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It's you [parte IV]

En posición fetal protegió su estómago, le dolía debajo de las costillas, sabía que era un trastorno psicosomático, le dolía el cuerpo porque su mente dolía. Los pensamientos negativos, la imaginación desbordante que no le había dejado dormir, las ideas que surgían una de tras de otra, como en una cadena infinita; rumiaba en su cabeza las palabras de Up, la expresión que tiñó sus facciones, el tono que, después de reproducirlo varias veces, ahora le parecía bastante plano.

¿Quién podría ser esa persona de la que se había enamorado? Quizá la conocía, los últimos días que estuvieron juntos probablemente se la toparon y él nunca se dio cuenta. No entendía por qué le afectaba, tal vez se debía al cambio que había experimentado Up, en lugar de mejorar, entre ellos las cosas se volverían cada vez más extrañas. Más distantes y con menos cosas en común, antes al menos compartían el que ninguno estaba interesado en alguien más, no tenían charlas sobre otras personas, se concentraban en sí mismos, y odiaba que ahora eso cambiara.

Lo de Earth siempre fue broma, el omega le agradó, era tierno y extrovertido, tan contrario a él que se sintió aliviado a su lado, pero nunca pensó en él como algo más. Y Up, le gustaba su compañía, era cómodo, como si pudiera ser él mismo todo el tiempo, sin tener que fingir, ni siquiera cubrir las partes malas.

Debía levantarse de la cama, terminar de pintar y prepararse para recibir los muebles que llegarían por la tarde. Rentarían esa casa, apenas terminar con los preparativos regresaría con su madre, en el departamento que tenían en el centro y que quedaba cerca de la universidad. Él se había ofrecido a arreglarla, ya había cambiado todos los vidrios y las cerraduras, las llaves de agua funcionaban, y la instalación eléctrica estaba intacta desde la última vez que abandonaron la propiedad. Quedaba pintar el exterior, las protecciones y el portón principal, pero dejaría que su hermana se encargara de buscar a alguien para que lo hiciera, él ya había cumplido con la mayoría.

No tenía ánimos, pero prefería mantenerse ocupado para que el resto de sus pensamientos regresara a los oscuros recovecos de su cabeza. Como serpientes arrastrándose en tierra húmeda.

Al final, no tuvo el valor de llevarse algo al estómago, con la boca amarga y el humor por el suelo, se dispuso a pintar con una brocha gruesa. Se había puesto audífonos y el movimiento mecánico de su muñeca le distrajo con facilidad, el sonido del bajo retumbó en su cabeza como lo haría en un cuarto vacío.

Se dejó llevar por la actividad que cuando giró para remojar la brocha, y en lugar de toparse con el bote de pintura, se encontró a Poompat con los ojos bien abiertos, como una especie de venado deslumbrado por los faros en medio de la carretera.

—¿Qué haces aquí? —cuestionó quitándose un auricular.

—Quería asegurarme que todo está bien entre nosotros —respondió lánguido.

Tenía los ojos rojos y parecía que incluso, había pasado una peor noche que él.

—No te preocupes por eso —contestó sintiendo la necesidad de consolarlo, aunque no estaba seguro de qué.

Las personas enamoradas deberían lucir más animadas, no como si esperaran una sentencia de muerte.

—Hueles mal —rebatió.

Kao alzó una ceja. ¿Lo estaba insultando?

—¿Cómo? —quizá no había escuchado bien, aunque lo tuviera a menos de un metro de distancia.

—Hueles como si la leña de hoy en lugar de perfumada, fuera de un olor fuerte y penetrante, como si tuviera demasiada humedad —explicó con una nota de voz apagada—, me es difícil ignorarte.

Hizo la brocha a un lado y se tragó el suspiro que pugnaba por salir de sus labios.

—Supongo que quedé un poco preocupado por nuestra conversación de ayer —admitió a medias.

Antes había actuado engreído, hoy no tenía ganas de aparentar suficiencia, si el omega podía olerlo tan bien, entonces no tenía caso simular.

—¿Qué es exactamente lo que te preocupa? ¿Qué seas tú quién me gusta? —interrogó sin mayor emoción que un sutil tinte de soledad que quizá era un efecto de las sombras.

Kao rió, una respuesta natural ante el nerviosismo, fue una risa que sonó y se sintió forzada e incómoda para su propia garganta.

—Ni siquiera se me ocurrió esa posibilidad —pronunció mirándolo a los ojos.

No creía ser el alfa adecuado para Up, ni siquiera podía imaginarlo, ni intentar siquiera pensarlo. No diría estúpidamente que tenía mil errores y defectos, que su pasado era demasiado turbio y su ambiente familiar viciado, eso sería pecar de ingenuo, después de todo era mitad humano y lobo, ambos instintos tirando todo el tiempo, una más primitivo que el otro, uno más cruel que el contrario. Al final las personas eran un resultado complejo, visto desde un punto neutral, ninguno mejor que otro. Eran sacos de sangre y huesos. Era tan buen partido como lo sería un alfa que meditaba en las montañas cada fin de semana o uno que llevaba seis años en prisión. Uno vegano o uno que se metía pura comida chatarra. Uno que iba a la iglesia los domingos sin falta o uno que fumaba hierba los sábados en la noche. El concepto del bien y el mal era pura mierda.

Solo que al ver al omega tenía una impresión diferente, como que eso de ser simples sacos ya no tenía tanto sentido. Entendía que Up no necesitaba de alguien que lo protegiera, ni lo alentara a alcanzar sus sueños, todo aquello lo podía conseguir por cuenta propia. Sin embargo, no podía verlo con un alfa cualquiera, uno todo orgulloso y posesivo, tratándolo como si fuera un trofeo, o un simple objeto. Se había burlado diciendo que no sería el tipo de nadie, pero siendo honesto, podría ser el tipo de cualquiera. No sudaba seducción, ni era la criatura más erótica del planeta, pero era tan genuino que difícilmente se encontraría una persona como él, que decía lo primero que se le cruzaba por la cabeza, que no se asustaba con facilidad, actuando siempre tan valiente y admirable. Daba algo de miedo, él en ocasiones se sentía intimidado por aquellas orbes oscuras y curiosas, que parecían desentrañar los secretos de su alma con un solo vistazo. Tan solo batiendo sus espesas pestañas.

—¿Entonces qué te preocupa? —dijo sonando confundido.

Kao de pronto tuvo la impresión de estar acorralado, odiaba aquel sentimiento.

—Tu aspecto, mírate, parece que te rechazaron —gruñó deseando que se marchara, no podía soportarlo, era como ver a un cachorro herido y no poder hacer más que cruzar los brazos frente a su pecho—. ¿Qué tiene de bueno enamorarse si luces tan patético? —murmuró entre dientes.

—Es porque me rechazaron —respondió encogiéndose de hombros, si lo hacía una segunda vez, creyó que conseguiría volverse más pequeño.

—¿Y? Supéralo, apuesto que el tipo no era tan bueno de todos modos —enunció con algo de alivio.

No debería sentirse bien con aquella noticia, pero lo estuvo.

—Es bueno consiguiendo que me sienta mal, o que de la nada, todo a mí alrededor se sienta bien —susurró arrastrando la vista a su regazo.

Kao quiso golpear la pared, un impulso tan fuera de lugar como la sangre hirviendo que de pronto quemaba todo el camino de sus venas.

—No deberías darle ese poder a cualquiera —regañó, y sonó tan hipócrita cuando él mismo se sintió como un pedazo de mierda—. Sabes, se me ocurre algo que quizá te ayude.

El omega alzó la mirada y la enganchó con la suya.

—¿Qué es? —cuestionó, observándolo con una adoración que se le antojó como la de un creyente a su dios.

Al menos todavía lo escuchaba.

—Necesitas conocer más gente. Unos chicos en mi facultad organizaron una fiesta, está un poco lejos, pero valdrá la pena el camino y no me importa conducir hasta allá si eso te puede funcionar —explicó admirando su propia idea, aquello también le convendría, respirar el mismo aire de un barrio de los suburbios por casi una semana, ya le estaba afectando el cerebro.

—No estoy seguro, no creo que sea tan fácil...

—¿La persona que te gusta es un amigo de infancia, alguien que conocías de años? —le cortó.

—No... No lo es —balbuceó desviando la mirada.

—Entonces no hay un trasfondo sólido, te puede ocurrir con cualquiera y cuando te des cuenta, entenderás cómo funcionan las relaciones —dijo obteniendo su confianza de antes.

—¿Cómo estás tan convencido? —cuestionó con voz trémula.

—Es conocimiento común, a todos nos sucede en la adolescencia, crees enamorarte, pero después de dos o tres veces, descubres que no es tan especial. He salido con omegas, un número que ni siquiera recuerdo porque al final no es importante. Debes entender que no es el fin del mundo, al contrario, apenas empieza. —Estaba tan comprometido que lo tomó por los hombros sin ser consciente, Poompat tembló y fue su reacción lo que lo arrastró de vuelta a la realidad—. Y debes controlar eso, no puedes asustarte cuando un alfa te toca,

Up permaneció callado, meditando sus palabras.

—Gulf y Win, ellos están enamorados, y su amor parece especial —liberó como último recurso.

—¿Quieres ser como ellos?

La pregunta pareció tomarle por sorpresa, porque torció el cuello en su dirección con tanta rapidez que le hizo pensar que se lastimó un músculo. Le miró unos eternos segundos, directo, sin parpadear.

No entendió qué significaba.

—No, no quiero lo mismo que ellos.

[...]

Cuando tomó una desviación de la carretera y se adentró por un camino de terracería, Up no emitió protesta, se mantenía de cara a la ventanilla, no se quejó de la zona, hasta podría jurar que ni prestó atención.

Detestaba esa actitud, quería discutir con él, anhelaba que regresara a ser el irritable omega de antes.

Kao tenía un conocido con unos padres bastante adinerados, por lo que poseían la solvencia económica para mantener una propiedad fuera del foco de la sociedad, lo bastante apartada para asegurar las mejores fiestas privadas. La mayoría de los presentes no tenían la edad legal para tomar, por ello es que el lugar era perfecto para una fiesta de esa magnitud, no como la de Mew que sería mejor catalogada como una reunión entre amigos.

No conocía ni a la mitad de los que estarían en la fiesta, pero aquello era la mejor parte.

Al apagar el motor de la camioneta, la música de fuera se apoderó del silencio, pero con los vidrios arriba, aún el ruido era tolerable. En sus pechos vibraba el ritmo de la tonada. Era cuestión de tiempo para que pronto se unieran en su totalidad a ella.

—Te presentaré a mis amigos, solo no te acuestes con uno de ellos, hay más alfas allí —bromeó mientras se deshacía del cinturón de seguridad.

—¿Debería acostarme con alguien? —cuestionó en tono serio.

Últimamente parecía que todo lo que salía de sus labios, Up lo seguía a rajatabla.

—Solo si quieres, y si hay algún valiente dispuesto —de nuevo bromeó.

El omega pareció herido.

¿Cómo sería una buena broma si después la explicaba? Up debería saber lo atractivo que era, estaba bastante claro que no hablaba en serio.

—Bien —rebatió sacándose el cinturón y saliendo de la camioneta antes de que el mecanismo hiciera que este regresara a un lado de su cabeza.

No se apresuró a alcanzarlo, él mismo se sentía inquieto.

¿Lo estaba haciendo por Up, o por su propio beneficio? Parecía que el límite entre esas dos cosas se había desvanecido.

Tragó de nuevo un suspiro y bajó con calma. Up estaba a metros de la entrada. Puso la alarma y observó la espalda del omega. Vestía todo de negro, unos pantalones ajustados y una camisa de su talla correcta. Aquel anillo en su meñique del que todavía no le había hablado y suponía tenía un significado. En Up todo lo tenía, lo sabía porque una vez le platicó que al levantarse se cepillaba los dientes con la mano izquierda, por alguna mierda de que la mitad de su cerebro no dominante todavía no estaba despierta, o algo así entendió, fue ahí que comprendió que el chico se tomaba todo en serio. Y sabía que también incluía sus palabras, que cada vez que lo despreció lo hizo más inseguro, pero era lo que él hacía, era su forma de ser, soltaba un montón de vómito verbal, era como su defensa ante las personas que lo intimidaban, Up lo logró desde el momento en que cruzaron miradas.

Entonces antes de que él consiguiera derribarlo, prefería tirar y tirar hasta hacerlo caer primero.

—Andando, si te arrepientes me lo puedes decir —advirtió al pasar por su lado.

No había guardias de seguridad, solo un grupo de chicos sentados en las escaleras, un par reconoció al alfa y se levantaron para saludarlo. El resto fue su trayectoria a la barra de bebidas, hizo que Up tomara un shot de vodka antes de acercarlo a su pequeño círculo social. No es que le importara que lo vieran tan serio, pero quería que el omega comenzara a relajarse.

Ohm estaba jugando billar con Prem, Boun burlándose de su mala puntería.

—¿Qué hacen los tres más grandes perdedores presumiendo sus jodidos tiros? No se vayan a romper una uña, señoritas —dijo y Up por un momento tuvo la impresión que se ganaría una buena paliza, al menos, por la forma en que lo miraron.

El más amenazante de ellos dio dos pasos al frente para colocarse frente a él, la mandíbula tensa.

—Eres un pedazo de mierda —escupió y su fachada dura se rompió por la media sonrisa que le dedicó, dejó caer el brazo en los hombros de Noppakao con una familiaridad asombrosa—, ¿fanfarroneando solo porque el niño bonito está mirando?

—Up, este alfa, que no vale para nada la pena, es Ohm —lo presentó de la peor forma posible, y considerando como este le despeinó los cabellos casi afectuosamente, el omega por fin dejó de lucir preocupado.

—¿Qué haces con un tipo como Kao, cariño? —Interrumpió el otro alfa—, me imagino que ya te mintió diciendo que la tiene enorme, pero es una verdadera vergüenza para los de nuestra especie.

—Ese de ahí es Boun, y ni pierdas tu tiempo con él —aconsejó con una enorme sonrisa.

—¿Por eso te fuiste? ¿Por él? Es lindo, me gusta —dijo el único beta recargándose en el costado de Boun.

—Prem, si fuera alfa te diría que es el único que te conviene, pero es un beta que no logrará ni hacerte cosquillas —completó la presentación.

—Y si no estuviera comprometido —añadió Boun.

—No lo estamos —contestó el beta dirigiéndose al alfa que ahora lo rodeaba por la cintura—, además, si quieres dejar este trío de alfas idiotas, prometo que haré que no te arrepientas. —Le guiñó un ojo un tanto coqueto.

Ante aquel comentario los chicos rieron divertidos, como si no los hubiera insultado.

Up que no había podido hablar hasta ese momento, tomó la oportunidad:

—Es un gusto conocerlos...

—Estoy seguro que Nine no te habló de nosotros —pronunció Ohm—, solo piensa en sí mismo.

El omega sonrió, involuntariamente satisfecho porque había descubierto la forma en que los amigos de Noppakao lo llamaban.

—No ha salido el tema —contestó con voz suave, nervioso por los cuatro pares de ojos que tenía encima.

—No tienes que defenderlo, sabemos el chico que nos tocó —dijo Boun como si hablara de un hijo rebelde.

—Como sea, no estamos aquí para que hablen mal de mí, mejor les voy a enseñar cómo se juega para que cierren la boca. —Sin esperar respuesta tomó el taco que había dejado el otro alfa, el casquillo lo talló con un cubito de tiza.

Aquello lo tomaron con humor y enseguida se pusieron de acuerdo para turnarse conforme hubiera un perdedor. Poompat acordó ser el último, no había jugado antes y prefería observar antes de arriesgarse. Los chicos se gastaban bromas y se lanzaban insultos mordaces. El omega se mordió el interior de la mejilla al pensar que esos tres, eran muy similares a Kao.

Las cervezas iban y venían de sus manos, el líquido desaparecía conforme avanzaban, y las latas vacías se acumularon en una esquina, si querían podían formar una torre con ellas.

Esperaba no tener que jugar contra Noppakao, que al parecer su presunción no era exagerada, realmente era bueno, se movía con una soltura y belleza que a la luz anaranjada del bombillo, le daba un aspecto felino, para su mala suerte en un parpadeo se encontró siendo su turno.

—Anda, no seré tan malo contigo —provocó pasándole el taco más ligero.

—No le creas, una vez hizo llorar a Boun —comentó Prem.

—Oye, eso no es del todo cierto, ya estaba un poco sensible —gruñó en respuesta.

—No tengas miedo —insistió.

Up lo observó, la sonrisa en su rostro había desaparecido, él también era muy competitivo, al menos lo era con Kao.

—No tienes que contenerte... —murmuró aceptando el taco.

Ohm le aconsejó que se embarrara de tiza entre los dedos, para que el taco deslizara con facilidad.

Acomodaron las bolas en el tablero de pizarra con ayuda de un triángulo.

Estaba convencido que Kao barrería la mesa con su cara, que le daría una paliza en el juego.

Pero cuando dio el primer golpe y las bolas salieron disparadas sin una dirección aparente, no se burló. Y eso fue una buena señal. "Inclínate más", "ese ángulo no te conviene", "¿seguro que quieres golpear esa bola?", fueron solo algunos de los consejos que recibió del alfa. Eventualmente le ganó, pero era algo que esperaba desde el inicio, su técnica y experiencia no estaba tan pulida como la del adverso.

—Eso fue muy caballeroso, Nine —alabó Ohm al final—, pensé que no conocías la paciencia.

—Cállate, no hice nada —rebatió avergonzado, había olvidado que tenían público.

—Vamos a bailar, al billar podemos jugar cualquier día cuando entremos a la universidad —protestó el beta con un puchero en los labios.

—Tiene razón, además, esa canción me encanta —Boun tomó la muñeca de Prem y Ohm, y gritó sobre su hombro—: ¡será mejor que nos alcancen!

Ambos habían olvidado su plan inicial, volvían a divertirse juntos.

—¿Quieres bailar con ellos? Ya perdiste mucho tiempo con nosotros —dijo metiendo las manos a sus bolsillos, en aquel gesto que le hacía lucir distante.

Tal vez había tomado demasiado, pero no quería dejarlo ir, no sabría qué decir para convencerlo de que se quedara con él, con ellos.

—¿No te importa? —Llevó su diestra a su codo, encogiéndose, como pidiendo permiso.

El alfa asintió perdiéndose un instante en cómo sus cabellos oscuros brillaban con las luces RGB que había pegadas en las esquinas del techo.

Sintió como si su corazón estuviera atrapado en la parte posterior de su garganta. Cerró los ojos y tomó un largo respiro.

—Están locos, no digas que no te lo advertí —dijo poniéndose en marcha y abriendo el camino para el omega hasta el centro de la habitación, que habían adaptado como pista.

Ahí ya estaban los tres, agitándose a un ritmo que no era del todo el de la música, al ver a Kao y a Up gritaron para animarlos, con las manos en el aire como si después de una competencia reñida hubiese ganado su equipo favorito, incluso Prem silbó con fuerza, demostrando que tenía unos excelentes pulmones. Pronto entre los cinco formaron un círculo donde presumían y se retaban con pasos estúpidos que se inventaban, Up se carcajeo por cómo se movían, parecían tontos, pero le hizo feliz que no le importara a nadie. Noppakao dio saltitos y de pronto tuvo la impresión de que lucía como un niño, tan infantil. Se alegró con esa imagen y se dejó llevar por los amigos del alfa, que reían y gritaban cada que intentaban cantar y se equivocaban.

Con Gulf, Win, Fluke y Earth no podía actuar así, era nuevo para Up.

Cuando Prem los interrumpió para proponer robar cervezas y subir al mirador que estaba a menos de un kilómetro, a nadie se le ocurrió una razón para que no sonara como la mejor idea del mundo, así que tomando todas las que podían sostener, salieron disparados por el monte hasta alcanzar la cúspide. Varias latas se les cayeron de las manos, ellos tropezaron y se aventaron, chocaron y rodaron, pero consiguieron llegar con al menos dos cervezas para cada uno.

A esa distancia todavía se podía escuchar la música, se tumbaron cerca de la orilla, utilizando las piernas ajenas como almohadas y comenzaron a relatar sus anécdotas más estúpidas. Estaba seguro que al día siguiente dirían que esa fue una de ellas. Al menos ninguno había terminado desnudo como escuchó Up que les había ocurrido en varias ocasiones.

—¿Cómo se conocieron? —interrogó el alfa que al inicio le pareció intimidante, pero que ahora le resultó como el más centrado del grupo.

Echó un vistazo a Kao, que se había dormido en el regazo de Boun.

—Soy su vecino, mi casa queda frente a la suya —contestó con la vista fija en el cielo.

Estaba seguro que de día debía lucir hermoso, pero a medianoche, el paisaje adquiría un aspecto lúgubre, aunque la luna seguía siendo la misma. Igual de hermosa.

—Nine no suele tener amigos omega, me sorprendió cuando llegaste con él —confesó tomando la última cerveza, la rodó en sus manos y tras pensarlo unos segundos, se la ofreció.

Up negó con la cabeza, y observó cómo el chico la abría y se la empinaba en los labios.

—Se acuesta con ellos —insinuó con amargura, aprovechando que estaba distraído.

Ohm se limpió con el dorso de la mano, y decidió que ya no le apetecía beber más. La vació a un lado de él, y lanzó la lata junto a las otras.

—No, no exactamente —dijo ganándose la atención de Up, que ahora le miraba con los ojos brillosos—, es más como que no es muy compatible con ellos.

—¿Por qué? —Le había visto con Earth, bromeando con Gulf y Win, no parecía que les molestara.

—No estoy seguro... —respondió y al notar que el adverso le miraba con decepción, añadió—: Dice que se aburre con ellos, incluso ha salido con algunos, y no duran más que un par de días.

—Es todo un jugador —concluyó con un suspiro.

No necesitaba escuchar más, si alguien como él lo despreciaba, incluso para un rato, entonces no tenía mayor esperanza.

—No —lo contradijo Ohm—, siempre he creído que no consigue crear lazos afectivos, de ningún tipo con los omegas. Recién entramos a la universidad, se nos unió un chico muy agradable, a los tres nos caía muy bien, era gracioso y honesto, pero terminó alejándose al darse cuenta que Nine no se sentía cómodo con su presencia.

—Entonces odia a los omegas —replicó con una ceja en alto.

—Tampoco —explicó con paciencia—, nunca se ha referido mal de ellos, y no intenta alejarse, son ellos los que con su actitud se van.

Up tragó duro para deshacer el nudo que comenzaba a formarse en su garganta, podía entender por qué lo hacían, él no era diferente a todos los omegas que antes se cruzaron por el camino de Kao.

—Yo... Supongo que no deberías sorprenderte de verlo conmigo, no soy amigo de Kao, solo intenta ayudarme —admitió hundiendo sus hombros, en aquel gesto que reflejaba que prefería desaparecer.

—Él te ve Up —lo cortó—, él te nota, y eso es sorprendente —dijo con cierta emoción que creyó era exagerada.

Era normal que lo viera, después de todo existía, no es como si fuera invisible.

—Bueno, siempre me dejó claro que soy un omega raro, por eso debí despertar su curiosidad —contestó con frialdad.

Ahora todo comenzaba a tener sentido, Para Kao no era un omega en toda regla, por ello le era fácil orbitar a su alrededor.

—Dijiste que te está ayudando con algo, Kao es una persona muy amable, pero no lo es con todos, solo con los más cercanos —reveló en un susurro al ver que su amigo se giraba en una posición más cómoda—. Hoy vi cómo te miraba preocupado, todo el tiempo estuvo pendiente de ti.

Negando con la cabeza sonrió con tristeza. No quería hacerse ilusiones y no le parecía justo que Ohm lo alentara, aunque sabía lo hacía sin ser consciente.

—Está bien, quizá empieza a cambiar como yo —dijo dando por terminada esa conversación.

Se levantó y se acercó al borde, donde una muralla que le llegaba arriba de la cintura se interponía entre el límite y el vacío.

El viento silbaba entre las hojas de los árboles bajo sus pies, el aire era casi frío contra sus mejillas calientes, sus dedos querían contraerse de la vergüenza, estaba feliz de estar ahí, y era como si aquello fuera incorrecto, casi sucio.

—Te gusta, ¿cierto? —escuchó a su espalda.

Up tembló, asustado porque intentó no ser tan obvio, y fracasó. Porque esa oportunidad de conocer más personas la gastó conociendo una nueva faceta de Kao que, en lugar de alejarlo, le hizo desearlo más.

—No, me gusta alguien más —mintió.

Podía hacerlo porque no lo estaba mirando, así no se percataría del engaño que contrastaba con su expresión honesta.

Ya no obtuvo una réplica, deseó que le creyera. Si conseguía que alguien lo hiciera, entonces no sería imposible cuando él lo intentara.

[...]

Como todos terminaron borrachos y con las ideas nubladas por el cansancio, regresaron a la fiesta y se adueñaron de una de las habitaciones del sitio, solo había una cama matrimonial de la que Prem insistió compartir con Up. Las tres alfas se la apañaron con el sofá junto a la ventana y la alfombra. Pensó que no conseguiría dormir, pero el alcohol en su sistema volvió sus párpados pesados y su cabeza tan ligera como una pluma.

Se abrazó a sí mismo en algún punto de la madrugada, con aquel dolor de estómago que no lo dejaba en paz, emitió un par de quejidos hasta que sintió un calor reconfortante cubrirlo por la espalda, unas manos rodearlo por el abdomen, ahí donde era insoportable de repente se volvió como una máquina de crear burbujas, la sensación que le causaba un cosquilleo relajante le hizo tener el sueño más profundo y reconfortante que no obtuvo en mucho tiempo.

—¡Me tiró al suelo, lo voy a matar! —escuchó una voz quejarse.

—Anda, no es para tanto, nosotros también dormimos en el suelo —respondió una voz más profunda.

—Pero luchó tanto por el sofá para que al final lo abandonara e hiciera lo que le diera la gana —gruñó Boun.

Las palabras flotaban en el aire en lugar de entrar a su cabeza.

—¡Vamos a patearle el trasero! —exclamó la primera voz efusiva.

—¡Silencio! —Esta vez la fuente que le proporcionaba calor habló.

Las risas comenzaron a surgir, tan fuera de lugar, creyó que estaban enfadados.

—¿Quieres que los dejemos solos? —pronunciaron en un todo que identificó como burla.

Up abrió los ojos perezosamente. Sentía el cuerpo con la tensión exacta para resultar placentero, la sensación de las sábanas bajo su piel era refrescante y agradable, la luz era lo único que le molestaba.

La enorme sonrisa de Prem fue la que le dio la bienvenida a ese día. Adormilado le devolvió el gesto, no pudo evitarlo, se sentía como embriagado de felicidad. Quizá aún seguía borracho.

El agarre en su cintura se afianzó y fue cuando su conciencia decidió hacer acto de presencia. Alguien lo tenía abrazado por la espalda.

—¡Cállense, quiero seguir durmiendo! —Kao protestó, la voz vibrando en su propio pecho.

El calor se extendió, al igual que Ohm y Boun se acercaron con las cámaras de sus celulares apuntando en su dirección.

Se arrastró al extremo de la cama más cercano para liberarse de los brazos del alfa, pero este lo tenía aferrado con una fuerza que en otro momento habría descrito como asombrosa, pero no en ese instante.

Entendiendo que Up intentaba escapar, Ohm lo ayudó.

Kao despertó del todo, con una expresión aterradora cuando tiró de sus muñecas.

—¡¿Qué te pasa?! —gruñó amenazante.

Ohm sin una pizca de miedo señaló al omega inquieto que luchaba por escapar.

Parpadeó un par de veces hasta comprender la situación, y con lentitud aflojó su agarre.

—Te subiste a mitad de la noche, y por tu culpa dormí en el suelo, me duele la espalda, maldito —interrumpió el beta ignorando que Kao le había sacado los colmillos.

Su alfa parecía furioso, y en lugar de temer, le resultaba entretenido. Sabía que cuando estuviese consciente del todo, se moriría de vergüenza.

—Como todo un bandido, esperando el momento oportuno, cuando todos estábamos dormidos —se burló Boun bastante divertido.

Kao bruscamente se puso de pie, asustado por si intentó algo más con Up, no recordaba nada. Solo sabía que las palmas de las manos le ardían, extrañando la piel del estómago del omega. Tenía el vago recuerdo de su cuerpo encajando a la perfección con el suyo, su espalda contra su pecho, su trasero contra sus huesos pélvicos y...

No podía ser cierto, tenía una enorme erección, una tienda de campaña media levantada porque la mezclilla no cooperaba.

Up estaba sentado en el borde de la cama, dándole la espalda, ¿también lo había sentido? Seguro lo odiaba, se daba asco a sí mismo, actuando como un depredador sexual, aprovechando que el omega estaba durmiendo, borracho e indefenso.

Quería disculparse, decirle que no fue su intención asustarlo ni abusar de él, pero antes debía ocuparse del estúpido problema en sus pantalones. Arrancó la sábana del colchón y se la puso encima. Quizá sus amigos lo notaron y por ello todos se quedaron mudos, hubiera preferido que continuaran hablando, sus voces chillonas eran mil veces mejor el ruido estático que se había formado en su cabeza, como un zumbido que anticipaba un monumental dolor en las sienes. Estaba tan jodido que cuando la sensación de arcadas le invadió, ni siquiera le sorprendió. Salió disparado al baño.


Continuará...

N/A: Borré la primera historia, es que al final no me gustó. 

Según iba a terminar con esta parte, pero Kao alfa y Up omega me lo complican, se resisten xD

Gracias por leer, y por animarse a dejar comentarios, es lo que me motiva a seguir 

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