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Capítulo 23.

Me resulta difícil de creer. —Christian se pasa la mano por la mejilla, tocando su barba creciente.

—Pues créelo, tu amiga está loca y me atacó. —lo veo presionar sus labios con fuerza—. Incluso dijo que me amaba.

Sus ojos grises van de un lado a otro, pero sigue sin mirarme y no sé qué me molesta más. Su falta de reacción o que esté analizando cada maldito detalle.

—Tal vez escuchaste mal.

Dios mío. El enojo burbujea en mi interior, provocándome dolor de estómago.

—Si, probablemente escuché mal porque su lengua estaba en mi garganta. —gruño con los dientes apretados.

Realmente estoy intentando no discutir frente a Luke, Trevor y los demás, pero Christian lo hace muy difícil. Sus ojos dejan de moverse y me mira con las cejas arqueadas.

—¡Ella me besó! —chillo—. ¿Malinterpreté eso también? —levanto los brazos para que vea mejor las marcas rojizas—. ¿Le crees a ésto?

Su rostro pierde color por un momento, la incredulidad cambiando por otra cosa. Esperaba que se preocupara más por mi, por lo menos algún gesto de interés o alguna palabra reconfortante.

Nada.

—Te creo, —dice finalmente—. Estoy sorprendido por su actitud, no creí que ella fuera capaz de algo así.

—Fue capaz de eso, y no arriesgaré a mi hijo o a mi misma por ella. —respiro un poco para tranquilizarme—. Mi agente y mi abogado presentarán una orden de restricción contra ella, jamás podrá pisar este edificio o estar cerca de mi.

Asiente en silencio de nuevo presionando los labios, solo aceptando mi desición. Empieza a cansarme.

—Ana, estoy de tu lado, lo prometo...

—¿Pero? —veo la duda en sus ojos.

—Pero le debo a su familia, y no hablo solamente del dinero.

Agh, ¿Cómo olvidarlo? Solo echa más leña al fuego de mi enojo.

—Te pedí que no tomaras su dinero, dije que te apoyaría —lo acuso—. Lo siento yo porque justo ahora ese no es mi problema. Lo que tú quieras hacer por ella o no, no me interesa.

Lo dejo ahí, en medio de la sala porque discutir con él no está solucionando nada. Necesito espacio y ver a mi bebé para tranquilizarme y razonar con su necio padre.

Varios minutos después, la puerta de la habitación se abre y Luke asoma la cabeza.

—Creí que eras Christian —no puedo evitar el tono de decepción.

—No, él salió. Dijo que tenía algunos asuntos qué arreglar o algo así, envié a Taylor con él.

—Bien.

—¿Banana? —me habla en voz baja.

—No ahora, Luke.

Espero a que cierre la puerta y me deje sola, aunque no me sorprende cuando se sienta a mi lado en la cama y me abraza.

—Te quiero, Annie.

—También te quiero.

Dejo que mi mejor amigo me reconforte, ambos manteniendo la vista en el pequeño bebé que duerme en su cuna ajeno a todo el embrollo. ¿Qué debería hacer? Siento que, cada vez que se trata de Christian, hago las cosas mal.

La tarde empieza a caer cuando Gail trae un té para mí después que Luke se fuera a consultar al experto en seguridad.

—¿Necesitas algo más? —pregunta con una pequeña sonrisa.

—No, gracias. —trago el nudo en mi garganta—. ¿Christian volvió?

Su sonrisa se tensa.

—Aún no, señorita Steele. —vierte más té en la taza—. ¿Quiere que llame a Taylor y le pregunte por él?

—No.

Si él está con esa mujer, habrá terminado todo lo nuestro y no estoy lista para eso. Todavía no.

La cena también es servida en la habitación de Ray y me niego a dejarlo solo, no quiero dormir en esa cama fría y vacía. Sé la respuesta, pero igual tomo el móvil para escribirle a Luke.

*¿Christian volvió?*

Su respuesta demora unos minutos.

*No. Está en casa de sus padres, ¿quieres que le haga una llamada?*

Si.

Él debería estar aquí, ¡Con la madre de su hijo! Confortándome por todo lo que esa horrible amiga suya me hizo.

*No*

Envío otro mensaje de texto necesitando su consejo y desahogarme un poco.

*El amor es una mierda, debiste decirme eso*.

*Estoy seguro que lo mencioné, banana. Aquella vez que tenías 16 y estabas enamorada de tu coprotagonista. ¿Lo recuerdas? ¿El que se acababa de divorciar?*

Agh, cómo olvidarlo.

Era lindo, de ojos marrones y cabello rizado. Precioso. Y demasiado mujeriego para tomar en cuenta a una chiquilla de 16.

*Bueno, en mi defensa, las películas lo hacen parecer más sencillo*

Me quejo.

*Porque ya obtienen suficiente mierda en su vida diaria... ¿Estás llorando?*

Tecleo No, pero la pantalla se torna borrosa por las lágrimas. ¿Por qué sigo complicando las cosas? ¿Soy yo forzando esta relación el motivo por el cual no funciona?

Dejo el móvil sobre la mesita de noche y me acomodo en la mecedora para descansar los ojos un rato. Seguramente me quedé dormida, porque la próxima vez que entreabro los ojos, la habitación está a oscuras.

Una figura alta abre la puerta, el pasillo iluminado proyecta su silueta.

—¿Christian? —lo llamo.

—Shh, te llevaré a la cama. —es Luke quien responde—. No de esa manera, no te hagas iluciones.

Podría reírme de sus palabras si no estuviera decepcionada por la actitud de Christian. ¿Qué hace que lo demora tanto?

Luke me deja sobre mi cama, luego sale al pasillo donde también escucho la voz de Gail hablando sobre Ray. Otros pasos se aproximan, pero es Trevor diciendo que vigilará desde la sala.

Tengo frío.

Me muevo de un lado a otro sin descansar completamente. Lo primero que noto al abrir los ojos es que Christian no está. No volvió.

El monitor de bebé no está en mi mesita ni el móvil, así que arrastro los pies por el pasillo hasta la cocina. Luke sostiene con una mano el periódico y con la otra a Ray, que lleva los deditos en la boca.

Gail sirve dos tazas de café y empuja una hacia mi.

—Buenos días. —saluda—. Toma un poco de café, lo necesitas.

¿Si?

Me paso las manos por el cabello desordenado para alisarlo un poco. Gail me da otra pequeña sonrisa que no alcanza sus ojos, toma a Ray de los brazos de Luke y se lo lleva.

—¿Tan mal me veo? —pregunto a Sawyer.

—Ana, tienes qué ver esto.

Desliza el diario hacia mi y lo primero que noto es el encabezado.

Gran, gran encabezado:

“El hijo secreto de Anastacia Steele”

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