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Capítulo 19.

—Espero que sea de tu agrado —abro la puerta y entro primero—. No acostumbro tener visita, así que la habitación apenas está lista.

Christian mira la decoración en color blanco con detenimiento, luego deja caer su bolso deportivo sobre la cama.

—Servirá.

—Y hay una oficina abajo que podemos compartir. —señalo el maletín de su laptop.

Ese lo deja con cuidado sobre la pequeña mesa frente a la ventana, mirando alrededor y tal vez evaluando su comodidad en este habitación.

—Hay algo de lo que quiero hablarte, Rose.

Oh, por Dios.

Va a pedírmelo.

—Te escucho —carraspeo bajito para que sepa que espero.

Se da la cuenta para mirarme con el ceño fruncido. Mete las manos en los bolsillos de sus jeans pero vuelve a sacarlas y cruza los brazos sobre el pecho.

—Quiero que despidas a tu guardaespaldas.

¿Qué?

—¡No! —chillo porque no es lo que quería escuchar—. ¿Por qué quieres que me deshaga de Trevor?

—No de él, Rose. De Luke.

Eso se siente incluso peor. ¿Por qué me pide que aleje a mi mejor amigo? No es justo.

—No.

Sus ojos grises se entrecierran.

—Te lo estoy pidiendo.

—Y he dicho que no.

Sigue mirándome como si pudiera obligarme a cambiar de opinión con su mente, sus finos labios presionados en una línea.

—La cena debe estar lista pronto, —cambio el tema rápidamente—. ¿Me acompañas?

Señalo la puerta y salgo para ir por Ray, que debe estar listos para un biberón antes de su hora de dormir. Lo levanto con cuidado y lo entrego a su padre.

—Está sonriendo, ¿Lo ves? Le agrada que estés aquí. Y a mi también.

Antes de que pueda arrepentirme, beso su mejilla y la cabecita de mi hijo, amando este momento en familia. Ojalá así fuera cada noche.

Christian toma la delantera con Ray en sus brazos hasta el comedor donde Jimmy ya tiene servida la cena y Gail espera con el biberón para el bebé. Todo en perfecto orden.

—¿Algo más, Annie? —agrega Jimmy dejando las copas sobre la mesa.

—Estamos bien, gracias.

Normalmente compartiría la mesa con Luke, Trevor y él como hacía en Nueva York, pero tengo que dar prioridad a Christian si quiero que forme parte de mi vida. Y después de la conversación de hace un rato, es mejor que no vea a Luke.

La señora Jones cuida del bebé mientras Christian y yo cenamos, Jason el único guardaespaldas a la vista pero siendo tan discreto que no llama la atención.

—Y dime, ¿Cómo te va en lo de tus negocios? —intento con la charla ligera.

—Me encargaré de eso mañana, voy a hacer una inversión.

—¿Necesitas dinero? —tan pronto como lo digo, me arrepiento.

El obstinado chico de los ojos grises frunce las cejas.

—No.

—Solo quiero ayudar. —digo y cierto la boca para no mencionar a la odiosa amiga rubia.

—Entonces confía en mí —me mira fijamente—. Lo haré bien.

—Claro.

No me queda más que aceptar sus palabras y evitar la discusión, sobre todo porque tengo planes para esta noche. Cuando terminamos la cena, tomo en brazos a mi bebé.

Christian me sigue hasta la habitación infantil y se sienta en un taburete mientras voy a la mecedora para hacer dormir a Ray. Con suerte, podría dormir cuatro horas antes de requerirme de nuevo.

—Gracias por estar aquí, estoy feliz de que seas parte de su vida.

Christian asiente.

—Estaba pensando que podemos tomar turnos para cuidar de Raymond, así puedes descansar.

—Eso me gustaría.

Estos meses yo misma me he hecho cargo de mi bebé, con la ayuda de mis padres y de Luke. Ahora es bueno tener a Christian y a la señora Jones.

Ray está quedándose dormido cuando Christian se levanta en silencio y señala la puerta de la habitación.

—Tomaré una ducha.

Lo veo salir, dejando la puerta abierta y decido que este podría ser el momento para hacer un movimiento y dejar en claro lo que quiero de él. Jamás tuve qué seducir a un chico en la vida real, así que será interesante.

Unos minutos después pongo al bebé en su cuna, enciendo la lamparita de la mesa y me aseguro de prender el monitor. Cruzo el pasillo para entrar a la habitación donde Christian sigue en la ducha, rápidamente sacándome los pantalones y metiéndome en la cama.

El sonido del agua se detiene y Christian sale del baño con un pantalón de chandal oscuro, sin camiseta y secando su cabello cobrizo con la toalla. Deja de caminar cuando me ve.

—Espero que no te importe —bostezo para hacer más creíble mis palabras—. Pero estoy muy cansada para llegar hasta mi habitación.

Él suspira bajito, dejando la toalla sobre la silla y luego camina hacia la cama. Aparta la sábana para acostarse a mi lado.

—Puedo traer algunas mantas, si tienes frío —ofrezco, aunque mi plan incluye calor corporal.

—Estoy bien.

Giro para darle la espalda como si me preparara para dormir, pero retrocedo lentamente buscando el calor de su cuerpo hasta que mi trasero encuentra su cadera.

—Buenas noches, Christian.

Otro profundo suspiro se escapa de sus labios, pero nada más pasa. No me toca, ni se acerca. Cuando creo que se ha quedado dormido lo empujo de nuevo.

—¿Christian?

—¿Hmm?

—¿Estás dormido? —empujo otra vez con mi trasero—. ¿Estoy incomodándote?

Lentamente gira hacia mi, su pecho pegado a mi espalda y su cadera alineándose con la mía. Oh oh. Él tiene un enorme problema.

—Es exactamente lo contrario —me regresa el empujón, clavando su miembro duro—. Estoy despierto.

Lo miro sobre mi hombro y pestañeo como si no supiera a qué se refiere, pero es obvio que las cosas están calentándose rápidamente. Cuando su mano se apoya en mi cadera, es que nota mis bragas de encaje.

Mierda. —susurra.

Giro un poco más la cabeza para mirarlo, mis labios entreabiertos con mi atención en su boca y sus próximos movimiento.

—¿Estás segura? —pregunta bajito y respondo con una gran sonrisa.

Lo logré.

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