Capítulo 3.
¿Un embarazo se puede mantener en secreto? No. Al menos no cuando las náuseas se presentan cada mañana y por ratos a lo largo del día.
Palmeo el agua fría sobre mi rostro mientras rezo para que la palidez de vomitar todo las últimas dos semanas desaparezca. Lo he ocultado lo más que puedo, pero pronto será imposible.
Salgo del baño de mi departamento donde encuentro a Luke sentado en mi sala, lo cité aquí esta mañana para hablarle de mi secreto.
— Estoy embarazada. —Él levanta la vista de su teléfono para mirarme.
— Jodida mierda.
— ¡Luke!
— ¿Estás segura?
— Pues no, pero tengo los síntomas y mi periodo se retrasó.
— Jodida mierda. — Repite. — ¿Y cómo mierdas pasó eso? ¿Eh?
¿Espera que responda?
Supongo que el enojo supera al shock inicial porque se levanta del sofá de un brinco con la cara roja.
— ¿Es de Mark? ¿Ese idiota te embarazó? ¡Le voy a rebanar las bolas! ¡Lo juro!
— Tú no...
— ¡Si! — Me interrumpe. — ¡Raymond va a cortar las mías si no lo hago!
— Él no...
— ¡Debí saberlo! ¡Esa jodida sonrisa arrogante y su puto cabello tiezo!
— ¡Luke! — Le gritó para que me escuche.
Me aferro a sus brazos para que deje de moverse por mi departamento como un gorila furioso, mis costosas piezas de cerámica no lo resistirían.
— ¿Qué?
— ¡Cállate! — Chillo avergonzada. — El papá de mi bebé es...
¿Cómo lo explico? Ah, si. Un desconocido.
— ¿Quién? — Gruñe.
— ¿Recuerdas California y la vez que me quedé dormida en la playa?
El cerebro de Sawyer comienza a unir los puntos de la forma más extraña posible.
— ¡Te violaron! ¿Por qué no lo dijiste? ¡Mierda, Ana! Ahora tengo qué llamar a la policía.
— ¡No! ¡Espera! — Alcanzo su mano para detenerla antes de que alcance el móvil. — Te mentí.
Agh, la mirada de decepción en la cara de mi mejor amigo es lo que más odio, me hace sentir como una niña pequeña y tonta que tiró el helado al piso.
— ¿Qué dijiste?
— Conocí a un chico esa noche y... tuvimos sexo. — Mi cara se calienta de la vergüenza haciendo que mis mejillas se pongan rojas.
— Es obvio que tuviste sexo, ¿Por qué te sonrojas? No es como que fueras virgen.
Mierda.
El sonrojo se hace más intenso porque si, puedo ser famosa y estar rodeada de chicos guapos pero ninguno había llamado mi atención.
— Ay, jodida mierda. Sí lo eras, ¿No?
— Si. — Mis cejas se elevan por la sorpresa. — ¿No estás molesto?
— ¿Porque estás embarazada siendo una chica muy joven? Si. ¿Porque elegiste un chico al azar para perder la virginidad? Si. Mierda, ¡tienes razón! ¡Estoy molesto! ¿En qué estabas pensando?
— ¡No en embarazarme, eso es seguro! Y usamos protección, tal vez falló, no lo sé.
— Bueno, lo único que me tranquiliza es saber que no es de ese jodido bastardo Mark.
Mis ojos se ponen en blanco por la sola mención de su nombre.
— Dios, no lo soporto más de 5 minutos, ¿Cómo podría embarazarme de él?
— He oído que es precoz. — Sus hombros se encogen. — ¿Y bien? ¿Quién es el bendito chico?
— Se llama Christian.
— ¿Christian, qué?
— No lo sé, no pregunté.
De pronto parece como si lo hubiera insultado porque comienza a dar vueltas por la habitación, sus pasos retumbando por el berrinche.
— ¿No lo sabes? ¿No sabes con quién te acostaste?
— No.
— ¿Sabes cuantos Christians hay en California?
— ¿10? — Balbuceo. — No, espera, él dijo que vivía en Seattle. Y no, no sé cuántos Christians hay en Seattle.
Imita mi gesto de ojos en blanco pero no contesta.
— ¿Quién sabe de esto?
— Tú.
— ¿Cuándo vas a decirles a Ray y Carla?
— Necesito un tiempo para asimilarlo, ¿Si? Les diré pronto, lo prometo. — Vuelve a sentarse en el sofá y cruza una pierna sobre la otra.
— Yo digo que primero te revise un médico y después pensamos en las opciones.
— Pero sabes que no puedo ir a una clínica, me reconocerían.
— Llamemos a una doctora que te consulte aquí, o en otro lugar. ¿Las máquinas esas de ecografía se pueden transportar? — Pregunta, como si yo fuera a saber algo de eso. — Voy a preguntar, espera aquí.
Toma el móvil y va a revisar mi cocina como de costumbre, sacando una botella de agua fría porque es lo único que mi ama de llaves compra. Habla con alguien y luego corta la llamada.
— Te conseguí un médico, y creo que tengo uno de esos contratos de confidencialidad que firmé en blanco. Andando mamacita, te consultarán en mi casa.
— ¿Si? — Chillo de emoción porque nunca me deja visitar su departamento. — ¿Y puedo curiosear mientras estamos ahí?
— No.
— ¿Encontraré fotos comprometedoras? ¿Tu casa es un desorden? ¿Tienes mascotas?
— Cállate, Ana. Y ponte una de esas pelucas raras que tienes, te llevaré en mi auto.
Hago lo que pide y nos aseguramos de salir por la puerta de atrás del edificio, incluso me escondo un poco en el asiento de atrás por su algún fotógrafo se encuentra cerca.
El departamento de Sawyer está muy cerca de mi edificio por cuestiones prácticas, así que llegamos en un par de minutos. Él desaparece en su estudio mientras reviso la sala.
— ¿Tienes una agenda con números de chicas?
— No. — Responde desde el pasillo.
— ¿Coleccionas tangas?
— No. — Gruñe de nuevo.
— ¿Guardas condones en el cajón de tu buró?
— No. — El sonido de la impresora me impide continuar el interrogatorio. — Ahora siéntate, cállate y no toques nada.
— ¡Qué humor! — Me dejo caer en el sofá con los brazos cruzados sobre el pecho, el sonido del timbre asustándome.
— Yo abro.
Luke me hace una seña para que me quede quieta mientras saca su arma y echa un vistazo a la mirilla.
— Qué idiota, seguro es el médico que llamaste. — Regaño.
Abre la puerta y una mujer bajita de cabello castaño sonríe con nerviosismo, la pistola de Sawyer captando su atención de inmediato.
— ¡Soy la doctora Kelly! — Chilla levantando las manos. — ¡Me llamaron para que...!
— Entre y guardé silencio. — Señala la sala. — Necesito que firme un documento antes de revisar a mi...
Hija, dice él mientras yo digo Novia. ¿Cómo podría ser su hija con una diferencia de edad de 10 años? La mujer firma el documento sobre la mesita y gira hacia mi.
Me hace algunas preguntas sobre mi último periodo y los síntomas que tengo, luego me manda a hacer una prueba casera de embarazo.
— Lo siento señor Sawyer, no me fue posible traer el ecógrafo pero es seguro que su novia está embarazada. — Nos muestra el palito de plástico mientras sonríe.
— No es mi novia y no es mi hijo. — Gruñe Luke y yo palmeo su brazo.
— Aún está en shock, la paternidad no estaba en sus planes. — Le sonrío a la mujer. — No se preocupe por él, se recuperará.
Mierda, ¿Christian reaccionaría igual?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro