It's you [parte I]
En un pequeño barrio de los suburbios, donde las familias establecidas décadas atrás fueron testigos de los cambios sociales y culturales del sitio, terminando por adaptarse de tal forma que su familia entera creció allí; y gracias a la comodidad de tener la ciudad a pocos kilómetros de distancia, y quizá a un estancamiento económico, seguían ahí a pesar del tiempo. Era muy raro que nuevos vecinos aparecieran. Las mismas caras de siempre. Excepto por el departamento número nueve, aquel que había sido adquirido por una pareja joven y prometedora, que después de tener dos hijos, y tres amantes por parte del esposo, se divorciaron y comenzaron una lucha legal por la propiedad. Aquella casa estuvo desocupada por años, parecía que no lograban llegar a un convenio. Toda la vecindad tenía la certeza de que jamás conseguirían ponerse de acuerdo, en consiguiente, aquel era el departamento donde los adolescentes se retaban para entrar por la madrugada y terminar por salir corriendo despavoridos.
Nadie esperó que el hijo mayor de los Noppakao regresara un día para habitar aquella descuidada propiedad.
La tarde en que aquello sucedió era especialmente calurosa, Up, el hijo menor de los Poompat se encontraba en el patio de enfrente, tirado a la sombra de un árbol de ramas escuálidas y que no lucía nada frondoso a comparación de otros. El joven pensaba en el motivo del porqué su madre lo plantó, en lugar de optar por uno con más hojas, aunque claro, también debía considerar el hecho de que al ser más tupido tendría que barrer más seguido. Por ello en lugar de quejarse con amargura se abanicó con el libro que había sacado para leer. No se confundan, estaría jugando dentro con su Xbox, de no ser porque la energía eléctrica se interrumpió en toda la colonia. Era típico que cuando más calor hacía, los transformadores se sobrecargaban y con suerte, no terminaban quemados e incendiando ramas cercanas.
Era cuestión de tener paciencia para que lo arreglaran, con todos llamando y levantando reportes, esperaba que en un par de horas pudiera regresar al aire acondicionado.
Up Poompat tenía diecinueve años, y mientras algunos de sus compañeros aprovechaban las vacaciones para trabajar y ahorrar dinero para cuando regresaran a la universidad. Up había optado por perder el tiempo y holgazanear en casa. Estaba cansado del tráfico y del mal humor colectivo, solo deseaba tomar un largo respiro de tranquilidad. Gracias a que era el menor, su madre no había protestado como lo hacía con el resto de sus hermanos. Al contrario, estaba contenta de tenerlo de vuelta.
Una camioneta roja descendió por la calle principal, el brillo reflejado le hizo entornar los ojos y arrugar la nariz. A aquella distancia era imposible percibir algún aroma, pero como buen omega, podía presentir problemas, y quien sabe, pero le pareció que el aire se cargó de una fragancia pesada.
Observó en solemne silencio y muy quieto, cuando el auto se detuvo justo enfrente de él, aunque del otro lado de la calle, agudizó sus sentidos. Era imposible que alguien llegara a ocupar aquel departamento en pésimas condiciones, el jardín era un monte salvaje y no había ni un solo vidrio que estuviese completo.
Del lado del piloto vio bajar a un muchacho, calculó que debía ganarle por dos o tres años, alto y de color de pelo de un intenso negro. Traía lentes de sol, una camisa holgada y un short de mezclilla, parecía vestir lo apropiado para el clima, pero igual se veía genial considerando los elevados grados infernales.
Contra todo pronóstico le vio abrir el portón e ingresar a la propiedad. Up que estaba apoyado con sus codos se enderezó hasta quedar sentado. No tenía que ser el mejor olfateando para descubrir que aquel tipo era un alfa, su apariencia y la forma en que se desplazaba lo gritaba sin lugar a dudas. Rechinando los dientes deseó que se marchara cuanto antes, no quería un vecino apestando a alfa. No es que le desagradaran, pero en verdad lo hacían sin que él lo buscara.
Empezó en su primer año de secundaria, cuando les hablaron de las diferencias entre omegas, betas y alfas. Desde ese momento se fue todo al carajo. A esa edad los chicos solo prestaron atención a la parte de que los omegas serían los encargados de concebir a las futuras generaciones. Up opinó unos años después que tal concepto era una completa idiotez. Empezando porque la población ya era excesiva, y segundo, porque los omegas no solo servían para eso, aunque fuesen muy fértiles y resistentes al parto. Además se tenía el estereotipo de que los omegas eran bonitos, de curvas suaves y piel nívea, con aromas frutales o de flores del campo, un montón de tonterías. Quizá le tenía tanto rencor porque lo único que él sacó de ello era una complexión delgada y escuálida, sus piernas eran dos hilos y sus brazos un par de fideos. No poseía aquella figura que ponía a los alfas de rodillas, y honestamente, no le podía importar menos, porque hasta ese día ningún alfa le había volado la cabeza —el sentimiento era mutuo, al parecer—, sus feromonas fuertes lo único que le provocaban era malestar en el estómago. Bien, tal vez debía admitir que no era un omega común. Pero vamos, ¿quién realmente lo era? Gulf, el hijo de los Kanawut que vivía a la vuelta, media casi dos metros, superando en altura a varios alfas, y Win, primogénito de los Metawin —que vivía en la casa más lujosa del barrio—, desde que se había metido al gimnasio había adquirido un six pack envidiable. Que ni siquiera Singto —el hijo de los Prachaya dueños del departamento de la esquina— como alfa podía comparársele en fuerza. No cabía duda de que los estereotipos eran historia antigua, pero al menos, seguían conservando cierto grado de razón. Eran sexys, deseables, y Up, bueno, tenía excelente salud.
Cansado de fisgonear al alfa que no salía de aquella casa de terror, y sin dar señales de vida, dejó que su peso lo arrastrara de vuelta al suelo mientras llevaba las manos detrás de su nuca para no lastimarse el cuello.
La luz que se filtraba por las hojas, y que era un montón, dibujaba manchas de luz por toda su ropa y piel descubierta, cerró los ojos y permitió que su pálida piel, incluso en verano, absorbiera un poco del sol deslumbrante, estaba sudando, detrás de las rodillas sentía la humedad, e incluso entre sus muslos, le recorría la espalda y tenía un poco en los brazos por tener su cabeza apoyada en estos.
—Disculpa, ¿vives aquí? —Aquella voz le sacó de su ensoñación.
No necesitó incorporarse, al abrir los ojos de golpe, en su campo visual apareció aquel muchacho que antes bajó de la camioneta.
Estaba dentro de la propiedad familiar y en momentos como aquel, es que lamentaba que su padre considerara una pérdida de dinero bordear los límites con algún muro o barandales de metal, incluso con algunos trozos de madera se conformaría.
—Sí —dijo desconfiado y regresando a su postura anterior, de apoyar su peso en los codos.
El alfa lo observaba con indiferencia, seguro juzgando las manchas de tierra que tenía en la ropa. No podía verse más patético.
—No quiero molestarte, pero me dijeron que ya habría electricidad en la casa de enfrente, pero intenté encender algunas luces y no funcionaron... Además... —se detuvo barriendo con la mirada el vecindario—, parece que todo está muy tranquilo, no se escucha música o algún ruido que delate que soy el único.
Up se levantó, sacudiéndose el polvo del trasero y la espalda, le dolía el cuerpo por estar tirado tanto tiempo en el suelo.
—Se fue hace dos horas, ya no debe tardar en regresar —respondió decidiendo que era hora de regresar al interior de su casa.
—Bien —dijo el alfa sin que se le pasara desapercibido el que Up estaba por finalizar la conversación.
—Sí... —replicó retrocediendo unos pasos.
—¿Será que puedas ofrecerme un vaso de agua? —lo pronunció de tal forma, como dando a entender que le debía el ser amable—, pronto seremos vecinos —aclaró el porqué lo creía.
Enarcando una ceja estuvo a nada de decirle que no le podía importar menos, pero su mirada captó los labios partidos del alfa y se tragó sus palabras. Si su madre estuviera presente hasta lo invitaría a comer.
—Pasa, está igual de caluroso, pero al menos la sombra es mejor —respondió de mala gana, señalando el árbol estático que en primavera al menos daba unas flores decentes, quizá por eso su madre lo había plantado. Pero ¿valía la pena que el resto del año fuera todo ramas secas?
—Kao —expulsó casi como si alguien le arrancara a fuerzas aquella palabra de los labios. Up puso su mejor mueca de confusión—, ese es mi nombre —aclaró poniéndose en marcha.
—Up Poompat —respondió sin pensar.
No era bueno en las presentaciones, ni en estrechar las manos o hacer un wai, existían personas que lo hacían con naturalidad y luego, bueno, estaba él. Al menos le alivió que Kao no extendiera aquello.
Corrió a la cocina y buscó un vaso de vidrio, de los más nuevos. Lo llenó directamente del grifo y al dar vuelta casi lo tira al suelo. A una distancia poco prudente estaba el alfa.
—¿Eres un omega? —cuestionó inclinándose sobre él, olfateando y con una bonita expresión incrédula.
—Algo así. —Se escabulló dejando el vaso en la barra para que el adverso lo tomara.
Kao lo observó ahora con cierta curiosidad, no impresionado, más bien como si viera a un bicho raro.
—No pareces un omega —liberó sin ni una pizca de sutileza—, si no te hubiera olido, no lo creería aunque me lo juraras.
Up casi se ríe, bien podrían tomar una cerveza y discutir aquel punto, porque él tampoco lo creía, pero una cosa era lo que pensaba de sí mismo, y otra muy diferente lo que el resto opinaba. No le gustaba cuando los demás metían sus narices donde no les llamaban, literalmente, como en esta ocasión. Entonces en lugar de reír empezó a enfadarse.
—Pues tú tampoco pareces un alfa, no con esa cara de bebé —contraatacó al instante, no se enteró cuando se quitó los lentes de sol, debió hacerlo en algún punto mientras él le daba la espalda.
Ahora podía apreciar cada centímetro de su rostro, y era un tanto dulce, no había mentido del todo.
El alfa ignoró su comentario y tomó del vaso, gotas de agua escurrieron por las comisuras de sus labios, y si Up no hubiese estado enojado, quizá habría admitido que eso era un poco interesante.
—Es porque tengo diecinueve años, ¿cuántos años tienes tú? ¿Veinticuatro? —Liberó con una sonrisa confiada.
Up enseguida abrió los ojos al punto que parecía que saldrían disparados. ¿En verdad lo pensaba?
—Sí, debe ser eso —mintió para seguirle el juego, no le daría el gusto de discutir por una tontería que seguro se sacó de la manga.
Ante aquella respuesta plana Kao estudió el departamento.
La mayoría de los muebles y decoraciones eran del gusto de su madre, cruzó los dedos para que no hiciera otro comentario desagradable.
Su mirada se detuvo en un cuadro familiar.
—Entonces... ¿Te estarás quedando mucho tiempo por acá? —dijo Up incómodo por el silencio y por como la expresión del alfa se volvía sombría al observar el resto de fotografías de su familia.
Kao giró y como si estuviera en su casa, abrió el grifo para volver a llenar el vaso.
—No lo sé... ¿Por qué? ¿Estás interesado? —replicó por encima del hombro con una sonrisa ladina.
El omega hizo una mueca de horror, le parecía de mal gusto que fingiera coquetear después de su horrorosa actitud, o al menos, era otro truco para molestarlo. En ese momento se odió por no acompañar a su madre a visitar a las tías. Sus preguntas de si ya se había conseguido un novio atractivo, o que le aconsejaran salir a citas eran mil veces mejor que esto.
—¡Por Dios, me descubriste! —exageró con voz aguda ocasionando que Kao rodara los ojos por su pésima actuación.
—Como sea, yo... —El ruido de ventiladores, del refrigerador, de varios aparatos electrónicos y algunas luces encendiéndose interrumpieron su oración.
Up corrió a ponerse frente a la salida del aire acondicionado, no le importaba que las puertas y ventanas estuvieran abiertas, lo único que le interesaba era refrescarse. Estuvo tan metido en ello que no se dio cuenta cuando Kao hizo lo necesario para que el aire frío no se escapara. Fue hasta que escuchó que se sentaba que recordó su presencia.
—¿No te irás ahora que regresó la electricidad? —Señaló sin tacto, no iba a disimular que no le agradaba.
—No seas egoísta, solo me refrescaré un poco —respondió extendiendo los brazos por lo largo del sillón, en un acto de completa confianza. ¿Por qué se comportaba así?
Up desaprobó su actitud, pero no le dijo nada, así que para liberar tensión expulsó un largo suspiro.
El timbre sonó anunciando una visita. Up no podía creer que tuviera tanta mala suerte. Esperaba que no fuera su madre regresando temprano, porque su progenitora era fanática de los alfas que lucían como buenos prospectos para su hijo. Arrastrando los pies se dirigió a la puerta, al abrirla un campo de girasoles atacó sus fosas nasales.
Gulf Kanawut estaba del otro lado, con los brazos cruzados frente al pecho y el ceño fruncido.
—¿Qué haces aquí? —cuestionó sorprendido.
El omega que superaba por una cabeza a Up puso los ojos en blanco. Era justo por aquella reacción que estaba allí.
—Quedamos de ir a la fiesta de Mew desde la semana pasada, y como eres estúpido sabía que lo olvidarías —espetó con fastidio y pasó por su costado auto invitándose al interior.
—Y por qué no me mandaste un mensaje —replicó mientras lo seguía, últimamente no parecía que el que vivía ahí era él.
Gulf gruñó.
—Te estuve mandando mensajes como loco, y sé que tenías datos porque te llegaban a pesar de que tu módem estaba apagado —dijo girando para encararlo.
Sonrió avergonzado, su celular estaba en el piso de arriba. No se había acordado de él hasta ese momento.
—Lo siento —admitió su distracción para que Gulf dejara de lucir tan amenazante. A veces parecía un alfa.
—Ya no importa, pero más te vale que cuando pase por ti estés listo, por eso estoy aquí, para que te metas de una vez a la regadera y... ¿No sabía que tenías compañía? —Se paró en seco al descubrir a Kao en el sillón, que observaba su pequeña discusión con una sonrisa.
—Está bien, ya se va —respondió Up a la par que se colocaba frente a él para que dejara de mirarlo y...
—¿Quién es tu amigo?
... Comenzara a preguntar.
—No es mi a...
—Kao, un gusto —contestó desde su espalda con amabilidad.
Al escucharlo el más bajo de los presentes arqueó una ceja, ¿cómo es que con Gulf sonaba tan educado y con él tan pesado?
—Yo soy Gulf, amigo de infancia de Up —explicó en un tono más suave al que solía utilizar.
Olfateando problemas decidió que lo mejor era sacar de ahí a Kao, antes de que fuera demasiado tarde.
—¿Siempre es tan despistado? —preguntó con cierta diversión impregnada en la voz.
—Sí, de hecho, fue el último en enterarse que es un omega, eso lo dice todo —confesó apartando a Up para que dejara de interponerse entre ellos.
—Te creo —replicó bastante entretenido—, por cierto, escuché que hablaban de una fiesta, será mejor que me vaya para que puedan...
—Cierto —interrumpió—, ¿por qué no vienes con nosotros?
Up no podía dar crédito a lo que escuchaba.
—Pero... Ya no hay espacio en tu auto —buscó desesperado una excusa.
—Puedo llevar a Up en el mío —propuso encantando.
—Genial, él sabe el camino, solo asegúrate de que llegue temprano, suele aparecer ya que vamos a terminar —advirtió satisfecho. Kao le había ahorrado el trabajo de arrastrar a Up hasta la fiesta.
Antes de que pudiera hacer algo, Gulf ya se estaba despidiendo y dirigiéndose a la puerta. Seguro se había llevado la impresión equivocada.
Cuando el omega desapareció, dio media vuelta con una mirada acusadora que no pretendía ocultar.
—¿Por qué aceptaste? —escupió regresando a su molestia inicial.
Kao solo conseguía ponerle de los nervios una y otra vez.
—No tengo nada que hacer de todos modos —dijo como si fuera la cosa más obvia del mundo.
—No me refiero a eso, ni siquiera nos conoces —contestó conteniéndose de levantar su índice y con este apuñalar el pecho del alfa.
—¿Y? Ahí puedo conocerlos —explicó poniéndose de pie.
Por un instante Up tuvo la esperanza de que por fin se marchara, pero cuando lo tomó por los hombros y lo obligó a girar sobre sí mismo perdió toda la fe del mundo.
—¡¿Qué estás haciendo?!
Lo liberó cuando llegaron a las escaleras y él se pasó derecho a la puerta principal.
—Necesitas un baño, tienes tierra hasta en el cabello, regreso en una hora.
Abrió la boca y estuvo a punto de decirle que no era necesario que volviera, sin embargo el alfa no esperó por su respuesta.
[...]
—¿Es en serio? —soltó cuando lo tuvo enfrente. Desaprobándolo con claridad.
—¿Qué hay de malo? —respondió mientras una mueca se formaba en sus labios.
—Vas a una fiesta, no a una reunión a la casa de los abuelos —pronunció a la par que rodaba los ojos.
La vena de la frente de Up se hinchó, no podía creer que se pusiera a criticarlo cuando él seguía con la misma ropa.
—Da igual, vámonos de aquí antes de que... ¡Espera! —Intentó detenerlo cuando pasó por su lado, lo tomó del brazo y tiró de él, mas no consiguió frenarlo.
Kao subió los escalones de dos en dos, si fuera beta tendría que abrir habitación por habitación para encontrar la de Up, pero con aquel peculiar aroma a omega manando de un sitio en especial no fue necesario buscar.
Giró el pomo y se encontró con un cuarto de paredes oscuras, encendió la bombilla cuando encontró el apagador a un costado.
Quiso atribuir su mal gusto debido a la escasa luz, tal vez cuando se miraba al espejo pensaba que se veía bien porque en general, no veía bien.
—¡¿Qué estás haciendo?! —Un frenético Up le iba pisando los talones—. ¡No toques mi armario!
La indicación llegó demasiado tarde.
—Debes tener algo decente... —pronunció descartando camisas anchas y pantalones de tonos aburridos—. ¡Ajá! —declaró triunfante cuando sus dedos se toparon con una camisa blanca de encaje.
—¡No! —dijo arrebatándole la prenda de las manos.
—¿Por qué no? —replicó con el ceño fruncido, lo único que quería era que luciera bien.
El omega miró la camisa con horror, era un regalo de su madre, cuando cumplió diecisiete años, pero nunca se la había puesto. Sabía que a pesar de que ya tenía dos años escondida en su clóset seguro le quedaría, no había crecido tanto desde entonces.
—Porque no —contestó decidido, no le debía ninguna explicación, no tenía por qué decirle que no se sentía cómodo con ropa reveladora ni ajustada.
—Se verá bien en ti —animó con cierta indiferencia.
Lo observó con los ojos entrecerrados, intentando detectar un matiz de burla en su expresión, mas no halló nada.
—Lo que traigo se ve bien en mí —atacó.
—Pareces un abuelo.
No quiso darle importancia a su comentario, pero en verdad le molestó aquella mirada que le lanzó. De superioridad.
—Bien —aceptó más molesto que al principio y en ese instante se sacó la camisa, que no le tomó ni dos segundos elegir, y se puso la de encaje—. ¿Feliz?
Kao se encogió de hombros sin reflejar emociones de por medio y salió de la habitación.
[...]
El camino a la fiesta no fue tan incómodo porque el alfa decidió poner música a cierto volumen que si alguno hubiese querido decir algo, se habría visto obligado a gritar para ser escuchado.
Al llegar a la fiesta descubrió con alivio que su grupo de amigos ya estaba allí. Cruzó los dedos para que no hicieran un comentario estúpido de su elección de vestuario. Pero como solía suceder, no tuvo tanta suerte.
—Vaya, hasta Up puede lucir lindo cuando tiene novio —pronunció Bright sin ánimos de ofender.
—No es mi novio —argumentó lanzándole una mirada de advertencia para que dejara de bromear con eso.
—Tu chico es sexy, dile que no necesitamos guardia de seguridad, que venga aquí con nosotros —Earth ignoró sus palabras.
Up cansado de aquello y consciente que no se libraría tan fácil, bufó y se fue derecho a la barra donde tenían las bebidas. Tomó una cerveza y abriéndola ahí mismo se la empinó en los labios.
Aunque el sol estaba por descender, el calor seguía siendo insoportable, necesitaba apurarse y perder un poco la razón.
Al regresar Kao ya estaba rodeado de los traidores que consideraba amigos, no podía creer que lo hicieran a un lado solo por un alfa con sonrisa bonita y físico envidiable. Por Dios, podía no ser tan caliente, pero era entretenido hablar con él, si se lo proponía podía ser realmente gracioso.
Decidido a que Kao no arruinaría su noche intentó olvidar que estaba allí y que de alguna forma él lo había traído.
Win que amaba bailar no tardó en poner una de sus mezclas favoritas, y cuando corrió hasta él para invitarlo, no se hizo del rogar y aceptó. No era tan bueno como Metawin que iba incluso a clases de danza, pero al menos no tenía dos pies izquierdos.
Un pequeño grupo de jóvenes se les unieron y cuando iban por la quinta canción, Fluke fue a buscarlos para que se unieran a su juego.
Up ya se había cansado, entonces no lo pensó dos veces al seguirlo, Win no muy convencido lo imitó.
El juego era simple, una botella en el centro y las mismas preguntas de siempre, verdad o reto. Aunque todos eran mayores, aquel juego no les parecía que había perdido el encanto.
Se sentó al lado de Fluke y Mew, Kao no estaba frente a él, entonces le alivió pensar que no tendría que interactuar con el alfa.
Aunque Mew y Gulf andaban coqueteando, todavía no eran una pareja oficial, al igual que Bright y Win, por lo que los chicos no desaprovecharon la oportunidad para juntarlos, se estaba divirtiendo hasta que la boca de la botella lo señaló. Del otro lado Gulf.
Cuando la comisura de su labio se estiró en una pendiente desafiante supo que estaba jodido.
—Reto —aclaró antes de que le preguntara, no iba a arriesgarse a que le pidiera que revelara el repertorio de historias vergonzosas que había experimentado a lo largo de su desafortunada existencia.
Kanawut sonrió con maldad.
—Te reto a que beses a un alfa —dijo sin una pizca de consideración.
Up no podía creer que se atreviera. ¿Alfa?, solo había tres ahí, Bright, Mew y Kao. Y a menos que quisiera morir joven, no besaría a Mew o a Bright. El resto eran omegas y betas.
Con rapidez se puso a buscar con la mirada si en la fiesta había algún otro alfa que no conocía.
—Lo lamento, solo somos tres —dijo Mew, el anfitrión, y que a la vez se disculpaba por la travesura de su futuro novio.
Por un segundo le cruzó el pensamiento de besar a Mew para vengarse de Gulf, pero no actuaría como un idiota. Aunque pensaba que su amigo lo era en ese instante.
Kao se mantuvo callado, con el rostro inexpresivo, durante todo el tiempo que duró la lucha interna del omega.
—¿Solo un beso? —cuestionó aceptando que no tenía más opción. A menos que decidiera arruinar la diversión.
Por un beso no moría nadie, ¿o sí?
—Uno de verdad, que dure al menos diez segundos —indicó con una enorme sonrisa.
Up chasqueó la lengua y se arrodilló rompiendo el círculo al comenzar a andar a gatas.
Al inicio pareció que iba directo a Bright, el alfa palideció y casi pudo percibir que le decía con la mirada que era una pésima idea, pero lo ignoró y se arrastró hasta su verdadero objetivo. Kao.
Escuchó a sus amigos comenzar a animarlo y al grupo de omegas femeninas, reír divertidas por la función que estaban por presenciar.
Intentó poner su mente en blanco, incluso cuando tuvo al alfa tan cerca que sus narices rozaron.
—No significa nada —expulsó su aliento cálido en los labios delgados de Kao—, no eres mi tipo y no voy a usar mi lengua —aclaró para que comprendiera su intención.
—Tampoco eres mi tipo, dudo que seas el de alguien —respondió utilizando el mismo tono bajo de voz.
El omega frunció el ceño y la sangre le subió a la cara, no precisamente por la emoción correcta. Estuvo por empujarlo y mandarlo a la mierda, pero Kao fue más rápido, retuvo sus muñecas en el aire y se lanzó de lleno a su boca.
Sus dientes chocaron y sus labios en una marcha forzada encontraron el ritmo hasta acoplarse. Fue un beso cargado de furia, intenso que dejó a todos con los ojos abiertos. En algún punto el alfa lo liberó y llevó las manos detrás de su nuca para profundizar el contacto. Up retorció en sus puños la camisa holgada impregnada del aroma natural de Kao, que con los colmillos raspó la piel delicada de sus labios, y cuando abrió la boca en un gemido de protesta, aprovechó para meter su lengua.
Genial, le había importado una mierda que no quería involucrar sus lenguas. Era como si le dejara claro que no lo obedecería, y marcando su punto, tomó el control y fue el único en prestar atención a las voces de fondo que iban haciendo una cuenta regresiva.
Era estúpido, pero Up no podía creer que ese fuera su primer beso de verdad, había tenido uno a los doce años, pero apenas fue un roce, no se comparaba con el que le ofrecía aquel alfa, que poco a poco conseguía que el ruido se ahogara y las luces se apagaran. Le dolía la espalda, su cuerpo entero estaba tenso, sus nudillos blancos por la fuerza ejercida contra la inocente tela. Perdió la noción del tiempo, bien podría llevar tres segundos o media hora, fue hasta que Kao se separó, y su boca se sintió vacía, que reaccionó.
El público era todo gritos y vitoreos. El omega sintió que los ojos le picaban, anunciando futuras lágrimas y retrocedió como pudo hasta su lugar.
Miró su regazo y gracias al cielo nadie le prestó mayor atención. Cuando el nudo en su garganta se disolvió y su respiración se tranquilizó, buscó a Kao, girando la cabeza a su izquierda ya que no lo tenía enfrente. Pero el alfa reía al lado de Earth, que tenía ese tono rojizo en las mejillas peculiar que delataba cuando alguien le gustaba.
Decidió superarlo solo, no había sido gran cosa. Solo un beso en un juego de botella en el que había sido retado.
—¿Qué pasa, Up? ¿Te comió la lengua Kao? —Bromeó Gulf, que al parecer había sido el único que notó que estaba más serio de lo normal.
El alfa hasta ese instante se dignó a mirarlo, con una ceja en alto y los labios en una fina línea. Se contuvo de decirle que se fuera al carajo y se encogió de hombros, como dando a entender que estaba aburrido. No quería que percibieran lo mucho que le afectó aquel beso. No era solo el hecho de que le hizo sentir extraño, fueron sus palabras, hubiera preferido no iniciar esa conversación.
Deseaba recuperar sus palabras, empujarlas de vuelta a su boca y garganta, quizá terminando por ahogarse.
Aquello era mucho mejor que seguir consciente.
Cuando estaban distraídos obligando a Bright a que cargara a Win mientras hacía lagartijas, se levantó para buscar otro sitio donde pasar el rato hasta que la fiesta terminara.
La casa de Mew estaba a reventar, por lo que se conformó con sentarse en las escaleras que daban al baño, y cada que alguien pasaba se pegaba a los barandales para no estorbar.
Llevaba ahí un buen rato hasta que una figura se paró frente a él, se hizo a un lado, pero la otra persona pareció no entender.
—Hay suficiente espacio para que pases, no jodas —dijo mirando al suelo, estaba medio borracho y con bastante sueño. La combinación perfecta para que su mal humor habitual subiera como espuma al cielo.
—Gulf me mandó contigo para que te lleve a casa, parece que no tienes remedio, ¿siempre eres una carga? —enunció burlón.
Up levantó la mirada y le observó con odio.
—No lo soy, voy a pedir un taxi, puedes irte a jugar. —Agitó sus manos de forma infantil indicando que se marchara.
Kao se dejó caer a su lado, un chico iba a pedirle permiso para pasar, pero al ver el semblante del alfa, decidió regresar sobre sus pasos.
—Escucha, no debí decirte aquello... De que no eres el tipo de alguien, seguramente... Una persona, en alguna parte del mundo... Quizá no en Tailandia, pero...
—Ya entendí —le cortó antes de que sonara más lamentable, como si en lugar de disculparse buscara problemas.
—Lo único cierto y que después de besarte puedo volver a confirmar, es que si no fuera por tu olor, no creería que eres un omega —confesó con tranquilidad—. No fue un beso especial... No hubo nada diferente en ello, ¿o sí? —cuestionó esperando que le diera la razón.
Up no estaba seguro, no tenía con qué compararlo, pero si Kao lo decía, debía ser cierto.
—Te lo dije, no significaría nada —concluyó a la par que se levantaba, sosteniéndose de la pared para no tropezar.
Saldría a la calle a esperar el taxi, luego intentaría no vomitar en el trayecto, y al llegar a casa, despertaría a su madre para aconsejarle que plantaran otro árbol. Uno que diera hojas del tamaño de la palma de su mano, que no permitiera que los rayos del sol se colaran, robusto y majestuoso. Y que al abrazarlo, ni con sus largos brazos consiguiera rodearlo por completo.
Podrían decirle a él que era un fracaso de omega, pero no se burlarían de su árbol. Jamás.
Continuará...
N/A: Hola, Dios, soy yo de nuevo...
Parece que no entiendo, quizá no lo hago, pero no puedo evitarlo, espero esta nueva propuesta le guste a alguien, yo ya soy feliz escribiendo, no tengo remedio xD
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