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ONE

GIЯL STAЯK

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𝐍𝐀𝐑𝐑𝐀 𝐀𝐑𝐈𝐀

¡Aaagh! Odio los lunes- pensé mientras dejaba sonar la puta alarma.

Estiré el brazo sin sacar la cabeza de la almohada y alcancé el móvil. Paré la alarma tocando frenéticamente la pantalla.

Me hubiese encantado darme la vuelta y seguir durmiendo, pero tenía que ir a clase así que eso no fue posible. Solté un bufido y me levanté perezosamente.

Arrastré los pies hasta el armario el cual abrí para elegir la ropa que me pondría. Como me duché el día anterior justo antes de dormir, pues hoy ya no tenía que hacerlo.

Me quité el pijama y me puse la ropa lo más rápido que mi conciencia adormilada me permitía. Cuando ya estuve lista agarré el teléfono de la mesita y salí de mi habitación.

En cuanto llegué a la cocina vi a Peter sentado en el banco de la mesa. Estaba desayunando mientras observaba alguna cosa en su teléfono. Me quedé unos segundos observándolo, en la distancia, con una sonrisa.

Me acerqué por detrás lentamente para que no notara mi presencia. En cuanto estuve lo suficientemente cerca crucé los brazos por su cuello y apoyé la cabeza en su hombro. Este dejó el móvil en la mesa y me miró.

-Buenos días.

-Buenos días, Spidey- le susurré.

Me agarró la mano izquierda y la apartó de su cuerpo haciendo que me enderezara. Se puso de lado, sacando sus piernas de debajo de la mesa, y tiro levemente de mí sentándome en su regazo.

Me miró unos largos segundos a los ojos sin dejar de sonreír y después bajó la vista a mis labios. Los humedecí siendo consciente de que me observaba. No tardó ni un segundo más en unir nuestros labios.

Sus labios se movían de manera lenta y tierna mientras me rodeaba con sus brazos por la cadera. Llevé mis manos a su cuello y las deslicé por su nuca hasta hundir mis dedos en su pelo.

Un carraspeo nos hizo separar de golpe y me levanté de su regazo. Giré noventa grados encontrándome a May con una sonrisa burlona. Sabía que nos avergonzaba que ella nos viera besándonos y no perdía oportunidad para divertirse a nuestra costa.

-Veo que ciertas personas no odian este lunes- dijo con una sonrisa burlona mientras se acercaba a la cocina.

-Una cosa no quita la otra- le dije.- Venía a por algo de desayunar.

-Acábate mi tostada. Me voy a lavar los dientes- me dijo Peter mientras se levantaba de su sitio.

Me dio un casto beso antes de dirigirse al baño. Yo me senté en su sitio y me acabé la media tostada de mi chico. No era la primera vez que Peter me daba la mitad de su desayuno. Cada vez se hacía más frecuente, como una rutina.

En cuanto Peter salió del baño entré yo. Hice mis necesidades y me lavé los dientes. Al salir me dirigí a mi habitación a por mi mochila y mis auriculares. Hoy me tocaba elegir a mí la música.

-Aria, llegaremos tarde- elevó la voz mi chico.

Mi chico. Que bien suena- pensé.

-¡Voy!

Cuando llegué a la sala me acerqué a la tía May y le di un beso en la mejilla. Nos despedimos de ella en la puerta y salimos hacia el instituto.

-Toma- le ofrecí el auricular derecho para después colocarme el izquierdo.

-¿Qué vas a poner hoy?- me rodeó los hombros con su brazo acercándome a él.

-AC/DC.

-Como no.

-Los genes de Tony- me encogí de hombros.

Seguimos caminando en dirección al metro mientras escuchábamos Back in Black. En cuanto subimos al vagón Peter se agarró de la barandilla vertical con una mano y con la otra me agarró de la cintura.

El camino se basó en música, pequeñas conversaciones y besos. Ya habían pasado meses desde que estábamos juntos y este chico hizo que mi lado cariñoso y cursi saliera a la luz.

Después de atravesar los campos de deportes nos quitamos los auriculares y los volví a guardar en el bolsillo pequeño de la mochila.

Entramos agarrados de la mano y nos encaminamos hacia nuestras taquillas, donde las desenlazamos. Abrí mi taquilla y saqué el libro de la materia que me tocaba ahora. Literatura.

-Nos vemos después, preciosa- dijo Peter mientras me abrazaba por la espalda y dejaba un beso en mi mejilla.

-Vale.

Me giré para unir nuestros labios en un rápido pero dulce beso. Nos sonreímos por última vez antes de que se diera la vuelta y se fuera caminando hacia la clase que le tocaba.

Volví a girarme y acabé de guardar las cosas en la taquilla. La cerré y me encaminé en dirección contraria a la que se había ido Pete. Literatura solo la compartía con MJ por lo que al entrar me senté a su lado.

-Hola.

-Hola- me devolvió el saludo sin levantar la vista de su libro.

La profesora entró y se puso a dar clase. Yo me entretuve dibujando bocetos y demás sobre una armadura que no iba a construir, al menos no de momento.

Las horas pasaron hasta que llegó la hora del almuerzo. Fui primero a mi taquilla para dejar unos libros y después iría con mis amigos y mi chico a comer.

Cerré la puerta de la taquilla y detrás de esta apreció el mayor grano en el culo. Solté un bufido mientras rodaba los ojos y me encaminé al comedor.

-¿No me vas ni a saludar?- me dijo Flash caminando a mi lado.

-Hola, Flash- fingí alegría.- ¿Contento?

-Sí, preciosa- rodé los ojos.- ¿Te sientas conmigo en el comedor?

-Flash, me lo has ofrecido mil veces y las mil veces te he dicho que no.

Entré en la cafetería donde el sonido de las personas me inundó los oídos. Pensé que me libraría de él, pero me di cuenta de que me equivocaba en cuanto volvió a hablar.

-¿De veras prefieres sentarte con Pito Parker y sus amigos ratitos en vez de conmigo?

-Sí, lo prefiero- cogí una bandeja.

-¿Todavía sigues con Pito Parker?

-Deja de llamarlo así- le hablé cortante.

Sentí que me observaban por lo que giré el rostro a las mesas. Me di cuenta de que Peter me estaba mirando con el ceño fruncido. Señaló con la barbilla a Flash y me preguntó con la mirada si ocurría algo. Negué con la cabeza restándole importancia.

-No entiendo qué haces con él teniéndome a mí.

-Lo que no entiendo es por qué insistes cuando te he dicho siempre que es mucho mejor persona que tú.

-Eso es imposible.

Si tú supieras- pensé mientras caminaba por la fila y me servían la comida.

-No lo es, lo que pasa es que tú te crees superior y no es así.

-Vamos, Aria. Te mereces alguien mejor que Pito Parker.

-¿Y ese se supone que eres tú?- salí de la fila seguida por él.

-Pues claro.

-Mira, Flash- me paré delante de él.- Al menos una vez a la semana vienes e intentas que me vaya contigo y nunca lo consigues. No sé qué te hace pensar que a la próxima aceptaré. No lo haré. Siempre voy a preferir a Peter antes que a ti. Llevo 5 meses con él, creo que eso demuestra que lo escojo a él. Así que déjame ya. No seas pesado y vete a molestar a otra- me di la vuelta para ir a mi sitio, pero giré una vez más para decirle una última cosa.- No, no molestes a nadie. Ninguna chica se merece que le incordies. Simplemente, vuelve con tus amigos y ya.

Dicho eso me volví a girar y esta vez caminé segura hasta llegar a la mesa donde me esperaban mis amigos. Los tres habían escuchado lo que le había dicho, ya que no estábamos muy lejos de ellos.

Me senté al lado de Peter con la atenta mirada de los cuatro, incluida la de Flash. Este me miró unos segundos y después se dio la vuelta para dirigirse a la mesa en la que habitualmente se sentaba.

-Bien hecho- me dijo MJ mientras chocábamos puños.

-Se lo merecía- me encogí de hombros.

-Aria- me llamó Peter por lo que giré la cabeza para observarlo.

-¿Sí?

No dijo nada simplemente se acercó hasta juntar sus labios con los míos. Me tomó por sorpresa por lo que tardé un poco en corresponderle. Me besó lento, pero profundo mientras su mano se posaba en mi mejilla acercándome un poco más a él.

-Te quiero- me susurró sobre mis labios.

-Y yo a ti.

A esto me refería cuando os dije que este increíble chico sacó mi lado cariñoso y cursi. Ya sabéis que eso de ser y decir cosas cariñosas, dar abrazo y besos no era lo mío, pero con él me surgía solo.

-Sois adorables- dijo Ned delante de Peter con sus codos en la mesa y su cabeza apoyada en ambas manos.

Peter se sonrojó y apartó la mirada a su bandeja. Yo solté una risa, un poco avergonzada, y me puse a comer. Estuvimos hablando de diversas cosas mientras comíamos.

Cuando Peter acabó de comer pasó su brazo por mi espalda y se acercó a mí. Lo miré con una sonrisa, la cual me devolvió, y seguí comiendo.

Las siguientes clases se pasaron más rápida y cuando me quise dar cuenta ya estaba recogiendo mis cosas en la taquilla.

-¿Lista?- me preguntó Peter llegando a mi lado.

-Sí.

Cerré la taquilla y caminé con él hacia la salida. Como hoy Peter iba a salir a patrullar decidió comprarse un sándwich en la Bodega Delmar, la cual reconstruyeron después del incidente de hace meses.

-¿Qué tal, Sr. Delmar?- preguntó Peter nada más entrar.

Sonreí al sentir el brazo de Peter rodearme por los hombros. Agarré la mano de esta y entrelacé mis dedos con los suyos.

-Buenas, Sr. Delmar- lo saludé.

-Ey, pareja. ¿Un número 1 y 5?

-Sí, por favor. ¿Puedes coger dos bolsas de gomitas, por favor?- me pidió a lo que asentí.

Me separé de él y fui a por sus dos bolsas de gomitas junto a la puerta de entrada. También cogí una para mí y volví junto a él. Las dejé en el mostrador mientras sentía que Peter me volvía a rodear con su brazo.

-Veo que os va bien- nos dijo el hombre.

-Sí, muy bien- comentó Peter mirándome con una sonrisa.

Un maullido hizo que desconectáramos nuestros ojos. Peter giró la cabeza en dirección al ruido al igual que yo. Me separé de mi novio y me encaminé hacia el adorable animal.

-Hola, Murphy- lo saludé mientras lo acariciaba.

-No sé quién es... es más adorable si... si Murphy o tú- murmuró Peter detrás de mí.

Me giré completamente y vi como se sonrojaba. Me encantaba ver como se ruborizaba cada vez que me hacía un piropo. Era simplemente adorable.

-Qué tierno- pasé mis brazos por sus hombros.- Eres adorable.

Acorté la distancia para unir nuestros labios. Peter posó sus manos en mi cintura y me acercó un poco más a él. Me dejé envolver por sus labios hasta que necesitamos aire.

-Aquí tenéis- llamó nuestra atención el Sr. Delmar.- 10 dólares.

Pasé mi mochila hacia delante pero aún colgada de uno de mis brazos. Abrí el bolsillo pequeño y saqué mi cartera con la intención de pagar.

-Oh, no, pago yo.

-No, Peter. El viernes pasado pagaste tú, esta vez me toca a mí.

-Me da igual el viernes. Pago yo.

Cuando estuvo a punto de dejar el dinero en el mostrador me interpuse. Me puse entre el mostrador y él y lo miré seria.

-He dicho que pago yo- dije firme.

-Aria...

-Aria nada- lo interrumpí.- Pago yo y punto.

-No vas a parar hasta que lo consigas, ¿no?- asentí con la cabeza.- Está bien. Paga tú, cabezota.

-Gracias.

Me acerqué a él y dejé un casto beso en sus labios para después darme la vuelta y sacar el dinero. Lo dejé en el mostrador con una sonrisa satisfecha.

-Gracias Sr. Delmar- agradeció Pete.

Después de despedirnos del Sr. Delmar nos encaminamos al callejón de siempre. Peter me tendió su mochila después de sacar su traje y me giré mientras él se lo ponía.

Disimuladamente, intenté verlo por encima del hombro, pero giré rápidamente la cabeza para que no se diera cuenta de que lo estaba observando.

-¿Lista?- me preguntó pasando un brazo por mi cintura.

Asentí con la cabeza mientras le tendía su mochila y se la ponía en la espalda. Volvió a sujetarme con su brazo y yo abracé su torso.

-Pues vamos.

Unos segundos después nos encontrábamos columpiándonos por las calles de Nueva York colgados por sus telarañas. Tenía algo de miedo por si nos caíamos, pero confiaba en él por lo que cada vez que esto ocurría me relajaba más.

Unos minutos después aterrizamos en la azotea de nuestro edificio. Se quitó la mochila y me la tendió para que se la dejara en casa y así no volverla a perder.

-Nos vemos en unas horas- me dijo y estaba segura de que estaba sonriendo.

-Ten cuidado.

Dejé un beso en su mejilla a través de la máscara y le sonreí. Rápidamente, se subió la máscara lo suficiente como para que sus labios pudieran encontrar los míos.

Me besó lenta y dulcemente. Los besos de Peter siempre eran tiernos y dulces, pero con un toque profundo e intenso. Me volvían loca.

-Te quiero- susurró en mis labios.

-Y yo a ti.

Le dejé un casto beso para después bajar lentamente la máscara hasta colocársela correctamente. Se despidió de mí y se fue colgando de una de sus telarañas.

Rápidamente, bajé las escaleras de incendios y entré en el apartamento en el cual May se encontraba. La saludé y me fui a mi habitación con la excusa de tener muchos deberes.

Cerré con pestillo y tiré ambas mochilas, la de Peter y la mía, sobre mi cama. Era la hora de dejar de ser Aria y ser Iron-Girl.

Llevé mi mano al colgante que descansaba sobre mi pecho. Lo observé unos segundos. Era un mini reactor de un azul intenso. Me lo regaló mi tío hace ya varios meses y cada vez me encantaba más. Aunque en realidad lo que más me gustaba era lo que escondía.

Di tres toques en este y de él empezó a surgir la armadura que creé y que Tony modificó con su tecnología. El traje se fue formando mientras yo observaba como lo hacía.

Después de encontrar este colgante en la caja que dejó en mi habitación sin ninguna instrucción, más que la de que ese era mi traje con algunas modificaciones, decidí llamarlo.

Solo me dijo que era uno de sus prototipos creado por nanotecnología y que diera tres toques en el pequeño reactor cada vez que quisiera ponerme el traje.

Ahora, meses después, era una de las cosas que más me gustaba de este. Si surgía una emergencia, al igual que Peter, podía esconderme y colocarme el traje. Así estaría lista para ayudarlo y defender a las personas.

Como ahora, que voy en dirección a donde Lassa me indica que está Spider-Man. Al llegar me lo encuentro apresurando a un hombre en la pared de ladrillos al lado de la puerta de comisaría.

-Lassa, activa modulador de voz.

-Activando modulador de voz.

-Veo que no pierdes el tiempo- le dije a Spider-Man.

-Tenía que hacer algo hasta que aparecieras.

-Pues ya estoy aquí. Vamos.

Juntos nos pusimos en marcha y recorrimos las calles, él con las telarañas y yo con los propulsores. Anduvimos por toda la ciudad mientras nos enfrentábamos a diversos contratiempos que surgían.

En uno de ellos dos hombres estaban robando la tienda a la que habitualmente iba a comprar helado. Esperamos a que salieran para aparecer delante de ellos. En una ágil táctica se separaron y cada hombre se fue por un lado.

-Tú izquierda, yo derecha- dije y cada uno se fue a por uno de los hombres.

Seguí al atracador desde la altura sin perderlo de vista. Esperé hasta que llegó a una zona menos transitada para que así las personas no estuvieran en peligro. Se adentró en un callejón y bajé hasta adentrarme ahí.

Lo vi correr a lo largo del callejón y antes de que pudiera desaparecer lancé una granada en su dirección. Esta no era una granada normal, sino que esta al explotar emitía un sonido desgarrador.

Ese sonido solo era predecible para todo el que se encontrara a dos metros o menos de ella. El sonido era tan ensordecedor que acababa desorientando y desequilibrado a la persona.

Vi como el hombre se desplomaba en el suelo mientras se tapaba las orejas en un intento de evitar el sonido. Esperé el minuto completo que duraba el sonido y después me acerqué hacia él.

Se le veía desorientado y mareado por lo que aproveché para agarrarlo y elevarme con él. Me dirigí de nuevo hacia la comisaría y dejé caer al hombre en la entrada a menos de dos metros de altura.

-¿Granada aguda?- me preguntó Spider-Man en cuanto se posó a mi lado y dejó al otro hombre junto a su cómplice.

-No se llama así- rodé los ojos aunque no me veía.

-No pienso llamarla como es de verdad.

-Oye, granada ensordecedora no es un mal nombre.

-Noooo, para nada- ironizó mientras lanzaba dos telarañas a los hombres y los apresuraba en el suelo.

-Calla y vámonos.

Me elevé en el cielo y me dirigí de nuevo a las calles seguida por él. Nos enfrentamos a un par de sucesos más antes de despedirme de él y apresurarme por llegar a casa.

Una vez dentro de la habitación ordené a Lassa que recogiera el traje de nuevo dentro del collar. Me senté en el escritorio, una vez la orden se efectuó, y fingí estar haciendo mis deberes.

Quité el pestillo de la puerta y salí hacia la sala como si nada hubiera pasado y como si me hubiese pasado toda la tarde en mi habitación. Tía May se encontraba haciendo la cena por lo que me situé a su lado para ayudarla.

-Hola tía, May- Peter dejó un beso en su mejilla.- Hola, preciosa- susurró en mi oído provocándome unas leves cosquillas.

-Hola, Spidey.

-No te han hecho daño, ¿verdad? - le preguntó May mientras acogía su rostro entre sus manos.

Desde que se había enterado de lo de Peter siempre que él volvía de patrullar lo inspeccionaba para asegurarse de que volvía de una sola pieza.

-Sí, estoy genial- le respondió él.

-Bien, pues ambos a la mesa. Ahora os sirvo yo.

Obedecimos a su orden y ambos nos sentamos en el banco de la mesa, uno al lado del otro. Cenamos tranquilamente los tres para después lavar los trastos antes de irnos a las habitaciones.

Esperé unos minutos para levantarme y con sigilo salir de mi habitación. Observé la puerta de May asegurándome que no había movimiento. Cerré la puerta de mi habitación con cuidado de no hacer ni un ruido, de la misma forma que entré a la habitación de Peter.

En cuanto cerré su puerta tuve su mirada clavada en mí. Tenía una sonrisa ladeada con diversión y me miraba con una ceja alzada.

-¿Puedo dormir contigo? - le pregunté cohibida, esto no era típico de mí. Al menos no antes de empezar a salir con él.

-Eso ni se pregunta - abrió las sábanas.- Ven aquí.

Me adentré entre las sábanas y él nos tapó a ambos. Me acurruqué en su pecho después de poner mi móvil a cargar y activar la alarma.

Percibí aún más el calor de su cuerpo en cuanto me apretó contra él. Podía escuchar los latidos de su corazón, era algo tranquilizante. Dejó un beso en mi coronilla, fue lo último que sentí antes de dormirme.

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