden hacerme creer un poquito en el amor: Joan y Samira. Jo y Sam de cariño.
Ellos son lo que la gente llama LA PAREJA. Así, con mayúsculas.
Nadie confiaba que su matrimonio duraría más de tres meses, pero van ya por su cuarto aniversario y no podrían ser más felices. Hacen contenido por separado, pero a la gente les encanta verlos haciendo cualquier cosa juntos. Son parte del top diez de Twitch, guapos y jóvenes. Podría llamarlos también: la envidia, o goals. ¡Hasta tienen emotes de ellos con un corazón! Por favor, no pueden ser más tiernos.
Estamos tomando descanso el día de hoy, porque de cualquier forma las personas están ocupadas viendo a Enzo. También nosotros queremos saber con quién nos toca.
—A ver. La siguiente pareja estará conformada por... —anuncia Enzo mientras gira la manija— el treinta y siete. —Revisa la lista para cotejar el número con el nombre—. NaoFunado.
—¡Eres tú! —chilla Sam emocionada, observo como le aprieta la mano a Jo y me derrito de ternura por la forma en que él le sonríe y le da un besito en la frente. Así, tan natural. Como si ser cariñoso fuera algo que le sale solo.
—Por favor, con quien sea menos con Bria —reza él y mi ternura por el se va al caño.
—¡Oye! —protesto.
—Lo siento, pero no me vendrían mal doscientos mil.
—Tú eres millonario, deberías estar preocupado por mí que no solo soy pobre sino mala jugadora.
—Yo sí quiero hacer equipo contigo, Bri. No le hagas caso —interviene Sam. Sé que lo haría, aunque en el segundo que la emparejaran conmigo tuviera que renunciar a esa expansión de su casa que sueña hacer con el dinero del premio.
En la pantalla, Enzo gira una vez más la rueda del bingo y saca el setenta y tres, lo muestra a la cámara con toda naturalidad. No tiene idea de lo que acaba de hacer, no al menos hasta que revise su lista.
Volteo a ver a mis amigos, ambos tienen la misma cara con los ojos bien abiertos y una sonrisa congelada a la mitad. Están esperando a que se confirme lo que yo también creo.
—Os juro que no está arreglado —advierte Enzo antes de mostrarle al público quién ocupa ese número. No hace falta, el chat ya spemea el nombre—. Setenta y tres: SamPlayas.
Enzo esconde la cara entre las manos como sin poder creerse lo que acaba de suceder. A mi lado, Sam da un brinco que hace que las palomitas salgan volando y da saltitos de emoción. Joan le sonríe y la abraza cuando deja de brincar.
Antes de que Enzo pueda recomponerse, Sam ya está subida en las piernas de Jo y lo abraza del cuello. Me alegro por ellos, pero hay algo que se rompe dentro de mí cuando me doy cuenta de que no voy a poder hacer pareja con ninguno de ellos dos. Ellos son seguramente las únicas dos personas en el mundo que no se molestarían si los hago perder por una de mis tonterías.
Enzo se recupera del ataque de risa nerviosa. Va a ser muy difícil convencer a la gente de que no está trucado cuando acaba de ponerlos juntos a ellos dos. Pero eso le importa poco a Joan, que deposita besitos en las mejillas de Samira.
Mientras tanto, la bola continúa girando, Enzo la aleja del micrófono porque ya fue suficiente la bromita. Los viewers bajan una vez que algunos de los streamers más populares encuentran su pareja. A algunos grandes les tocó con otros grandes, en otros casos quedaron juntos algunos de los más desconocidos con los gigantes de Twitch.
Mi ansiedad crece mientras me voy quedando sin opciones. Mi número no sale. Tampoco ha sido seleccionado Teo, mi ex.
Y la cosa sigue y sigue hasta que solo faltamos cuatro personas: una chica llamada Diana, que es el dieciocho; un tipo suyo user es Aaron a secas, el setenta y siete; Teo, el cinco; y yo.
Sé que todo el mundo quiere que me emparejen con Teo. Sería un gozo espectacular para el público tener que ver a dos ex jugar juntos, pero yo rezo por todo lo contrario.
En un intento de evitar un ataque de pánico en cuánto me doy cuenta de las pocas opciones que me quedan, me pongo a buscar los perfiles de los otros dos candidatos.
—Número cinco: TeoQM.
Mierda.
No, no, no, no.
A ver: Diana. Chica linda con estética gamer, cabello de un color diferente cada tanto, parece agradable, pero... O no, es del grupito de Teo. Novia de otro tipo que no es mi persona favorita. No sé si me gustaría estar con ella, aunque viéndolo bien, tampoco tengo muchas opciones.
—Veo un nueve, creo que eres tú —bromea Joan.
Su esposa se quedó dormida hace quince minutos y no está para hacer que cierre la boca y deje de meterme más nervios de los que ya de por sí tengo. ¿No ve que me tiemblan las manos? No es momento para juegos.
—Cállate, cállate —digo más como una súplica que como una petición.
Vale, veamos: Aaron.
La única red que parece tener es Twitter, pero no tiene foto de perfil, solo un logo.
—Dios, yo nunca te pido nada... —comienzo a rogar, aunque es una gran mentira, yo le rezo hasta para encontrar lugar en el estacionamiento.
Tecleo su nombre junto a la palabra «streamer», por las dudas. Doy clic en la pestaña de imágenes, es la forma más rápida de saber si tal vez lo conozco de algún juego y no lo recuerdo, lo que no sería nada raro en mí. No me da tiempo de mirar los resultados porque entonces Enzo vuelve a hablar.
—Dieciocho —anuncia—: DianaEnLaLuna.
La tensión acumulada en mis rodillas se libera y mis piernas caen de vuelta a la cobija. ¡No voy a tener que hacer equipo con mi ex!
—Gracias Diosito, tu siempre carreando al equipo. Te quiero —suelto mientras vuelvo a arroparme. Me merezco unos Cheetos para el susto.
Observo que el chat de Enzo está decepcionado: malditos morbosos, quieren sangre. Pero no pudieron, tengo a alguien en algún lado que está protegiendo mi salud mental.
Eso significa que me toca hacer pareja con el tal Aaron.
Recuerdo que lo estaba buscando y vuelvo a tomar mi teléfono con una mano, mientras que con la otra me acerco los Cheetos.
—Uff. Ese tipo es Dios —comenta Joan—. Siempre es de los finalistas en juegos como estos.
—¿Ah, sí? —respondo descuidada. Después de saber que no me toca con Teo, mis botanas son lo que más me preocupa—. No había escuchado de él. Supongo que no estoy metida en el mundillo de la gente pro.
—Pero debiste ver la final de los Squid.
—No. Las finales me ponen muy nerviosa, yo quiero que todos ganen.
—Deshonra y desgracia para ti...
—Y mi vaca. Lo sé —completo la frase mientras me meto un puñito de frituras a la boca. Me pongo el celular enfrente para stalkear a mi nuevo compañero.
En mi pantalla se cargan las fotos de un tipo de cabello negro sentado en la silla de su set up con un cubrebocas puesto. Me acerco el teléfono a la cara en una escena digna de una viejita.
Los ojos del hombre me causan una duda, pero es el cabello lo que lo resuelve. No hay muchos hombres que se hagan rayitos, y solo conozco a una persona que tiene las mechas azules.
No, no puede ser.
Continúo bajando, con la esperanza de que estemos hablando de otro Aaron streamer y no el tipo que estoy viendo.
El tipo.
Este tiene que ser un error. Un error en la realidad. ¿Cuántas posibilidades había?
Encuentro la única foto de todo internet en la que no tiene tapabocas y esboza algo parecido a una sonrisa. Un pensamiento me invade: tiene unos labios muy bonitos.
Luego llega un torrente de flashes, como una tormenta eléctrica que azota mi cerebro. El balcón, el humo, su aroma, las risas y el cosquilleo que recorría mi cuerpo con unas incontrolables ganas de acercarme solo un poco más a él. Y la huida, tengo que recordarme la huida y las razones detrás.
El cheeto se queda pendiente entre mis labios, porque mi cerebro no tiene la capacidad de procesar esta noticia, mucho menos puede lidiar con la comida.
—¿Qué pasa? —Joan se asoma a mi teléfono al notar mi cara de infarto, justo a tiempo para ver la notificación que emerge como una ventana en mi teléfono.
Aaron: Tenemos que hablar
Hola, hola. Aquí estamos, capítulo uno. ¿Qué les pareció? Qué nervios.
Debo confesarles que no tengo la historia aún terminada jsjs, pero ya llevo un noventa porciento de la historia, así que me siento segura de publicar esto. De cualquier manera, aún no sé cuándo llegue el siguiente capítulo. Ojalá les haya gustado lo suficiente este primero para esperar el que viene.
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