➡️ SEGUNDA PARTE | FINAL.
Hoseok cerró el libro tras escuchar el ronquido de Jungkook a su lado; miró el rostro sereno del contrario dormir junto a él, y maldijo mil veces el hecho de que la cama del castaño se hubiese roto. Empujó un poco el cuerpo de Jungkook a un lado, teniendo así un poco de espacio para sí. Miró la hora en el reloj, notando que eran poco más de las dos de la madrugada del dieciocho de Febrero del 2078.
Ya era su cumpleaños, aunque no causaba mucha emoción este año tener que celebrarlo.
Se levantó de la cama y dejó el libro junto a una pequeña mesilla que había junto a la ventana. Abrió la misma, afincó sus brazos sobre el marco de la misma, mirando el paisaje nocturno del jardín y las calles que más allá se veían.
No había luces prendidas en ninguna casita, y tampoco se veían hadas volando y caminando por las calles a esa hora de la noche. Aunque no era para menos, seguramente todas seguían asustadas por los asesinato de las hadas que se habían descubierto hace poco menos de dos meses. Primero habían sido las de hadas de tierra, luego de agua, poco después habían sido unas de viento y finalmente, otro par de hadas de fuego.
Entendía el miedo de todas y cada una de ellas.
Un ronquido más fuerte que el otro se escuchó, y Hoseok volteo en el momento exacto para lograr ver cómo un hilillo de baba se asomaba por una de las comisuras de la boca de Jeon. Hizo una mueca de asco y miró nuevamente hacia la ventana.
Algunas flores brillaban, otras no. Algunos árboles adoptaban aquella posición rara con la que solían descansar, y otros simplemente mantenían la posición de siempre. Logró percibir, entre la oscuridad de algunos rincones, a algunos pájaros dormir y acurrucarse entre sí tranquilos, hasta que alguna sacudida algo violenta los despertaba y los espantaba...
«Momento, ¿qué los está asustando?» Hoseok entre cerró sus ojos e intentó mirar entre la oscuridad, no logrando distinguir nada. Siguió buscando, hasta que sus ojos dieron con la figura de un chico correteando entre algunos árboles de «felicitâ».
Algunas luciérnagas salieron volando, al igual que algunos pajaritos de luz que iluminaron y revelaron quién era esa sombra; Taehyung.
Suspiró aliviado.
Cuando vio la figura del chico acercarse de manera cautelosa hasta una de las puertas de servicio, aclaró su garganta y gritó en un susurro que Taehyung escuchó:-¡Hey, Tae!
El chico alzó la mirada en su dirección y sonrió, moviendo la mano a modo de saludo. Poco tiempo después, en cuestión de segundos Taehyung se encontraba sentado en el borde la ventana mientras miraba emocionado a Hoseok.
—¡Hyung, he intentando hacer lo que me enseñaste el otro día, y funcionó!—dijo susurrando, totalmente emocionado y orgulloso de su logro.
—¡Te dije que te saldría! Mañana por la mañana te mostraré otro truco, esta vez usaremos una cámara mundana, aunque deberíamos pedirle ayuda a Jungkook—hizo una pequeña mueca—, él se maneja mejor que yo en ese tema. Ya sabes, él entiende la tecnología de su mundo mejor de lo que cualquier hada lo haría—señaló, recordándose a sí mismo que la gran mayoría de los guardias eran humanos.
—¿Una cámara mundana?—preguntó con gran curiosidad Taehyung. Por su parte, Hoseok asintió y sonrió con algo de ternura—. Oh, de ser así, ¡ya quiero ver! Nunca he visto una...
Taehyung había resultado ser un buen amigo y compañero, de esos tímidos pero con los que te ríes a toda hora del día. De los amigos que no te cansas de ver y visitar, de los cuales su compañía era grata.
Desde aquel día que le había visto en el laberinto -que había sido hace como dos semanas, más o menos-, había visto a Taehyung entrar al castillo múltiples veces por ahí mismo. Siempre era cauteloso y cuidadoso para que no le pillaran y regañaran.
Era un pequeño espía en acción del cual se había hecho amigo.
Aunque tenía una pequeña curiosidad por algo con respecto a su amigo espía.
—Taehyung...—dudo un momento de preguntar; esperaba no sonar grosero o algo. La mirada curiosa del menor le animó a continuar—. Tú... Nunca me dijiste qué clase de hada eres. Y está bien si no quieres decirlo, pero tengo que admitir que me da curiosidad saberlo. Pero, repito, si no quieres decirlo no hay problema—habló rápidamente dejando que a duras penas una palabra se diferenciara de la otra.
—Oh, eso—Taehyung tenía una mueca pensativa, como si la respuesta fuese más complicada de lo que creía—. Mis padres fueron de clases diferentes: mi padre fue de agua, y mi madre de fuego. Dos clases completamente diferentes. Pero en cuanto a mí... realmente no lo sé—admitió con pesadez—. Creo que, en ocasiones, soy un poco de ambas clases...
—¿En ocasiones?—aquel punto era lo que más había llamado su atención.
Taehyung asintió.
—El resto de las veces tengo el poder de un hada de luz, según la abuela—suspiró—. Pero todo el mundo dice que es imposible, que esa clase se extinguió incluso mucho antes de que los cuatro reinos se formaran—agregó mientras jugueteaba con la tela de la capa ropa que, por costumbre, siempre le veía llevar.
Hada de luz.
Hoseok sintió la boca seca, como si no hubiese tomado agua por horas, incluso días. La mención de aquella clase mágica le había tomado por sorpresa, hundiéndolo en un sentimiento desconocido que le llenó el cuerpo de pies a cabeza. Su corazón había empezado a latir con brusquedad dentro de su pecho, con salvajismo. Y las pequeñas venas doradas en sus manos, parecían empezar a quemarle.
«El poder de un hada de luz», repitió y el corazon le dio un salto.
—Todos dicen que se extinguieron, y de ser así—miró a Taehyung mirarse las manos—, me pregunto porqué tengo el poder de una clase que se supone que se extinguió hace millones de años. Me hace sentir raro a veces, como un bicho fuera de lugar—susurró aquella confesión.
Hoseok no supo qué decir. Las palabras pasaban por su mente, y se perdían nuevamente antes de que siquiera pudiese llegar a formular una pequeña oración.
¡Un desastre!
—Como sea, ¿quieres ver un truco?-preguntó Taehyung, sonriendo de manera juguetona mientras movía sus manos. Hoseok sólo supo asentir—. Vale, mira bien.
Taehyung junto las puntas de sus dedos y luego pareció suspirar, seguido a ello una pequeña luz se asomó en sus dedos, y para cuando Taehyung separó sus manos, habían pequeñas lucecitas iluminando la habitación. Aquellas bolitas de luz volaron rápidamente hasta su cama, y justo donde estaba Jungkook, jalaron la cobija lo suficientemente fuerte como para que el chico rodara y cayera de boca al suelo, despertando por completo y adoptando una posición de alerta, con espada en mana y listo para pelear de ser necesario.
—¿Quién anda ahí?—preguntó con voz adormilada despertando la risa de Hoseok.
—Estuvo genial—halagó Hoseok, riéndose aún de Jungkook (quien no entendía nada).
—¿Qué están haciendo? ¿Taehyung, qué demonios haces?—preguntó una vez se percató de la presencia del otro.
—Viene traerle la comida a mi...
—Tu hermano—interrumpió. Soltó la espada sobre la cama y pasó sus manos por su cara, soltando un gruñido de molestia—. ¿Tenía que ser a esta hora, justo cuando todo el mundo está durmiendo?—Taehyung sólo encogió riendo de manera inocente.
—Seokjin trabaja día y noche, capaz Taehyung quería traerle el bocadillo nocturno—supusó Hoseok. Pero no se percató de la mirada desconcertada que Taehyung le dio, como si no supiera quién era Seokjin.
—Claro, porque en este castillo no hay cocina y Seokjin no puede...—las palabras de Jungkook se vieron interrumpidas por el ruido agresivo que se escuchó en el pasillo.
Los tres voltearon en aquella dirección.
—¿Qué ha sido eso?—preguntó en un susurro Hoseok.
Ni Jungkook ni Taehyung respondieron, pues claramente no sabían la respuesta. En su lugar el mayor de los dos volvió a tomar la espada sobre la cama, con firmeza, y se acercó a la puerta pegando el oído a la misma.
Se quedó así un buen rato.
—¿Qué escuchas?
—Nada, si hablas, eso voy a escuchar—sonrió de manera brusca en su dirección y volvió a pegar la oreja. Finalmente concluyó—:. Revisaré el pasillo, quédense aquí. No abran a menos de que yo toque como siempre lo hago—y salió de la habitación.
Apretó los puños a sus lados, y miró a Taehyung quien estaba callado mirando la puerta. Fijó su vista nuevamente allí, en aquella dirección por la que se había ido Jungkook. Y un grito de dolor puro y fresco le hizo saltar en su lugar.
—Jungkook—dijo sin poder evitar escucharse preocupado de punta a punta.
El grito se escuchó no muy lejos, y sin duda había sido de Jungkook. Conocía sus gritos de dolor a la perfil luego de haberle pellizcado tantas veces en el transcurso de los días.
¿Qué le habría pasado? ¿Por qué gritó así?
Otro grito se escuchó, era de Jungkook.
Hoseok no esperó a que hubiese un segundo grito, y salió de la habitación en busca del chico, temiendo lo peor.
Llegó al final del pasillo, ahí donde se conectaba con las escaleras que daban al piso superior, donde las luces titilaban de manera violenta y una figura envuelta en una túnica negra salió corriendo, tirando unos pocos papeles en el proceso. Corrió en aquella dirección, y encontró a Jungkook lastimado en la escalera.
—Maldición, maldición—repitió docenas de veces, arrodillándose junto al castaño.
Sangre manchó su ropa en cuestión de segundos, y se alteró. Buscó alguna herida en el cuerpo de Jungkook, encontrando una no muy profunda en el costado derecho de su cuerpo. Pero no fue la única. Jungkook tenía raspones en el rostro, y podría jurar que tenía una pierna rota, al menos.
—¿Qué diablos pasó? ¿Con quién peleaste? ¿Quién era esa persona?—preguntó rompiendo un pedazo de tela para dársela a Jungkook y que hiciera presión en la herida.
—Qué...—tomó aire—, ¿Por qué coño estás tú aquí si te dije claramente que no salieras? ¿eres idiota o te haces?-preguntó con notorio dolor en su voz.
—¡Después de tu grito, ¿qué esperabas que hiciera?!
—No sé, ¿quedarte en tu cuarto donde estarías más a salvo junto con Taehyung? Lo lógico y menos peligroso, digo yo—respondió—. Aunque me parece de lo más gracioso que te hayas preocupado por mí. Yo también te quiero—dijo en tono burlón.
—¡No te burles que no es tiempo, Jungkook!—regañó.
El castaño rió, pero se detuvo al instante en una mueca de dolor. Hoseok buscó a Taehyung con la mirada, esperando —con una pequeña parte de su ser— que no le haya seguido hasta ahí. Pero le encontró a pocos metros de él, mirando asustado a su alrededor. Tenía la mirada de un niño, de niño que había visto a su peor pesadilla cumplirse.
—Taehyung, ven—le llamó.
El chico acató, no dejando de ver a su alrededor y a Jungkook asustado.
—¿Puedes sanar a Jungkook, cierto? Tu... tu poder debería poder hacerlo—Taehyung asintió.
—Debería, p...
—Jungkook no tiene la sanación de una hada, es mortal y por ende se sana más lento. ¿Puedes curarle? Por favor—pidió casi en un tono de súplica.
Escuchó a Taehyung suspirar, luego asintió.
Una vez vio a Taehyung empezar a ayudar a Jungkook, Hoseok se acercó a los papeles que aquella figura había soltado tras huir.
«...y de la sangre de la tierra, nace la flor.
de la sangre del agua, nace la tormenta.
de la sangre del viento, el huracán.
y de la sangre del fuego, la bestia que ellos escondieron.
Una ves todo se mezcla,
Él resurgirá de nuevo. »
Hoseok no entendió en lo absoluto aquello, pero siguió leyendo y viendo algunas fotografías que estaban pegadas a algunos papeles. Se detuvo en uno, donde vio el rostro angelical de un chico, con facciones delicadas, ojos marrones, largas pestañas, el cabello de un color platinado (o eso creyó), labios gruesos, manzana de Adán. A su lado había otra fotografía, donde se le veía sonriendo hasta el punto de que se le cerraban los ojos en pequeñas medialunas; pero sobre lucir tierno y agradable, a Hoseok le dio un horrible escalofrío en todo el cuerpo.
«Park Jimin, Hijo mayor del Rey Adeis.
Rey de Feuer.»
Sus ojos leyeron una y otra vez aquel grabado en tinta de oro que había sobre las dos fotos. Recordó lo que había leído semanas atrás en el patio, cuando se escondió de Jungkook.
«...y Jimin, el mayor de los hijos del rey, pocos decían que era, por mucho, el peor de los cuatro. Pues antiguas hadas de la época aseguraban que aquel que tachara a su rey de ser una "bestia" insaciable, era condenado a una de las muertes más crueles por las que un hada pudiese pasar.
Aunque muchos se referían al Rey de Feuer como Él, con la oculta intención de asimilarlo como un demonio reencarnado»
Volvió a la hoja que había leído antes.
«...Él resurgirá de nuevo»
Miró la foto de nuevo.
«...de la sangre de la tierra...»
«...la sangre del agua...»
«...la sangre del viento...»
«....sangre del fuego...»
Hoseok cayó sentado en su lugar, recordando los asesinatos de las hadas que habían transcurrido a estas últimas semanas. Tomó otro papel, siendo este uno de los últimos, pues solamente eran cuatro.
«...y la resurrección de Él está siendo planeada por uno de sus estudiantes. Por aquel que luce tranquilo y callado, que se ha ganado la confianza de ustedes, los Ancianos, y cuyo nombre es...»
Desgraciadamente, una buena parte de la carta era prácticamente imposible de leer. Había tachones por todas partes, la tinta se corría ahí donde parecía haberle caído agua, y solamente el final se pudo leer.
«...no dejen que todas las criaturas de este mundo caigan en manos de Él y su Bestia. La excusa de limpiar nuestra raza no es ni será suficiente.
Es por ello que ruego a ustedes, los Ancianos, y a la Corte Blanca que tomen partido en la guerra que se aproxima, que nos ayuden a detenerla.
- Reina Amelia.»
«Nota: si no se detiene todo, la Bestia logrará terminar todo antes del veinte del próximo año.»
Su madre.
Apretó los labios entre sí, reteniendo cualquier gana de llorar que buscase ganarle. Dejó los papeles a un lado, solamente tomando el que le faltaba leer antes de levantarse. Estaba manchado de sangre, y no se había percatado de que en el suelo habían cristales rotos que le habían lastimado las piernas. No le dolía, pero los pequeños cortes estaban.
Igual que cuando estaba en la habitación, las pequeñas venitas de color dorado que corrían por sus manos le empezaron a escocer la piel. Quemaba de mil maneras horribles. El dolor empeoró cuando se entendió a todo su cuerpo con parsimonia.
«Mamá sabía» se dijo a sí mismo.
—Ya terminé, hyung—escuchó la voz de Taehyung escucharse lejana. Pero no respondió, estaba mirando por el pasillo hacia donde se había aquella persona desconocida—. ¿Hyung?
Creyó haber escuchado a Jungkook decirle algo a Taehyung. Pero no le prestó atención, sólo leyó la otra hoja en su mano.
«Se los advirtió. Mamá lo descubrió y se los advirtió» repitió «. ¡No hicieron nada! ¡Simplemente no hicieron nada!»
—¡Hoseok, espera! ¿¡A dónde crees que vas?!—Jungkook se levantó de su lugar, tomando rápidamente la espada tirada en el suelo a varios metros de él para perseguir a Hoseok.
***
Había terminado en el jardín, en la zona donde los árboles de «felicità» estaban. Esperaba ver a aquella persona que había atacado a Jungkook entre los árboles, y así poder simplemente lo mismo que le habían hecho al castaño, a su madre, a las hadas que murieron este último para formar parte de una maldito ritual de resurrección. Quería matar, sin duda alguna, al responsable con sus propias manos.
Una figura pasó corriendo entre algunos árboles, le persiguió. Corrió, corrió y corrió con el triple de fuerza. Una vez estuvo a poquisímos metros de la figura, le saltó encima.
Ambos cayeron y rodaron sobre el suelo, uno intentando liberarse y otro intentando aprosionar más al contrario. Para su suerte, quizás, Hoseok terminó ganando aquella batalla.
Quitó la capucha de la cabeza del contrario, con brusquedad y cero gentileza. Lo primero que vio, fue un humano de cabellos de color menta, tez tan pálida casi como la misma nieve, labios delgados, ojos gatunos que le miraban enojados y...
«Humano» la palabra resonó en su cabeza.
La Bestia no era un simple humano.
Él no era la Bestia, no podía serlo.
—¿Quién eres? ¿Por qué atacas a Jungkook? ¿Qué demonios intentas hacer?—preguntó en lo que enroscaba una de sus manos alrededor del cuello del contrario.
De a poco, la rabia y el odio crecían dentro de él.
—¿Quién crees que soy, y qué crees que hice? Ya leíste todo, fue un gravísimo error mío tirar las cartas y páginas del Diario, pero ya los leíste. Ya sabes todo, ¿o no?—el muchacho sonrió, aunque se le notaba molesto—. Y por ende sabrás que yo no soy lo que esperabas que fuera, ¿cierto?
***
Jungkook se alejó de él, dejándolo atrás en lo que perseguía a Hoseok y se aseguraba de que el mismo no sufriera daño.
Taehyung se levantó de su lugar, sacudiendo su ropa y evitando algunos cristales rotos por el suelo. Caminó hasta donde antes estaba Hoseok y recogió algunos papeles que su mayor había leído.
Eran páginas arrancadas de un libro, y aunque no sabía de cuál era, sí sabía de qué era el tema que en ella se trataba.
«Según creencias antiguas, quitarle las alas a un hada representaba la ausencia de la libertad. Sus ojos cosidos, representaban el no poder ver la realidad, la falta de capacidad para diferenciar la verdad de la mentira. Y sus cuerpos abiertos de par en par, quemados y torturados hasta la muerte misma, representaba la maldad que realmente se decía que albergaba en ellas.
El asesinato de un hada representa mucho más que un pequeño ser mágico muerto. Es un sacrificio. Una señal oscura. Una advertencia de la muerte y el caos a punto de tocar la puerta. »
***
«Él es el Rey de la Oscuridad.
La Bestia es su príncipe y más leal sirviente,
poseé el poder muerto,
aquel poder que ayudará a quien intenté y quiera
revivir a Él»
Hyo_Byung / Hbyuss. ♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro