Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

I Need you [Parte I]

N/A: ¡Hola! 

Aquí ando de nuevo con una actualización sorpresa, no he abandonado la historia anterior, pero como es una trama más oscura, pues me pareció bien combinar las actualizaciones con esta que es más cliché, así hago malabares y no me abrumo xD

Tengo que advertir que esta historia es para mayores de dieciocho, menciono mucho la palabra "pene", en verdad un montón, y confesarles que esta semana descubrí por qué no podía escribir nada subido de tono, y es que hace unos ayeres, alguien me dijo que mis historias eran leídas porque había escenas de sexo constantemente, y pues según yo no me afectó, pero descubrí que a partir de ese día, pues ya no volví a escribir nada así, y para romper la maldición aquí estoy de nuevo, jajaja.

Espero les guste, lo escribo con toda la perversión, amor, amor, de mi corazón 7u7r

El agobiante nerviosismo, como una lombriz creciendo y retorciéndose con vía libre en su estómago por iniciar una nueva etapa de la vida, persistía. Quizá lo habría hecho más llevadero la compañía de un ser querido, pero tuvo que salir de casa por su cuenta y tomar un autobús directo a Bangkok, llevando a cuestas una maleta que contenía lo básico para sobrevivir un par de meses en unos dormitorios, cerca de la Universidad de Chulalongkorn, más exactamente, a diez minutos de la Facultad de Artes de la Comunicación, donde se especializaría en Comunicación Gerencial. Sus padres le habían deseado suerte antes de partir, su madre le dio un beso en la mejilla antes de girar el pomo de la puerta. Ellos trabajaban duro y constante para ofrecerle una buena educación, por ello les dedicó una enorme sonrisa, para transmitirles tranquilidad y que se las arreglaría sin la necesidad de molestarlos todo el tiempo.

Up Poompat era un chico tranquilo, adoraba la música y la actuación, nunca juntas (menos si él debía hacerlo); estaba en sus planes de corto plazo apuntarse al club de teatro del campus, no era la persona más extrovertida del mundo, pero creía que podía llevarse bien con la mayoría, solo pedía que su compañero de cuarto fuera decente, que tendiera su cama apropiadamente y que no hiciera las cosas incómodas. No exigía demasiado, a cambio, él sería agradable y considerado, si debía estudiar hasta tarde, se iría a la biblioteca para no perturbar el sueño ajeno.

Cuando encontró su piso y se detuvo frente a una puerta con el número designado que le habían recordado en la administración (antes le hicieron llegar un correo), junto a un juego de llaves, se cuestionó si debía tocar en dado caso de que su compañero estuviera del otro lado, pero quizá eso le haría perder tiempo y existía una alta posibilidad de que el muchacho todavía no apareciera en el edificio, ya que les habían concedido una semana para instalarse, pero podían llegar en cualquier momento. Así que terminó introduciendo la llave y agradeciendo que no fuera por código, ya que a veces tenía tantas cosas en la cabeza, que más de una vez en casa, se activó la alarma porque se equivocó con algún número, giró la perilla y cuando sintió que llegó al tope, empujó revelando una habitación bien iluminada. No solo por la ventana que estaba justo enfrente, también por la bombilla que colgaba en el centro del techo, y que arrojaba su luz fría sin discriminar, una de las camas parecía que había encontrado a su dueño ese semestre.

Un joven alto y delgado, extendía sobre el colchón su ropa para ordenarla después en el armario, al escucharle dio media vuelta, su rostro enseguida se adornó con una bonita sonrisa, no de aquellas que te lanza un vendedor cuando te intercepta en un pasillo del centro comercial, más bien, la que te ofrecería un amigo que después de un largo tiempo, se alegra de verte de nuevo. Solo que no se conocían de nada, y entendió al instante que su compañero de cuarto era un muchacho cálido.

—Hola, creo que me toca la cama de la izquierda —saludó con torpeza, segundos después descubrió que no fue buena idea decir aquello.

La sonrisa del adverso titubeó un poco, pero al final logró mantenerse.

—Lo siento, no sabía si debía esperarte, pero puedo cambiar de lugar —habló levantando sus camisas dobladas con la visible intención de meterlas de vuelta a su maleta.

—No, no —se acercó con brusquedad para detenerlo—, la izquierda está perfecta para mí, la habría escogido de todas formas —explicó llegando a su lado y tomando sus muñecas para que no alcanzara a completar su acción.

El chico sonrió más ampliamente por su firme agarre.

—¿Seguro? No lo dices solo por ser amable —replicó dándole una última oportunidad de retractarse.

Up negó con la cabeza al instante. Mierda, claro que no estaba seguro, de hecho, de tener que elegir, habría elegido lo que no quisiera el otro, porque honestamente le daba igual y prefería evitar problemas.

—Estoy bien con la izquierda, de verdad —prometió luciendo bastante asustado de que no le creyera.

—Vale —contestó observándole con curiosidad, aprovechando que lo tenía muy cerca.

De repente, fue consciente que, en menos de un minuto, había invadido el espacio personal de su compañero de cuarto, del que seguía sin saber nada.

—¡Oh, lo siento! —expulsó liberando sus muñecas y cuando vio que un tono rosa manchaba la piel ahí donde apretó, quiso morir de la vergüenza.

El muchacho rió, divertidísimo, no una risa burlona, más bien, encantado por sus reacciones.

—Soy Kao Noppakao —se presentó, y hasta ese momento se percató que él no lo había hecho.

Le había tomado de las muñecas y le había mirado con intensidad, también medio le había hablado con súplica, pero no, nunca dijo su nombre.

—Up Poompat —pronunció señalando su pecho y de nuevo, segundos después, volvió a reparar de lo estúpido que había sido aquello.

—Un gusto, Up, ¿te puedo llamar Up? —pidió en un tono que apostaba podía suavizar hasta el corazón más duro.

—Claro, Kao... —Intentó llamarlo a él también con familiaridad, aunque con menos confianza.

Recibió un asentimiento y entonces regresó a la entrada por su maleta.

—Podemos buscar algo de comer al terminar de instalarnos, de camino vi varios negocios —propuso mientras reanudaba su tarea.

Los antiguos compañeros de secundaria de Up se habían dispersado entre varias universidades de la capital, por lo que se había hecho a la idea de que los primeros días andaría solo, nunca le gustó la idea, no era un lobo solitario, por ello le hizo feliz que Kao lo ofreciera, no creyó tener tanta suerte.

Se apresuró a acomodar sus pertenencias y ambos salieron manteniendo una charla que iba sobre gustos personales, para conocerse más rápido. Fue así como descubrió que estudiarían en la misma facultad, solo que, en una especialidad diferente, lo más probable es que compartirían un par de clases.

No le tomó más de tres horas descubrir a Up que Kao era un muchacho educado y amable, por ello dejó de preocuparse, e hizo lo correcto, hasta aquel fatídico día.

Tres meses después, en los que se había acoplado estupendamente a Kao, uno de sus profesores canceló la clase, se había enfermado y no tenía un suplente, y entre dormir en una incómoda banca de madera o regresar a su dormitorio, aunque solo descansaría una hora, y en la banca una hora y media, la promesa de una mullida almohada contra su mejilla le hizo caminar entusiasmado. No sabía si encontraría allí a Noppakao, la noche anterior no durmió en su habitación y suponía que debía estar en clases. Dio un largo bostezo, se quitó los lentes para frotarse los ojos y tomó el pomo, en lugar de sentir el frío metal, percibió otra cosa más cálida. Era un calcetín.

Lo tomó con desconfianza, ¿qué mierda hacía ahí un calcetín?

No le dio tantas vueltas, estaba cansado, y no quería perder más tiempo. Al empujar la puerta tuvo una vista directa a la cama de Kao, con el muchacho en ella y sorpresa, una tercera persona.

Up tragó duro, el sueño y la fatiga fueron reemplazadas en segundos, abrió la boca y un grito se ahogó en su garganta antes de salir en forma de jadeo. Su mirada se quedó paralizada en el pene de su compañero de cuarto. Nunca había visto un pene en su vida que no fuera el suyo, ni siquiera el de sus amigos cuando iban a los urinales, tenía la decencia de mirar al frente, a menos que contara las veces que ocasionalmente salían en películas, penes flácidos en tomas que se enfocan más en el desnudo general que en el pene en sí. Así que ver uno, y no cualquiera, el de Kao, le impidió reaccionar de una mejor forma, tenía que cerrar la puerta y fingir que no había visto nada, olvidarlo, en cambio se quedó para ver cómo el pene se enterraba en aquella chica de la que no prestó atención, solo de sus muslos pálidos alrededor de la cadera de Noppakao, que la sostenía por la cara interna de las rodillas.

El cuerpo entero del muchacho estaba sudoroso, estaba completamente desnudo y con una expresión que nunca antes le vio; su corazón golpeó con fuerza su pecho, casi al mismo ritmo que Kao impuso, el sonido como de aplausos hizo que el calor subiera por todo su rostro, no solo mejillas, hasta las orejas las sintió calientes, y entonces su compañero volteó, sus miradas se encontraron, Up hizo una mueca extraña y por fin se encontró reaccionando con propiedad, retrocedió sobre sus pasos y cerró la puerta.

En lugar de correr despavorido como esperaba, caminó arrastrando los pies con la vista fija en el suelo. Up sabía que estaba jodido, que su amistad con Kao ya no sería igual.

Los siguientes dos días los pasó en la biblioteca, no tenía el suficiente tiempo de conocer a sus compañeros como para pedirles que le permitieran dormir con alguno de ellos, y en el club de teatro todavía no formaba lazos estrechos, para el tercer día, estaba tan agotado mental y físicamente que olvidó que compartía una clase con Noppakao. Se dejó caer en uno de los lugares del fondo, por temor a que un profesor lo descubriera cabeceando de sueño, estaba sacando su laptop cuando sintió un peso a su lado. Al girar la cabeza se encontró a Kao.

Sin saber qué hacer, solo palidecer, pero no fue cosa que deseara, liberó un gemido lastimero.

—Hey, no has regresado a los dormitorios —enunció siendo directo.

Eso le había gustado al inicio a Up, ahora se lamentaba que fuera así.

—Yo...

—Lo lamento, tu horario está pegado en la pared, creí que estarías ocupado hasta las tres —explicó sonando bastante avergonzado—, también hice eso del calcetín en la puerta, como una señal para... —Su voz fue perdiendo fuerza.

Up quiso golpearse la cara. ¡Claro! ¡El maldito calcetín! ¡¿Cómo no se le ocurrió antes?! El jodido calcetín para simbolizar que del otro lado de la puerta alguien estaba teniendo sexo.

—Yo no...

—Debí llamarte —lo interrumpió—, más bien, debí ir a otro sitio, es solo que...

Se encogió de hombros, no estaba molesto porque utilizaron su habitación para follar, si lo hubieran hecho en su cama estaría furioso, pero todo había ocurrido del lado de Kao, entonces debía superarlo, ¿cierto?

—Está bien, no fue gran cosa —mintió.

Por supuesto que había sido gran cosa, de no ser así no vagaría por los rincones de la facultad medio sonámbulo, medio afiebrado. Cada que cerraba los ojos tenía impresa en la mente la imagen del miembro de Kao, más grande del promedio, por cierto.

—No volverá a ocurrir, te lo prometo, así que regresa —pidió lo último luciendo aquella mirada de ciervo deslumbrado por los faros, y para Up habría sido súper efectivo, pero aquella expresión le recordó a la que tuvo en medio del acto sexual con aquella desconocida, que no era nada similar, provocando que el calor subiera por todo su rostro.

—Lo haré, solo tenía un proyecto que justo entregué en la mañana, y era el motivo de que no regresara —se excusó sonando poco convincente, pero al menos Kao no se puso exigente y aceptó con una sonrisa todavía de disculpa.

Up sintió que debía también pedir perdón, algo así como: "Hey, yo también lamento tener estos pensamientos cachondos con tu pene, de excelentes proporciones, si la observación no está demás", aunque claro que no lo diría, preferiría que le cortaran la lengua.

Esa tarde se armó de valor e hizo todo el camino hasta los dormitorios, subió al tercer piso como si se estuviera dirigiendo directo a su sentencia de muerte, y cuando se encontró frente a la habitación que compartía con Kao, se sintió un poco paranoico, temía que al empujar la puerta lo encontrara follando con alguien más. Pero del otro lado no había más que dos camas vacías perfectamente ordenadas.

Se coló con sigilo, temiendo que de la nada dos cuerpos desnudos y sudorosos se enlazaran frente a él, pero nada más allá de la cortina ondulando por el viento parecía cobrar vida. Dejó que su mochila aterrizara en la silla de su escritorio y se quitó los zapatos, los puso debajo de su cama. Antes de acostarse, se acercó con precaución a la de Kao, había sábanas verdes en lugar de las rojas, de las que recordaba había puestas cuando el incidente ocurrió.

Pasó saliva y aunque olfateó un poco, no percibió más que el aromatizante y la colonia de Kao. Suspiró y se fue por fin a su cama. Las mejillas le ardían, y tal como creyó, su mente divagó de nuevo, se imaginó a Kao que era tan caballeroso, tan gentil con los demás que siempre sonreía con la inocencia de un niño, ese mismo Kao ahora con las facciones contorsionándose de placer, los músculos de sus brazos tensándose, sus caderas golpeando hacia adelante, su pene enterrándose tan profundo como era posible y...

¡Mierda, Up! Se regañó por estar teniendo ese tipo de pensamientos.

—¿Está bien si enciendo el aire acondicionado? —La voz de Kao casi hace que le dé un infarto, no lo había escuchado entrar.

—Uhm, sí —gimió encogiéndose en sí mismo. Dios mío, no podía estarle ocurriendo aquello.

—¿Qué sucede? —cuestionó acercándose al pie de su cama—, ¿te duele el estómago?

No le dolía el estómago, lo que ocurría es que tenía una erección furiosa que no se bajaría y menos si seguía hablando con aquella voz tan... Desquiciante.

—No, nada —respondió rodando bocabajo—, voy a dormir un rato.

—Antes deberías quitarte el uniforme, lo vas a arrugar —razonó un tanto divertido por su comportamiento caprichoso.

—No importa, tengo mucho sueño —replicó con la voz ahogada por la almohada.

Up ya no le escuchó decir más, por lo que se confió y con su mano a tientas intentó tirar de las sábanas para cubrirse, esperaría hasta que la erección bajara por su cuenta, pensaría en cosas horribles y asquerosas.

—Venga, te ayudo a cambiarte.

Su mano topó con la de Kao que lo sostuvo con delicadeza, la otra en su cintura para ayudarlo a enderezarse en la cama. Up apretó los dientes en una fina línea y lo soltó a tiempo, antes de que lo levantara lo suficiente para que se percatara de lo que en verdad le estaba ocurriendo.

—¡Mierda, Kao, que me dejes en paz! —gruñó con fuerza, asustado.

Su compañero lo observó primero con los ojos muy abiertos, luego lució herido. Era la primera vez que le gritaba, vamos, que ni siquiera antes se había atrevido a levantarle la voz. Su trato era cortés la mayor parte del tiempo, y de vez en cuando bromeaban, pero jamás llegaban a los insultos.

—Lo siento —murmuró retrocediendo un par de pasos.

Quería detenerlo, decirle que no debió gritarle, pero permaneció inmóvil y sus labios apretados en una firme línea.

Estaba claro que haría justo lo que pidió, no le sorprendió que tomara su mochila y unas prendas del armario antes de abandonarlo. Up estaba pálido, ni siquiera sentía la dureza en su regazo, quizá todo el alboroto hizo que la excitación bajara, solo quedó la vergüenza y los remordimientos, se sentía horrible. Pero muy cansado y cabreado consigo mismo.

Lo último que necesitaba los días posteriores era una fiesta, pero los chicos de su club se pusieron pretenciosos e invitaron a un montón de gente a una reunión que se suponía sería entre los miembros; la casa de Tiffy era enorme y con alberca, ideal para una fiesta al estilo americano, cuando comenzaron a llegar varios grupos de jóvenes de la facultad, ya era demasiado tarde para huir, se había confiado y había bebido más de lo normal. No consiguió arreglar las cosas con Kao porque básicamente no estaba durmiendo en el dormitorio, y cuando intentaba hablarle en alguna clase, este se refugiaba con sus amigos, con los que podía notar que se llevaba de maravilla, a comparación de él que de vez en cuando comía solo.

Estaba medio borracho y medio cachondo, no había tenido sexo por lo menos, en un año, y no creyó que lo necesitara hasta que vio el pene de Kao y recordó que le medio gustaban los penes. No lo tenía muy claro, pero sabía que no era por completo heterosexual, cuando iba en secundaria le llamaba más la atención el capitán de baloncesto que la líder de las porristas, eso decía mucho por sí mismo. Nunca creyó que estaría pensando en el sexo homosexual en una fiesta de la universidad, pero ahí estaba, sosteniendo un vaso de plástico con cerveza y viendo restregarse, casi follarse, a dos chicos que fingían bailar, observó cómo el trasero de uno de ellos encajaba a la perfección en la parte delantera del otro, como se frotaba en círculos y como parecía disfrutarlo. ¿Él podría hacerlo? ¿Disfrutar del sexo con otro hombre? ¿Sentir placer gracias a una polla tan grande como la de Kao?

Paró en seco aquel pensamiento antes de que afectara a su cerebro, que no tardaría en mandar la señal de que la sangre se dirigiera al sur, y no gracias, no tenía planeado tener una erección en mitad de una fiesta de la que parecía no estar participando. Gimió con disgusto y giró demasiado rápido, la mitad del líquido en el vaso se derramó en la camisa de un desconocido.

—Joder, lo lamento —pronunció pálido, la camisa era  blanca y el color amarillento de la cerveza se extendió sin consideración.

—Está bien, creo que me lo merezco —respondió Kao con una mueca.

Up sintió que el peso del mundo entero se le venía encima, no podía estar ocurriendo aquello.

—No, no digas eso, ven... —Lo tomó por la muñeca—. Vamos al baño, nos desharemos de esa mancha.

No consiguió avanzar ni dos pasos porque Kao se plantó con fuerza en el suelo y tiró en sentido opuesto.

—Yo solo quería acercarme a ti para decir —comenzó, pero pareció perder el valor porque negó varias veces con la cabeza—. Solo... Te ves muy bien hoy, Up.

Parpadeó confundido, esperaba que se fuera sin más, porque debía seguir molesto con él por gritarle. Sin embargo, mencionó su apariencia.

Formó una "o" con su boca. No lo recordaba, pero ese día vestía diferente a lo usual, acostumbraba las playeras con estampados, de vez en cuando, camisas de colores neutros, y pantalones holgados, pero ese día se suponía que harían una pequeña interpretación de ciertas celebridades, a él le había tocado ser Ezra Miller, y había imitado uno de sus icónicos trajes cuando posó para Playboy, un traje blanco con un corte en V que le llegaba apenas arriba del ombligo, y como le quedaba un poco flojo, de vez en cuando uno de sus pezones se asomaba travieso. Lo había olvidado por completo. No llevaba zapatillas porque ninguna chica del club tenía de su talla, pero Kenji Wasin había sido muy amable de prestarle unas botas con un pequeño tacón, no era suficiente, pero le había ayudado a sentirse dentro del personaje.

—Es por... —Iba a explicarle, pero creyó que era una tontería, le había dicho que se veía bien, no le había preguntado su día—. Gracias, tú también... Incluso aunque arruiné tu camisa, te ves muy bien —completó avergonzado, por tirarle encima su bebida y porque le miraba de cierta forma que le hacía muy consciente de sí mismo.

Kao lanzó un suspiro, sonaba un poco frustrado. Esta vez creyó que de verdad daría media vuelta y lo dejaría, pero extendió su mano.

—¿Bailamos? —Cuestionó y por primera vez, notó que su voz salía insegura.

Estuvo tentado de mirar a sus costados, no podía estárselo diciendo a él, pero le estaba mirando fijamente, entonces no le dio oportunidad de hacer más que tragar saliva y asumir que efectivamente, se lo estaba pidiendo a él. Up Poompat que amaba la música, pero no se consideraba un buen bailarín.

Había parejas de todo tipo, de hombres y mujeres, hasta había grupos de amigos bailando, estaban en Bangkok, en una fiesta con universitarios borrachos y no lo dudaba, hasta un par drogados, no era raro que bailaran. Los amigos bailaban todo el tiempo, pero ellos no eran amigos cercanos, y menos en ese momento en que sabía Kao estaba molesto con él.

Aunque en ese instante no parecía estarlo. O quizá lo olvidó.

—Sí, ¿por qué no? —Aceptó la mano de Noppakao que le regaló una de sus hermosas sonrisas que le hacían ver como el muchacho más tierno del mundo entero.

Sonaba Daddy Issues, porque bueno, Tiffy estaba a cargo de la música y ella era miembro del club de teatro, sabía cuáles eran las canciones adecuadas para apretar los botones correctos de los jóvenes demasiado apasionados.

Ese tipo de canciones eran las que le resultaban más complicadas, porque no había un paso por seguir, solo balancearse al ritmo y ser muy sensual, dos cosas de las que Up no era experto, sin embargo, Kao parecía que lo entendía mejor que él, lo ayudó a relajarse con movimientos suaves mientras se sujetaban de las manos y de repente le hizo girar, en lugar de recibirlo de frente, aprovechó para colarse a su espalda, lo tomó por la cintura, marcando un ritmo más constante en su cadera. Apoyó el mentón contra su hombro. Up deslizó sus manos sobre las de Noppakao que seguían rodeándole, a falta de otra cosa por hacer con ellas. La música estaba muy alta y había una luz oscilando de rojo a azul, cerró los ojos y se dejó llevar por la melodía que retumbaba en su pecho.

Sintió a Kao detrás de él, su calor y su delicioso peso, ahí apretado contra él, creyó que estaba viviendo una de las múltiples fantasías que había tenido en los últimos días. Pero aquello era mil veces mejor, porque era real, porque las manos de Kao subían peligrosamente a sus costados y en eso, su diestra se coló más allá de la solapas de su traje, sintió los dedos de su compañero rozar su piel desnuda, delineando sus costillas y provocando que sus rodillas se pusieran débiles, las yemas de sus dedos eran un tanto callosas porque Noppakao de vez en cuando tocaba la guitarra, en ocasiones los fines de semana arrancaba melodías suaves de las cuerdas mientras Up le hacía compañía con el canto, porque sabía que deseaba perfeccionar su inglés, y esa era una forma divertida de ayudarle.

El pulgar del muchacho rozó tentativamente su pezón desatando una clase de descarga eléctrica que bajó por su vientre, liberó un gemido y abrió los ojos.

Debía parar antes de perder el control sobre su cuerpo, vestía un traje blanco de tela muy fina que no ayudaría en nada para ocultar si comenzaba a emocionarse. Alcanzó las muñecas de Kao para que lo liberara, pero el adverso tal vez lo tomó como una invitación para hacer un movimiento diferente, porque le hizo girar y está vez lo atrapó presionando sus estómagos, un brazo aferrándolo por la cintura y el otro extendido hasta su nuca para acercarlo lo suficiente a su rostro. Descansó su frente en la suya, de fondo Staring de Tipling Rock, ni siquiera se había percatado cuando inició, pero por el rabillo del ojo podía vislumbrar que el resto de jóvenes comenzaba un baile más frenético, y en cambio ellos seguían ahí, como suspendidos en el tiempo, percibió la respiración de Kao cerca de su mejilla izquierda y antes de procesarlo, los labios de su compañero se presionaron enviando una onda de calor por todo su cuerpo. Up estaba borracho, y ahora que casi respiraba el mismo aire que Noppakao, descubrió que también lo estaba el otro.

Tuvo un tipo de flashback con lo ocurrido aquel día en su habitación, con Kao follando a una desconocida y aquello esta ocasión le resultó demasiado mortificante. Quizá tenía una novia, o tal vez su mente estaba tan aturdida por el alcohol que no tenía idea de lo que estaba haciendo. Ellos tendrían que verse la cara lo que restaba del semestre, no podía interpretarlo como un ligue casual, de una sola noche, porque si lo llevaban más lejos, las cosas se pondrían muy incómodas después, a menos que alguno de ellos se marchara. Y si ponía una balanza, entre dejarse llevar esa noche sin importar las consecuencias, y mantener el trato cordial con Kao, con la esperanza de convertirse en buenos amigos, pues prefería por mucho lo segundo.

Colocó sus manos en el pecho de Kao, empujó con suavidad hasta que el otro fue cediendo, le observó cómo confundido, logró percibir un atisbo de decepción en su expresión, y quizá tristeza, pero la luz no ayudaba gran cosa. Intentó sonreír, le iba a pedir que salieran por un poco de aire fresco, pero Kao retrocedió. El brazo en su cintura desapareció y le hizo sentir incompleto. Antes de que consiguiera abrir la boca y liberar su voz por encima de la música, le vio dar media vuelta y avanzar a base de empujones entre el resto de chicos.

¿Había hecho algo mal? Se preguntó angustiado, ya no se sentía tan ebrio.

Tras un minuto y que una chica le golpeara en el costado y le dedicara una mirada de que estaba estorbando, decidió seguirle la pista a Noppakao. La casa de Tiffy era grande, pero no una mansión con millones de pasillos y habitaciones, no le tomaría más de cinco minutos encontrarlo. Kao era alto, lo localizaría con más facilidad. Y tal como predijo, lo encontró, estaba de espaldas, un par de piernas colgando a sus costados, y no necesitó ser un genio para interpretar lo que estaba haciendo, presionando a alguien contra una de las paredes, alguien que de nuevo no reconocía y la verdad, prefería que siguiera siendo así.

La revelación le llegó casi al instante, si no era él, sería cualquier otra persona. Nunca debió creerse tanto.

Esta vez no se quedó pasmado poco un idiota, dio media vuelta y se alejó de Kao.

Una semana después Up estudiaba con la luz encendida, pasaba de medianoche, en una ocasión diferente estaría en la biblioteca o se dormiría temprano para despertar a las seis de la mañana y continuar con los primeros rayos de luz, pero como su compañero llevaba varios días sin dormir allí, apareciendo de vez en cuando para tomar ropa u otras cosas, utilizando más la habitación de almacén que por lo que era, entonces no se preocupó al ver la hora y siguió leyendo aquel libro del que debía hacer un ensayo.

La puerta se abrió con brusquedad y al observar en aquella dirección se encontró a Kao con unas feas ojeras y luciendo bastante agotado.

—Hey, ¿qué tal? —Saludó como siempre acostumbraba.

—Hola, apagaré la luz para que puedas... —Se puso de pie con brusquedad, casi lanzando la silla hacia atrás.

—Nah, vengo por unas cosas y enseguida me largo —replicó con la actitud de un chico rebelde, en lugar del Kao amable que siempre se preocupó por hablarle con sutileza.

Up observó cómo tomaba su guitarra, la metió en su funda y se la colgó al hombro, luego abrió el armario y rebuscó hasta dar con una playera, abrió uno de los cajones con expresión de concentración.

—Oye, ¿sabes que esta también es tu habitación? —dijo apoyándose contra el escritorio, con los brazos cruzados, no quería iniciar una discusión, pero tampoco quería que las cosas siguieran igual.

El más alto giró para mirarlo y rió, una risa amarga.

—Por supuesto, por eso están aquí mis cosas —respondió con cierta ironía impregnada en la voz.

—¿Y por qué no duermes aquí? ¿Por qué huyes cada que me encuentras? —Se atrevió a encararlo, quería ser su amigo, y de seguir así, no serían más que dos extraños, o peor, enemigos.

Kao sonrió, la amargura se acentuó con aquel gesto.

—No quiero molestarte, sé que desde ese día... Ya no te agrado, no finjas —exigió lo último.

Up se quitó los lentes, agobiado de que todo se torciera y se mal interpretara a tal punto.

—Me agradas, extraño el tiempo que pasamos juntos... —Admitió sin esfuerzo—. Es solo que... Vi algo que no debía y quizá al inicio fue incómodo, pero ya lo he olvidado y...

Le vio dejar la guitarra sobre la cama, después se dejó caer en la orilla.

—Lamento eso, de verdad —murmuró con los hombros hundidos.

—Deja de disculparte —contestó de nuevo recordando que él hizo todo aquello más grande de lo que en verdad fue.

Si no se hubiera obsesionado, si su cuerpo no lo hubiera traicionado, desde el principio habría sabido manejar la situación.

—Es que suelo ser muy impulsivo y...

—Déjalo —lo interrumpió decidiéndose a acercarse y demostrarle que todo estaba bien. Lo estaría de maravilla si sus piernas no se sintieran como gelatina—. Seguimos siendo amigos, ¿cierto? —cuestionó con cierta vacilación.

Kao parpadeó, sus espesas pestañas dibujaron sombras en sus mejillas, su piel estaba pálida y oscura debajo de sus ojos, pero seguía siendo guapo. Muy atractivo, el chico más hermoso que conocía y tan... Inaccesible, lo único que podía hacer era aferrarse a su amistad si quería de vuelta sus dulces sonrisas y sus atenciones.

—Sí —respondió con una expresión extraña.

Como contrariado, como desilusionado. Era de noche, no traía sus lentes, no confió del todo en lo que vio.

Al día siguiente le alivió descubrir que Kao estaba ahí, su respiración un tanto ruidosa y los silbidos que de vez en cuando escapaban de sus labios. Se incorporó de la cama, le gustaba ir a esa hora a los baños comunes, era muy raro toparse con otro estudiante tan temprano.

Con toalla y los productos necesarios para lavar su cuerpo bajo el brazo, eligió el último cubículo. Abrió la llave de agua caliente y la sensación fue reconfortante sobre su cuerpo. Se sentía genial, en general. Porque Kao había regresado. Fue mala idea pensar en Kao en ese momento, porque recordó sus manos, sus yemas contra su pecho, en su caja torácica, provocándole con cada roce. Sus mejillas casi juntas, ambos ardiendo, bailando, o más bien, balanceándose al ritmo, y cada vez más apretado contra su espalda, el brazo firme en su cintura, su pulgar jugando con su pezón, su aliento contra su nuca, y cierto bulto frotándose en su tra...

¡Mierda, no de nuevo!

Estaba excitado, más de lo que le gustaría admitir y del que su pene no le dejaría mentir. Odiaba estar así cuando estaba en un baño público. Agudizó el oído y además del ruido del agua cayendo a sus pies, parecía que todo estaba en silencio. Con cierta duda se llevó ambas manos al pene, dando suaves caricias sin atreverse todavía a hacer algo más atrevido. Era la peor persona del mundo, masturbándose con el pensamiento de su compañero de cuarto, era hasta patético. Gimió entre avergonzado y cachondo por lo bien que se sentía comenzar a liberarse, puso a trabajar las ruedas de su imaginación, los muslos que colgaban a los costados de Kao ahora eran los suyos, ambos desnudos, ambos drogados por una bruma de placer. Tentativamente llevó una mano a su espalda, colándose entre sus glúteos, acarició la piel un tanto arrugada de la zona que nunca antes utilizó más que para... Sus necesidades básicas. Imaginó que ese dedo no era el suyo, era un miembro más grande, más grueso, fantaseó que era el pene de Kao, su diestra alrededor de su propio pene se movió frenética hasta que alcanzó su orgasmo como todo un principiante, en menos de tres minutos.

La evidencia de su pecado plasmada contra los azulejos.

Up estaba tan jodido.

Continuará...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro