Había una chica que trabajaba en el Starbucks que sorpresivamente dejó de ir de la noche a la mañana.

Hoy el chico del Starbucks estaba de negro, llorando por el amor de su vida.

El ataúd marrón claro estaba siendo bajado por los encargados mientras sus familiares lloraban al igual que Louis. Lloraban por aquella chica que cometió el error de rendirse sin antes haberlo intentado.

Aún Louis no podía creerlo, por eso, a cada segundo se pellizcaba pensando que así se despertaría y vería nuevamente a aquella chica en el Starbucks, sonriente y hermosa como siempre.

La amaba más que a nada y se arrepentía no haberle hablado antes.

Sus pequeña Ben ya no estaba más con ellos.

Ya no vería más a su chica del Starbucks.

Y ella desde el cielo se dió cuenta que había hecho mal y quiso regresar, pero no pudo.

Había perdido la oportunidad de estar con su chico del Starbucks.