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Segunda parte.

Dame amor como nunca antes,
porque últimamente lo he estado ansiando más,
y ha pasado un buen rato pero todavía siento lo mismo,
quizás debería dejarte ir,
sabes que defenderé mi esquina,
y que esta noche te llamaré,
después de que mi sangre se esté ahogando en alcohol,
no, solo quiero abrazarte.

Dame un poco de tiempo o termina con esto,
jugaremos al escondite para darle la vuelta a esto,
todo lo que quiero es el sabor que dan tus labios.
Oh Señor, Señor, oh, dame amor.

- Ocho, nueve y siet- digo, ah, eh... Die... Diez. ¡V salió!

Un chiquillo de ropas sucias corrió entre los árboles, descalzo y con una rama en su mano diminuta, mientras un cachorro albino le seguía por detrás, mordiendo juguetonamente sus tobillos. El pequeño corría, distraídamente rodeando árboles y persiguiendo mariposas, olvidándose del juego.

El pequeño chilló cuando sintió dos manos agarrándolo por detrás y levantándolo de la cintura, seguía riéndose divertido porque podía oler el aroma a flores del chico. Se sentía feliz porque el césped resplandecía bajo sus pies, el viento era suave y el chico que le abrazaba estaba con él.

- ¡Te atrapé, V-ssi! -exclamó el chico en su oído, más alto que él, mientras daba vueltas y vueltas.

- J-hope hyung, ati no es el juegu. -dijo V, inflando los cachetes.

- Se dice así no es el juego, V-ssi.  -le retractó, volviéndolo a dejar en el suelo-. Y te veías tan lindo corriendo, no pude evitarlo.

V hizo un puchero, sonrojado.

- No toy lindo.

- Sí, sí lo eres. -J-hope tomó su pequeño rostro entre sus manos, apretando sus mejillas para luego depositar un corto beso en su nariz.

- ¡Hyung! -se quejó V, avergonzado mientras tapaba su nariz-. No soy un ñiño.

- Se dice niño, V-ssi. -J-hope le tomó de la mano, caminando por donde habían venido-. Y abuela Kim se enojará si no vamos a casa ahora, ¿Sabes? 

- Pero humukuku sigue escondido, V encontrar a humukuku. -exclamó, mirando detrás de él reiteradamente mientras señalaba algo con su dedo índice, algo que J-hope no podía ver.

Frunció el ceño, J-hope tenía la edad suficiente como para saber que V-ssi tenía amigos imaginarios y no considerarlo raro por ello. Él también había tenido uno, aunque desapareció cuando sus padres se fueron.

- Tal vez humukuku se cansó porque no lo encontraste y fue a casa. -explicó J-hope, para luego ver como los ojos de V se aguaban y hacia un puchero tembloroso.

- P-pero humu-humukuku, V-v tenía que b-buscar humukuku. -balbuceó, aguantando las lágrimas.

J-hope lo miró tiernamente, para luego tomar a V en sus brazos y mecerlo como a un bebé.

- Humukuku estará bien, V-ssi. -le consoló, para luego morder despacio la mejilla de éste y besársela después-. Tengo hambre, ¿Quieres bibimbap? -el pequeño asintió, secando las lágrimas que empezaban asomarse por sus ojos-. Te compraré un helado, ¿Sí? ¡oh, mejor dos, uno para ti y otro para humukuku!

V sonrió de oreja a oreja, con los ojos brillosos, saltando en los brazos de éste mientras asentía con la cabeza.

- ¡Síii, helado, helado! -gritó V, sonriente, para luego mirar fijamente a J-hope quien sonreía con ternura-. ¡También helado para hyung, helado para abuela, helado para Soomshin, helado para todos!

J-hope abrió la boca en protesta, pero se calló bajando de sus brazos al pequeño, quien lo miró ladeando la cabeza.

- Pero primero tendrás que comerte todo el bibimbap, ¿Está bien? -el pequeño asintió entusiasta, para luego tomar la mano del mayor y caminar hacia la casa.

La casa de la abuela Kim quedaba en medio de un prado, rodeado de árboles y un pequeño lago. Detrás de la casa, donde iban avanzando ambos chicos, había un pequeño huerto. El cachorro los seguía corriendo juguetonamente, dando cortos ladridos emocionados. La abuela Kim salió del porche, secándose las manos en su delantal floreado, esperando el impacto del pequeño cuerpo de su nieto abrazarle las piernas.

- ¡Abu, abu, hyung comprará helado, helado! -chilló feliz V-ssi, mientra escondía la cara en la falda de la abuela.

La abuela Kim levantó la mirada, conteniendo la risa ante un avergonzado J-hope, que miraba hacia otra parte, con las manos detrás de la espalda y moviendo la punta del pie nerviosamente.

- Con que nuestro chico esperanza nos comprará helado, ¿Eh? -exclamó ella, entre un tono cariñoso y burlesco. 

J-hope la miró enrojecido hasta las orejas y asintió febrilmente.

- Ayer trabajé entregando la leche, abuela Kim. -exclamó, elevando el mentón pero a la vez evitando la mirada de la anciana-. Tengo dinero, puedo alimentar a V-ssi.

La abuela Kim levantó las cejas, sorprendida. Desde que había conocido a ese chiquillo siempre se sorprendía cada día; era como un niño queriendo ser adulto. No podía evitar mirarle con lástima, y tal vez por eso, le había hecho entrar en su casa la primera vez que le vio depositar el tarro de leche en su puerta. Estaba demasiado delgado y sucio, con ropas viejas; la abuela Kim odiaba los orfanatos, pero tampoco podía darse el lujo de adoptar a un chiquillo de 8 años. Ahora cuidaba a su nieto, quien prácticamente había quedado huérfano al igual que ese chiquillo. Su hija desapareció, abandonándolo en sus brazos cuando apenas tenía unos meses de nacido; su padre ni siquiera había que mencionarlo. 

Tomó a su nieto en brazos y caminó hacia el chiquillo, quien no había querido decirle su nombre todo el tiempo que llevaba yendo a su casa. Se había inventado uno. Estiró la mano hacia él, esperando a que éste la tomara y lentamente lo hizo, envolviendo sus dedos en la mano de la anciana.

- Sigo preguntándome porqué le dices V-ssi a nuestro Tae tae, J-hope. -opina la abuela, mientras entran a la casa yendo directamente a la cocina. La abuela Kim baja a su nieto y lo deposita en una silla de alimentación para bebés y el chiquillo se sienta al lado de él, poniendo ambos codos en la mesa.

- V-ssi es un alíen, los extraterrestres lo trajeron aquí. -respondió J-hope con simpleza, tomando una galleta del frasco de galletas frente a él. Le dio un mordisco y lo demás se lo pasó a V, quien estiraba sus manitas hacia él-. Nunca había visto a un bebé tan bonito, ¡Los bebés son feos! V-ssi debe ser un alíen, si fuera humano no podría ser tan bonito.

La abuela Kim se carcajeó tan fuerte que asustó a ambos, para luego pasar una mano cariñosa por el cabello de J-hope.

- Entiendo, entiendo, pero aún no el apodo, ¿A quién se le ocurrió? 

El pequeño levantó la mano, con las manos y la boca embarradas con migas de galleta.

- ¡Ydo lo hide! -exclamó con la boca llena de galleta, saltando en su silla. La abuela Kim volvió a reír y vio como su nieto engullía la galleta para hablar-. La palabra valiente empieza con V, ¡Tae Tae es valiente!, ¡Por eso es V, V protegerá a la abuela de la sombra!

La abuela ladeó la cabeza, extrañada.

- ¿La sombra?, ¿Qué es la sombra, Tae tae? -le preguntó, viendo como el pequeño fruncía el ceño molesto.

- Es un señor malo, señor malo se llevó abuelo Kim. Ahora está detrás de abuela Kim, pero V no dejará que haga nada. ¡V protegerá abuela! -gritó el pequeño, golpeando la mesa con insistencia.

La abuela Kim y J-hope se miraron entre sí, un poco asustados. Luego rieron, porque ver al pequeño molesto les provocaba demasiada ternura. La abuela Kim limpió los rastros de galleta de la cara de su nieto, para luego depositar un beso en su frente.

- No hace falta que V cuide de abuela, abuela cuidará de V y también de nuestro J-hope. Abuela nunca dejará que nada les pase.

🎯

El chico acostado de espaldas en el césped se preguntaba cómo las lágrimas salían de sus ojos como si jamás fueran a detenerse. Se preguntó si algún día podría dejar de llorar, porque ahora las lágrimas parecían inagotables en sus ojos. El cielo estaba gris, al igual que su feo traje de franela que le había comprado su abuela para ir a la iglesia los domingos.

Ahora ya no reñiría con su abuela sobre ir a la iglesia los domingos. Y eso hizo que aumentara su llanto el doble.

Sintió como alguien se acostaba a su lado, acariciando su mano de forma consoladora. Podía sentir su aroma a flores; haciendo que se calmara. Pero las lágrimas seguían allí, brotando y brotando como si nunca fueran a parar. Estaba seguro que si seguía así se quedaría ciego y deshidratado, pero no le importaba, el mundo era un asco ahora sin su abuela a su lado.

Lo único bueno que quedaba en su vida era el chico a su lado.

- Si sigues llorando así me harás llorar también, y no quiero llorar.

Le oyó decir, con la voz quebradiza. Trató de ahogar los sollozos que salían de su garganta pero no podía.

- N-no... p-puedo e-evitar-lo... d-duele, h-hyung.

Oyó como el chico a su lado suspiraba con una lentitud dolorosa, como si su alma estuviera abandonando su cuerpo. 

Luego, ya no veía el cielo gris, ahora miraba los tristes ojos castaños de ahora su única persona favorita en el mundo.

Vio como él le miraba con una tristeza infinita desde su posición encima de él, disfrazada de un rostro inexpresivo. Y él seguía llorando, llorando y llorando.

- Si no paras de llorar voy a besarte. -murmuró, tan bajito que sólo él pudo escucharle. Su corazón empezó a palpitar como loco, pero aún así no pudo detener su incontrolable llanto. Sentía que se iba a morir de tanto llorar, así que no le importaba ser revivido con un beso-. Te lo advertí.

Sintió como los labios del chico se posaban sobre los suyos, tan cálido y lleno de amor que su llanto se detuvo como si hubiera cerrado un grifo dentro de él. Cuando se separaron, él chico secó sus lágrimas con su manga, acariciando su mejilla. Él se había sonrojado a más no poder y ahora ya no era tristeza y desesperanza lo que sentía, sino un revoloteo horrible de mariposas en su estómago.

- Haz dejado de llorar. -exclamó, sonriendo, mostrando sus destellantes dientes. 

Pero la tristeza volvió a llenar su corazón y las lágrimas volvieron a surgir. Él chico volvió a besarle, reiteradamente, queriendo consolarlo. 

Oyó un golpe fuerte en la puerta del porche de su casa y vio como J-hope se paraba y miraba hacia la casa, preocupado. Él se paró también y miró en la misma dirección. 

Estaba su madre, vestida totalmente de negro, observándole desde el porche.

- V-ssi. -le llamó él y se dio la vuelta, mirándole de frente. Sintió como las manos de éste apresaban su rostro, tal y como lo hacía siempre cuando eran pequeños-. Sé que esto es muy duro para ti, lo es para mí también... Sólo quiero que sepas que aunque me vaya, siempre estarás en mi mente. 

Él empezó a llorar con más fuerza, tomando las muñecas de J-hope e impidiendo que quitara sus manos de su rostro. Estaba empezando a desesperarse, todo estaba mal, realmente mal en su vida en esos momentos. Todas las personas que quería se estaban yendo lejos de él.

- ¿Por qué... te vas tú también? -logró articular, temiendo la respuesta.

- Yo... -empezó a decir el chico, pero sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas-. Voy a volver, voy a volver, V-ssi. Encontraré una forma de volver a ti, no sé cómo, ni cuándo ni dónde, pero lo haré. Sólo... no te rompas... sigue siendo . Sigue dando amor.

🎯

J-hope miró detrás de sí, echándole un último vistazo al hogar de la familia que más le había querido desde que murieron sus padres. Ahora, la casa parecía tristemente vacía; la dueña, quien era la que le daba color hasta las rosas del jardín, ya no estaba. Ya no volvería, al igual que sus padres. Ahora sólo quedaba el perro albino Soomshin y aquel chico menor que se había convertido en su persona más importante en el mundo, el cual sería cuidado por una mujer frívola y malvada, que según ellos era la madre de él. ¿Una madre podría mirar de esa forma a su hijo, como si no lo fuera? 

J-hope sentía su corazón romperse en miles de pedacitos cuando vio como él se le quedaba viendo, lloroso y desolado, desde la ventana de la casa.

Dolía tanto que apenas sintió como la mano del hombre que se suponía que era su tutor desde ahora se lo llevaba dentro del auto, a otro orfanato en Seúl. 

Desde que sus padres murieron, él iba de orfanato en orfanato, a diferentes ciudades de corea.

Antes no le importaba, pero ahora, todo lo que quería era quedarse. Había pasado varios años en ese lugar, no sabía porqué tenía que irse ahora.

Pero el mundo de los adultos le arrastraba a su oscuridad y no sabía cómo salir.

Él sólo era un niño pretendiendo ser adulto.

Ahora dentro del auto, mirando fijamente hacia la casa, sintió como las lágrimas caían de sus ojos.

Pero no sentía nada, estaba vacío.

Desde ahora, aquel chico ya no estaría con él, ¿Dónde podría encontrar aquel amor que él le daba siempre?, ¿Lo que quedaba de él también se iría con todo el amor recibido? Quiso gritar que quería quedarse, que no podía vivir sin el amor de aquel pequeño que flechó su corazón desde la primera vez que le vio jugando con las mariposas en el huerto de la casa.

Pero ningún grito salió de su garganta, sólo se dio la vuelta, hundiéndose en el asiento trasero del auto.

Luego escuchó los gritos de aquel pequeño, rogando que no se fuera, que no le dejara.

Y con el corazón en la boca, él volvió a mirar hacia la casa, tras la ventana trasera del auto.

Lo vio de rodillas, llorando desconsoladamente, alejándose cada vez más.

Tal vez desde ese día ninguno volvería a ser el mismo.

🎯

Guardo toda su ropa en su mochila de viajes, que era igual de grande que su espalda. Metió todo el dinero que había reunido cada verano trabajando en el bar, el que le daban por cantar en la calle o el que le heredó su abuela para cuando cumpliera veinte años.

Vio por última vez su desteñida habitación, silenciosa y siempre tenebrosa y caminó por el pasillo de la casa, deteniéndose ante la puerta entreabierta de la habitación de su madre.

Ella se encontraba durmiendo, con la boca entreabierta; a su lado, una botella de licor le hacía compañía. Esa botella de licor había sido como su padre todos esos años.

Se dio la vuelta, tratando de no reír. 

Por fin se iría, por fin sería libre.

Cuando llegó a la escalera, vio la pared en ésta y leyó cada número, cada año, hasta llegar al último. Pasó los dedos por la madera corroída, recordando aquellos días felices, donde todo era felicidad y donde todo, de repente, se destruyó.

J 1, 60 cm 15 años.

V 1, 53 cm 13 años.

Y aunque pasara una eternidad, él siempre le recordaría.

Por eso y por todo lo demás, le iría a buscar.

Aunque el mundo se lo tragara en su oscuridad, si lograba encontrarlo, estaba seguro que podría encontrar la luz de regreso.

🎯

Sintió como golpeaban su estómago más y más fuerte, casi podía sentir sus costillas quebrándose. Su cara estaba manchada de sangre al igual que su ropa y el callejón en el que estaba se encontraba tan húmedo y mohoso que quiso vomitar. 

Ya ni sabía porque esos hombres le estaban golpeando, tal vez porque eran una inmundicia humana, unos bastardos insensibles. Ellos eran fuertes y él era débil, ellos amaban la violencia y el amaba la paz. Si amaba a todo el mundo, ¿Por qué ahora unos tipos el doble de su tamaño le estaban golpeando, mientras robaban todo su dinero y su ropa?, ¿Qué había hecho él de malo? Recordó que había parado para darle un billete a un caballero sentado en el piso, para luego ser asaltado por esos dos hombres. Aquel vagabundo ni siquiera le miró, sólo recogió el billete y se fue. Desde que había llegado a Seúl, todo había sido peor para él; no tenía casa, todas las personas eran tan ariscas y frías con él, todo era demasiado caro.

Algo estaba empezando a emerger de él, oscuro y siniestro. No podía seguir viviendo de esa forma,no podía seguir siendo bueno si iban a pisotearle así.

Pelea.

Escuchó una voz, pensó que había sido una ilusión o que eran aquellos hombres, pero ellos sólo se reían de él mientras contaban su dinero. La voz se sentía más cerca y clara en su oído, tan profunda como si proviniera de una caverna.

Pelea, pelea, pelea.

No puedo.

Si me aceptas, haré que puedas.

Acepto.

Y un hombre de teñida oscura provino de las sombras, sonriendo de forma macabra.

Oyó que los hombres decían algo entre ellos, gritando y huyendo después.

Vio como la sombra de aquel hombre se cernía sobre él.

Y ya no recordó nada más.

🎯

No supo en que momento despertó de verdad, pero ahora sentía todo el cuerpo en perfecto estado. Estaba en su cama, mirando el techo. Algo le hacía cosquillas en la espalda  y cuando alzó la mano, entre sus dedos había una pluma negra. 

Se levantó de la cama lentamente y sintió como se desplegaban sus alas detrás de él, provocando una ráfaga de aire en la que volcó las fotos que estaban en la mesa de noche.

No recordaba nada, ni de cuándo aparecieron esas alas ni de porqué tenía tantas ganas de comer. Se levantó con pesadumbre y se miró al espejo; su cabello, que antes era castaño, ahora era totalmente rubio.

J-hope no le reconocería así.

Y al recordar el nombre del mayor, algo se removió dentro de él, para esfumarse después.

Se sentía vacío, pero repleto de deseos.

Ahora el mundo sería suyo, y nada ni nadie podría pararlo.

Ni siquiera aquel chico con olor a flores, siempre latente en su memoria.

🎯

Camino entre los cuerpos sudados, bailando como si sus vidas dependieran de ello. Aquella noche no había ningún alma solitaria como la de él, no había nadie a quien convertir en su platillo especial. 

Estaba harto de los antros de mala muerte, de esos ilegales que se hacían en los subterráneos viejos. A veces podía ver ratas muertas entre las parejas que se daban un revolcón en público. No le importaba, pero dentro de él seguía apareciendo aquel Taehyung inocente e ingenuo, aquel Taehyung que no mata ni una mosca, que no succiona el alma de las personas tan podridas como las de él, que no miente ni engaña ni enamora para luego romper corazones. Aquel Taehyung puro se encuentra amordazado y escondido dentro de él. Era la parte de él que se salvaba, aquella parte que quería proteger.

Caminó hasta la barra improvisada del lugar y pidió un trago de vodka negro. Cuando lo obtuvo entre sus dedos, se lo tomó de un trago y miró hacia la pista de baile, aunque no podía mirar demasiado por la oscuridad del lugar podía ver como todos estaban acompañados, excepto una persona.

Un chico, bailando solo, entre la gente.

Tal vez aquel chico podía ser su próxima victima.

Caminó hasta él, sin quitarle la vista de encima y un singular aroma le llegó como una bofetada.

Aroma a flores.

Sabía que era él, aunque no podía ver su rostro. Lo sabía aun con esa oscuridad ocultándole. Apuro el paso, hasta casi tocar su espalda, pero se detuvo. Un haz de luz blanca brillaba intensamente alrededor de él, y eso sólo podía significar una cosa.

Él era su opuesto, su otra cara de la moneda. No podía acercarse a él sin dañarlo.

Porque él aún seguía siendo puro y bueno, no como su yo actual.

Podía verlo en la forma en la que se movía, sin importarle nada. Incluso quedaron frente a frente, él totalmente inadvertido de su presencia y Taehyung queriendo devorarlo, ver su rostro claramente y no a su sombra.

Estaba tan cerca de tocarlo, que su frío corazón se derritió en su pecho.

Su escondido Taehyung chillaba de felicidad dentro de él. Había encontrado a su chico con aroma a flores, o bien, se habían encontrado.

Pero el mayor no necesitaba saberlo.

Por esa razón se dio la vuelta, incapaz de volver a mirarle, porque si lo hacía ya no tendría la fuerza para apartarse.

Quiero desaparecer ahora mismo.

Hasta que vio a su próxima victima, una chica sentada en un viejo sillón. 

Incluso si estaba en el mismo lugar que su chico favorito, aquel Taehyung ya no podía detenerse.

La oscuridad le había corrompido y ya no tenía vuelta atrás.

🎯


- ¡Eres tú! -chilló J-hope, con los más brillosos y la sonrisa más ancha que le había visto nunca. 

Ahora se comportaba como si nunca hubiera visto como se devoraba el alma de aquel chico inconsciente. El pelinaranjo era un chico raro, por eso se quedó paralizado, sin mover ni un sólo musculo, incluso cuando J-hope le abrazó casi estrangulándolo, tirando su arco a la mierda.

Ya ni siquiera recordaba como era respirar.

¿Inhalar y exhalar?, ¿Así es como era la cosa?, ¿Por la boca o por la nariz?

Ahora que le veía a plena luz, podía darse cuenta que lo único que había cambiado en J-hope era su color de cabello y la altura. Aunque era más alto que antes, no le había ganado. Todos esos años tomando leche habían servido para ser apenas unos centímetros más alto que su mayor, aunque de hombros y músculos, el mayor le superaba.

Su cuerpo estaba tan cerca de él que sintió como cada célula de su cuerpo ardía en llamas. La combustión espontánea que provocaba J-hope en él podía sentirla hasta en la punta del pelo.

Incapaz de separarle por cuenta propia, escondió su nariz en su cuello e inhaló aquel nostálgico olor a flores que le volvía loco en aquel entonces y que seguía haciéndolo ahora.

Sonrió ladinamente, podía sentir una pequeña pizca de lujuria en el alma de J-hope, provocada por él. El Taehyung oscuro no quería detenerse, quería tener a J-hope bajo su poder, quería succionar todo en él.

Porque él estaba lleno de amor.

Y eso estaba volviéndolo loco.

- ¿Dónde te estás quedando? Dios, de verdad no puedo creer esto. ¡Estás tan alto y tan guapo! -J-hope le tomó del rostro, apretando sus mejillas-. ¡Eres tú de verdad!, ¡No sabes, ah de verdad que no sabes cuanto te extrañé!

Taehyung trató de no sonreír y de no avergonzarse ante el contacto de las manos de éste contra su rostro. Sus viejos recuerdos empezaban a despertar y eso empezaba a doler.

Algo en su mente le obligó a empujarlo, así que lo hizo. J-hope abrió los ojos, asombrado y a la vez herido.

No quería herirlo, pero estaba haciéndolo. 

- Cállate y déjame solo. ¿No vez que estoy comiendo? -exclamó, volviendo la vista hacia el chico inconsciente.

J-hope, contrario a lo que creía, se carcajeo divertido.

- No sabía que eras un caníbal ahora, V-ssi.

Taehyung hizo un puchero, para luego morder su labio inferior. Tenía la mala maña de hacer pucheros por todo cuando se sentía avergonzado o molesto.

Ahora no sabía como se sentía.

- Vete. -pidió, dándose la vuelta.

Pero de repente sintió unas manos alrededor de su cuello y la respiración agitada del chico en su cuello.

- Nos encontramos, ¿Y me estás pidiendo que me vaya? -susurró en su oído, con una voz profunda y seria-. ¿No estás siendo demasiado cruel, V-ssi?

Taehyung inhaló, cerrando los ojos. Se dio la vuelta y su nariz rozó la nariz de J-hope.

Casi pudo sentir su corazón detenerse. Apartó la mirada hacia otro lugar,  tratando de alejarlo, pero el seguía fuertemente agarrado de su cuello.

- Me llamo Taehyung, no V-ssi. -le corrigió, inexpresivo.

De repente sintió los dedos de J-hope en su frente, apartando algunos cabellos. La respiración de J-hope en su rostro sólo hacía la combustión más peligrosa dentro de él.

Si seguían así de cerca perdería la cordura. Tantos años y seguía sintiendo lo mismo por él. Era desconcertante.

- Me llamo Hoseok, pero puedes seguir diciéndome J-hope hyung. -declaró. Taehyung le miró fijamente a los ojos y vio como éste le miraba serio, pero a la vez de una forma nostálgicamente cariñosa. La sonrisa que tenía hace unos momentos se había esfumado de su rostro-. Lamento... no haber ido por ti cuando cumplí 20 años, yo traté... pero yo...

- No lo digas. -le interrumpió Taehyung. Las explicaciones y las excusas eran dolorosas para él-. Estoy bien, estuve bien, estaré bien. Ahora suéltame.

- No quiero. -se negó, posando la palma de su mano en toda la mejilla de Taehyung, incluso acariciando su cuello-. Te quiero aquí conmigo.

Y cuando creyó que J-hope le iba a besar, una corriente eléctrica pasó por entre los dos, separándose al instante.

-- ¿Qué mierda fue eso? -exclamó J-hope, temblando involuntariamente mientras miraba alrededor. No sabían de donde había salido, pero cuando J-hope quiso volver a tocar la mejilla de Taehyung otra corriente eléctrica volvió aparecer, alejándolos.

 ¿Qué mierda ocurre aquí?


🎯














Estoy de luto porque Kim Taehyung dijo que mi hobi era el menos guapo de Bangtan.
¿POR QUÉ HIEREN MI SHIPP ASÍ? LOS ODIO A TODOS, TAE ME DUELES.
Y eso, veré vídeos viejos de ellos para sentirme mejor:c adiós y ya se viene el final~ espero que les guste ~

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