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Capítulo 1: Tanjiro y Nezuko aparecen.

Echando la desgracia

Tengen
Tons... A quien le toca esta vez?

Shinobu
A Gyomei, hace unos minutos le di la llave del departamento de Tomioka.

Mitsuri
Creen que esta vez lo logre??

Shinobu
Esperemos, no es divertido molestarlo si en verdad está deprimido.

Tengen
Esto es lo más humano que ha dicho la mariposita sobre Tomioka...

Quién eres tú y que hiciste con nuestra Shinobu?!

Shinobu
¿Acaso no me puedo preocupar por el bienestar de Tomioka-san?

Tengen
No

Kyojuro
No X2

Misturi
Lo siento Shinobu pero No X3

Iguro
Sí Mitsuri lo cree, yo también No X4

Tengen
Que no se te note lo simp, Iguro

Sanemi
PUEDEN DEJAR DE REVENTARME EL MALDITO TELÉFONO DE MENSAJES

Ya van 102 mensajes, y todos son de este grupo. Solo me desconecte ayer en la noche.

Mitsuri
Lo lamentamos, Sanemi

Estábamos hablando que a Himejima le toca ayudar a Giyuu esta vez

Sanemi
¿¿El imbécil sigue deprimido??

Kyojuro
Así es, nadie ha podido lograr que Giyuu vuelva a la normalidad.

No pensé que Kanzaburo fuera tan importante para él.

Sanemi
Es normal, si Genya se muriera yo también estaría deprimido un buen rato.

Tengen
Shinobu y Sanemi mostrándose compresivos con Tomioka

Esto es peor que cuando Tomioka sonríe

TODOS VAMOS A MORIR

El celular sigue sonando, sin duda por los nuevos mensajes del grupo de WhatsApp. Desde que Shinobu lo unió a ese grupo no han dejado de llegarle mensajes de ese mismo grupo, aunque era agradable saber siempre lo que pasaba.

Tocó la puerta que estaba al frente de él y, como era de esperarse, nadie contestó. Una, dos, tres veces y nada. Tenía una leve esperanza de que Giyuu abriera la puerta, pero habían sido esperanzas huecas. Tomó con su mano libre la llave que le había dado Kocho momentos antes y abrió la puerta con ella, dejando ver el interior del lugar.

Podía contar con los dedos de una mano las veces que había ido al apartamento de Tomioka, pero recordaba con claridad cada uno de ellos y por eso era notorio para él que su departamento ahora solo era una sombra de lo que fue. Recordó como las contadas veces que había entrado, Kanzaburo volaba hasta la cabeza de Giyuu, o, en su defecto, en la de él como una bienvenida. Ahora todo estaba oscuro, y por lo poco que divisaba no era un completo desastre, no, para desastre la habitación de Kanroji. Solamente daba una sensación de tristeza y melancolía.

Sus pasos eran lo único que se escuchaba por el lugar, sino estuviera 100% seguro de que Giyuu estaba ahí, diría que ese lugar fue abandonado hace mucho. Llegó hasta donde estaba por lo que había venido. Esa habitación estaba muy descuidada, era peor que la sala, y en la cama había un tumulto que estaba escondido por unas cuantas sábanas.

—¿Himejima? Eres tú, ¿verdad? —preguntó el tumulto.

—Sí, Tomioka, soy yo.

—Eres el único que faltaba—se removió entre las telas, antes de sacar su cabeza de ellas.

Su tez estaba más blanca de lo normal, tanto que era difícil distinguir entre la piel y la esclerótica de sus ojos, y estos parecían muertos, más de los normal; pequeñas bolsas estaban debajo de ellos, por su falta de sueño, sin duda. Y su pelo estaba peor que de costumbre.

Sí, Giyuu estaba hecho un desastre.

—Himejima, ¿qué vas a intentar? —a pesar de estar deprimido, sus únicos momentos de diversión eran cuando esa banda de imbéciles, a los llamaba amigos, venían y trataban de hacerlo sentir mejor.

—Para eso, tengo dos pequeños amiguitos que me ayudaran—hasta ese momento, Giyuu no se había dado cuenta que Gyomei llevaba una jaula bastante grande en una de sus manos.

La puso en la cama y abrió la rejilla de metal. Giyuu, con miedo, se alejó de ella y solo pudo pensar en una cosa; perros.

Desde su infancia tenía un pequeño trauma con esos animales, cada que veía uno se escondía detrás de algo o alguien hasta que el canino se fuera. Todos en el grupo sabían de su miedo, entonces... ¡¿Por qué Himejima trajo una de esas bestias a su hogar?!

—Tanjiro, Nezuko, pueden salir—canturreó el gigante, mientras movía un poco los dedos frente a la jaula, instado a que las 'bestias' salieran.

Y salieron algo que no esperaba el dueño del lugar. El primero en salir fue un gato pequeño, de pelaje rojo con blanco, y tenía una extraña marca en su frente. Su pelaje parecía tan esponjoso que a Tomioka le daban ganas de acariciarlo. El pequeño felino se lanzó en contra de la del gigante, con mordidas juguetonas

—Este es Tanjiro—dijo Gyomei, mientras jugaba con el minino.

Unos segundos después salió algo más de la jaula, una pequeña gata; más pequeña que el otro, era gris, con partes blancas y tenía la punta de su cola de color anaranjado. Un lindo listón adornaba su oreja.

La pequeña fue a ayudar al mayor en esa ardua batalla con Himejima.

—Y esa es Nezuko—los ojos del joven estaban puestos en los gatos, eran muy lindos—. Sí quieres puedes acariciarlos—Gyomei alejo su mano de los juguetones gatos, que aún no estaban satisfechos con ello. Querían seguir jugando.

Giyuu miro con desconfianza a los pequeños, que estaban viendo con detenimiento el lugar, inquisitivos—¿No me van a morder?

Himejima rió un poco—Ellos son mansos, no te van a hacer nada. Lo máximo que te harán será morderte jugando.

Con miedo dirigió su mano hasta el pelirrojo, pero se paró a escasos centímetros de él. Tanjiro la vio con curiosidad, la olió y acto seguido se auto-acaricio con ella. Sí, aparentemente Tanjiro era un gato muy cariñoso. La mirada del azabache paso de temor, a sorpresa y finalmente suave cuando el mismo acarició al minino.

Y tenía razón, su pelaje era muy suave. Podía jurar que podría estar acariciándolo todo el día. Tanjiro se acercó a Giyuu y trató de entrar en la manta rasguñándola un poco, para estar más cerca del contrario. Tomioka se sentó y alejó un poco la manta, para evitar que las garras de la criatura la destruyeran, y el minino se lanzó en el regazo de Giyuu y se restregó contra él, esperando más afecto.

—Creo que le caes bien—y así era. El pequeño era mimado por las manos del universitario, que estaba con una pequeña sonrisa en el rostro.

Nezuko también quería ser acariciado como su hermano, y ella también saltó al regazo de Giyuu, hambrienta de afecto. Ambos eran completamente adorables, y lo confirmo aún más cuando Tanjiro comenzó a ronronear en su regazo. Giyuu los miraba, con dulzura, extraña tener a alguien a quien acariciar en su regazo.

—Himejima, ¿por qué los trajiste? —preguntó, finalmente.

—Una vez nos dijiste que te habían dado a Kanzaburo después de un mal momento, pensé que sería buena idea darte un gato, y me encontré a estos dos en calle—Giyuu los miró, parecían demasiados cariñosos para ser callejeros—. Planeaba solo darte uno, pero me dio pena separarlos.

Giyuu miro con cariño a los felinos, que ahora estaban acurrucados juntitos en su regazo—Gracias, Himejima.

Siguió jugando con los gatitos, tenían mucha energía. Saltaban de un lugar a otro, o lo trepaban hasta quedar en su cabeza y acostarse ahí. Giyuu estaba bastante animado, en realidad, no había estado tan animado desde que Kanzaburo se fue.

Una sonrisa se creó en la cara de Gyomei.

Saco su celular y tecleó «Misión cumplida».

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