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7 de septiembre del 2012
Hay un castaño de ojos azules que cada martes y jueves en la mañana viene a mi centro de trabajo y pide un café cargado con dos cucharadas de azúcar extra y unas cuantas magdalenas.
Él es muy atento y servicial, y siempre viene con una hermosa sonrisa plasmada en su rostro. Aún no sé su nombre debido a que la cajera, quien lo atiende, es mi compañera Eleanor que por más insistencia para que me diera el nombre, no lo hace.
Hoy el castaño ha estado más feliz de lo normal, tanto que cuando cruzó su mirada con la mía... Me sonrió.
Y yo me sonrojé.
Aquel chico que tanto me llamaba la atención, me sonrió haciendo que en sus ojos aparecieran una pequeñas arrugas que lo hacían ver tierno y... Perfecto.
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