Hay un castaño de ojos azules que cada martes y jueves en la mañana venía a mi centro de trabajo y pedía un café cargado con dos cucharadas de azúcar extra y unas cuantas magdalenas.

Hoy Louis (oh, me gustaba como sonaba su nombre), había llegado con un oji-verde lindo, pero no tanto como mi chico del Starbucks.

“Él es Harry” había oído decir. Su voz era suave y delicada pero con toques masculinos que la hacían simplemente perfecta.

“Hola, Harry, soy Eleanor” se presentó mi compañera de trabajo, mientas yo solo les di la espalda alistando el pedido de ambos chicos.

“¿Quién es tu amiga?” oí una voz ronca y profunda. Supuse que era de Harry, el amigo de Louis.

“Es Ben” Eleanor contestó. Yo volteé a verlos fingiendo confusión, pero claramente sabía porqué hablaban de mí.

Mi vista viajó de mi chico del Starbucks, luego a Eleanor y por último a Harry. Sonreí nerviosa.

“Ben” prueba mi nombre en sus labios para luego sonreír formando unos hermosos hoyuelos.

“H-Hola” tartamudeé algo torpe llevando sus pedidos al mostrador.

“Soy Harry” se presenta extendiendo su mano a lo que yo la estreché.

“Bueno, tu ya sabes mi nombre” digo haciéndolo asentir para luego sonreír.

Mi vista volvió a viajar a mi chico del Starbucks quién solo veía la escena en silencio y cuando se percató de mi mirada, la evadió, haciendo que nuevamente se rompa mi corazón.

“Tengo que trabajar” murmuré nuevamente entrando a la cocina dejando a ambos chicos con mi compañera de trabajo.

Me había dolido aquel gesto de parte de él.

Hoy descubrí que mi chico del Starbucks es... Misterioso.