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Final.

Decir que estoy nerviosa, es lo menos.

Comprar una casa y planear una boda en menos de dos meses, es un gran reto.

Brindar seguridad y discreción para los 400 invitados superestrellas de esa boda, ese es un maldito milagro.

Giro el anillo de compromiso en mi dedo en un gesto nervioso. Mi peinado está bien, el vestido está bien y todo lo demás está bajo control.

Solo respira.

—¿Ray está vestido? ¿Tomó su siesta de la mañana? —pregunto.

Entre mi preparación y los últimos detalles de la boda, no he tenido tiempo de estar con mi bebé. Gracias al cielo que Grace y Gail lo cuidan.

—¿Lo hizo? —insisto.

Como no obtengo respuesta, giro sobre mis pies para mirar al hombre en la silla junto a la puerta. Está mirando la pantalla del móvil con demasiada atención.

—¡Luke! ¡Te estoy hablando!

El tonto pega un brinco que le hace manotear el teléfono hasta que cae al suelo.

—Mierda, Annie. Estoy revisando las cámaras de seguridad para vigilar que todo esté bien.

¿Ah, si?

—¿Seguro? Porque yo te veo revisar a detalle los escotes de mis invitadas —le gruño—. Además, ¿Qué carajos haces aquí? ¿No deberías estar allá?

Señalo desde la ventana al patio donde se llevará a cabo mi boda. La casa que elegimos en Broadview tiene una hermosa vista hacia el estrecho de Puget que nos encantó.

—El espacio aéreo fue restringido, la compañía de seguridad vigila el perímetro y si eso no fuera suficiente, Taylor está allá abajo.

Toma de nuevo el móvil y cierra el circuito de cámaras para mirarme.

—Te ves hermosa, Annie.

—Gracias.

Recorro con mis manos el encaje de mi vestido blanco, deteniéndome un poco sobre la redondez de mi vientre que se vuelve obvia. Cuatro meses de embarazo son difíciles de ocultar.

Sawyer mira de nuevo su reloj y asiente.

—Es la hora.

Bien, tengo qué hacer esto. Salimos de la habitación y lo sigo por el pasillo, escuchando en la distancia el sonido de la banda que armoniza la ceremonia.

—¿Quién está recibiendo a los invitados?

—Tus padres.

—¿Y quién tiene a Ray?

—Los Grey.

Cuando llegamos al vestíbulo, solo algunas personas del catering van y vienen preparando los platillos porque se servirán tan pronto como la ceremonia termine.

Insistí para que los gastos de la boda fueran compartidos, pero los Grey y sobre todo Christian se negaron. Luego de eso dejé de preocuparme porque lo único en mi mente es casarme con mi chico.

Y nuestra familia.

—Espera aquí, banana. Tu padre vendrá para llevarte al altar, ¿Necesitas algo más?

—No.

Sawyer se aleja poniendo de nuevo el móvil contra su oreja, seguramente para echar un último vistazo antes de comenzar la ceremonia. Si podemos mantener a los paparazzis alejados, me sentiré más tranquila.

Mientras espero, la puerta principal se abre y el hermano de Christian entra, peinándose el cabello rubio con los dedos. Se detiene cuando nota que estoy ahí y sonreí.

—¡Rose Ana! —se acerca para abrazarme—. Te ves caliente, cuñada. Christian es un idiota con suerte.

Lo sé.

Sus palabras me hacen reír.

—Gracias Elliot. Estamos a punto de iniciar, llegas a tiempo.

Como el padrino, tendría que haber estado aquí desde antes para ayudar a Christian, o lo que sea que hagan los padrinos.

—Si, claro. Hey... —se aclara la garganta y baja un poco el volumen de su voz—. Solo por curiosidad, ¿Invitaste a Scarlett?

—Si. —Su sonrisa es brillante, pero tengo una pequeña mala noticia para él—. Pero trajo a su novio, así que no sé si te sea posible acercarte.

—Mierda —suspira. Se pasa los dedos de nuevo por el cabello—. ¿Y alguna de tus amigas super modelos?

Agh.

—Gigi y Cara deben estar por ahí, pero es todo lo que puedo hacer por ti, Elliot. Estás solo en esto.

—¡Si! —chilla emocionado, luego se inclina para besar mi mejilla—. Gracias Rose Ana, eres la mejor cuñada.

Sale corriendo hacia la cocina para atravesar las puertas corredizas que van al patio y yo me relajo por el momento. Si acosa a alguna de mis invitadas, haré que Sawyer lo lleve a su casa.

Unos minutos después aparece papá, los nervios invadiéndome y lo próximo que sé es que estamos listos para caminar frente a la multitud. Las 400 personas se ponen de pie cuando la marcha nupcial comienza a sonar.

Respira, Ana, respira.

Puedo ver a Christian al final del pasillo, con Elliot como su padrino y la pequeña Mía como mi dama de honor. Mi cuñada se toma selfies mientras hago mi camino hasta su hermano.

—Te entrego a mi hija para que la ames, la cuides y la respetes —Ray pone mi mano sobre la de Christian—. Para que sean justos la familia que sus hijos necesitan.

—Papá... —susurro, conteniendo las lágrimas.

Mi chico asiente, estrechando la mano de Ray y llevándome con él al altar.

Decidimos que queríamos mantener la ceremonia bastante sencilla, y luego celebrar por todo lo alto con los invitados y nuestras familias. Incluso los trabajadores de la empresa de Christian están aquí.

Después de los votos y el intercambio de anillos, somos declarados marido y mujer. Por fin. Y encuentro que me gusta mi nuevo título.

Ya no soy la dulce Rose Wilks, ni la super estrella Anastasia Steele. Ahora puedo ser simplemente Ana Grey y hacer lo que quiera.

Incluso si mañana decido comprar una librería y cambiar de carrera, lo haré poniendo todo mi empeño porque soy libre de hacerlo.

Los invitados permanecen en sus sillas mientras el escenario es removido para poner una pista de baile al centro, los meseros moviéndose eficientemente de un lado a otro con bandejas.

—Señora Grey —Christian toma mi mano con cuidado—. ¿Me concede el primer baile?

—Por supuesto, señor Grey.

Mi esposo me lleva por entre las mesas hasta la pista, les hace una seña a los músicos y una balada romántica llena mis oídos.

—¿Qué te parece todo hasta ahora?

—Me gusta. —sonrío, sabiendo que todos nos miran—. Hiciste un excelente trabajo, Christian.

—Te dije que confiaras en mi, nena. Me haré cargo de todo.

Lo sé.

Me sostiene en sus brazos por al menos tres canciones, luego papá aparece pidiendo su turno para bailar conmigo. Charlamos un poco antes de que Carrick Grey tenga una canción conmigo mientras Christian baila con Grace.

Luke se acerca con Ray en sus brazos, así que mi suegro lo toma para dejarme bailar con mi amigo.

—¿Cómo estás, Annie? —pregunta.

—Muy feliz.

—Me alegro, este es tu día, hoy todo es sobre ti.

Y tiene razón. Pero no solo hoy, cada día es sobre mi y las decisiones que debo tomar, lo que yo quiero hacer. Este día y todos los días de mi vida recordaré ser fiel a mi misma.

—Por cierto —carraspea para llamar mi atención—. Necesito que les pidas al señor Hemsworth y al señor Evans sus autógrafos para mi colección.

Dios.

—Luke, estoy segura que puedes ir ahí y pedírselos tú mismo. Diles que te envié a verificar que todo estuviera bien.

—Me parece bien. —asiente—. Y te adoro por ponerlos a todos en la misma mesa.

—No hay de qué. —concuerdo, porque recordé su afición por los Avengers.

La canción está terminando y echo un vistazo a Christian alejándose de su madre en el otro extremo de la pista.

—Solo tengo una duda, banana —sus cejas gruesas se fruncen—. ¿Por qué Christian piensa que soy gay?

Oh, mierda.

La mentirilla blanca.

Mi esposo me ve y camina directamente a nosotros.

—¡Shh! Si él pregunta, le dices que si.

Christian apoya su mano en mi hombro un momento después, provocando que lo mire y sonría. Toma mis manos lejos de Sawyer para abrazarme.

—Yo, eh... —balbucea Luke, mirando a Christian—. Voy a ver si tu hermano quiere un trago.

Gira y se aleja lo más rápido que puede mientras yo lucho por contener una carcajada ruidosa. Mi esposo solo arquea las cejas.

—Venga conmigo, señora Grey. Debemos alimentarla a usted y a ese pequeño bebé en su vientre.

Decido que es justo lo que quiero hacer y sigo a mi esposo hasta nuestra mesa, donde bebé Ray ya nos espera en su sillita.

Christian se sienta y tira de mi mano para que me siente en su regazo, pasando su brazo cuidadosamente por mi costado.

—Te amo, señora Grey.

—Y yo te amo a ti, Señor Grey. —tomo la copa con jugo de manzana y la levanto para hacer un brindis—. Por el primer día de mi nueva vida.

Y por todos nuestros sueños.

Fin.

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