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Alfa

Tomioka era alguien que tenía una rutina diaria sin importar el día. Se levantaba a las 6:00 de la mañana, hacía ejercicio en su mini gimnasio, se bañaba, almorzaba un cereal y veía su serie favorita o las caricaturas, se cambiaba para usar el uniforme deportivo de trabajo, peinaba su cabello en una coleta baja, cepillaba sus dientes, guardaba en su mochila lo necesario incluyendo las llaves del gimnasio de la escuela y finalmente, le daba de comer a su gato mimo.

Después de hacer toda esa rutina compraba de almuerzo un bento con un jugo de naranja que vendía la señora Tamayo cerca de la escuela donde trabajaba.

Giyuu era profesor de deportes en la escuela kimetsu. No era muy sociable, siempre mantenía la distancia con sus alumnos y lo menos posible de los demás profesores. Se podría decir que su única excepción a sido Kyoujuro, cuando lo conoció sabía que no eran tal para cual y que no compartían casi nada. Kyoujuro era un omega y Giyuu era un alfa, así que definitivamente no había mucho en que pudieran coincidir. Pero el rubio jamás se daba por vencido en crear una amistad con el pelinegro y bueno, Tomioka lo dejó ser.

Esta ocasión no era la excepción.

— Buenos días Tomioka. ¿Qué tal el fin de semana?— Kyoujuro lo saluda con un abrazo amistoso.

Habían llegado a la sala de profesores y eran los únicos que se encontraban ahí, para Giyuu no había problema con estar con un omega como lo era Kyoujuro jamás se habían presentado situaciones en los que estando solos se presente el celo de alguien, en primera porque Kyoujuro está enlazado con un alumno de tercer año que hace poco se había graduado teniendo apenas 20 años. Eso mismo hace que incluso aunque a Tomioka en dado caso le atrajera Rengoku es casi imposible, su alfa interior sentiría asco de que un omega ya tenía una marca.

Además de que estaba su atención enfocado en otro omega.

— ¿Otra vez viendo al joven Kamado?— Sintió el olor a Kyoujuro invadir su espacio personal no le tomo importancia y solo asintió quedito.

Solo Rengoku sabía la atracción que sentía Giyuu por el joven pelirrojo de 18 años que casualmente es un omega que no ha sido marcado. Nunca supo cómo es que su compañero se había dado cuenta, pero hasta eso agradeció mucho que no le dijera a nadie más que a Akaza.

Veía a Tanjiro corretear a sus amigos y regañarlos desde la oficina donde se encontraba. Sus ojos rubis se encontraron con sus ojos azules, el chico le dedicó una sonrisa.

La primera vez que sintió atracción hacia él fue cuando se presentó por primera vez el celo del chico en el gimnasio justo cuando estaba dando clases a los de último año, no lo había visto hasta que un alumno dijo que olía a tulipanes. Ese olor llegó hasta su fosa nasal que automáticamente conectó a su alfa interior.

Lo había vuelto loco y estaba seguro que estudiantes alfas también. Como buen profesor que era, Tomioka dio la clase por finalizada obligando a los alumnos regresar a sus salones y el mismo encargarse del pelirrojo. Entonces lo vio ahí, en el almacén donde se guardan las pelotas con la camisa desabrochada, el pantalon desabrochado, el rostro de Tanjiro llorando a mares y los gemidos que este decía mientras se complacía. Giyuu lo miraba expectante...atento a cualquier movimiento que hiciera.

El pelirrojo se dio cuenta de la persona que lo estaba viendo y dejó de hacerlo.

— P-Profesor Tomioka — Con las mejillas sonrojadas abrochó todo lo que estaba desabrochado. Estaba totalmente apenado pero el calor que sentía era tan intenso que las cosas que hacía eran torpes.

Sintió el olor de su profesor embriagarlo más, el olor a café hacia que su omega interno se restregara en el suelo.

Giyuu sentía su pantalón apunto de explotar, mierda, se le había puesto dura y ni siquiera había hecho nada. Miro a sus alrededores y cerró el almacén estando adentro en plena oscuridad. Con pasos lentos se acercó hasta Tanjiro que no dejaba de restregarse en el suelo y masturbarse más, cuando se sintieron cerca y sus oleres se mezclaron Tomioka mandó al demonio sus valores, su ser, su personalidad y su cordura.

Se besaron intensamente, los labios de Tanjiro se movían en suelo boca expertamente y Giyuu no se dejaba, era como una competencia de quien tenía más experiencia y por supuesto, que el mayor de los dos ganó.

— Déjame ayudarte— Susurró Tomioka tomando el miembro de Tanjiro en su mano y empezar a masturbarlo.

— Ah.

Cuando llegó el clímax Tanjiro se corrio en su camisa y Giyuu besó sus labios para callar sus gemidos. El olor de Tanjiro había disminuido al igual que el calor pero Giyuu seguía caliente todavía y su olor a café se intensificó tanto que alertó al segundo mayor de edad.

— Pro-profesor tengo que ir a mi clase — Kamado detenía los besos de su profesor como podía sintiendo la mano ajena apretar sus glúteos.

Algo no estaba bien.

Por más que quería alejarlo la fuerza del alfa era tan fuerte que no supo en qué momento se encontraba su rostro sobre el piso y su culo alzado. Sintió entonces el miembro de su mayor rozar sus nalgas.

— ¡E-Espere por favor no, no sabe lo que hace reaccione!—

Ya era demasiado tarde para cuando Tanjiro por fin pudo soltarse del agarre Giyuu ya había entrado en el.

Dolía...no estaba lubricando como era y no podía gritar porque la mano del pelinegro estaba en su boca. Pronto las embestidas se empezaron a sentir en su interior de un momento a otro dejaron de ser suaves y lentas a ser bruscas y rápidas. Los gemidos de Tomioka se escuchaban y Tanjiro podía sentir el orgasmo acercarse.

Pero no llegó. Al menos no lo sintió correrse en su interior.

Sin embargo lo último que sintió fueron unos caninos incrustar su glándula omega.

Y lo mordió.
Tomioka nunca supo en qué momento había mandado su cordura al demonio y por más que lo pensaba jamás entendería la razón del porqué, simplemente estaba satisfecho con lo que había hecho y no se arrepentía de nada.

Le devolvió la sonrisa a Tanjiro viendo la marca que se encontraba en la nuca de este.

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